Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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viernes, 30 de septiembre de 2011

Los equipos pioneros: Ignotos y fugaces


Investigación: Leonardo Volpe Gráfica:
                               Cristian Volpe (*2)
 Asesoramiento: Soccorso Volpe (*3)
En el presente número les brindaremos a los lectores de la revista "Rosario, su historia y región" las reseñas de cuatro clubes ignotos, para la mayoría de los ciudadanos, que tuvieron un paso fugaz por la Liga Rosarina, pero forman parte de la historia del fútbol de la ciudad.

Olimpia

El club Olimpia se fundó en 1910 y ese mismo año se afilió a la Liga Rosarina de Football, donde se desempeñó en la tercera división hasta 1911. Su camiseta era negra, luego una disposición de la liga lo obligó a cambiar de vestimenta, debido a que la anterior era igual a la de Lavalle y el reglamento prohibía que existieran dos indumentarias similares.
Rosario Football Club
A principios de 1915 se creó el Rosario Football Club, que actuó en la tercera división ese mismo año. Únicamente en esa temporada se mantuvo afiliado a la Liga Rosarina y se disolvió hacia 1916 - 1917. Hizo de local en la cancha que Aprendices Rosarinos poseía en barrio Arroyito. Es menester mencionar que su presidente fundador fue Ernesto Saccone.
Rosario Old Boys
Este club se afilió a la Liga Rosarina de Football Club en el 1909, donde jugó en la tercera categoría, siendo esa su única participación. Luego en 1912 intervino en un campeonato extraoficial llamado Aprendices Newel’s. Tenía su campo de deportes en barrio Fisherton. o registro que tenemos de la entidad es una mención revista Gestos y Muecas del 28 de septiembre de 1913. que jugaría en su cancha de barrio Fisherton un cotejo amistoso ante un equipo llamado Wolflin. La forma­ción de Rosario Old Boys fue la siguiente: A. Bernasconi; J. Gómez y J. Lira; A. Prus, F. Cataldi e I. Pacilio; F. García, N. Cerruti, J. Cataldi, J. Aronna y J. Dagostini. Desconocemos el resultado de dicho encuentro.
Victoria
El Club Atlético Victoria se formó en el antiguo barrio La Abisinia por un grupo de aficionados que solían acudir a los partidos de Rosario Central y Tiro Federal. En el año 1907 se afilió a la Liga Rosarina de Football e intervino en el campeonato de tercera división. Permaneció afiliado hasta 1909, posteriormente en 1910 el club se disgregó. Cabe señalar que en su primer año en la liga integró la sección A del torneo de tercera junto a los conjuntos de Alberdi, Aprendices Rosarinos, Argentino III (hoy G. E. R.), Barrio Vila, Belgrano B, Ferrocarril Córdoba y Rosario (actual Central Córdoba), Provincial III y Sparta. Posteriormente en 1908 formó parte de la sección B y sus rivales fueron Aprendices Rosarinos, Belgrano, R. Central III B, Sud América II B y Sparta. Finalmente en su última temporada en el certamen de tercera división, que esta vez no estuvo fragmentado por secciones, sus contrincantes fueron Aprendices Rosarinos, Argentino III, Belgrano II, Rosario Old Boys, Sparta, Peñarol, Provincial III, R. Central III, Newell's Old Boys III, F. C. Córdoba y Rosario II, Sud América II, Tiro Federal III, Libertad II y Centro América II (1).
De la mencionada entidad surgieron algunos futbolistas, que luego se desempeñaron en otras instituciones, tales como Antonio Torelli, que con posteridad pasó a Newell's, y el negro Tachi, que más tarde fue pretendido por Provincial y Rosario Central.#
Bibliografía: Puntapié Penal (Juan Dellacasa -h- 1938), revista Monos y Monadas (junio de 1910), diario La Capital del 8 de septiembre de 1912 y del 8 de marzo de 1915, revista Gestos y Muecas (septiembre de 1913) y Anales del Fútbol Rosarino (Cipriano Roldan - 1959).
(1): Vale aclarar que muchos clubes eran representados por varios conjuntos que intervenían en las distintas divisiones de la Liga Rosarina. Por ejemplo Newell's y Rosario Central tenían su primer equipo en el círculo superior, pero también contaban con cuadros en segunda, tercera y cuarta. En ocasiones poseían hasta dos o tres elencos en la segunda, tercera o cuarta ca­tegoría.

(*2) Diseñador gráfico
(*3) Licenciado en antropología
Consultas en Internet: leovolpe81@yahoo. com. ar
Espacio dedicado a la Historia del Fútbol Rosarino: http://histofutbolrosarino. blogspot com

Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región.  Fascículo Nº 91 de noviembre 2010

jueves, 29 de septiembre de 2011

PROVINCIA 3- ALUMNI 2

A nivel local, y respecto a los festejos por la fecha patria, el día anterior, 24 de mayo de 1910, se había realizado la colocación de la piedra fundamental del hospital,  Centenario y la Escuela de Medicina en el amplio terreno cedido por la Municipalidad del entonces bulevar Francia entre Santa Fe y San Lorenzo. Y también ese día, la Sociedad de Beneficencia Rosarina,
"constituida como es notorio por lo mas granado de nuestra alta sociedad", envió
a la infanta Isabel una nota de bienvenida y en la que expresaba sus votos para
que "en este suelo argentino que os ama os respeta os encontréis como en vuestra
propia patria”
Mientras tanto, al margen de los festejos, la otra cara de la moneda demostraba
que la vida de los rosarinos transcurría con normalidad: los vecinos protestaban
por el mal servicio del alumbrado público -como Io asegura una nota del día 25
en la que se sostiene que "se presenta a menudo el caso de manzanas enteras en'
envueltas en la oscuridad mas completa, como lo prueba el hecho de que por espacio
de una semana permanecieron apagados todos los locos de las calles Italia y Dorrego. desde Tucumán hasta la avenida Wheelwright” fueron detenidas cerca de doce personas por transitar en estado de ebriedad (ya que no convencieron a nadie con la excusa de que sus vapores alcohólicos eran por una exaltación del "espíritu patrio”); un par de árabes ocupaban una pieza contigua a la tierra situada en la
esquina de San Luis y Dorrego se trenzaron en lucha ( uno recibió un fierrazo en la cabeza y el otro una herida "idem" pero con un garrote). y un jinete que cabalgaba al galope por la esquina de Alvear y Güemes fue despedido por el brioso animal y se produjo graves contusiones en el rostro. La otra simpática de la jornada estaba dada por doña Lorenza Rodríguez, una vecina domiciliada en bulevar Oroño 311, quien al ir a la azotea de su casa para colocar una bandera patria se encontró con tres boletas de empeño del banco Municipal de Préstamos, las que llevó a la comisaría para ser devueltas a su dueño

Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario Historias de aquí a la vuelta” El nacimiento de los clubes deportivos. Autor: Andrés Bossio , Fascículo Nº 9 de enero 1991

miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

A nivel local, y respecto a los festejos por la fecha patria, el día anterior, 24 de mayo de 1910, se había realizado la colocación de la piedra fundamental del hospital,  Centenario y la Escuela de Medicina en el amplio terreno cedido por la Municipalidad del entonces bulevar Francia entre Santa Fe y San Lorenzo. Y también ese día, la Sociedad de Beneficencia Rosarina,
"constituida como es notorio por lo mas granado de nuestra alta sociedad", envió
a la infanta Isabel una nota de bienvenida y en la que expresaba sus votos para
que "en este suelo argentino que os ama os respeta os encontréis como en vuestra
propia patria”
Mientras tanto, al margen de los festejos, la otra cara de la moneda demostraba
que la vida de los rosarinos transcurría con normalidad: los vecinos protestaban
por el mal servicio del alumbrado público -como Io asegura una nota del día 25
en la que se sostiene que "se presenta a menudo el caso de manzanas enteras en'
envueltas en la oscuridad mas completa, como lo prueba el hecho de que por espacio
de una semana permanecieron apagados todos los locos de las calles Italia y Dorrego. desde Tucumán hasta la avenida Wheelwright” fueron detenidas cerca de doce personas por transitar en estado de ebriedad (ya que no convencieron a nadie con la excusa de que sus vapores alcohólicos eran por una exaltación del "espíritu patrio”); un par de árabes ocupaban una pieza contigua a la tierra situada en la
esquina de San Luis y Dorrego se trenzaron en lucha ( uno recibió un fierrazo en la cabeza y el otro una herida "idem" pero con un garrote). y un jinete que cabalgaba al galope por la esquina de Alvear y Güemes fue despedido por el brioso animal y se produjo graves contusiones en el rostro. La otra simpática de la jornada estaba dada por doña Lorenza Rodríguez, una vecina domiciliada en bulevar Oroño 311, quien al ir a la azotea de su casa para colocar una bandera patria se encontró con tres boletas de empeño del banco Municipal de Préstamos, las que llevó a la comisaría para ser devueltas a su dueño

Fuente: Articulo Publicado en el suplemento de diario  La Capital “Rosario en el Bicentenario del martes 25 de mayo de 2010.

martes, 27 de septiembre de 2011

ORGULLOS DE “SEGUNDA CIUDAD”


Por entonces, Rosario ya tenía un perfil nítidamente cosmopolita y no pocos motivos de orgullo de su impresionante crecimiento y desarrollo. Entre ellos se contaba, en primer lugar, la instalación de la Compañía General de Tranvías Eléctricos Tranvías Eléctricos – la que también era la concesionaria del servicio de alumbrado y suministro de fuerza motriz en todo el municipio y con extensión a Alberdi y San Lorenzo-; la usina de las aguas corrientes rosarina; la imponente Refinería de Azúcar -fundada ya en 1888-, y la construcción de un puerto digno de la importancia de la "segunda ciudad" de la República. Gracias a esto último, la oscura aldea de 1852, con 3.000 habitantes, era para 1910 un emporio de comercio y una ciudad populosa. De la época en que débiles barquillas recorrían sus costas se pasó en pocos años a buques de todas las banderas que descargaban en sus muelles, y hasta había frecuente necesidad de ensanchar sus instalaciones para dar acceso a la enorme masa de mercaderías que entraban por él.

Fuente: Articulo Publicado en el suplemento de diario  La Capital “Rosario en el Bicentenario del martes 25 de mayo de 2010.

lunes, 26 de septiembre de 2011

LA VOZ DE LA SANGRE


GRACIAS A SU CONSTANTE PRÉDICA LAS COLUMNAS DE LA CAPITAL FUERON UNO DE LOS PRINCIPALES FACTORES EN NUESTRA CIUDAD PARA AMALGAMAR EL ESPÍRITU DE LOS  INMIGRANTES CON EL DE LOS NATIVOS, ALGO QUE SE PUSO NUEVAMENTE DE MANIF1ESTO CON LA LLEGADA DEL CENTENARIO
Debido a la gran cantidad de inmigrantes que había en nuestra ciudad muchas de las notas que publicó diario La Capital para el Centenario buscaban amalgamar el espíritu patriótico  de los extranjeros con el de los nativos que fue haciéndose realidad a medida que pasaban los años. Un ejemplo de lo que decimos se encuentra en el siguiente texto aparecido en el ejemplar del 25 de mayo de 1910 con el título "Gloria a nuestros próceres”.

"¿A qué causas obedece la excitación patriótica que se observa en la parte de los ciudadanos cuando de ellos son en realidad inmigrantes que se hallan lejos del país natal?¿Será la voz de la sangre que atrae a los pueblos afines? ¿Será que el alma de las cosas, de la que hablan los poetas, penetra con, manera misteriosa en el hombre a través de las tradiciones de un pueblo?, En esta hora gloriosa en que la Nación con orgullo su primera centuria de la vida libre, todo ciudadano, hijo de esta tierra o no se .sentirá siempre argentino gracias a  las hazañas, las virtudes y las glorias de nuestros padres.

Por eso. la población extranjera, que con su labor apuntala los progresos del país, ha tenido en esta ocasión la oportunidad de abrazar y confraternizar con los nativos. La animación en las calles es indescriptible Grupos de pueblo, jornaleros, artesanos, ostentando en la solapa escarapelas con los colores de nuestra bandera; muchos extranjeros se asocian también a nuestro júbilo exhibiendo en corbatas y sacos nuestro escudo patrio, o bien los colores nacionales entrelazados con los de su nacionalidad. Desde las 5 de la mañana los vehículos de plaza, tos tranvías, carros y automóviles se ven cruzar por las calles rebosantes de público en todas direcciones, y en todas las calles reina ese zumbido incesante del movimiento y el trabajo de toda la población. Aquí y allá se abren puertas, balcones, apareciendo en ellos rostros femeninos simpáticos; destacándose también entre ¡a atmósfera fresca de las mañanas de mayo tos soldados del trabajo. Por las tardes. la calle Córdoba y el bulevar ofrecen a la sociabilidad un cuadro animado de fantasía. Largas hileras de carruajes llenan totalmente el trayecto, yendo la mitad en sentido opuesto de la otra. Se ven coches de todas las clases y formas: lujosos, medianos y usuales charrots, victorias, sulkys, breaks, unos con lacayos, otros sin ellos, tan variados como la gente que llevan, ricos y pobres, militares y particulares, médicos, abogados, industriales y comerciantes, si bien predominan las familias de la mejor sociedad rosarina como lo revelan, además de los trajes, del aspecto, del porte distin­guido, los saludos que se cruzan a cada instante de un carruaje a otro, l/i gente de pie es también muy numerosa y tan diversa o más en su aspecto que la que pasea en automóvil y carruajes.
Por fin, habiendo llegado la fecha inmortal del ¡25 de mayo de 1910!, parece que un bálsamo se derramara sobre la ciudad, enardeciendo nuestra fibra patriótica con la grata frescura de un gran arcoiris de bellos colores".
Fuente: Articulo Publicado en el suplemento de diario  La Capital “Rosario en el Bicentenario del martes 25 de mayo de 2010.

