Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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sábado, 30 de mayo de 2015

EL DOCTOR ALBERTO VACCHINA



Por Sebastián Alonso

Alberto Vacchina nació en la casa de calle 3 de Febrero 952 en Rosario el 2 de mayo de 1912, hace ya más de 100 años y fue bautizado en la Parroquia de San­ta Rosa el 17 de julio de 1916. Hijo de Santiago Maggiore Vacchina, italiano y de Clara Di Lucca, uruguaya, hija de un italiano radicado en Montevideo, im­portador de bananas del Brasil al Uru­guay y miembro del Partido Colorado. Radicado en Rosario, Santiago tenía un gran puesto de frutas y verduras en el Mercado de Abasto. Tuvo cuatro hijos: los mellizos Zulema y Alfredo, José Vicente Santiago, (que también fue un destacado médico del Hospital Italiano pero que murió prematuramente de pe­ritonitis a los 33 años y que había sido, además, uno de los fundadores del Club Universitario de Rosario), y Alberto, nuestro biografiado.
Alberto cursó sus estudios primarios en la Escuela "Vicente López y Planes" en calle Sarmiento entre Montevideo y avenida Pellegrini y los secundarios en el Colegio Nacional N°l.
Estimulado por su hermano mayor José, médico clínico, ingresó en la Fa­cultad de Medicina de Rosario donde se recibió de médico cirujano el 7 de mayo de 1942 a los 30 años. Durante sus estudios universitarios trabajaba como administrativo en la empresa municipal de transporte público. Ya re­cibido trabajó también en la Asistencia Pública en calle Moreno. Integró duran­te muchos años la Comisión Directiva del Club Universitario, fundado el 20 de septiembre de 1924 por estudiantes y graduados de las tres facultades de Rosario (Medicina, Ciencias Econó­micas e Ingeniería) y por los numero­sos rosarinos que estudiaban Derecho en la ciudad de Santa Fe). Relata que la sede de éste al principio funciona­ba en calle Córdoba entre San Martín y Maipú (donde hoy está la Confitería "Royal" y con salida por calle Maipú), luego se trasladó a Sarmiento y Catamarca y tenía su campo de deportes en Calle Fernando Ruiz, donde sigue ac­tualmente. Además fue médico de box en el Estadio Norte, inaugurado el 7 de enero de 1950 por Pedro Cristiá durante la época de oro del boxeo en Rosario, ya que sus jornadas fueron animadas por pugilistas nacionales e internacionales de jerarquía.
 Amante del deporte, jugó al fútbol de 8 y de 10 en el Club Universitario y en el Seleccionado de la Facultad de Me­dicina. La Liga de Fútbol de Bancos y Seguros tiene un Torneo de Fútbol llamado "Dr. Alberto Vacchina", en su homenaje.
También se dedicó a la docencia en la Escuela de Educación Física en el Co­legio Industrial (hoy Politécnico) donde dictaba clases de Higiene y Seguridad Industrial.
Especializado en Neumología, fue dis­cípulo del neumonólogo doctor Raúl Ferretti en el Hospital Italiano. Allí desarrolló gran parte de su actividad profesional integrando el Consultorio Médico General y Enfermedades de las Vías Respiratorias, entre otros, junto a los doctores A. N. Boero y Fernando Laborero.
Fue uno de los fundadores del Sanatorio M.A.P.A.C.I. (Medicina Asiste y Prevención Aplicada al Comercio y a la Industria) junto a los doctores Osvaldo Aletta de Sylvas, Juan Alberto Sugasti, Piatti, Luis Fernández Pelayo y Roberto Carra. M.A.P.A.C.I. fu nó primero en calle Sarmiento hoy se encuentra el Policlínico de I, uniendo varias propiedades diferentes. Recién se trasladó a bulevar: 1458 en el año 1975 y ha tenido ampliaciones. Desde su fundación el Sanatorio M.A.P.A.C.I. tuvo una obra social llamada OMA.
Entre 1960 y 1970 el doctor Vachina fue presidente de la Sociedad Medicina del Hospital Italiano Garibaldi, acompañado por los destaca doctores Ferretti, Delporte. Miecchi. Soto, Rodríguez de Sanctis, Sylvestre Begnis y otros y, años más tarde se le es una medalla en reconocimiento servicios. Durante su presidencia se encaró la construcción, en el antiguo local del Consultorio de Oftalmología, de  una sala de conferencias y dependencias  para reuniones científicas y culturales y el 21 de noviembre de 1970 se  inauguraron las nuevas instalaciones (1).
Vacchina se jubiló en 1982 al cumplir 40 años con su profesión.
Había contraído matrimonio el 5 diciembre de 1946 con Olga Fraire, distinguida amazona del Club Hípico Gral. San Martín, hija de Arturo Fraire y Dalmacia de los Santos, con la que  tuvo dos hijos: María Olga y Alberto.
Tiene cuatro nietos que le han dado dos bisnietos que son la alegría de su hogar.
Agradecemos al doctor Alberto Vachina por sus relatos y lo felicitaños  por su larga y fecunda vida.

