Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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viernes, 30 de agosto de 2013

DE EXTRAMUROS Y MATADEROS




Por Rafael Ielpi

También humilde origen tendría otro de los barrios netamente populares del Rosario de principios de siglo, el de San Francisquito que desaparecería hacia 1918, englobado en el posterior Barrio Bella Vista y por la extensión hacia el sur del denominado Barrio 5 Esquinas. El pequeño conglomerado urbano se formaría alrededor de un humilde oratorio, al levantar sus viviendas los obreros de los hornos de ladrillos de dicha zona, en un radio de unas seis manzanas.Wlacumir Mikielievich recuerda a sus parientes viajando en tílburi desde ¡a residencia familiar de Bella Vista, caserío que existió en el cruce de los caminos La Plata y 14 Provincias, actuales avenidas Ovidio Lagos y Uriburu, respectivamente.
Culminando ya el siglo XIX, aún perduraban las quintas y los hor­nos de ladrillo rodeando al pequeño poblado, y en 1902,1a inaugura­ción del Parque Independencia, distante unas pocas cuadras de la Capilla de San Francisquito y la paralela extensión del recorrido del tramway de la empresa Anglo Argentino hasta las mismas puertas del hipó­dromo, propiciarían la construcción de una serie de modestas vivien­das, dispersas sobre Cortada Independencia, desde la calle La Plata (hoy Ovidio Lagos) hasta el antiguo oratorio devenido en capilla.
Luego del Centenario, el loteo de terrenos que antes fueran quin­tas, con frente a la Avenida Godoy, posibilitó también la aparición de viviendas familiares y de comercios, lo que se reiteraría con la apertura de la mencionada avenida, por ordenanza de junio de 1902, al apro­vecharse el levantamiento de las vías del Ferrocarril Oeste Santafesino.
Pero si de orígenes modestos e incluso marginales se habla, el antiguo "Barrio del Matadero", ulterior Barrio Tablada, denomina­ción que perduraría hasta hoy, es uno de los arquetípicos en ese sen­tido, surgido en una zona, la del sur de una ciudad que entonces no tenía límites siquiera, a la que la intrincada red ferroviaria había dejado afuera de Rosario, y a la que se condenaría, ya desde el siglo XIX, a servir de ámbito a actividades poco favorables a la higiene y calidad de vida de quienes la habitaban: el vaciado de la basura y el faena-miento de animales, fundamentalmente vacunos.
Fue a comienzos de este siglo cuando los terrenos ubicados en el nacimiento de la actual calle Ayolas y hasta la costa del río Paraná, fue­ron condenados a convertirse en basurales, al depositarse en ellos los residuos domiciliarios. El vaciadero daría lugar a otra irrupción: la de gran cantidad de pobres que iban a hacer de la búsqueda de huesos, vidrios, metales, etc., una actividad cotidiana que, aunque escasamente rentable para ellos, sí lo sería en cambio para otros.
Estos "cirujas" de ayer construyeron en los alrededores del basu­ral municipal sus precarias viviendas con materiales diversos y dieron origen a lo que más tarde sería "Villa Manuelita", enclavada en ese paisaje en el que no faltaban los perros flacos y los cerdos criados al margen de toda reglamentación en la materia. El nombre reemplaza­ría al de "La Basurita", con el que se conociera al lugar en épocas de la instalación del vaciadero. En medio de ese paisaje sombrío, no fal­taron los que lograron acumular, a costa de la basura y de quienes escarbaban en ella buscando lo que era rescatable (o reciclable, como se dice hoy) y con un avisado sentido comercial, una importante for­tuna, como Jesús Pérez.

Uno de los que se dedicaba a esta actividad era un inmigrante español llamado Jesús Pérez, que comenzó siendo ciruja y con esfuerzo fue pro­gresando convirtiéndose en chatarrero, comprándoles a los cirujas los meta­les, huesos, vidrios, etc. hasta conseguir, en 1915, ser el concesionario ele­gido por la Municipalidad para explotar la basura durante 30 años. Paralelamente, era comerciante y exportador de grasa y huesos. Poseía unas ollas enormes que servían para hervir los huesos que sacaba de la basura y los animales muertos que traía del Matadero. Les quitaba la grasa y la colocaba en tambores de 200 litros para la exportación. Los huesos, des­pués de ser cocinados, eran colocados en una pila que tendría unos 50 metros de alto por 130 metros de largo. Contaba también con una mole­dora de huesos, materia utilizada para la refinación del azúcar.
 (Jorge Malla: El barrio Tablada y los orígenes de la Biblioteca Vigil, Edición de la Vecinal AVROSE, Rosario, 1995.