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA YERBATERA QUE DIO NOMBRE AL BARRIO


Por Miguel Ángel De Marco (h)
Aquella manzana había pertenecido al mariscal Simón de Santa Cruz. Al demolerse la residencia el terreno quedó despoblado y allí luego se levantó la yerbatera. Toda aquella zona ribereña, alejada del centro de la ciudad y aún poco poblada, era destinada principalmente a tareas relacionadas con la actividad portuaria, al punto que se encontraba equidistante del embarcadero y estación del Ferrocarril Oeste Santafesino (actual Parque Urquiza) y el nudo central del puerto concesionado. Las vías y ramales internos hacían de aquel ámbito un patio de maniobras.
El Monumento a la Bandera era aún un proyecto en concreción, y en vez de sus parques circundantes se alzaban barracas, galpones y el edificio de la usina de gas.
El edificio de la Yerbatera Martin fue demolido en la década del 80, cuando el molino se radicó en Misiones pero el medio siglo de su existencia fue suficiente para que el barrio circundante fuera asociado a su nombre. La ciudad se transformó velozmente a partir de la segunda mitad del siglo XX y la existencia de este tipo de establecimientos y mercados públicos en el actual macrocentro fue interpretado como un obstáculo para la vida cotidiana (recuérdese la demolición del Mercado Central y el Mercado de Abasto). El Barrio Martin devino en residencial dotado de edificios de gran altura con privilegiada vista a las barrancas, el río y las islas. Precisamente es en el predio de la ex yerbatera el destino de un mega proyecto edilicio.
A Julio Ulises, siguió en la presidencia del directorio de Martin y Cía., su hijo Marcelo Enrique y sus nietos. Marcelo Julio, Carlos Alberto y Alberto Jorge Los integrantes de la familia siguieron la tradición de sus fundadores de participar en instituciones de la ciudad como la Bolsa de Comercio de Rosario, la Federación Gremial, la Asociación Amigos del Museo Histórico  Club Huracán, entre otras.

Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región.  Fascículo Nº 97 de junio 2011

jueves, 22 de septiembre de 2011

CLEMENTE ALVAREZ


Clemente Álvarez nació en  España el 29 de enero de 1872. Era hijo de Serafín Álvarez, un andaluz de 30 años de edad que había emigrado de España por sus ideales antimonárquicos. Revolucionario  y publiscita republicano, autor del polémico libro "El credo de una religión nueva, bases de un proyecto de Reforma Social" abandonó la península con el advenimiento de Alfonso XII, en 1873. Lo acompañaba su esposa Felipa y su hijo Clemente. Una vez en la Argentina actuó como periodista, maestro, escritor, legislador y magistrado. También fue padre de Juan, a quien tanto le debe Rosario en el rescate de su historia y en su evolución cultural. Mientras Serafín actuaba decidida mente en política santafesina, militando entre los seguidores del ex gobernador José Gálvez, y sufría embates por su actuación como magistrado que no ocultaba principios innovadores y progresistas, Clemente estudió medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, graduándose con diploma de honor, en 1894, cuando apenas contaba con 22 años de edad. En la casa de Serafín se respiraba libertad y era un ámbito de debates, discusiones, proyectos y anhelos superadores que vinculaban a integrantes con la ciudad cosmopolita que los acogía e impulsaba a actuar. Serafín también dirigía el periódico "El Rosario", con una prédica a favor de los intereses locales. En 1895 publicó un libro titulado: "Programa del Socialismo en la
propuestas que no fueron tomadas en serio por la dirigencia de la época pero que implicaba un cambio radical del sistema político argentino. Clemente viajó para perfeccionarse en el Viejo Mundo, donde estuvo en íntimo contacto con destacadas personalidades de la época y visitó sus clínicas. Con ese caudal de conocimiento volvió a Rosario en 1895, desempeñando en adelante una prolífica carrera. Ocupo cargos de médico en la policía y en la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos. Posteriormente asumió la dirección de la sala de niños del Hospital Rosario, estando al frente de la misma por varios años. Fue jefe de la Sala II del Hospital Rosario, que dirigió durante décadas, y del Hospicio de Huérfanos. Fue maestro por antonomasia, en la Facultad de Ciencias Médicas, vivió rodeado de jóvenes discípulos. Integró su consejo directivo, al igual que el de la Universidad Nacional del Litoral. Alternó las preocupaciones profesionales con sus inquietudes científicas y fundó la "Revista Médica", a la vez que inició investigaciones y esquicios que después le permitieron publicar varios trabajos, entre ellos "Hematología Clínica", "Profilaxis de la tuberculosis en La República", e "Hipertensión arterial permanente y su tratamiento”.
En 1901. juntamente con otras personalidades, fundó la Liga Argentina contra la Tuberculosis, cuya presidencia desempeñó varios años. También intervino en la creación del Círculo Médico y el Hospital del Centenario, y por su intensa labor realizada y la extensión de sus conocimientos fue designado como miembro de la Asociación Médica Argentina y la Academia Nacional de Medicina.
Sus inicios en la salud pública: El Hospital Rosario

