Por Leonardo (1), Cristian (2) y Socorso Volpe (3)
En el año 1923 se produjo una grave escisión en Rosario Central debido
a una fuerte discrepancia entre algunos de sus socios integrantes. Estos
decidieron separarse de la entidad de Arroyito para formar su propio club. El
nombre que eligieron para la nueva institución fue el de Club Atlético
Talleres. Es menester remarcar que al elenco canalla por aquellos años se lo
apodaba talleres, por su vinculación a los talleres del ferrocarril Central
Argentino. Ese fue el motivo de la elección del nombre de la flamante
institución fundada por ex miembros de Central, que solicitó afiliación provisional
a la Liga Rosarina
de Fútbol para jugar partidos amistosos con los conjuntos que militaban en
ella. Luego en 1924 se fusionó con Aprendices Rosarinos (ver aparte) y tomó el
lugar del mencionado club en el campeonato Vila de primera división, donde participó
hasta 1926, al año siguiente se desafilió y se disgregó.
En un principio Talleres no contó con un campo de juego propio, sino
que alquiló el estadio de Gimnasia y Esgrima de Rosario para efectuar sus
partidos. Luego en 1925 tuvo su cancha frente a los depósitos de Aguas
Corrientes de Rosario (1). Posteriormente en 1926 se quedó sin campo de
deportes y arrendó el de Nacional (hoy Argentino).
Discreta actuación
En su primera presentación, en 1924, ocupó el noveno puesto en la
tabla de posiciones. Sobre catorce encuentros disputados, cosechó un total de
doce unidades, producto de cinco triunfos y dos empates, siendo derrotado en
los restantes cotejos. Cabe señalar que el torneo se desarrolló a una sola
rueda. Sus victorias las consiguió ante Rosario Puerto Belgrano (2 a 0), Sparta (2 a 1), Estudiantes (2 a 1), Atlantic Sportsmen (4 a 1) y Provincial (1 a 0). No salió airoso de sus
compromisos ante Newell's y R. Central, por quienes fue abatido por 3 a 0 y 2 a 0 respectivamente.
Posteriormente en 1925 se ubicó en el undécimo lugar, en un certamen
que se jugó a dos ruedas. Disputó veintiocho partidos, de los cuales se impuso
ante sus rivales en nueve ocasiones, igualó en cuatro y cayó derrotado en
quince. En total sumó veintidós puntos, convirtió treinta y un goles y le
anotaron cuarenta y seis. De la mediocre campaña que realizó se pueden
rescatar las goleadas que les propinó a Provincial por 4 a 0 ya Riberas del Paraná de Villa Constitución, a quién batió por 3 a 0. También se puede
destacar el meritorio triunfo por 1
a 0 que logró ante Belgrano, que se había proclamado
campeón en el torneo anterior. La formación del elenco ganador esa tarde del 3
de mayo fue la siguiente: Benigno Reigada; Gerardo Molina y Francisco Pérez;
Enrique Quinteros, Gustavo Reyna y Saturnino Reynoso; Eulogio Antonio
Echeverría, Francisco Neme, A. Oviedo, Juan Fedele y D. J. Dagnino. Ese año
nuevamente volvió a ser derrotado por canallas y leprosos.
Catastróficas goleadas
Finalmente su última presentación en la Liga Rosarina se
registró en 1926, donde cumplió una desastrosa actuación. A tal punto que
culminó en el último puesto de la tabla, con sólo cuatro unidades sumadas. En
veintiocho encuentros únicamente pudo ganar uno e igualar dos, luego fueron
todos sin sabores. Anotó veinticuatro goles y le convirtieron la estrepitosa
cantidad de ciento treinta y siete tantos.
El único equipo que no pudo doblegar a Talleres ese año fue
Provincial, a quién se impuso por 3
a 1 y empató 3
a 3.
Algunas de las catastróficas goleadas que sufrió fueron ante Belgrano,
tras caer por 13 a
1, ante el conjunto rojinegro, que lo venció por 10 a 0 y 14 a 1 y contra Tiro Federal,
por quien fue sometido por 8 a
0 en un solo tiempo, ya que en el complemento se retiró del cotejo con la
aplastante derrota consumada en su contra.
Fusión
En 1924, en su segundo año de existencia, Talleres se fusionó con
Aprendices Rosarinos, que se había fundado en 1907 y militaba en la primera
división de la Liga
Rosarina de Fútbol. El nombre que utilizaron tras la unión
fue el de Talleres, por lo que se puede entender que Aprendices Rosarinos fue
absorbido por éste (cediendo todo su patrimonio, jugadores y socios) y dejó de
existir. Talleres ocupó el lugar en la máxima categoría donde intervino hasta
1926, puesto que se disolvió en 1927.