Lo cierto es que Pérez explotaría el negocio de la concesión de los residuos domiciliarios de Rosario desde 1916, obteniendo (se supone que gracias a sus contactos con el municipio o su conniven­cia con los funcionarios que decidían sobre el tema) sucesivas reno­vaciones de la concesión inicial, pese a las indignas condiciones en que trabajaban en los vaciaderos de basura de la zona sus empleados, que no sólo eran hombres y mujeres sino una gran cantidad de niños que pululaban en medio de verdaderas montañas, las "colinas del ham bre" de la novela de RosaWernicke, que denunció descarnadaincnie la inmutable realidad de quienes, ya cerca de 1940, seguían condena dos a un trabajo degradante, en condiciones y con una paga igual mente indignas.
Más allá de sus aportes solidarios construyendo escuelas en el barrio, de su militancia católica e incluso de acciones de ayuda a la comunidad, su nombre ha quedado unido más a la explotación terri­ble que hiciera de los "topos" (los que excavaban en su basurales bus­cando todo lo aprovechable y vendible) y de los horquilleros, que levantaban y removían con sus punzantes herramientas las grandes pilas de residuos en busca de los huesos, grasa, vidrios, metales, trapos que Jesús Pérez convertiría después en dinero para sus arcas.
Malla, en su valiosa historia del barrio Tablada, recuerda que hacia 1915 esta zona fue conocida como un barrio de terror; se lo tildaba de "Barrio de la puñalada" porque todas las riñas se arreglaban con armas blancas. La acción policial debía ser enérgica frente a la conducta de aquellos que estaban fácilmente dispuestos al uso de cuchillos, facones y armas de fuego para arreglar sus asuntos. Esta zona registró por mucho tiempo, el mayor número de defunciones por homicidios de la ciudad.
El barrio, mientras tanto, se había poblado de gentes de condi­ción humilde, la mayor parte de ellos trabajadores del Matadero, y de toda una serie de comercios e industrias que relacionaban estrecha­mente su actividad con el quehacer de aquél y que eran, por ejem­plo, jabonerías como "La Paloma", en Grandoli 3550, "El Cometa",, en Alem y Deán Funes, o "Giriola", en Villa Manuelita; curtiembres como "La Victoria", en Beruti y Gaboto, la de Serafín y Antonio Blanco, vecina de la anterior, la de Macario Noguera, en Beruti y Deán Funes, la de Luis Puig, en Gaboto y Convención, o la de Miguel Cálvente, en Colón al 3000; barracas como la de Coli y Tibaldi, en Beruti y Gaboto, la Barraca Staud, en la misma esquina, de capitales alemanes, las de Emilio Rodríguez y Elias Moss, las dos en Grandoli y Ayolas, una de las esquinas tradicionales del barrio.
Otros negocios de parecidas características eran las triperías como las de Francisco y Angel Guida y la de Caniggia, ambas en Beruti al 3200 o la de Risso y Pedro Martínez, en pleno Villa Manuelita, y las fábri­cas de velas de sebo, como "La Rosario", etc., que abastecían de un ele­mento casi imprescindible para las viviendas humildes de la zona. Otros operarios se desempeñaban en aserraderos, en depósitos de materiales de cons­trucción, en el puerto, en el ferrocarril, en el ministerio de Obras Públicas y luego en el Frigorífico Swift. La mayoría de su población era criolla, pero también había italianos, españoles y en menor medida polacos y franceses, puntualiza Malla.
Propietarios de importantes terrenos en la zona de Tablada serían, en los primeros años del siglo, conocidos nombres de la fuerte bur­guesía rosarina como Chiesa, Barraco, Rueda, Aldao, cuando ya se hallaba urbanizado un amplio sector, el comprendido entre Bvard. 27 de Febrero, San Martín, Rueda, Buenos Aires,Virasoro y Alem, aunque subsistían todavía algunas quintas y se sucedían los baldíos, mientras que buena parte de la costa del río Paraná estaba cubierta por exten­sas plantaciones de frutales, como la conocida "Quinta de los perales", o de duraznos, que en algunos casos se extendía hacia el sur llegando hasta Saladillo.
Vecino, el Barrio Calzada se había gestado a partir del loteo que realizara Rafael Calzada, propietario de vastos terrenos ubicados entre las calles Necochea, Gaboto, Convención y Virasoro, con caracte­rísticas muy similares aTablada, ubicado por un aviso de 1911 "sobre el puerto y edificado en su mayor parte". En la fiebre patriótica del Centenario, el barrio Calzada pasó a denominarse Barrio Saavedra, aunque mantendría nomenclatura original por muchos años.
Tres instituciones de similares fines solidarios y asistenciales for­maban parte asimismo de Tablada ya desde el siglo pasado: el Asilo de Dementes del Sagrado Corazón de Jesús, que se inaugurara en 1889 y se construiría en terrenos donados por Camilo Aldao, propietario de grandes predios allí, en la manzana de Ayolas, Saavedra, Necochea y Colón; el Asilo San Vicente de Paul, también de los últimos años del siglo XIX, en Esmeralda al 2900, hogar para mujeres ancianas, lo que le valió la denominación popular de Asilo de las Viuditas, y el famoso Asilo del Buen Pastor, en Laprida y Virasoro, inaugurado en 1896.
Al mismo iban a parar las mujeres detenidas por distintos delitos o contravenciones, desde prostitutas clandestinas a menores fugadas del hogar, etc. para reeducarlas y regenerarlas y devolverlas a la sociedad. Tarea que, muchas veces con escasa fortuna, llevaban a cabo las mon­jas de la congregación francesa de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor de Angers, encargadas de intentar devolver al redil a las que se juzgaba como ovejas descarriadas.
La estación Central Córdoba, la zona del Matadero, la del Bajo Ayolas, la de las barrancas, fueron lugares propicios, desde 1900 a 193( I, para la proliferación de todo tipo de "boliches" y "bolichones", fon das, cafés, canchas de bochas, posadas y hoteles, almacenes de ramos generales con despacho de bebidas anexo, alguno que otro prostíbulo y una que otra pista de baile, donde toda aquella población de origen humilde, heterogénea y expansiva se reunía en los atardeceres o los fines de semana para bailar, jugar y ¿por qué no? desfogarse después de la rutina del trabajo duro con alguna que otra pelea a cuchillo. Nombres como el "Café de las Mellizas"; los "boliches" de Pérez, de Maragato, del "Rengo" Arana;"ElVómito"; el"BoHche de la Machona"; el come­dor "La Mosca" o el de "Las Tres Hermanas" (todos ellos rescatados por Malla en su valioso trabajo) eran en esos años conocidos y fre­cuentados por los habitantes del barrio.
Con otro sector de la ciudad como protagonista, hacia 1910 un aviso de la inmobiliaria y urbanizadora"Cerone yViterbo", cuyas ofi­cinas estaban en San Lorenzo 1197, hablaba de otra propuesta "subur­bana": lo que llamaban La Ciudad Nueva, para ellos emplazada en el perímetro de Mendoza, 3 de Febrero, Rodríguez y La Plata, aclarando: Llamamos la atención de aquellos que deseen colocar el capital ventajosamente: nada de elogios ni pretensiones; venderemos terrenos que por su situación impor­tante y progreso expontáneo (sic) son una oferta excepcional.


Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “decada infame”  Tomo I Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones
 

jueves, 29 de agosto de 2013

MANUEL ARIJON El hombre que transformó los campos del Saladillo con una visión futurista



Por Alfredo Monzón



Manuel Arijón nació un 12 de abril de 1841 en el pueblo de Cayón o Caión, provincia de La Coruña, Galicia, Es­paña. Hijo de José Arijón y Francisca Collazo.
Cayón es la salida al mar del municipio de Laracha que se encuentra en la zona oriental de la comarca de Bergantiños, entre Carballo y Cerceda. En el puerto de Cayón se destacan la plaza de Vila y Fano, la iglesia de San Jorge de estilo plateresco, que pertene­ció al convento de San Agustín (Siglo XVI), la playa de las Salseiras, la ca­pilla de San Jorge y la de la Virgen de los Milagros, donde en septiembre se celebra la romería de "Os Milagres de Caión".
Allí brotan unas aguas curativas que  son muy apreciadas por los visitantes. En el año 1856, y con apenas 14 años de edad, Manuel Arijón en compañía de su padre, emprende viaje a América para desembarcar en Montevideo, que­dando al cuidado de la familia Marengo con la que vivió durante dos años. Había ido al Uruguay buscando a un amigo que se había radicado allí tiem­po antes, pero al que nunca pudo en­contrar.
Esto hizo que decidiera trasladarse a nuestro país, más precisamente a nuestra ciudad, llegando en 1858 con la familia del señor Luis Lamas, quien estableció un almacén y barraca de frutos del país, ubicado en la esquina de Córdoba y Orden (hoy España), siendo Arijón designado dependiente del almacén. Contaba entonces con 17 años de edad.
En 1859 pasó, también en calidad de dependiente, a la barraca de frutos de los señores Rodríguez y Larreta, ubi­cada en calle Buenos Aires entre Ce-rrito y Riobamba.
Un tiempo después, también desempeñó similares tareas en el almacén UE1 pobre Diablo" que estaba en calle San Luis entre San Martín y la cortada Ba­rón de Mauá (frente al entonces Mercado del Sur).
Al llegar el año 1861 ya había logra' reunir algunos ahorros, lo que le permitió establecerse por su cuenta, y empezó a difundir el uso de la arena para la construcción, que él observaba q se encontraba en grandes cantidad en la ribera del río Paraná. En 1863 celebró un contrato con el Ferrocarril Central Argentino para prestar el servicio de carga y descarga materiales. Esto le permitió estrechar vínculos con los empleados que e afectos a los paseos a caballo, quienes  lo impulsaron a establecer una caballeriza en la calle Aduana (hoy San Mar­tín) entre San Lorenzo y Urquiza.
 Este establecimiento le proporcionó, en 1865, poder tomar contacto con el comisionado del gobierno del Brasil, quien se interesó en la compra de caba­llos y pasto para el ejército brasileño. Al ir aumentando la demanda (se esta­ba llevando a cabo la guerra de la triple alianza), se asoció con el señor Juan Bautista Harismendy, lo que le permi­tió contratar con los nuevos proveedo­res del ejército brasilero, la provisión en gran escala de todo el forraje para la caballería de los efectivos en opera­ciones en el Paraguay.
Por otra parte, Manuel Arijón donó gran cantidad de caballos al ejército argentino, por lo que fue recompensa­do por el presidente Bartolomé Mitre, otorgándole tierras en la provincia de Formosa.
El 6 de marzo de 1868, se casó con Faus­ta Coll, siendo madrina de casamiento, su madre Josefa Sendras de Coll, y pa­drino don Juan Bautista Harismendy. De este matrimonio nacieron 11 hijos: Manuel, Dolores, Carlos, Elena, Corina, Leopoldo, Ernesto, Josefa, María Ester, Juan José y Alfredo.
Durante esa época la sociedad adqui­rió dos manzanas de terrenos en los suburbios de la ciudad, instalando en ellas una prensa de enfardar, adqui­riendo también del señor Salvatierra un campo en el Bajo Hondo para la siembra de alfalfa, fundando un esta­blecimiento que llamó "Quinta Vieja". Por amigable convenio, en 1869 se disolvió la sociedad, con motivo de haberse terminado o suspendido los contratos para la provisión de forraje al ejército del Brasil. Arrojando el ba­lance practicado, un haber de 50.600 pesos bolivianos, efectivo depositado en el Banco Argentino, y 58.000 pesos de igual moneda en terrenos, galpones, prensas, herramientas, carros, bueyes, etcétera.
Con esa base siguió dedicándose al en-fardaje de alfalfa que producía el Bajo Hondo, para exportarlo a Río de Janeiro pero, como la producción propia no fue­ra suficiente para las exigencias de sus negocios, se dedicó a comprar alfalfa en plaza, abarcando sus operaciones: la producción, acopio, y exportación.
En 1870 adquirió del señor Emilio Maldonado, otra fracción de campo lindero a la "Quinta Vieja", para ensanchar la producción de alfalfa.
 Allí construyó un galpón de 30 por 12 metros, colocando en él una nueva prensa de enfardar.
En esa época empezó, por segunda vez, a proveer al ejército de Brasil en el Paraguay, subcontratando con los proveedores.