Clemente Álvarez ejerció su profesión en el ámbito público, en el Hospital Rosario, al que vio crecer desde sus cimientos. El intendente municipal Alberto J. Paz había colocado su piedra fundamental el 24 de octubre de 1897, siendo inaugurado durante la gestión de su sucesor, Luis Lamas, el 24 de junio de 1898, es decir, hace exactamente 110 años. Su primer director fue Ignacio Firmat.
Era junto al Hospital de Caridad, hoy Hospital Provincial, (de 1854), la única institución gratuita de la segunda ciudad del país, teniendo que satisfacer las demandas no sólo de una ciudad que ya alcanzaba los 100 mil habitantes, sino de una amplísima región vinculada a ella por un complejo entramado ferroviario. Todo convergía en el gran puerto exportador que se modernizaba rápidamente para satisfacer las necesidades del comercio de ultramar. Por otra parte, la Asistencia Pública Municipal recién se crearía en 1908. La gestión de la salud pública distaba de ser entendida en aquel entonces como un servicio primordial inherente al Estado tal cual como se lo concibe en la actualidad, y aquellos gobiernos delegaban su accionar en la materia en asociaciones particulares. La luz eléctrica llegó al Hospital Rosario pasado 1912, al igual que la caldera para la sección Lactarium, dos necesidades ampliamente sentidas. En ese mismo año se reglamentó el funcionamiento de la Escuela de Enfermeros y Enfermeras que allí funcionaba, siendo nombrado como encargado de la misma al doctor Eduardo Cattáneo. La situación económica de los médicos que se desempeñaban con exclusividad en los hospitales públicos era muy precaria. Salvo unos contados cargos rentados la gran parte de ellos figuraban como personal ad honorem. Aún así, para los recién recibidos implicaba la posibilidad de aprender junto a destacados profesionales. Por ejem­plo: con Clemente Álvarez (quien había sido encargado de la sección de Medicina y Cirugía de Niños en 1898, y luego asumiría la dirección de la Clínica Médica de Hombres), José B. Hablaos, y Ramón S. Bor-ghi, en el Hospital Rosario; con Bartolomé Vasallo, y Saturnino Albarracín, en el de Caridad, y con Alberto Baraldi, en la Asistencia Pública.
En 1909 Clemente Álvarez publica el primer libro cardiológico editado en la Argentina, titulado: "La asistolia y su tratamiento ". En 1911 se lo designó miembro de la comisión encargada de dictaminar respecto a las condiciones que había de tener el Hospital Nacional del Centenario, y luego tuvo a su cargo la organización de la segunda Conferencia Nacional de Profilaxis Antituberculosa.
El plantel de médicos del Hospital Rosario en tiempos de la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen rebela que el mismo fue también un ámbito de legitimación social y acción social de aquella dirigencia notable. Eran directores de Áreas, además de Clemente Álvarez, Tomás Varsi, Rubén Vila Ortiz, Manuel Pignetto, Ramón Borghi, José Ábalos, Enrique Ferreira, Juan Pesenti, Artemio Zeno, Tomás Cerruti, y Eduardo Carrasco, entre otros.
El Hospital funcionó en el predio adquirido por el Concejo Deliberante en 1897, el que estaba comprendido por las calles Libertad (Sarmiento), América (Rueda), Progreso (Mitre), y Virasoro. Se trataba entonces de un barrio de incipiente urbanización y por décadas predominaron en él quintas y basurales. Una crónica de La Capital, en 1937, reflejaba la inundación padecida en las calles aledañas a los hospitales Rosario e Italiano, a causa de la gran lluvia y la acumulación de desperdi­cios arrojados a los basurales de la zona: "Se nos significa a este respecto que las aceras que rodean a las manzanas comprendidas entre las calles Rueda y Virasoro, desde Entre Ríos a San Martín, se encuentran cubiertas por crecidos yuyales y abrojales que en algunos lugares alcanzan a una altura de medio metro. Estos yuyales favorecen, lógicamente el ocultamiento de los verdaderos depósitos de basuras que son arrastrados cuando se producen alguna lluvia de importancia". En 1921 el gobierno decidió confiar la administración y la dirección del nosocomio a las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, estando por lo tanto al frente del mismo una hermana superiora. Las religiosas se ocuparon de los más variados temas pero fundamentalmente del apoyo a los enfermos. El hospital siguió creciendo en servicios. El de Hemoterapia, el 17 de enero de 1944, pudo enviar a la ciudad de San Juan, arrasada dos días antes por un terremoto, un avión con quince litros de sangre. Al día siguiente hizo lo mismo otro aparato con 30 litros más.
En la fundación de la Asociación El Círculo

Clemente Álvarez participó en la fundación, el 25 de septiembre de 1912, de la Asociación El Círculo, institución cultural basal de la cultura rosarina del siglo XX, que comenzó su labor en la Biblioteca Argentina. Su hermano, el historiador Juan Álvarez, la presidió, acompañándolo en esa primera comisión otros hombres que ocuparon un primer lugar en la dirigencia rosarina de las décadas siguientes: Camilo Muniagurria, Rubén Vila Ortiz, Julio Bello. Cornelio Casablanca, Francisco Correa, Enrique Fidanza, Ricardo Foster, Emilio Ortiz, Fermín Lejarza, Grognet, y Artemio Zeno, entre otros, muchos de ellos vinculados al surgimiento de la Liga del Sur y luego el Partido Demócrata Progresista. El móvil inicial del grupo fue el de bregar por el desenvolvimiento artístico en la ciudad, trayendo a los artistas más famosos que arribaran al país pero bien pronto se extendió la faz musical a todos las otras ramas del arte y editó una revista prestigiosa.
Clemente Álvarez también fue un anfitrión de visitantes académicos ilustres. Bernardo Houssay, el primer premio Nobel en medicina de Latinoamérica y pilar de la ciencia Argentina, y creador del Conicet, una vez señaló que la primer conferencia que dictó fuera de Buenos Aires tuvo lugar en Rosario, a invitación de Clemente Álvarez, y Artemio Zeno, cuando aún su nombre no había alcanzado el renombre académico que lo distinguió internacionalmente.