1- Viglione, Hebe y Valenla, Ángel, "100 años. Hospital  Italiano Garibaldi", Rosario, 1992, pág. 155.

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región. Fascículo N • 116 de Marzo de 2013

jueves, 28 de mayo de 2015

Las heterogéneas variedades

por Rafael Ielpi

Hubo también otras salas en la ciudad, pero de géneros que esta­ban a medio camino entre el "burlesque", las variedades cuasi cir­censes, la pornografía y la música popular más variada, funcionando libremente en las tres primeras décadas del siglo XX. La "Gruta Montecristo", también identificada como "La Gruta" o "Montecristo", e incluso "Concierto Montecristo" (como aparece en carteleras entre 1909 y 1912) era una de ellas, en Güemes 2054/58, en la bravia sec­ción cuarta y a pocas cuadras de Pichincha. Allí en 1902 por ejemplo, se anunciaba a una gran compañía de canto, bailes y comedia dirigida por el popular actor hispano-napolitano (sic) Camilo Tarantini.
En el Montecristo, como en otros locales parecidos, era tam­bién habitual (para regocijo de los clientes prevenidos y sorpresa de los desprevenidos) alguna que otra proyección de películas de tosco erotismo, la mayor parte de las veces en deplorable estado, por lo que mucho de lo excitante de las mismas estaba más en la mente de los espectadores que en la temblona imagen o en la desteñida pantalla ad hoc, que se levantaba en cuanto terminaba el "intermedio eró­tico". Éste no desentonaba, por lo demás, en un barrio prostibulario donde esas escenas eran reiteradas y cotidianas, aunque no las filmase nadie...
El Teatro Casino perteneció —y era casi el paradigma— a ese tipo de salas y su emplazamiento en la esquina noroeste de Jujuy esquina Pichincha, lo colocaba en el corazón mismo del "barrio de los qui­lombos". Aquel teatro, habilitado al público en mayo de 1914, prefi­guraba ya en su función inicial el tipo de espectáculos que brindaría hasta su desaparición poco después de iniciada la década del 60.
En ellos se mezclaban el humor de grueso calibre y la porno­grafía más desembozada con los semidesnudos femeninos y una par­ticipación espontánea del público, abrumadoramente masculino, que resultaba tanto o más ocurrente que algunos de los cómicos del elenco. El anuncio augural ofrecía entonces números de atracción donde se mezclaban Ernestita, cantante española, con Bella Vezzoza., genérica ita­liana; Paquita Sporia, una cupletista española que portaba sin embargo un italianísimo apellido, con Francis Sidney, estrella inglesa, y otros de parecidas especialidades y nombres artísticos no menos desconfiables.
Su inauguración también tuvo sus anécdotas, ya que debió pos­tergarse una semana por la caída de un espectacular telón metálico de protección, de cerca de media tonelada de peso, que provocó consi­derables daños en la sala. Ésta constaba de 600 asientos y una planta alta con 8 palcos abiertos, igual cantidad de palcos "grillé" (a los que se ascendía directamente por calle Jujuy, con entrada completamente independiente) y cerca de 200 butacas de tertulia. Los anuncios ini­ciales indicaban: La entrada a la platea será libre pero con la obligación de consumición.
Otro espectro lo constituían los teatros al aire libre, algunos de existencia harto efímera, como se dijo, y agrupados varios de ellos bajo el nombre genérico de "Pabellón", que proliferaron en distintos puntos de la ciudad en esos años, entre 1900 y 1930 y que incluso admitían la posibilidad de ser techados. Es el caso, por ejemplo, del "Pabellón Argentino", de Córdoba y Paraguay, donde en 1912 actuaba la compañía de zarzuela de Manuel Montero; del "Teatro Recreo Saladillo", de Tosco y Concilio, que también el mismo año anunciaba para su temporada de verano a una compañía de zarzuelas proveniente de Buenos Aires, que debió ser la de Pepe Larrosa; del "Pabellón Apolo", que funcionaba en el invierno de 1912 en la esquina de Güemes y Santiago, y del "Recreo del Rosedal", que lo hiciera en Mendoza 4132.