Habiendo tomado incremento la ex­portación de alfalfa a Río de Janeiro, se vio en la necesidad de colocar una nueva prensa, bautizándose entonces al establecimiento con el nombre de " La Corina", en homenaje a su hija mayor. En 1879, resentida su salud, en parte por la asidua labor desplegada en todos esos años, y además deseando visitar a sus padres, emprende un viaje a Eu­ropa el 5 de abril de ese año, visitando España y Francia; en este país consultó a algunos médicos sobre sus dolencias, quienes le recomendaron tomar los ba­ños de Luzón, en donde pasó la tempo­rada veraniega.
Por intermedio del señor Gregorio Machaín le compra a la sucesión de Juan Frías, los campos del Saladillo, fir­mándose la correspondiente escritura el 18 de enero de 1881.
 En abril de ese año debía regresar a Francia para continuar (según lo acon­sejado por los médicos), con los baños de Luzón, pero, en ese Ínterin durante el verano, se sumergió en las aguas del arroyo Saladillo, experimentando una notable mejoría en su salud.
Atribuyó tan favorable reacción a las aguas del arroyo, (ricas en sales y yodo) determinando, en vista de los re­sultados, suspender el viaje a Europa, y construir sobre el mismo arroyo, su instalación balnearia particular.
Don Manuel Arijón fue un verdadero ejemplo de tenacidad y perseverancia en su afán de superarse y lograr una posición a través de su trabajo. No solamente demostrando que se puede llegar a ser una persona de bien si uno se lo propone, empezando desde muy abajo como él lo hizo, sino que tam­bién, acompañado de ese trabajo, traer el bienestar y el progreso al lugar don­de se afincó para empezar una nueva vida. En 1866, hace venir a su herma­no José Arijón, quien inmediatamente se pone a trabajar en sociedad con él, invirtiendo su primer capital en una tropa de carros y bueyes, esa sociedad duró hasta el año 1887.
 En 1874, integró la Comisión Propul­sora de la creación del Banco de la Pro­vincia de Santa Fe, junto a un grupo de vecinos notables.
En 1878, compró propiedades en Co­lonia Bernstad (hoy Roldan), a las que llamó "Santa Elena", en honor a su hija. Realizó un contrato con la casa "Sánchez, Romaguero hijos y Cia. De Rio de Janeiro como apoderados fren­te al gobierno de Brasil y empresas de tramways brasileñas.
 En 1884, además de comenzar con la construcción del complejo balneario del Saladillo, también construyó su residencia familiar a la que llamó "Vi­lla Fausta", en honor a su esposa. Esta residencia estaba ubicada en el lugar donde hoy se encuentra la manzana comprendida por las calles: Avenida Del Rosario al 800 bis, calle Messina, Plutarco (antes Ctda. Manuel Arijón) y calle Villa Fausta, en un promontorio desde donde se observaba todo el río Paraná y las islas, un paisaje extraordinario, (en aquellos años). Esta mansión estaba rodeada de hermosos jardines que, con el paso del tiempo, los viejos vecinos recuerdan como "El bosque Arijón".
A partir de la muerte de Arijón, la mansión la alquiló el doctor Fracassi, instalando una clínica psiquiátrica, hasta que se trasladó a su lugar actual, San Martín y Arijón . Ese mismo año (1884), también ad­quiere un terreno en calle San Martín entre Urquiza y Tucumán, donde cons­truyó su residencia permanente (la del Saladillo solamente la usaba en la épo­ca estival), esta tenía la numeración; San Martín 460, 462 y 464.
En 1886, obtiene del gobierno Nacional la habilitación para la construí de un puerto en la desembocadura del arroyo Saladillo, para el embarque de lo que se producía en sus campa este puerto lo llamó "Puerto Plaza" homenaje al ministro que le cono, la habilitación. También por aqu años, figura como propietario d; nos de ladrillos en Saladillo.
 En 1885, ante el pedido de diferí familias que deseaban tener un de descanso en Saladillo, una serie de seis residencia-gas sobre la vera del camino principal que atravesaba sus campos ( hoy Avenida Arijón), y a las que Aldea Saladillo". Lamentablemente, de seis mansiones la única que ha sobrevivido a la piqueta es la que lleva la numeración; avenida Arijón 84 bis, y es donde hoy funciona la "Casa de la Cultura Arijón"
También para esa época construyó unos galpones forrajeros a los que llamó “La Nueva Corina" y el tambo del Saladillo.
Como se podrá apreciar, don Manuel Arijón además de ser un precursor del barrio Saladillo, fue colaborador del Centro Unión de Almaceneros y del Hogar del Huérfano, fue fundador de la Sociedad Rural de Rosario, y también benefactor anónimo de numero­sas obras de caridad.
 En 1887, decidió retirarse de la acti­vidad pública, quedando su hijo Juan Manuel como gerente de sus negocios. Don Manuel Arijón falleció un 20 de Junio del año 1900 a las 3.30 horas de la madrugada, a la edad de 53 años. En ese momento era uno de los hombres mas acaudalados de la ciudad de Ro­sario, sus campos comenzaban en la desembocadura del arroyo Saladillo y el río Paraná y terminaban en las proximidades de lo que es hoy avenida Ovidio Lagos