En los orígenes de la Facultad de Ciencias Médicas

En la segunda década del siglo XX eran 250 los médicos que ejercían su profesión en Rosario. La ciudad continuaba dando saltos demográficos, y cada vez era mayor la población que no podía acceder a servicios esenciales. Se imponía formar nuevos médicos. Clemente Álvarez, a sus 40 años de edad, "era un hombre de comportamiento infatigable, de maestro nato, con experiencia enriquecida por largas jornadas de asiduo trabajar".
Como antes se mencionó, su vocación por el estudio científico permitió publicar el que fuera considerado el primer libro cardiológico editado en la Argentina. Su labor en este sentido es rescatada por el doctor Garófalo en su valioso libro sobre la historia de la Cardiología en Rosario. Álvarez no podía entonces menos que sumarse a la obra de compartir el saber científico.
En 1920 inauguró sus cursos la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, dependiente de la flamante Universidad Nacional del Litoral. Álvarez se inscribió para concursar por la cátedra de Patología Médica dando por domicilio el de la calle Laprida 1350, y lo ganó. Fueron miembros del tribunal Roberto Solé y Alejandro Ceballos, consejeros de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, y Frank L. Soler de la Facultad de Medicina. Integró por lo tanto el plantel de docentes fundado­res, integrado por Tomás Cerruti, Alberto Baraldi, Artemio Zeno, Enrique Fidanza, Enrique Ferreya, David Staffíeri, Teodoro Fracasi, Rafael Araya, Tomás Varsi, y Camilo Muniagurria, entre otros. A mediados del año 1922 se inauguraron los servicios correspondientes a las clínicas del Hospital del Centenario, el más grande tributo que una ciudad argentina rindiera a la Revolución de Mayo, y allí estuvo Clemente Álvarez, ocupándose de la Clínica Médica. La mayoría de los médicos formados en Rosario en las décadas siguientes lo tuvieron como profesor en una de las materias clave para el ejercicio de la medicina. Por otra parte, sus colegas en el plantel docente lo conocían con anterioridad por su actuación en el Hospital Rosario. Quince años antes que se creara la Facultad de Ciencias Médicas, Álvarez, junto al doctor Corbellini, dictaba clases de clínica médica, y por eso el Hospital Rosario era considerado "La Meca" de aquellos que se querían formar en esa especialidad. Partió de
esas reunio­nes la necesidad de crear un Hospital Escuela. En 1910 se sumó a su equipo del Hospital y la Asistencia Pública, actuando, por traer a colación un ejemplo, bajo su jefatura, Teodoro Fracasi, un italiano de 22 años recién graduado en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, y que en 1924 fuera designado Director del Hospital de Alienados o Instituto Psiquiátrico, que funcionaba anexo de la Facultad de Medicina y al Hospital del Centenario. De la misma edad que Fracasi eran Roque Coulin, (quien llegó a ocupar luego la jefatura de Sala del Hospital Rosario y la dirección de la Asistencia Pública, teniendo además una decidida actuación política como dirigente de la Unión Cívica Radical y legislador nacional) y Santiago Giorgi (futuro director del Hospital Rosario y la Asistencia Pública, director del periódico Tribuna, y dirigente del Partido Demócrata Progresista). También fueron directores del Hospital Rosario dirigentes de la talla de José Benjamín Abalos, el primer decano de la Facultad de Medicina de Rosario y rector de la Universidad Nacional del Litoral. Eminente cirujano, que puso especial empeño en el desarrollo de la salud pública rosarina: dirigió el Hospital Rosario, y la Asistencia Pública en tres oportunidades. Ocupó el ministerio de Obras Públicas de la Nación, entre 1928 y 1930. Clemente Álvarez fue consejero superior de la Universidad Nacional del Litoral, interviniendo en la acefalía de 1930, y mostrándose crítico en la situación universitaria argentina. Su carrera universitaria, siempre ascendente, se inició en 1920 (enseñando patología y clínica médica, y actuando en distintos períodos como consejero directivo de la Facultad, y consejero superior de la Universidad Nacional del Litoral) y concluyó en 1946, cuando al igual que otros tantos docentes se alejó de la vida universitaria argentina en disidencia con el gobierno nacional. En aquellos 25 años de magisterio también fue organizador de los principales congresos médicos del período. En 1944, en ocasión de celebrarse sus bodas de oro profesionales, se dijo de él en un acto realizado en el colegio de médicos: "Álvarez no se pregunta: ¿vale la pena? ¿para qué? ¿tendré tiempo? Álvarez trabaja y trabaja, con igual tesón y con creciente amor, porque definidas sus creencias no necesitó más analizar su fe primera, que se conserva prístina, pura e intocada, su fe primera en el trabajo realizador y fecundo que puso, desde el primer día, al servicio de ideales que estaba bien seguro de no alcanzar nunca del todo. por eso, obrero admirable, cada aurora lo sorprende con su afán más fresco".

Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región.  Fascículo Nº 90 de octubre 2010

martes, 20 de septiembre de 2011

CURAR Y ENSEÑAR – Clemente Álvarez


Por Marcelo Castaños

Su nombre está unido al desarrollo de salud pública en la ciudad. Fue un gran protagonista de la vida científica de su tiempo


Lúcido, metódico, modesto, a veces parco para la palabra, muy estudioso pero sobre todo generoso en la entrega de conocimientos.
Así se recuerda a Clemente Álvarez,  cuyo nombre está asociado definitivamente a la salud pública tanto para quienes conocen su historia como para los que no, porque lo perpetúa el centro de asistencia médica más emblemático de la ciudad.

Clemente Álvarez fue médico, formador de profesionales, fundador de instituciones
y publicaciones, miembro de asociaciones y academias médicas, y protagonista excluyente de la vida científica de su tiempo.
Llegó al país de España con sus padres Serafín y Felipa. En ese momento era el
único hijo del matrimonio, que después tuvo seis más: Luis, Domingo, Juan (presente en este libro), Estela, Julio y Eva.
La casa de Serafín, un abogado amante del periodismo y Ia enseñanza, fue un lugar de discusiones y proyectos, tal cual lo relata Susana (hija de Clemente) en una nota publicada por La Capital en 1997.
Clemente estudió medicina en Buenos Aires y se recibió a los 21 años, Se perfec-
cionó en Alemania y vino a Rosario, donde inició una canera memorable, En 1901
fundó la Liga Argentina contra la Tuberculosis, después fue cofundador del Círculo Médico de Rosario, fundador de la Revista Médica, titular de las cátedras de Patología y Clínica Médica, y miembro de los órganos de gobierno de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Universidad Nacional delLitoral. Entre el 30 y el 44, ya consolidado entre los más prestigiosos, cosechó cargos que le dieron todavía más jerarquía, como el de miembro honorario de la Academía
Nacional de Medicina y de la Asociación Médica Argentina,
Se casó con Josefa Fontanarrosa y tuvo ocho hijos: Olga, Adela, Clotilde, Susana,
Celia, Elena, Josefa y Clemente.
Sus hijos siempre Io recordarían como un hombre muy abocado a su carrera, que
todas las mañanas dejaba la casa para ir al hospital, atender pacientes y dar clases,
que solía llegar tarde a almorzar pero al que siempre se esperaba porque era el momento del encuentro familiar, Se recostaba a dormir, atendía el consultorio tras la siesta y después del té (que tomaba con su madre)  hacía sus visitas a domicilio. Era metódico en su vida profesional y familiar.
Preocupado y dedicado a la investigación científica, intervino en debates filosóficos
epistemológicos y académicos, como los que protagonizó con aquellos que ensalzaban la formación universal en detrimento de la especialización o en su cerrada oposición  a que se eliminaran las tesis doctorales.
En 1945 dejó las cátedras en Ciencias Médicas, en desacuerdo con las tendencias
políticas que se imponían. Tres años después, murió.
Tras su partida vinieron uno tras otro los reconocimientos, que probablemente hubiese rechazado en vida. En 1949 se formó una comisión popular para homenajearlo y se dispuso que el Hospital Rosario llevara su nombre. Hoy, cuando está por inaugurarse el Nuevo Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, la figura del médico maestro se vuelve más actual que nunca.