Insólita decisión:
El arquero se va de la cancha
En 1925 se enfrentaron Talleres y Nacional, en la cancha que los
mencionados en primer término poseían frente a los depósitos de Aguas
Corrientes. Una aceptable cantidad de público se dio cita para presenciar el
encuentro, debido a que ambos venían de tener una buena performance en la fecha
anterior. Rápidamente el trámite del partido se hizo favorable al elenco
salaíto, que se fue al descanso ostentando una considerable ventaja de tres
goles. Antes de comenzar la segunda mitad todos se percataron de la ausencia de
Reigada, arquero del elenco local, que decidió dejar el campo de juego para no
seguir disputando el encuentro, porque le habían marcado tres tantos.
Su lugar lo ocupó el wing izquierdo (2) Páez y así arrancó el
complemento. En los primeros instantes del mismo, Nacional convirtió dos goles
más y amplió la diferencia a cinco tantos. A los catorce minutos del segundo
tiempo el jugador Reynoso de Talleres le cometió una falta dentro del área a
De Muri. De inmediato el arbitro Blanco sancionó la pena máxima. Esto generó la
protesta de Reyna, capitán de Talleres, que consideró injusta la sanción del
penal. Por tal motivo le ordenó a Páez que se hiciera a un lado y no atajase
el remate. El improvisado guardameta aceptó el pedido y Conti marcó el sexto
gol de Nacional con un débil disparo que terminó en la red del arco
desguarnecido. Luego de esa acción, con un 6 a 0 en contra, Reyna decidió retirar a su
equipo de la cancha y ceder los puntos al rival. Posteriormente los dirigentes
de Talleres resolvieron sancionar a Reigada, por su actitud absurda y poco
deportiva, que dejó en inferioridad numérica a sus compañeros. Por tal motivo
en el encuentro siguiente lo suplantaron por Agapito.
Referencias:
(1): La
Compañía Consolidada de Aguas Corrientes de Rosario, de
capitales ingleses, se inauguró en 1887. En 1948 pasó a manos del Estado y
posteriormente en 1995, se privanza. Hoy en día el servicio está a cargo de
Aguas Santafesinas Sociedad Anónima.
Según la información que pudimos recabar, la cancha de Talleres se
encontraba frente a los depósitos de Aguas Corrientes. El problema que surge
es: saber frente a qué depósitos se hallaba. En 1922 se construyó el primer
depósito elevado, que aún se encuentra, aunque fuera de uso desde la década del
'60, entre las calles Ocampo, Italia, 27 de Febrero y Dorrego. Esa es una de
las posibles ubicaciones de la cancha de Talleres en 1925. La otra es frente a
los depósitos de las actuales calles Echeverría (que estaba cerrada y fue
abierta en la década del '70) y Juan José Paso, donde a nuestro entender
también es factible que haya estado ubicado el citado campo de juego hace
ochenta y cuatro años.
La posibilidad de que se haya encontrado en postrimerías de los
depósitos de la calles La Paz
y Alem o San Luis y Juan Manuel de Rosas está descartada porque se construyeron
en 1927y 1929 respectivamente, es decir se crearon cuando Talleres ya no
existía.
(2): Wing izquierdo (en la terminología de la época se estilaba usar
el nombre en inglés para referenciar puestos o leyes en el fútbol, incluso al
mencionado deporte se lo denominaba football) era el delantero que se
desempeñaba por el sector homónimo, cuando los equipos jugaban con cinco
atacantes. La traducción al castellano sería extremo o puntero izquierdo.
Posteriormente con el correr del tiempo los esquemas tácticos fueron variando y
se siguió denominando como puntero a aquellos jugadores que se desempeñaban en
los costados, pero ya no en delanteras compuestas por cinco futbolistas, sino
por tres o dos. Hoy en día no abundan los punteros e incluso el término está
casi en desuso.
Bibliografía: Puntapié Penal (J. Dellacasa - hijo - 1938), Anales del
Fútbol Rosa-rino (Cipriano Roldan - Aparecidos en el diario La Tribuna - 1958), Diario La Acción (junio de 1925).
(*1) Periodista deportivo
(*2) Diseñador gráfico
(*3)
Licenciado en antropología
FUENTE: Extraído de la Revista “ Rosario, su
Historia y Región. Fascículo Nº 73 de Abril de 2009