El primer día del año, en 1914, Gestos y Muecas publicita la inau­guración del "Cabaret del Elysée", al que se califica como primer caba­ret artístico rosarino y al que se ubica en un "Pabellón de las Flores", en el Parque Independencia. La empresa del mismo, la de Fernández Conde, había congregado a un elenco heterogéneo, apto para cantos, bailes, atracciones, etc. Entre muchos nombres de cantantes y bailarinas, se destaca uno: el de José Martínez, uno de los grandes compositores del tango, autor de temas perdurables y antológicos como La torcacita, El pensamiento, Pablo o De vuelta al bulín, quien dirigía desde el piano, en los intervalos, a una orquesta del género.
A ellos se sumaba asimismo el "Pabellón Americano", de Güemes y Callao, que en 1900 figuraba como de propiedad de T. Thompson y donde en agosto de ese año un tal Carlos Glasmann anunciaba: Hoy debut de ¡a célebre prestidigitadora española Clotilde Alvarez de Glasmann, con lo que todo quedaba en familia al parecer, con el agregado de grandes experimentos de magia blanca y dos secciones más cuyos títulos atraerían su público en una ciudad donde magas, adivinas y curande­ras tenían ya su buena cuéntela: una primera con Los secretos de ¡os sacer­dotes de Indostán y El gabinete misterioso o Una noche en medio de los espí­ritus, y una segunda con El gran silfodrama de cuadros disolventes, que hubiera valido la pena presenciar aunque más no fuera por lo imagi­nativo de su título...
Estos locales, a los que puede agregarse hacia los años 20 el "Pabellón Anglo Argentino" o "Parque Argentino", de Paraguay y Avda. Pellegrini, en el cual en febrero de 1921 se anuncia a un fakir hindú, servían de escenario casi siempre a los circos que llegaban a la ciudad con su parafernalia de payasos, animales, malabaristas y acróbatas, y "Pabellón" pasó a ser sinónimo de recinto del circo, del mismo modo que lo fuera en Buenos Aires la denominación "Politeama" para alu­dir a lo mismo.
Pueden agregarse a la lista el "Dore Park", que hacia 1921 fun­cionaba en Mendoza entre España e Italia y sería también Cine Doré el "Sjportman Bar", en Bvard. Oroño y Montevideo, en el linde del Parque Independencia, que en 1913, al aire libre y con entrada gra­tuita, presentaba a una compañía españolaba de Medina-Vinuesa; y un denominado "Teatro de Fantoches San Jorge", en Jujuy 2333, entre Alvear y Santiago, inaugurado el 28 de febrero de 1914 a las 9 de la noche, con el anuncio de espectáculos morales y una entrada de 30 cen­tavos que subía a 40 los sábados y domingos, y cuyas características y anecdotario se perdieron para siempre.
Hacia 1920, las diversiones al aire libre del "Edén Park", de Avda. Pellegrini 1225, entre Mitre y Entre Ríos, que en algunos años de la década del 20 se conociera asimismo como "Luna Park", garantizaban un buen momento a los que se decidían a alejarse un poco del centro. El local estaba abierto desde las 4 de la tarde hasta la medianoche, con espectáculo variado, que incluía una gran banda de música y perduraría hasta entrada la década del 50 siempre como un varieté popular y con­currido en la época veraniega, compitiendo entonces con su rival cer­cano, el "Varieté Avenida".
Inaugurado dos años antes con la actuación de una compañía prestigiosa, la de los españoles Perdiguero-Díaz, el Edén Park iba a tener en realidad su etapa de mayor relevancia a partir de los años 40, cuando se hacen cargo de la empresa los hermanos Santos y José Alberto Migliazzo. Inicialmente, el local albergaba cerca de 1000 sillas, rodeando las mesas de latas que constituían la escenografía habitual de aquel varieté al aire libre, completada por un escenario. Los muros del su vasto frente posibilitaban algo más: una publicidad permanente para sus espectáculos, a través de las carteleras pintadas, de grandes letras, que anunciaban la programación semanal y la llegada de los números artísticos de mayor popularidad.