Fuente:  Publicado el artículo en la Revista de diario “La Capital de 140 años.

lunes, 19 de septiembre de 2011

LA CIUDAD VISTA A TRAVÉS DE LA CÁMARA DE GASPARY


Richard Rodolphe Nicolás Gaspary, fue uno de los fotógrafos que, junto a los hermanos Pusso y otros aficionados de la época, se encargó de registrar los hechos mus sobresalientes del primer Centenario, como asimismo, los cambios a nivel urbano y arquitectónico que se fueron dando durante las primeras décadas del siglo XX
Por Lorena Ratner*

De origen francés, nació en Longway, departamento de La Moselle, Francia, en 1865. En París estudió dibujo, pintura, grabado y fotografía. Aplicó sus conocimientos al campo científico por lo cual fue designado fotógrafo oficial de la Facultad de Medicina de París. En 1888 se trasladó a Argentina, asociándose en La Plata con el fotógrafo Isidro Mohín.
Al comenzar el proyecto para las obras de construcción del Puerto Rosario, la empresa Hersent, Schneider y Cía. lo contrató para realizar tanto el relevamiento de las instalaciones preexistentes en la costa de Rosario, como la documentación completa de la ejecución de las obras, material que era enviado periódicamente a Francia para las sucesivas asignaciones de partidas para la consecución de los trabajos. Ya instalado en Rosario abrió su estudio en el año 1906, en la calle 3 de Febrero 237, trasladándose posteriormente a Ayacucho 1431. Gaspary trabajó sobretodo con grandes empresas y con los ingenieros y arquitectos que lo contrataban para fotografiar sus obras.
Si bien este fotógrafo se dedicó a registrar el
desarrollo de la obra
pública y privada en nuestra ciudad, algunas
de sus tomas también reflejan la vida cotidiana de los rosarinos
Entre ellas, la construcción del Hospital Centenario y la Facultad de Medicina anexa, siendo nombrado fotógrafo de la Cátedra de Fisiología. También se desempeñó como fotógrafo oficial del Jockey Club y del Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano. La imagen retrata el momento del viaje inaugural de este ferrocarril en diciembre de 1910. La línea tenía por punto de arranque a la ciudad de Rosario terminando en Puerto Militar o Puerto Belgrano, con un recorrido de 800 kilómetros. Para el cruzamiento a alto nivel de las otras líneas ferroviarias que esta línea cortaba transversalmente, se alzaron 36 puentes metálicos. Para el cruzamiento de los arroyos fueron construidos 44 puentes, además de obras como alcantarillas, desagües y terraplenes. Toda la construcción de esta magnífica infraestructura fue registrada por Richard Gaspary.
Gran parte de la familia Gaspary estaba ligada a las artes. Su hermano Fernando dirigía una reconocida acádemia de dibujo y pintura. Su otro hermano tenía a su cargo un taller de litografía. Asimismo, los hijos de Richard Gaspary se han destacado como expertos fotógrafos, continuando su hijo político, Prado Nessi la tradición familiar (Raggi, C. 1992). Si bien este fotógrafo se dedicó a re­gistrar el desarrollo de la obra pública y privada en nuestra ciudad, algunas de sus tomas también reflejan la vida cotidiana de los rosarinos, como por ejemplo esta toma de un grupo de niñas disfrazadas que se dirige en el carruaje rumbo al corso, a principios del siglo XX. Era común durante los días de carnaval ver en nuestra ciudad, el tránsito de carrozas adornadas con flores y llevando niñas disfrazadas para la ocasión. También participaban del carnaval los diferentes gremios llevan­do sus estandartes y banderas al frente, y visitaban los domicilios, recibien­do ofrendas florales.
Las imágenes tomadas por Gaspary constituyen un legado inigualable a la hora de reconstruir el pasado de nuestra ciudad, ya que no sólo describen los detalles
de una urbe en pleno desarrollo, sino que también rescatan para la memoria colectiva de todos los rosarinos, aquellos lugares que hoy ya han desparecido.



Grandes acontecimientos políticos lo tuvieron a Gaspary como testigo. En el año 1913 se conmemoraron una serie de festejos en honor a la visita del entonces Presidente de la Nación, Roque Sáenz Peña. Para esa oportunidad, se cons­truyó un arco triunfal en la zona en que desembarcaría el primer mandatario. Entre las actividades realizadas durante esos días, se llevó a cabo una visita a la Usina Sorrento, al Hospital de Cari­dad, y tuvieron lugar bailes y diversos banquetes, pero el acto más relevante, sin dudas fue la colocación de la piedra fundamental del edificio de la Aduana. Para ello, el Presidente, el Gobernador y luego el Ministro de Relaciones Exte­riores, echaron las primeras paladas de cal y arena, utilizando una artística pala de plata con mango de oro, especial­mente confeccionada para ese evento. Las imágenes tomadas por Gaspary constituyen un legado inigualable a la hora de reconstruir el pasado de nues-tra ciudad, ya que no sólo describen los detalles de una urbe en pleno desarro­llo, sino que también rescatan para la memoria colectiva de todos los rosari­nos, aquellos lugares que hoy ya han desparecido.
Este fotógrafo francés, rosarino por adopción, falleció en nuestra ciudad el 19 de febrero del año 1935. Parte de su patrimonio fotográfico integra hoy las colecciones pertenecientes al Archivo de Fotografía de la Escuela Superior de Museología.

Bibliografía:

Diario La Reacción. Martes 2 de septiem­bre de 1913.
 Imágenes pertenecientes al Archivo de Fotografía de la Escuela Superior de Museología.
Información recogida por Carmen Delgado. Raggi, Carlos. Fotógrafos que registraron el fin del siglo XIX y principio del siglo XX en Rosario. En: 1er. Congreso de his­toria de la Fotografía. Vicente López. 23 -24 de mayo de 1992. Revista Gestos y Muecas. Año 1. N° 1. Rosario. Agosto de 1913

Este fotógrafo francés, rosarino por adopción, falleció en nuestra ciudad el 19 de febrero del año 1935.
  • Lic. en Antropología. Escuela Superior de Museología. Secretaría de Cultura y Educación. Municipalidad de Rosario




Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región.  Fascículo Nº 86 de junio 2010

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Centenario *


Otro proyecto que comienza a en el marco de la celebración del primer siglo de vida libre es la fundación del Hospital del Centenario. Cometió Casablanca manifiesta a un grupo de vecinos notables, el 18 de julio de 1910. la necesidad de que Rosario cuente con un centro sanitario que sirva de base a una escuela libre de enseñanza médica, idea que también se relaciona con la expresada intención de crear una futura casa de altos estudios.

