Aquel furor legalista porteño llegaría a Rosario también en 1930,
sobre finales de marzo, y produciría una real zozobra entre la cofradía
rufianesca, temerosa de padecer las mismas penurias carcelarias de sus colegas
de Buenos Aires. Una serie de procedimientos policiales con aval judicial, a
cuyo frente estaba el Jefe de Investigaciones de la Jefatura de Policía
rosarina, Félix de la Fuente
(un controvertido funcionario al que se señalaban conexiones y permisividad
hacia el mundo rufianesco y también la mafia, y que se suicidaría tiempo
después) permitió la detención inicial de una serie de explotadores
curiosamente no vinculados a la
Zwi Migdal.
Se trataba, en ese caso, de rufianes criollos que, en distintos prostíbulos
clandestinos, casi ninguno de ellos emplazado estrictamente en Pichincha,
usufructuaban el trabajo de mujeres reclutadas o secuestradas en otras
localidades. Los apellidos de los detenidos son demostrativos: Saavedra,
Ponce, Ramallo, Mancini, Grimandi, González, León García, Oliva, Cavallone,
tanto como el de las explotadas: Fernández, Gauna, Delera, Gallo, Bogado,
Peludero, Báez, etc.
En una segunda arremetida, en mayo de 1930, les tocaría el turno a los
implicados en otro tráfico igual de sórdido ya entonces: el del narcotráfico.
Los operativos implican, esta vez, a algunos de los muchos extranjeros vinculados a la
Migdal en forma directa o indirecta a través del negocio prostibulario de Pichincha
o de los clandestinos subsistentes de la sección 4.a. De ese modo, caen
por el tema de las drogas Bernardo Pusder, José Zilberberg, Manuel
Schneiderman, Ana Rucks y Juan Zebman,
entre otros, además de los propietarios de algu ñas farmacias de la zona de los "quilombos".
Simultáneamente, De la Fuente recibe de su colega
porteño. famoso comisario Eduardo
Santiago (sobre el que caerían asimismo las fundadas sospechas de su
connivencia con la Migdal,
que lo llevaría a huir al Uruguay tras el golpe de Uriburu, en
previsión de que salieran la luz los mutuos favores), el pedido de captura de
varios de los soci^ de esta última, ordenada por el juez Rodríguez Ocampo.
El 25 de mayo dan comienzo los
procedimientos, que se inicia en la mencionada sinagoga de Güemes 2965 y en un
comercio " mueblería de Ituzaingó 1981. En la primera es detenido Saúl
Friedman, polaco que oficiaba de rabino y se contaba entre los fundadores ^
cementerio de la cofradía rufianesca de Granadero Baigorria; el segundo, es
apresado su propietario Carlos Jacobovich y secuestra documentación vinculada
con el negocio prostibulario organizado la Zwi Migdal. Ambas
noticias aparecen en las páginas del diario porteño Ultima Hora, que se ocupaba con
asiduidad de los avatares de aq^ Ha avanzada contra la cofradía rufianesca.
Si bien la actividad policial no declinó
en los días subsiguiente, todo parecía
indicar que tampoco en Rosario el celo de la autoría fuera mucho para detener a
algunos de los socios expectables de sociedad rufianesca a los que se suponía
instalados en la ciudad, tras las batidas ordenadas por Rodríguez Ocampo, que
los habían gado a emigrar apresuradamente de la Capital Federal.
Es cierto que en la Jefatura
rosarina habían recalado, en pocos días, una treintena de socios de la Migdal como Samuel Kalisky,
José Abramovich, Simón Feinbus, Aisk Frank, Alter Schulevich, Isidoro
Goldestein y muchos otros, cuya nómina aparece en las páginas de los diarios de
la ciudad .
Uno de ellos, el polémico Reflejos, dirigido por Caffaro Rossi, iba a encargarse, a veces en más de una edición
por día, de ir señalando sus dudas y enojo ante la acción de la policía
rosarina, pese las detenciones apuntadas. El 30 de mayo, por ejemplo, señala: el desbande de la
Migdal en Buenos Aires ha habido un gran desbande
explotadores de mujeres. Muchos de ellos han venido a esta ciudad. Aquí.
pasean, se pavonean y hasta quizá planean nuevos negocios. ¿Qué hacen
autoridades? Hasta ahora nada. No queremos hablar de complicidad; ptf* bien
dice el refrán que el que calla otorga. Presenciar impasibles las actividades de
esos seres deleznables en nuestra urbe k trabajo es lo mismo que tolerar su
permanencia.