Empecé de casualidad. Antes de todo eso, yo ordeñaba vacas en un tambo de la calle San Juan al 2400, en la cuadra del Cine Cervantes, y cobraba 10 centavos por ordeñada. ¡Mire qué diferencia con el mundo del espectáculo! Nosotros vivíamos en un ambiente de artistas: mi hermano José Alberto tuvo orquesta durante veinte años en las radios de Rosario, y yo hada algunas cosas recitando o en los radioteatros. Y una vez mi her­mano me dice: Mira: tengo un local que me ofrecieron en la Avenida Pellegrini para hacer espectáculos.Vos que sos avezado y conoces más que yo ¿querés venir conmigo? ¿Qué vas a hacer encerrado acá? Y le dije: Bueno: vamos a probar. Y probamos. De entrada nomás, trajimos al boletero del Casino, de mucha experiencia, y él nos conectó con los representantes y empezamos a traer artistas... "
(Santos Migliazzo: Testimonio personal recogido en julio de 1999)

En 1924 actuaba en el Edén Park, levantando un poco la punte­ría en lo artístico, el legendario Luis Arata, con una compañía de saí­netes, que incluía clásicos como Los angelitos y Vaca... yendo gente al baile. En ese mismo local —y hasta casi la década del 60haría his­toria en la cronología del espectáculo rosarino otro actor, Luis Riccio Rubín, que pasaría a la entrañable inmortalidad de los artistas popula­res con su seudónimo de "El Taño Genaro", un verdadero ídolo para nutridos auditorios, incondicionales de su histrionismo zafado para ese tiempo, que hoy sonaría a estudiantina...
En 1927, este teatro-varieté anunciaba, en el apogeo de la moda de los fakires, la presentación del célebre fakir Chazaman, al cual la empresa ha contratado expresamente, sin omitir gastos, agregando la pro­moción un dato sorprendente: a quien el ex presidente Wilson ha otor­gado un diploma de honor en mérito a los experimentos científicos celebra­dos en su presencia. El espectáculo, se agregaba, es altamente moral, e incluía además de la clásica e incómoda cama de clavos, la ingestión de sables y otras delicias parecidas.
También en 1927, el "Park Japonés", que se emplazaba en San Martín al 3800 (lo que era casi extramuros todavía o poco menos), sumaba a su condición de parque de atracciones con ruedas gigantes, aeroplanos, calesitas náuticas y eléctricas, ola, látigo, columpio y muchas otras novedades, un agregado: bailes animados por una nutrida orquesta típica criolla, como se llamaba todavía en la publicidad a lo que pasaría después a ser nombrada sintéticamente "la típica".
El mencionado "Varieté Avenida", que se inauguraría con pos­terioridad al Edén Park, en Avenida Pellegrini casi esquina Italia, sería con el tiempo el otro centro de atracción del varieté en la ciu-dad.Y como ocurriera con su competidor tradicional, también sus años de esplendor transcurrirían sobre todo desde finales de la década del 40 a la del 60 y su escenario sería propicio para la llegada de otro cómico que rivalizaría durante muchos años con el "Taño Genaro ^obtener una vigencia nacional (y temporal) mucho más dilatada: ^Marrone. El "Avenida", cuya propiedad ostentarían en ese perí-^ exitoso los hermanos Barberio, funcionaría también en invierno en un local de calle Mitre esquina Avda. Pellegrini, cuando las incle-Nias del tiempo obligaban al cierre de los locales al aire libre.
Pero en 1928,1a ciudad asiste a la inauguración de otro atractivo osería importante en los años posteriores a 1930, con la aperturae| Primer cabaret rosarino, el "Dancing Montmartre", que ocuparía ^ edificio en calle San Martín 364, en el que funcionaran antes y des-^ distintos hoteles de nombres diversos. Un salón de dimensiones Rtibles servía de pista de baile, circundada por las mesas de rigor, t e,»tras se turnaban orquestas de señoritas y hombres y se bailaba, ^Preferencia, el tango.
Con harta frecuencia, estas reuniones nocturnas concluían antes de tiempo. Tabaco, alcohol y lujuria excitaban a las patotas de compadritos, hijos de padres influyentes en círculos policiales, que promovían peleas a puñetazos, sin faltar las puñaladas y tiros. Cuando los ruidos de cristales rotos y los estampidos trascendían al exterior, aparecía el vigilante de fac­ción en la esquina, y al día siguiente los diarios vespertinos daban cuenta del hecho, consignando los nombres de sus protagonistas, lesionados, heri­dos o muertos, según el caso. La repetición de estos incidentes desacreditó al cabaret precursor, concluyendo por cerrar sus puertas cuando ya funcio­naban otros semejantes en el centro de la ciudad.
(Mikielievich: op.cit.)


Fuente: extraído de libro rosario del 900 a la “década infame”  tomo IV editado 2005 por la Editorial homo Sapiens Ediciones

miércoles, 27 de mayo de 2015

DEL SILENCIO AL SONIDO



La irrupción de la radiofonía iba a producirse, como fenóme­no de repercusión masiva en la ciudad, en la década del 30 para ir convirtiéndose poco a poco en un ingrediente cuya ausencia era impensable en las viviendas de los rosarinos, para muchos de los cua­les el aparato de radio era el único medio de comunicación con el mundo cuando no se tenía acceso a la lectura de los diarios.
Sinembargo ya en los años 20 existieron en Rosario emisoras radiales de onda larga e incluso antes de 1923 se constataba la existen­cia de otras de onda corta, la mayoría de ellas fruto de experiencias pri­vadas. Se había producido poco antes -en agosto de 1920- un hecho histórico, que abonaría en forma notoria el entusiasmo de los que veían a la transmisión radiofónica como una necesidad de los tiempos, capaz de aunar la difusión de la cultura y la información con un negocio redituable: la primera emisión radiofónica en directo desde el Teatro Coliseo porteño.
Sus responsables (Enrique T. Susini, César Gerrico, Miguel Mujica y Luis Romero), todos ellos radioaficionados que habían elegido para aque­lla experiencia la transmisión del "Parsifal" wagneriano, encontrarían muy pronto émulos rosarinos en algunos adelantados como Fer­nando Maliandi y otros, que tendrían vincu­lación directa con el nacimiento de las distin­tas emisoras radiales en la ciudad. La creación del Radio Club Rosario en 1921 permitiría or­denar los primeros ensayos nocturnos de trans­misión radiofónica, experimentales, que prea-nunciaban la pronta aparición de las broadcas-tings locales.
En esos años iniciales de la década del 20, el modelo indudable era Radio Cultura de Buenos Aires, a la que se considera la primera emisora argentina organizada como tal. En Ro­sario, entretanto, y hasta la aparición de LT3, LT8 y LT1, algunas emi­soras de vida efímera experimentaban sus programaciones. Eran los ca­sos de Telerradio, perteneciente a la empresa presidida por el Ing. Gustavo Caesar, con sede en Maipú 836, cuya onda utilizaría inicial-mente la Sociedad Rural de Cerealistas para la lectura de sus boletines de cotización de granos, lo que luego haría a través de su propia radio; E4 Radio Fugardo, de Sarmiento 1287, iniciada en 1923 y extingui­da en 1927; F.3, propiedad de Boero Hermanos, en Santa Fe 1043. Todas ellas antecedentes valiosos de una rica cro­nología rosarina: la de la radiofonía, cuyo período de es­plendor correspondería sobre todo al período 1930-1960, decaería con la irrupción de la televisión y renacería en la década del 80, de la mano -sobre todo- de las radios de FM.