Casablanca cosecha rápidamente a una selecta cantidad de colaboradores, entre los que se cuenta el incansable doctor Juan Alvarez. Se trata de dejar para la ciudad una obra que perdure en el tiempo.

La idea ya ha sido expuesta por Lisandro de la Torre, quien. junto con Enrique Corbclli. ha dado forma al primer proyecto de creación de una facultad de medicina para Rosario.

Posteriormente, en 1912, Luis Laporre también trabaja en un plan para dotar a Rosario de dos facultades (medicina c ingeniería), al que se suma el alternativo de Luis V. González, quien propone al Senado santafesino un esquema de facultad de medicina provincial.

Cada vez se expresa con mayor fuerza la intención de dar vida a la universidad, integrándola con el Colegio Nacional, la Biblioteca Argentina, las escuelas de comercio c industriales, el Hospital del Centenario y la Escuela de Agricultura de Casilda. A éstas agregarían las facultades de Ciencias Medicas c Ingeniería, y un instituto superior de ciencias comerciales.

Fuente: Articulo publicado en la revista del diario la Capital 125 años  de 1992.-

miércoles, 14 de septiembre de 2011

PRIMER CENTENARIO


Por suscripción pública, en 1910 la población rosarina dona el hospital del Centenario en homenaje al primer  centenario de la Revolución de Mayo.

Bibliografía: Guía de Rosario de Francisco Planos

martes, 13 de septiembre de 2011

El Censo Municipal de 1910

por Bill Ruesch.

En abril de 1910 el Dr. Juan Alvarez (célebre autor de una valiosa historia de Rosario y fundador de la Biblioteca Argentina que lleva su nombre) siendo secretario de la Municipalidad dirigió el Tercer Censo Municipal. El mismo arrojó una cantidad de 192.278 habitantes. De ellos 102.676 eran argentinos y 89.602 extranjeros (la inmnsa mayoría europeos).
     El tipo de vivienda más común por entonces era el conventillo. El censo reveló que había en aquel momento 2.006 conventillos habitados por casi 50.000 personas. Es decir, la cuarta parte de la población rosarina se hacinaba en esos edificios que rendían pingües beneficios a sus propietarios. El médico y abogado catalán Juan Bialet Massé estudió seriamente la cuestión de estos edificios en su "Informe sobre la Situación de las Clases Obreras en el Interior del País a principios de Siglo", señalando lo insano de los conventillos y proponiendo otro tipo de viviendas baratas más aptas para el adecuado desarrollo físico y moral de las personas.
Fuente: www.abarcusrosario.com.ar/hist_ros.htm

Tercer Censo Municipal de la ciudad de Rosario, 1910


. Este Tercer Censo Municipal de la ciudad de Rosario, se levantó el 26 de abril de 1910 bajo la dirección del secretario de la Intendencia Dr. Juan Alvarez e Intendencia del Dr. Isidoro Quiroga. El mismo arrojó una población de 192.278 habitantes, de los cuales 87.895 eran ar­gentinos y 85.883 extranjeros. La proporción a favor de los nativos estaba en 53,4% contra 46,6%.
Hasta ese momento y desde la llegada de los primeros inmigran­tes, éste es el mayor porcentaje de extranjeros que se da en la ciudad de Rosario. "Si se descuenta, la población menor de seis años de edad, cuya influencia es nula por ahora, aparecen ya en la ciudad más extranjeros que argentinos. Y si se toma en cuenta sólo los mayores de 22 años, la desproporción es tal, que sobre 16.000 propietarios, más de 10.000 son extranjeros".
La ciudad de Rosario aumentaba vegetativamente muy poco, en los últimos diez años, "de 2 a 3.000 habitantes por año, en los mejo­res tiempos". Quiere decir que de los 150.686 habitantes que tenía en 1906 no se podía llegar a 1910 con 192.278. Por simple creci­miento vegetativo se daba en este período, un aumento de —aproxi­madamente— 12.000 habitantes en lugar de los 40.000 que se produ­jeron12.

12.             En 1900 la natalidad en Rosario daba una taza del 34,1 por mil y en 1910, 38 por mil. La mortalidad era del 23 por mil y 22,6 respectivamente

"Los tres grandes elementos de la población están constituidos por argentinos, italianos y españoles, siendo de notar que los últimos han aumentado notablemente, al par que el crecimiento de la pobla­ción italiana deja de operarse con la rapidez de antes".
Dos nacionalidades unidas exceden en mucho a los varones ar­gentinos de 15 a 50 años de edad:

Varones italianos          9,3% 152^
Varones españoles 5,9% Varones argentinos 10,0%
La "gran inmigración" producía gran influencia en lo atinente a la instrucción pública. Veamos el comentario del Censo. "Esas masas de trabajadores que la Europa vuelca sobre Rosario, incorporan su ig­norancia y su atraso a la ciudad, al par que con su trabajo personal cooperan a enriquecerla. Y como no puede esperarse que una mayo­ría de analfabetos dedique parte importante de sus rentas a mejorar la instrucción pública, resulta que la ciudad no se siente vivamente incli­nada a invertir dinero en el mantenimiento de escuelas". El analfabe­tismo en Rosario era del 23,6% correspondiéndole a los extranjeros 13,8% y a los argentinos 9,8%.
También la influencia de la inmigración se daba en el rubro vi­vienda. El Censo señala, "los 3.800 ranchos y casillas que se han alza­do desde octubre de 1906 a abril de 1910, demuestran que muchos de los recién llegados han tenido que alojarse provisoriamente de cual­quier modo y cualquier parte, armando con barro o cajones o latas viejas un reparo contra la intemperie" (pág. 125).
"Actualmente viven 45.926 personas en 2.006 conventillos con un promedio de 1,4 pieza por familia". Este Censo demuestra que mientras cada casa de familia alberga término medio 6,9 personas, en cada conventillo se aloja 22,8 con el hacinamiento consiguiente. El promedio de costo es de 15 pesos por pieza13

13. En 1910 los salarios oscilaban de 3 a 6 pesos diarios (imprenta); 3 a 4 pesos (colchone­ro); 100 a 110 pesos mensuales los oficiales sastres, 60 a 70 pesos los oficiales peluque­ros, 4 a 7 pesos por día los oficiales fundidores, maestros panaderos 100 por mes, y los peones de 2 a 3 pesos por día.