Fuente: extraído de la revista “Rosario, su Historia y Región. Fascículo N• 112 de Octubre 2012.-





miércoles, 28 de agosto de 2013

EL SALADILLO



Un gran río te ciñe de rojizas barrancas,
por donde grandes buques hallan tus puertas francas.
Pero si aquél es sobrio, grave, fiero, orgulloso, otro pequeño y fino te sirve de reposo.
Y, como si quisieran que añoren tu frescura, se encapricha y se seca, si le da la locura.
Asi, pequeño y todo, se da el lujo de darte bosquecillos de sauce; esto para alegrarte.
En festivas mañanas, bellos adolescentes vuelan sobre canoas livianas, imprudentes,
y sus camisas blancas contrastan con el verde césped de las orillas que en el agua se pierde.
Bajo el golpe del remo, corta, el agua la quilla
y tiemblan las canoas suspensas en la orilla.
Empleados, estudiantes de pesada semana remando alegremente se pasan la mañana.
Pintoresco, repleto, va llegando el tranvía donde vienen familias a pasar el día.
Bajo los verdes sauces tienden blancos manteles y sacan de sus cestas botellas y papeles.
Toman mate, se acuestan para dormir la siesta, que duermen si el vecino pic-nic no los molesta.
¡Algazara de obreros, empleados, costureras juveniles, alegres, bulliciosas, parleras!
Cuando la noche llega los tranvías no alcanzan para tantos, y a saltos, a su encuentro se lanzan. Tímidas, las mujeres, se quedan rezagadas y esperando su turno conversan agrupadas.
Requiebros maliciosos las suelta el muchachote que va en la plataforma, y ellas le ponen mote. Lloran los chiquitines, somnolientos, cansados, y los padres los cargan, contentos, resignados.
Y la masa flotante, planchada, dominguera, no se acuerda que él lunes de trabajo la espera.
ALFONSINA ST0RNI

Seis cantos a Rosario, editado por la Biblioteca Argentina, dirección de José Guillermo Bertotto, Rosario, 1949.

Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 15 .  De Julio 1991. Autores: Sandra A: Bembo – Nelly I. Sander de Foster – Marisa Rocha

martes, 27 de agosto de 2013

PADRE, ¿ME DA UNA MEDALLITA?


Estamos en los albores de los años 20, cuando migraciones internas llegan a Ro­sario perseguidas por las constantes sequías y las frecuentes invasiones de langostas que han azotado muchas regiones argentinas desvastando los sembrados. Las migra­ciones toman rumbo al barrio Saladillo con la expectativa de trabajar en el matadero municipal o en el Swift.
La comuna, en su afán de brindar una ayuda concreta - habilita galpones y barra­cas en las que aloja a los recién llegados. También instala cocinas municipales en las que brinda, a bajo precio, el llamado plato de los pobres. Pero el asistencialismo oficial no es suficiente, lo que esa gente necesita es trabajo, y esa necesidad determi­na que, en la mayoría de los casos los recién llegados tengan reservadas las tareas más riesgosas y menos remuneradas.
Es necesario volver al barrio Saladillo para comentar cómo la aparición del frigorí­fico Swift había generado cambios edilicios e impulsado el asentamiento de obreros e inmigrantes de afuera y de adentro. Dice al respecto el diario La Capital:
"Algunos historiadores apuntan que Saladillo tuvo tres etapas bien diferenciadas: la fundación, que fue determinada por la creación de los famosos baños de Manuel Arijón; su crecimiento y asentamiento poblacional, y un tercer momento que está mar­cado por la instalación del Swift. Si bien los antecedentes del frigorífico en el país se remontan al año 1907, es en mayo de 1924 cuando se comenzó la construcción de la planta ubicada en la ribera del río Paraná y sobre el arroyo Saladillo.
Apenas pasado el Día de lo Santos Inocentes, el 29 de diciembre de 1924, la fábri­ca comienza a funcionar a pleno al realizarse el primer embarque de 500 toneladas de carne congelada con destino al puerto alemán de Bremenheaven. La empresa llegará a contar con diez mil obreros aproximadamente, que habrán de faenar diariamente un mínimo de 2.000 vacunos. En los horarios de mayor actividad se contabilizarán unas tres mil personas faenando simultáneamente.
La enorme demanda de mano de obra determina que - indirectamente - el frigorífi­co sea el responsable del gran asentamiento de trabajadores e inmigrantes quienes definen un perfil distinto para Saladillo, al dejar de ser un barrio residencial y convertir­se en un barrio obrero. Rápidamente las grandes mansiones - anteriormente casas de fin de semana de algunas familias rosarinas - se transforman en albergues de estable­cimientos públicos o privados, ya que este nuevo barrio tiene nuevas necesidades: más escuelas, centros asistenciales, etcétera.
Como sabemos, la mayoría de los obreros que se habían instalado en la zona eran europeos que llegaron cabalgando en alguna de las tantas olas inmigratorias que reci­bió el país desde 1880. Esta gente de escasos recursos buscaron trabajo en el puerto y, al tiempo en los mataderos y el frigorífico.
En los año 40 el Swift sería poderosísimo, habiendo sorteado con la complicidad oficial el problema de embarque de carnes de contrabando que denunciara en su mo­mento y en el Senado de la Nación, el doctor Lisandro de la Torre. El perfil bélico manifiestamente antibritánico en nuestro país y especialmente en Rosario, determinó que se produjeran sabotajes dentro de las carnes enlatadas cuyo contenido se mez­claba con vidrio molido. Al que se lo creía simpatizando del Eje se le allanaba su mora­da en busca de material probatorio el que, al encontrarse, servía como argumento para el despido.
La colmena obrera que congregaba el Swift era de proporciones:
"Por la calle Lucero no se podía caminar por la cantidad de gente que había cuando salía el personal del Swift a comer. Eran cuatro o cinco mil cosas blancas