Fuente: Extraído de la colección  “Vida Cotidiana – Rosario ( 1930-1960) Editada por diario la “La Capital

martes, 26 de mayo de 2015

Una broadcasting cerealista




     LT3 Radio Cerealista sería pionera de la radiodifu­sión en Rosario, aun cuando sus orígenes estarían ligados inicialmente más a los intereses de un fuerte sector agrario regional —el nucleado primero en el Centro de Acopladores y luego en su sucesora, la Sociedad Rural de Cerealis­tas- que a lo artístico. La necesidad de informar a los acopiadores de granos y al espectro relacionado con la co­mercialización de cereales, hizo que en los primeros años de la década del 20 la institución considerase la posibilidad de transmitir boletines que hicieran conocer las cotizaciones diarias de las principales bolsas de cereales del país e in­cluso del exterior.
Aquella broadcasting, que emitía sus informa­ciones primero desde Maipú 836, donde se emplazaba en el edificio de la Sociedad Rural de Cerealistas, luego desde Santa Fe 1270 y posteriormente desde Presidente Roca 770, contaba con un transmisor de 10 Kw, que resultaba suficiente para que las emi­siones fueran recibidas en las localidades cercanas a Rosario, en la cuenca agropecuaria. Inaugurada el 26 de marzo de 1924 como F2, tendría luego como característica la sigla LOG tres años después hasta definirse, en 1928, como LT3 Radio Cerealista de Rosario.
Ante la necesidad de paliar de alguna manera el costo de las transmisiones, la Sociedad de Cerealistas eva­luó la posibilidad de aprovechar el segmento vespertino para incluir una programación artística pasible de ser comercializada. A esto se su­mó que la instauración de las primeras normas de reglamentación de la radiofusión obligaba a las emisoras a la inclusión de programas mu­sicales, culturales, etc. De esta manera, comen­zó para la emisora una programación cotidiana fija.
Muchos de aquellos programas, en ese período entre 1930 y 1960, pero sobre todo a partir de 1940 en adelante, iban a convertir­se en notables sucesos populares, transformando en ídolos a locutores, conductores y actores, además del éxito que obtendría otro producto radial de las mismas décadas: el radioteatro.
Después de un período de concesionamiento que duraría hasta 1937 —año en que LT3 se traslada a los altos de Córdoba 1154, en el terreno que ocuparía luego uno de los cines tradicionales del centro de Rosario, el Radar-, la entidad cerealista retorna al manejo de la ra­dio y lo hace hasta 1953, cuando la emisora es adquirida por la Editorial Haynes de Buenos Aires, propietaria también en la década del 50 de una de las radios de alcance nacional: LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires. Para 1950, LT3 había quedado ins­talada en Balcarce 840, en el edificio que aún ocupa en la actualidad.

Por LT3 pasarían -como en las otras radios de la ciudad- las orquestas y solistas de tango y jazz de ese período, del mismo modo que lo harían cancionistas y cantores. Sin embargo, como sus rivales rosarinas, la antigua Radio Rural de Cerealistas iba a contar con algo permanente y distintivo: un trío estable de guitarras, integrado por Ju­lián, Peralta y Pafundi, del mismo modo que LT8 y LT2 tendrían a Velázquez, Taverner y Abreu o a Carnevale, Améndola y Miranda.

Fuente: Extraído de la colección  “Vida Cotidiana – Rosario ( 1930-1960) Editada por diario la “La Capital