La admonición a la
Jefatura de Investigaciones comandada por De la Fuente es contundente: La invitamos a que ponga de vez en cuando el celo que acostumbra
emplear para perseguir anarquistas, también para ahuyentar tahúres, maleantes,
traficantes y maquereaux...
En la embestida
policial, sin embargo, iban a quedar implicados algunos de los prostíbulos
conocidos, como el "Armenonville", del cual el ya mencionado
Zilberberg aparece como copropietario junto a Elena Rubinstein, y donde al
parecer abundaba la cocaína, lo mismo que en el "Petit Trianón" de
Chatel. En el "Armenonville", además, se comprobó la explotación de
una joven pupila polaca, Sabina Heit, quien hacía pocos días había sido
internada en el mismo por el detenido Goldestein, tras ser traída por éste
desde su país natal mediante el habitual método del casamiento y obligada por
la fuerza a prostituirse en su beneficio.
Lo cierto es que la policía, e incluso la
justicia rosarina, caerían en esos días bajo la sospecha de connivencia con los
tratantes, entre otras cosas por el otorgamiento insólito de las cartas de
ciudadanía a muchos de ellos, todos reconocidos como tales y por ende inhabilitados
para obtenerlas por vía legal. Algunos individuos famosos en el ambiente
prostibulario son denunciados por diarios como Reflejos, Gráfico, Rosario Gráfico y Democracia por actuar como agentes de la Migdal ante la policía y la justicia.
Son los casos del conocido
"Ñato" Musolino (alias de Angel Belorini), de quien se afirma que
además de su condición de chofer de un auto de alquiler ejerce la de explotador
de la madama del "Mina de Oro", y del "Patón"Tecce, al que
se le asignan puertas abiertas en el ámbito tribunalicio para todo lo que sea
"dar una mano" a la cofradía en el ámbito judicial...
La revolución del 6 de septiembre, que
terminaría con el legítimo mandato popular de don Hipólito (su casa fue
saqueada e incendiada en el transcurso de esa jornada), no conmovió sin
embargo demasiado a Rosario, si nos atenemos al testimonio de Juan Álvarez, que
sin duda estaba teñido de la subjetividad de su origen conservador: Rosario, ajena al movimiento, recibió la noticia sin agitarse,
admitiendo enseguida y con sensación de alivio al nuevo orden de cosas, que
daba asimismo en tierra con el gobierno local...
La ola duramente inti-yrigoyenista que se había enquistado en ciertos sectores del
Ejército tenía voceros muy encarnizados en el periodismo, como los diarios Crítica, de Natalio Botana, y
sobre todo La Fronda, claramente filonazi, fundado en 1919 y
dirigido desde entonces por Francisco "Pancho" Uriburu; este último
servía de vocero a la "reacción nacionalista" y expresaba de un modo
por lo general insultante, entre el agravio y más de un toque de desembozado
racismo, lo que esos sectores no se atrevían a decir del presidente y su
gobierno.
Un repaso somero a las ediciones de "La Fronda" de 1929 sirve
de suficiente ejemplo de ese estilo de prensa amarilla; aludiendo al origen
vasco del padre de Yrigoyen, el diario opina en enero de ese año: ¡Analfabeto de padre y madre! ¡Qué magnífica genealogía para un jefe
de república civilizada!, mientras que el 23 de
enero de 1930 habla del terror de la mazorca yrigoyenista
y el 27 de junio del año siguiente va mucho más allá al titular: Ya no cabe duda de que Yrigoyen está loco...
El 15 de julio de 1930 el diario habla de Rosario y adelanta claramente
hasta dónde habían llegado las críticas y el tono de las mismas en la etapa de
preparación del golpe, cuyos progresos
y protagonistas estaban en Buenos Aires en boca de muchísima gente, y en las
noticias de los diarios, aunque el presidente insistiese en la postura de no
otorgarle mayor entidad a aquella tentativa que, en definitiva, se convertiría
en la primera de las muchas interrupciones de la vida democrática en la Argentina.
Afirma el diario de Uriburu: Las consecuencias de la propaganda demagógica de los partidos extremos
y además, del peludismo, se está haciendo sentir en la ciudad de Rosario. Desde
que el gobierno nacional asumió el poder, la ciudad laboriosa del Litoral
parece abandonada a las fuerzas disolventes que amenazan destruir los
fundamentos mismos de la colectividad, con sus continuas perturbaciones del
orden público. Todo el mundo recuerda la huelga que mantuvo paralizadas las
actividades del Rosario durante mas de un mes. Un nuevo incidente producido
anteayer nos demuestra que la excitación obrera continúa y que los elementos
comunistas y revolucionarios se sienten alentados por la actitud aduladora que
mantienen hacia ellos los elementos de la política local.