que se desplazaban por la zona buscando un lugar para comer. Por eso estaban las fondas de los griegos y las tiendas. Lo que quisieras comprar lo conseguías ahí. Era una cosa de constante movimiento, que con el correr del tiempo prácti­camente se murió."1
Al atravesar la década del 40 muchísimas cosas ocurren en el campo de lo popular. Casualmente un mismo día, el 25 de abril de 1948 fallece el compositor uruguayo Gerardo Mattos Rodríguez, autor del conocido tango La Cumparsita, y en la ciudad de Méjico el compositor y pianista mejicano Manuel M. Ponce, autor de la canción Estrellita.
Mattos Rodríguez, internado en el sanatorio Uruguay, sufría desde hace años de una parálisis que fue progresando hasta llegar a su punto culminante, el corazón. En el acto de la inhumación de sus restos, despidió los mismos por la Sociedad Uruguaya de Autores el creador de La Puñalada, Pintin Castellanos y por S.A.D.A.I.C. Francisco Canaro.
Santiaguito Coso, el futuro dueño del cabaret rosarino Bambú India, es, por ahora, el nuevo propietario del Hotel Restaurant y Bar Metropol - más tarde Hotel Pelayo -ubicado en la Bajada Sargento Cabral 156-58. Este hotel, con el correr de los años será adquirido, remodelado y ocupado por la Caja Mutual de Asistencia y Subsidios del Banco Provincial de Santa Fe, agrupación netamente solidaria formada por los emple­ados de dicho banco.
Pero, volvamos al Swift cuyo personal ha generado una respuesta al problema de las condiciones de trabajo al tomar conciencia sindical. Los obreros participan con más fluidez en el sindicato que los agrupa y los delegados gremiales en las actividades de la fábrica.
"En el año 1950, más o menos, Perón vino a inaugurar un famoso edificio del barrio, frente a la Mandarina, de unos ocho pisos, parecida al Monumento al Po­zo de Balcarce y San Luis. Es una estructura cuya construcción fue parada y abandonada. Originalmente iba a ser un sanatorio para los obreros de la carne y para construirlo se les descontó un día de sueldo a todos los empleados del Swift. Yo digo con tanta seguridad porque mi madre también aportó." 2
Notas
La Capital 2S/8/1996.
La Capital, id. id.

Fuente: Extraído del libro “ Barrios de Tango y otras yerbas”(es la Introducción  del mencionado libro del Autor: Héctor Nicolás Zinni. Ediciones del Viejo Almacén  Año 1997.-