lunes, 25 de mayo de 2015

LT3. La radio que mira la calle



Esta emisora fue la pionera del interior del país, surge en el año 1923. Las distintas fuentes consultadas coinciden en tal origen, pero no así en el día y mes exacto de su inauguración. Ante tal controversia, se ha tomado como referencia la fecha del 10 de noviembre de 1923, citado por Zinni en su libro "Rosario era un espectáculo" Tuvo distintas iniciales: F2, LOG, hasta que termina siendo LT3. La emisora se origina en un grupo de acopladores de granos que funcionaba con el nombre de Sociedad Rural de Cerealistas. Ellos, al comienzo de los años 20, tuvieron la idea de hacer conocer las cotizaciones del mercado cerealero, a todos los acopladores que estaban en los límites de las provincias aledañas a Rosario: Entre Ríos y Córdoba.
o InfoLos asociados Justo Villavencio, Domingo Benvenuto, José S. García y Arnolfo Calvo, que habían convenido la instalación del equipo transmisor con la Compañía Teleradio, constituida por técnicos rosarinos, complementaron con música los cuatro boletines diarios que, con cotizaciones de distintos mercados cerealistas, se venían transmitiendo como Servicirmativo Radiotelefóni­co, desde el 1o de noviembre de 1923.
"La radio había surgido con un fin: transmitir a través de claves información sobre los precios de los cereales. "Esto era para que no se avivaran otros, pero aquel que tenía la clave, dentro de cada provincia Santa Fe, Entre Ríos y Córdo­ba , accedía a la información. Y esto iba bien así."
El 24 de marzo de 1924, el Ministerio de Marina autorizó a la sociedad de cerealistas a instalar una estación transmisora, condicionada a proporcionar también entretenimiento artístico. Se venía de tal manera, a llenar una nece­sidad que se proyectaría en el tiempo como una importante expresión de la cultura de una ciudad que se enfilaba decididamente al lugar preponderante que el destino le tenía asignado.
Con el tiempo, comienzan a aparecer programas culturales, musicales, con horarios establecidos, sumado a los cuatro boletines diarios que transmitían información de los mercados cerealistas.
La administración recayó en un concesionario llamado Aníbal Montano. Se lla­mó Radio Montano porque la costumbre de entonces era denominar a la radio con el nombre de su titular.
Montano falleció el 21 de marzo de 1929, pero la firma siguió con la concesión radial hasta 1937. A partir de este momento, pasa a ejercer la dirección una nueva comisión constituida por Luis Ferrari, Miguel Calan Carrillo y Alfredo Luis Stramazzo, los que estuvieron al frente hasta el año 1953, en que la emisora fue vendida a la empresa Haynes de Buenos Aires, propietaria de Radio El Mundo Hasta su privatización, en 1953, LT3 estuvo a cargo de la Sociedad Rural de Ce­realistas.
En cuanto a los aspectos técnicos, cuando LT3 comenzó a emitir, la antena estaba situada en el mismo lugar que se transmitía. En los comienzos en Santa Fe 1270 y ,  alrededor de 1926, en calle Presidente Roca 770, donde se había trasladado la radio. Posteriormente, debido a disposiciones, la antena debe trasladarse lejos del ejido urbano para evitar problemas y accidentes. En 1932 se instala la antena en Villa Gobernador Gálvez.
A fines de los años 40, la emisora cambia de domicilio y se muda a Córdoba al 1100.
Un gran acontecimiento para la ciudad, según revela un artículo del diario La  Capital" de Rosario con fecha del 2 de setiembre de 1950, fue el acto de inauguración de los nuevos estudios de LT3 Radio Cerealista de Rosario.
El edificio inaugurado en 1950 es el mismo donde se encuentran las actuales instalaciones de LT3, en calle Balcarce 840.
En el año de inauguración del edificio, LT3 ya formaba parte de la red trasmisora de Radio "El Mundo" de Buenos Aires.
La ceremonia se realizó a las 18 horas, y asistieron invitados por la dirección  de la emisora, el secretario administrativo de la presidencia de la Nación mayor Carlos Aloe, y las autoridades civiles, militares y eclesiásticas locales.
En este artículo se describe las características físicas del local:
 "... dotado de todas las comodidades y materiales exigidos por la época, ya  que posee tres estudios para la difusión de sus programas, sala de control en  la que se han introducido todos los recursos de la técnica más avanzada, varias salas dedicadas a ensayos de solistas y orquestas, y amplias instalaciones donde  funcionarán sus oficinas." "... posee un sistema de aire acondicionado, luz indirecta, refrigeración y calefacción, elementos que unidos a cuidados detalles destinados a favorecer la acústica, aseguran a LT3 un excelente funcionamiento, que ha de llamar justificadamente la atención del público y adecentará apoyo que este viene dispensando a sus programas"
Lo que se desprende de esta nota gráfica es como en estos años, principios de la década del 50, lo más importante seguía siendo el sonido, la acústica para los solistas y orquestas, se hacía una radio prioritariamente para transmitir,  música, entretenimiento y "la noticia" continuaba en segundo plano.
A partir de aquel momento, cuando se traslada al nuevo edificio de Balcarce 840, la denominación de la radio cambia, deja de usar el vocablo “Rural” pasa a llamarse Radio Cerealista de Rosario.

CONTACTO:
Balcarce 840
Tel. (0341) 530 1197
2000- Rosario- Santa Fe-Argentina
lt3@lt3.com.ar



Fuente: Extraído de la revista de La Capital del Bicentenario en 2010.