"La Fronda", un pasquín
infame en esencia, que sustentaba la inminente irrupción fascista en la Argentina, sólo insistía
en ese artículo en su decidida fobia contra el radicalismo y en especial contra
la condición de líder popular ostentada porYrigoyen aún entonces. El 30 de
julio volvía a la carga con respecto a la situación en Rosario: El ambiente de la ciudad registra infinidad de hechos que son graves
síntomas de una paulatina disolución del poder público. No hay gobierno. No hay
autoridad. No hay mantenimiento de jerarquías institucionales, jurídicas ni de
categorías sociales. El gobierno del pueblo y para el pueblo, en otros
términos, el yri-goyenismo, es lo que ha traído semejante desbarajuste. No es
menester ser muy perspicaz para advertir que estamos al borde del abismo...
Dos años antes, al producirse el triunfo
en las elecciones que decidieron su segundo mandato, se podían leer en sus
páginas frases aberrantes como éstas, que sintetizaban tanto la xenofobia como
el pensamiento reaccionario del sector: Yrigoyen ha triunfado, porque hoy lo aplauden en todas las cárceles
los indultados, los reincidentes, los rufianes, dueños de casas de juego y
lenocinios, 50 empleados y obreros ocupados en las dependencias del Poder
Ejecutivo de la Nación,
70 mil árabes, calabreses, turcos, rusos y otros detritos europeos desterrados
de sus respectivas patrias, con carta de ciudadanía. El triunfo en las urnas ha
sido el de la falta de delicadeza de las clases altas, del encaño y la
mentira, operando en el elector sencillo e inconsciente...
Ese
chauvinismo racista correspondía al odio que produjo en los sectores más
claramente conservadores y oligárquicos el nuevo triunfo radical con Yrigoyen a
la cabeza, pero antes del comido de 1928 La Fronda ya estaba empeñada en una campaña agorera
y agresiva a la vez, que no asociaba esta vez al gobierno radical con la
"mala vida" pero lo atacaba por otro flanco: Nuestro electorado jamás ha dado muestra de una certera orientación
política. Pesa en nuestra balanza electoral un ejército enorme de empleados
públicos, superiores en número al de Francia y otro enorme ejército de
aspirantes. Pesa en nuestra balanza, por ultimo, el oro de los bolcheviques rusos,
prodigado sin medida en nuestra campaña y probablemente también en Tucumán,
Santiago del Estero y Santa Fe.
Toda una muestra del acendrado
pensamiento reaccionario y fas-cistoide de quienes iban a sumergir al país en
la "década infame", con la complicidad (activa o por omisión, en
Santa Fe) de partidos que, como la democracia progresista de Lisandro de la Torre, representaban mucho
más los intereses de ciertos niveles poderosos que los de las clases populares,
pese a que su fugaz gobierno provincial produjo una de las constituciones más
progresistas que se hayan implementado en Santa Fe.
Positivo antecedente que, mucho después, no debe dejar de recordarse,
quedaría reducido a recuerdo al aportar el PDP algunos de sus dirigentes más
conspicuos, como los rosarinos Alberto Natale o Rafael Martínez Raymonda, para
colaborar con el gobierno militar que ejercería la más cruenta dictadura
registrada en la historia argentina. Ello bajo la endeble justificación de que
se lo hacía en el período final de la misma y en una transición hacia la democracia, a la que ellos no
habían contribuido por cierto demasiado a través de la historia.
Por su parte, el sucesor de Yrigoyen, el dictador José Evaristo
Uriburu, vendría a la ciudad en julio de 1931 para presidir la inauguración de
un gran elevador de granos, con la presencia de buques de guerra en el puerto
rosarino, y un banquete con 500 invitados especiales, deseosos de dar fe de su
decidida adhesión golpista.
La campaña de ataques a los rufianes proseguiría mientras tanto
después del 6 de septiembre, y para alegría de la prensa independiente
continuaron cayendo en manos de la ley muchos socios de la Zwi Migdal, algunos de
ellos escondidos en Rosario tras la cortina de humo de algún negocio legal,
como cigarrerías o mueblerías que disimulaban la verdadera actividad de muchos
de sus dueños. Organos periodísticos como El Norte, dirigido por Ernesto
Rasmussen, o el ya mencionado Reflejos, se regocijaban públicamente del triunfo de esa campaña
"antirrufianesca" que los tuviera mucho tiempo como solitarios
paladines en la ciudad.