lunes, 26 de agosto de 2013

LA INMIGRACION EN EL SALADILLO


Desde finales del siglo XIX la zona del Saladillo se convirtió en ámbito de asentamiento inicial de inmigrantes de escasos recursos, que venían con la posibilidad de trabajar en el puerto o en el ma­tadero municipal, y que luego lo hicieron en el frigorífico Swift. A estos contingentes se sumaron también transitorios migrantes in­ternos, llegados a la ciudad perse­guidos por las constantes sequías y las invasiones de langostas que por entonces (y como ocurriría hasta la década del 40 al 50 en muchas regiones argentinas) de­vastaban los sembrados. Ellos también llegaban a Rosario sin re­cursos.
El gobierno comunal habilitó, tratando de aportarles una ayuda concreta, galpones y barracas don­de alojarlos y cocinas municipales en las que se les brindaba, a precio reducido, el llamado plato de los pobres.
Los inmigrantes europeos tra­taron, desde el comienzo, de agru­parse en sociedades o institucio­nes por nacionalidad, de las que la ya mencionada "Sociedad Po­lonesa Federico Chopin" (que aún subsiste y realiza actividades para la colectividad) es un buen ejemplo. No se puede establecer, sin embargo, el número exacto de polacos llegados a Rosario, ya que a comienzos de este siglo los mis­mos arribaban con documentación que, en muchos casos, era exten­dida por las autoridades invasoras de su país natal, lo que explica que muchos polacos figuren —en las estadísticas locales de esos anos— como rusos, austríacos o alema­nes.
Recién a partir de la década del 20 dicha situación comenzó a mo­dificarse, sobre todo luego de la proclamación de la República de Polonia en noviembre de 1918 y de la designación de Jozef Pilsudski, cuando llegan al país partidas de nuevos inmigrantes que ya porta­ban pasaportes extendidos por las autoridades de la flamante re­pública.
En Rosario, el movimiento que agrupaba a los inmigrantes pola­cos data de 1919, cuando se cons­tituye en la ciudad la Sociedad Polonesa Dom Polskt. Uno de sus principales pioneros fue Francisco Dembicki, supuesto activista del Partido Socialista Polaco, quien (según lo indica la tradición oral de su colectividad) llegó aqui siguiendo la senda de los Siberianos po­lacos —prisioneros polacos en Ru­sia— á través del Lejano Oriente, Manchuria y China. Dembicki ins­piró a sus compatriotas un espí­ritu de independencia y de soli­daridad nacional.
La "Sociedad Polonesa Federico Chopin", por su parte, aportó mu­chos de sus socios al frigorífico Swift como mano de obra. Uno de ellos, Sylwester, llegó a ser directi­vo del mismo, lo que no impide que se consigne un hecho notorio: al no existir leyes sociales que los pre­servaran de la explotación, de la enfermedad o incluso de la po­breza, y no teniendo ni conoci­miento del idioma local ni pre­paración especializada alguna, los inmigrantes   polacos debieron aceptar las tareas más pesadas y peor remuneradas. Pese a ello, co­mo otros inmigrantes de distintas nacionalidades, pudieron fundar y mantener organizaciones naciona­les donde cultivar y preservar sus tradiciones y costumbres y expre­sarse en su lengua nativa.
"El desconocimiento de la len­gua nacional ha constituido y constituye el obstáculo que se opo­ne a la propia ubicación de un crecido número de inmigrantes", señala "La Capital" en 1928, infor­mando además, sobre el tema que nos ocupa: "Para subsanar las difi­cultades que crea el desconoci­miento del idioma y por consi­guiente la rápida contratación de los servicios personales, se ha es­tablecido en Buenos Aires una ins­titución denominada Asociación Dom Polskt, la cual obrando de consuno con las autoridades po­lonesas, se propone a su vez ins­tituir una oficina de informes des­tinada a facilitar trabajo a los in­migrantes de aquella nacionali­dad".
El testimonio de Miguel Plotrowski señala la función que aquellos pioneros asignaron a es­tas instituciones: "Se comenzó a hablar de fundar la Sociedad Po­lonesa no sólo para ayudar a la gente de allá sino también a los que venían del Chaco enfermos o acci­dentados, que llegaban a Rosario y no sabían adonde ir. Los inmi­grantes que hacia tres o cuatro anos que estaban acá, que ya sa­bían hablar castellano, trabajaron para fundarla y ayudar a la gente en general, como socorro mutuo... Si perdían sus documentos, si es­taban enfermos, haciendo colectas para pagarles el hospital".
Así, el 9 de julio de 1930( coincidiendo con una fecha cara a los sentimientos patrióticos del país que los cobijara ) se tomó decisión de organizar la sociedad Polonesa Federico Chopin" en el Saladillo, para agrupar a los con­nacionales que vivían en el barrio, ofrecerles ayuda material y moral y establecer contactos con otras asociaciones polacas establecidas en la Argentina.

 
Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 15 .  De Julio 1991. Autores: Sandra A: Bembo – Nelly I. Sander de Foster – Marisa Rocha

viernes, 23 de agosto de 2013

INMIGRACION Y MANO DE OBRA



La mayor parte de los obreros instalados en la zona eran, pues, inmigrantes europeos, que habían tomado parte como tantos otros miles, de una de las oleadas inmi­gratorias internacionales que el país recibiera sobre todo a partir de 1880.

El movimiento inmigratorio in­tegró un vasto proceso socio-eco­nómico que estuvo relacionado con los cambios producidos a nivel mundial a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Una ine­ficaz política inmigratoria impidió, mientras tanto, los asentamientos de poblaciones en las zonas donde realmente se necesitaba importan­te aporte demográfico para poblar el desierto, como preconizaban los mentores iniciales Alberdi y Sar­miento. Los inmigrantes se amon­tonaron en cambio en las ciuda­des, en especial en las portuarias, que ofrecían a priori mayores opor­tunidades económicas. Buenos Ai­res, y Rosario en segundo término, se convirtieron en los centros ur­banos de mayor absorción poblacional.
José Panettieri, en Los traba­jadores, señala: "Rosario consti­tuye el otro fenómeno de concen­tración urbana producido en pocos años. De una población de 300 habitantes en 1851, había llegado a 23.000 en 1869 y a 94.000 en 1895. Contando entonces con una propia zona natural de influencia, su puerto había adquirido la im­portancia que manifiestan las ci­fras de su comercio de ultramar, en toneladas. Estas señalaban en 1879, 120.000 toneladas de im­portación y 140.000 de exporta­ción; en 1884, las mismas habían ascendido a 280.000 y 300.000 respectivamente  para alcanzar cinco años después topes de 610.000 y 460.000 toneladas.
Interesa sin embargo para este trabajo en particular, la etapa de afluencia que se produce luego de la Primera Guerra Mundial, es de­cir la etapa comprendida entre 1918 y 1930. En ese momento, llegaron a la Argentina centenares de miles de europeos, de los cuales una proporción menor que en las etapas anteriores radicó en las zo­nas rurales pampeanas y otra ma­yor en Buenos Aires y sus alre­dedores.
Estos hombres ampliaron la mano de obra de economías ex­pansivas, ya no destinadas al sec­tor primario sino, sobre todo al secundario o terciario. Aumentó en este periodo la proporción de inmigrantes europeos del Este (po­lacos, checoslovacos, húngaros, rusos, judíos de Europa Oriental), la mayoría de ellos de extracción campesina o habitantes de peque-nos núcleos urbanos.
"La Capital" del 26 de enero de 1928 dejaba constancia de esta circunstancia al señalar: "Dentro del orden correspondiente al mo­vimiento inmigratorio producido durante el año anterior, llama a justo título la atención general el sensible aumento experimentado en el contingente polonés (...) Re­presenta la corriente inmigratoria procedente de la región central de
Europa, que ocupa la restaurada Polonia, la apreciable cantidad de 18.000 personas, cuyas condicio­nes son en general excelentes para la labor agrícola a que ordinaria­mente dedican sus esfuerzos y ap­titudes..."
Rosario tuvo, entonces, un rol protagónico en la atracción de in­migrantes. La expansión vertigino­sa de la actividad agrícola en la región del sur santafesino —cuyos productos salen naturalmente por el puerto rosarino— y la formación del sector de servicios, ligado es­trechamente a los intereses del agro, fueron factores que incidie­ron para que la ciudad se cons­tituyera en centro de atracción de una inmigración masiva de argen­tinos y extranjeros que produjo en pocos años un fenómeno de con­centración urbana notable.


Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 15 .  De Julio 1991. Autores: Sandra A: Bembo – Nelly I. Sander de Foster – Marisa Rocha

jueves, 22 de agosto de 2013

BARRIO SALADILLO, UNO DE LOS PRIMEROS ÁMBITOS DE DESCANSO Y ESPARCIMIENTO



Inicio
El pueblo de Saladillo, con esa denominación data desde 1880, cuando Manuel Arijón fundó un pequeño poblado en lo que constituye la parte más habitada del barrio Roque Sáenz Peña. Era además propietario de una gran extensión de tierras aledañas al río Paraná.
El pueblo de Saladillo, con esa denominación data desde 1880,

Vladimir C. Mikielevich en su Diccionario enciclopédico de Rosario afirma "en 1886 se instalaron sobre una de las márgenes del brazo norte del arroyo Saladillo unos baños públicos, aprovechando la creencia popular en las propie­dades curativas de sus aguas". Asimismo "en 1887 los ba­ños fueron ampliados, se construyó una pileta revestida de cemento de 100 varas de extensión por 30 de ancho, la que recibía el agua una vez llena se desbordaba con estrépito de una cascada en la continuación del arroyo. También se cons­truyeron 51 camarotes con piso de cemento, con galerías en su frente y a su lado de la pileta se levantó un murallón que la dividía formando un segundo depósito de agua para ali­mentar dos departamentos de baños de inmersión".
Mientras las tierras aledañas eran cultivadas con alfalfa y divididas en potreros para la invernada de ganado vacuno, el emprendedor Arijón continuaba la promoción de su establecimiento de baños, logrando la habilitación de un trans­porte desde el matadero, hasta donde llegaba el tranvía que unía a éste con el centro de la ciudad. Una nota evocativa publicada en el diario "Rosario" de 1984, menciona viven­cias propias del barrio: "Viajando en el tranvía (...) era como llegar a otro país, porque el lugar de la ilusión era el balnea­rio del Saladillo..."

Un lugar para el ocio
La atracción de los baños fue uno de los alicientes para con­cretar un servicio de tranvías desde la Plaza López hasta el denominado Puerto Plaza: una pequeña Terminal de cabo­taje construido por el mismo Arijón en 1885 en la desem­bocadura del Saladillo. Gracias a la gran concurrencia de personas se inauguró en 1891 el restaurante "Los Baños", asimismo se instaló un servicio de una galera para llevar y traer pasajeros desde Rosario. En los meses de verano partía a las 6 de la mañana desde el "Almacén del Pobre Diablo", situado en la calle San Luis frente al Mercado Central. Los sucesores de Manuel Arijón vendieron los terrenos del Saladillo en 1906 a la Sociedad Anónima del Saladillo y lo propio ocurrió con la empresa de tranvías a caballo que iba desde Rosario a Puerto Plaza, que aportó mayor progreso al barrio y pasó a llamarse desde entonces Saladillo. En 1937. el predio volvió a tener nuevo dueño al ser vendidos a la denominada Sociedad de Baños y Parques del Saladillo, de origen municipal tanto los terrenos como las instalaciones y otras superficies adyacentes.
Para el Centenario de la Revolución de Mayo, se inició la edificación del Hotel y Casino y luego comenzó sus actividades de recreación y deportivas el Saladillo Club. Para esa misma época, se inauguró el puente del Saladillo, un símbo­lo del barrio tendido sobre Avenida Nuestra Señora del Ro­sario, con el fin de salvar el cauce del brazo norte del arroyo (cegado en 1972) lo que permitió que el tranvía eléctrico número 8, que por entonces debía detenerse varias cuadras recorridos del balneario y el restaurante, pudiese extender su re­do hasta esos establecimientos. El barrio era sinónimo entretenimiento social, deportivo y natural,
Grandes cambios se produjeron a partir de la Primera Guerra Mundial. En 1924 se instaló el frigorífico Swift, sobre margen sur de la desembocadura del arroyo Saladillo en río Paraná, y el matadero municipal en jurisdicción del rito de Villa Gobernador Gálvez. En esa zona se instala-inmigrantes, la mayoría de origen europeo para trabajar mano de obra en dichos establecimientos.
Biografia utilizada:
Archivo diario La Capital.
Bembo, Sandra A. "Barrio Saladillo: pasado y presente". Rosario, historia de aquí a la vuelta", año 1992.

Fuente: extraído de la revista “Rosario, su Historia y Región. Fascículo N• 92 de Diciembre 2010.-