jueves, 21 de mayo de 2015

Luis Antonio Brunetto Primer medallista Olímpico sudamericano



Por Roberto Alfredo Colimodio Galloso

Nació en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe el 27 de octubre de 1901, sus padres fueron Pedro Brunetto y Rosa Pavón, inmigrantes italianos, según consta en su partida de bautismo de la Catedral rosarina del 16 de febrero de 1902. Dedicado al atletismo representando al Club Provincial de Rosario se destacó desde muy joven obteniendo los campeo­natos nacionales de salto triple de 1921-22-24. Además ganó cinco campeonatos sudamericanos consecutivos entre 1924 y 1931. En salto en largo fue subcampeón sudamericano en 1924 lo que le permitió la clasificación a las Olimpíadas.
El 12 de julio de 1924 en las Olimpíadas de París obtuvo la medalla de plata en la especialidad de Salto Triple obte­niendo los récords argentino y sudamericano, marcas que perduraron por décadas.
Los 15,425 metros que saltó ese día se mantuvieron imba-tibles a nivel nacional hasta 1975 cuando Emilio Mazzeo saltó 15.85 en la altura de la ciudad de México. En tanto la marca sudamericana fue superada por el brasileño Adhemar Ferreyra Da Silva en 1951.
Su ficha olímpica menciona que medía 1.86 metros y pesaba en esa competencia 74 kg.
Casi 40 años después, en 1963 en un reportaje concedido a la Revista El Gráfico, cuando su récord nacional aún no había sido superado decía que "... (su marca se mantenía) pues no se ha progresado en esa especialidad."

París y la primera medalla olímpica.

Las VIII Olimpíadas de París del año 1924, Estadio Colum­bres. Luis Brunetto, representante argentino en las pruebas de Salto Triple fue el primero en saltar por sorteo. En su pri­mer salto logra sus 15,425 que fueron record mundial ante la sorpresa de propios y extraños (su mejor antecedente eran 14,73 metros, que eran record argentino). Luego de la ronda de clasificación su marca era la mejor. En su último salto, el sexto, hizo 15,76 metros, pero los jueces lo declararon "nulo" pues Brunetto había pisado en exceso unos milímetros del límite que señala la tabla de pique. "Fue muy discutido. Por­que los clavos estaban marcados en la tabla. Hasta midieron el salto y un salto nulo no se debe medir". Sin embargo,  hubo conformismo pues restaba poco para la finalización de la competencia y ser campeón olímpico. Pero, siempre un pero, en el último salto el australiano Winter hizo 10 centí­metros más y ganó la medalla de oro relegando al rosarino al segundo puesto. No obstante, Luis Antonio Brunetto fue el primer atleta argentino en ganar una medalla olímpica. En París también participó de la prueba de salto en largo sin lograr calificar para la final.
Deportista todo terreno
Su club de toda la vida fue el Provincial, allí desarrolló diversas actividades deportivas destacándose en otras disciplinas como el fútbol (jugo como centrodelantero partidos en la primera división rosarina), tenis, basket el capitán del primer equipo campeón que tuvo Santa Como atleta descolló, además del Salto Triple, en Salto Largo, siendo record sudamericano con 7,085 metros y campeón sudamericano en salto en alto con 1,81 metros.
Brunetto contaba que para poder entrenarse, muchas v debían cortar el pasto los mismos atletas. Siendo record argentino (1921) todavía saltaba con alpargatas pues conocían los zapatos con clavos. Saltaban solos, sin entrenador, sin saber medir las carreras. Su estilo particular criticado por los teóricos del atletismo, pero sus resulta le dieron la razón por muchos años. Quizá si hubiese con do con los elementos su marca sería mayor.
En 1928, listo para viajar a las Olimpíadas de Ámsterdam con prácticas que superaban los 16 metros en Salto Triple; una inoportuna neuritis paralizante afectó su brazo izquierdo e impidió su participación.
Luego de retirarse de la competición, siguió vinculado deporte como dirigente y juez de pruebas y representó la provincia de Santa Fe en la Confederación Argentina Atletismo. Trabajó en la Administración de Correos y Telecomunicaciones, donde llegó a ser Director General, para jubilarse allí. También desarrolló actividades comercia vinculadas a una firma metalúrgica rosarina.
Se radicó en Buenos Aires por 1932, donde se casó con Argentina Troncoso con quien tuvo cuatro hijos varones: Luis: Mario A., Héctor y Federico dedicados a su empresa farmacéutica en la provincia de Salta. Su esposa Argentina falleció en el corriente año (2011) a los 100 años en la ciudad de Buenos Aires.
Luis Antonio Brunetto falleció en Temperley (provincia Buenos Aires) el 7 de mayo de 1968.
La ciudad de Rosario y el Club Provincial no olvidaron su proeza y por ordenanza 7383/2002 la pista de solado sintético de atletismo del Estadio Municipal Jorge Newbery lleva su nombre. En esa pista en 2009 el salteño Maximiliano Díaz saltó 16,43 metros para batir el récord de Mazzeo y el actual record argentino.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región. Fasciculo N • 103 de Diciembre de 2011.-

miércoles, 20 de mayo de 2015

Crónicas desde el Sur... Postales de identidad en el barrio "Las Delicias"