Alguna denuncia de esos periódicos
llegaba incluso más lejos, como la de Reflejos en mayo de 1931, que
señalaba la existencia de una generalizada corrupción policial y municipal,
para la que aportaban dinero todos los sectores locales de la Migdal. Otras notas
obtenían repercusiones impensadas, como aquella que involucrara a dos nombres
conocidos de la cultura argentina: los de Rodolfo Puiggrós y Antonio Berni, y
que el pintor —como se consignara anteriormente— seguiría recordando muchos
años después.
Allá
por el año 31, después de mi primer viaje a Europa cuando yo había vuelto a
vivir en Rosario, me hice bastante amigo de Rodoljo Puiggrós. Fue precisamente
a él a quien se le ocurrió una nota sobre loi prostíbulos rosarinos y me llevó a mí
como fotógrafo; la nota era para el diario Crónica;
la
escribió con seudónimo, por supuesto, y las fotografías se publicaron como si
fueran de un fotógrafo
anónimo. Los mejores quilombos de Rosario estaban en la
calle Pichincha: había de 2 pesos, de 3 pesos y de 5 pesos. Luego estaban los
de un peso,
pero estos quedaban en calle Suipacha y eran los más rascas. Lo corriente es
que fueran grandes patios que habían sido techados con vidrio, de modo que de
día eran muy luminosos. Comenzaban a funcionar
a partir de las 4 de la
tarde, así que hasta las 6, sobre todo en verano,
tenían una luz bárbara.
(Antonio Berni: en "Homenaje a
Rosario" Reportaje en revista La Maga, 1998)
Todo aquel ajetreo
prostibulario desatado por el probo Rodríguez Ocampo tendría pronto una tregua
en la ciudad en 1931, luego del fallo de la Cámara que beneficiaría a los rufianes de la Migdal, aun cuando algunos
miembros notorios de la cofradía en Rosario, como el ya mencionado francés
Enrique Chatel, terminaran remitidos poco después a Buenos Aires y deportados
luego, aunque éstos fueran los menos. Sería en ese año, sin embargo, cuando
obtendría notoriedad periodística y pública un funcionario policial asignado
justamente al barrio de Pichincha, quien haría famosos los métodos
"disuasivos" empleados con los guapos y rufianes de su jurisdicción.
Después
del golpe militar que derrocó a Hipólito
Yrigoyen, el mayor Carlos Riccheri fue nombrado comisario de órdenes de la
policía rosarina. Desde ese momento encabezó periódicas razzias en el
ambiente prostibulario de Pichincha. Los rufianes, eran
conducidos a la
jefatura de Policía, rapados con la máquina número cero y detenidos durante un mes
de prisión. En una de esas recorridas, Riccheri se topó
con Antonia Lais, encargada del café Venecia, que estaba en Brown
entre Pichincha y Suipacha y pertenecía al rufián León Rubinstein. Lais le
regaló una cruz de oro con brillantes, ante lo que el militar reaccionó
airadamente, imponiéndole una multa. El incidente demuestra que las
"excursiones" de Riccheri tenían una finalidad más propagandística
que de combate efectivo contra la prostitución. De hecho, los
"empresarios" del sector continuaron sus negocios
sin sufrir mayores inconvenientes...
(Osvaldo Aguirre,
"El militar y la madama", en diario La Capital, 20 de diciembre
de 2001)
Cuando
yo trabajaba en la policía, mientras estudiaba Medicina, el jefe de Policía era
Carlos Riccheri, un mayor que también perseguía mucho a la prostitución y a los
panzones. A los que él podía detectar los detenía. Estos tipos andaban todos
vestidos de azul, con una camisa amarilla, corbata azul y un taquito alto:
usted veía alguien así en la calle y podía estar seguro que era un panzón.
Entonces, ¿qué hacía Riccheri? Les afeitaba la mitad de la cabeza, y les
cortaba con el sable uno de los tacos. Salían caminando rengos...
(Mercau:
testimonio citado)
Contemporáneamente, la atenuación de los
vaivenes del "caso Liberman" permitió que los prostíbulos de
Pichincha volviesen a lucir animados y concurridos como en sus mejores tiempos.
Se reiniciaba de ese modo, después del gran susto de las razzias y los allanamientos policiales de
poco antes, el trajín de los "quilombos" y de su fauna habitual y
pintoresca. Pero sería sólo un paréntesis de calma antes del golpe mortal.
Fuente:
extraído de libro rosario del 900
a la “década infame”
tomo IV editado 2005 por la Editorial homo Sapiens
Ediciones del autor Rafael Ielpi