Por Felipe Demauro



"La panadería más famosa del sudoeste"
Su nombre que aún refulge en la me­moria del vecindario es "Panadería y Confitería Fanny" y está ubicada en el corazón de "Las Delicias". Siempre se mostró "como oculta", tal vez porque se había insertado en un sector conocido otrora con el nombre de "Carreras" y en un remoto pasaje que en principio no te­nía nombre, que luego se llamó Tehuelche y actualmente Tabares, a la altura del 5841 "B". Esta Panadería ubicada a unas dos cuadras y media de la Aveni­da Manuel Arijón y a escasos cincuenta metros de la calle Callao, sus referen­cias más notorias, contiene una serie de vivencias que permanentemente son contadas por su dueño don Waldo Fari­ña (mucho más conocido con el apodo de Tatón), y algunos miembros de su noble familia.
Los pormenores de este sueño que ya lleva la nada despreciable suma de cua­renta y seis años, comienza a vislum­brarse a través de su oficio de "maestro confitero" con muchos años de perfec­cionamiento en otras verdaderas insti­tuciones del mismo ramo como La Eu­ropea; Confitería Imperio; La Nuria; La Jockey Club y La Perfección.
En su relato don Waldo se jacta y con mucha razón, de su oficio artesanal ape­gado a las antiguas formas y a los in­gredientes y alimentos naturales. A los budines y pan dulce de antaño, donde su marca registrada le había redituado la fama de hoy.
Y ni hablar de aquellas tortas con co­lumnas que alcanzaban varios pisos, o aquella otra, la más imponente que lo­gró crear de cuarenta y cinco kilogra­mos de peso y en su base algo así como la escenografía en miniatura del Parque de la Independencia con el propio Lago central donde se insertaron pececitos de colores.
La misma que decoró una gran fiesta realizada en el Club Atlético Defenso­res de Peñarol. Y aunque parezca un de­lirio irreal todo fue así y lo atestiguan las fotos que se pueden mostrar.
Las primeras urbanizaciones del barrio "Las Delicias"
Aquí en el Sudoeste, puntualmente en "Las Delicias", existen aún muchas fa­milias cuyos ancestros se localizan en las primeras urbanizaciones del barrio que sucedieron a partir de 1923, lo que equivale a decir "todo un mérito". Entre dichas familias está la integrada por Nélida Quinteros y Orlando Mariscotti que han tenido a su cargo dos sitios que se han constituido en emblemáticos de nuestra "patria chica". Lo son desde hace ya diez años, el "Bar y Comedor Tranvía 26", y un refugio y parada de colectivos ubicado en la ochava sudeste de la intersección de las avenidas Ovidio Lagos y Manuel Ari­jón. A este último sitio deseo referirme porque era realmente ejemplar.
Digamos que en principio se trataba de una perfecta construcción de ladrillos y cemento, dividida en dos ambientes, donde en uno de los cuales funciona­ba un kiosco muy surtido que atendía Orlando con una deferencia propia de aquel que está habituado a las "gau­chadas". Ya que dicho lugar servía de receptor de comisionistas y envíos de recados que los diversos ómnibus de media distancia que solían pasar por allí, cumplían en transportarlos a las di­versas localidades aledañas a Rosario. Y la otra función de este refugio, de espaldas por entonces a la farmacia de Armando Boggione y a la peluquería de "Chiquito" (Raúl Julia), era albergar a algún pasajero en alguna de esas noches espantosas de lluvia y frío que nos suele deparar el destino.
Lamentablemente hacia mediados de los años "70", como ocurre con los hechos que no tienen explicación en nuestro país, el refugio fue totalmente demolido.

El enigma de "Puente Gallego"
A partir del título puntual, bien podría ser la historia de un sector del sudoeste rosarino. con múltiples aristas cinemato­gráficas.
Días pasados y a raíz de una nota publi­cada por el diario "La Capital", que daba cuenta de futuros arquitectos que preten­derían alguna vez recrear aquel famoso balneario "Los Angeles", se me ocurrió realizar una visión "in-situ" pero es muy poco lo que pude descubrir. Nadie pudo decirme con certeza, si exis­tió alguna vez una ya arcaica construc­ción, "con aire de bodegón", donde a través de los resabios de una familia con raíces en la península ibérica, se podría comenzar a destejer la leyenda que ate­sora el nombre del mencionado puente. Lo único cierto era el arroyo. "El Sa­ladillo", ahora canalizado y por ende más profundo. Y tras de sí donde con­cluye el municipio, el monte de encum­brados eucaliptos.
Y  respecto del balneario y el puente ori­ginal solo hallé conjeturas.
Excepto una antigua foto ilustrativa de la nota del diario y un par de nombres de vecinos ilustres, emprendedores que ata­ron su alma al progreso de este lugar de extramuros. Tal los casos de don Crisólogo Garzón y don José Rosario Grillo, este último también propietario de un "almacén y despacho de bebidas", y due­ño de varios terrenos por entonces ven­didos en la zona. Además homenajeado de acuerdo a versiones de familiares, a través de una placa recordativa colocada sobre la fachada de una comisaría con apariencia de "control caminero", con­trol que hace tiempo ya no existe.
Y  el resto son solo resabios y escombros de algunas glorietas, en torno a las pile­tas y los vestuarios del original emprendimiento de don Pablo Borras.
Cierta atmósfera de tertulias y jocosas anécdotas de lejanos pic-nic. Y el paso cansino de los carros contratados por la municipalidad, cargados de residuos que iban a engrosar montañas que se apilaban detrás del arroyo.
Fuente: extraído de la Revista “Rosario y su historia y Región” Fascículo N• 91 de Noviembre de 2010

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