Fuente: Artículo Publicado en el libro de Historia Económica de la Provincia de Santa Fe. Autor Oscar Luis Ensinck. Editorial UNR año 1985.

viernes, 9 de septiembre de 2011

LA CIUDAD VISTA A TRAVÉS DE LA CÁMARA DE DESIDERIO AGUIAR



Por Lorena Ratner*

En algunas ocasiones, las imágenes nos dicen más de lo que muestran. La fotografía resulta así, un recurso valioso a la hora de contar historias. Consideramos que los medios visuales son excepcionales a la hora de preservar el patrimonio intangible, el cual día a día va cambiando y renovándose, y en este marco, el análisis exhaustivo de las imágenes nos puede dar cuenta de los procesos de cambio ocurridos muchos años atrás. Si bien existe una opinión generalizada acerca de que el valor de una imagen fotográfica se encuentra solamente en su valor como documento, antropológicamente consideramos a la imagen como una representación, que por supuesto tiene un valor documental, pero no es el único. Así una imagen puede convertirse en un mensaje articulado en el pasado, cuyo lenguaje polisémico es necesario descifrar.
En este contexto, pretendemos abordar la imagen como una construcción que expresa y comunica. En la misma intervienen procesos de percepción, selección, registro, interpretación y resignificación. A pesar de lo que a menudo se cree, la fotografía no es siempre una copia fiel de la realidad, sino que es una representación ¿cónica que se encuentra codificada y que sirve como vestigio y testimonio de la práctica social. Para aproximarnos a un estudio meticuloso sobre la imagen, resulta básico estudiar la relación entre imagen y cultura, sobre todo, los códigos sociales y culturales de la sociedad que produjo la imagen, por eso es preciso acudir a la iconografía. La misma nos permite acceder a las formas, al detalle. La descripción iconográfica, se centra sobre todo en los objetos, donde encontramos los significados convencionales, hasta llegar a la interpretación iconológica, que se ocupa de buscar significados intrínsecos. Sólo con este último nivel de interpretación podemos llegar a construir la documentación necesaria en función de rescatar los procesos socio-culturales pasados que conforman la particular identidad de nuestra región
Los primeros antecedentes de la realización de fotografías se remontan al año 1826, cuando el francés Nicéphore Niepce comenzó a experimentar con diversos materiales logrando fijar una imagen sobre una plancha pulimentada de plata, requiriendo ocho horas de exposición para obtener los resultados. Esta imagen titulada "La mesa puesta" es considerada como la primera fotografía de la historia. Ante la dificultad técnica de esperar tantas horas para obtener la imagen, el socio de Niepce, Daguerre, decidió cambiar el elemento sensible y utilizar yoduro de plata. El proceso se fue perfeccionan­do a través de los años, dando lugar al daguerrotipo, abriendo el camino así, a la fotografía comercial. Mientras tanto, paralelamente en Inglaterra, y sin conocimiento de los avances pro­ducidos por Niepce y Daguerre, Hen-ry William Fox Talbot, inventaba otro sistema de fotografía. Este inglés es considerado como el iniciador del re­velador alcalino, que luego aplicó a otro descubrimiento propio: el papel fotográfico al cloruro de plata, el cual usó como negativo intermedio para llegar a un positivo final. Este proceso se denominó luego "Calotipo" (Gómez, J. 1986).
En nuestro país la técnica del daguerrotipo arribó a Buenos Aires en la década del 40. Sin embargo, los registros más tempranos sobre estas actividades en Rosario se fechan en los años 50, hacia fines del período del daguerrotipo, que sería desplazado luego por el procedimiento inventado por Frederick Scott Archer, el negativo de vidrio al colodión húmedo y su copia positiva en papel albuminado (Ferrari R., 2000).
A partir de ese momento se instalan en Rosario varios fotógrafos, de los cuales lamentablemente no quedan vestigios de su trabajo en la ciudad. Ya para la década del 60 comienzan a aparecer los álbumes de vistas que conforman el primer período de registro fotográfico con el que cuenta Rosario. La aparición de la fotografía en nuestra ciudad coincide con un período a partir del cual comienzan a definirse cuestiones fundamentales tanto para el futuro del país como para el futuro de Rosario. Según el censo levantado en el año 1858, del total de la provincia de Santa Fe, el 47% (19.239) de habitantes se concentraba en las ciudades de Santa Fe y Rosario y en los pueblos de San Jerónimo, San Lorenzo, San José y Villa Constitución. El 51% restante se hallaba esparcido en los establecimientos de campo representando a la población rural. De los cuatro departamentos en que se dividía la provincia, el de Rosario era el que concentraba la mayor cantidad de población: el 55%. Las memorias y crónicas de la época dejan ver la evolución provincial, pero sobretodo haciendo especial hincapié, en la ciudad de Rosario:

En nuestro país la técnica del daguerrotipo arribó a Buenos Aires en la década del 40, Sin embargo, los registros más tempranos sobre estas actividades en Rosario se fechan en los años 50.


"El Rosario, que hace dos años era una miserable ranchería, es hoy un pueblo de importancia en que todo reluce con un aire de frescura como si hubiera sido hecho ayer, y tiene en efecto, un próximo y vasto porvenir desde que por la segregación de Buenos Aires ha venido a ser el principal puerto de la Confederación. El Rosario es como uno de esos lozanos retoños que brotan por entre la corteza podrida de un viejo tronco cuando el vigor de la savia ha tocado sus yertas raíces; es una ciudad que el soplo de libertad ha improvisado en unas cuantas horas, y en todas direcciones se veían muestras de una creciente prosperidad" . (Vicuña Mac-kenna, 1856).
Recordemos, asimismo, que en el año 1852 Rosario pasa a ser ciudad y deja atrás su pasado de "ilustre y fiel villa". En 1853 se dicta la Constitución Nacional. En 1863 comienzan en Rosario las primeras obras del FFCA, lo cual cambiaría para siempre la forma de transporte de las personas y las mercancías, lo que provocara otros cambios derivados de este avance, mientras que la apertura a la libre navegación de los ríos posicionara al Puerto de Rosario como uno de los más importantes del país. Tampoco debemos dejar de resaltar la participación de Rosario como sitio estratégico durante la Guerra con el Paraguay.
Estos y otros acontecimientos aparecen reflejados en las primeras imágenes de Rosario. Por eso creemos imprescindible un abordaje analítico de las mismas el cual aportará más información y nuevas perspectivas para futuros investigadores interesados en el tema.
Del conjunto de imágenes que existen dentro del periodo referido, se destaca una de ellas por reflejar un espacio sumamente representativo para la ciudad. Se trata de, hasta el momento, la foto más antigua de Rosario, la cual hace referencia a la plaza 25 de Mayo, y está fechada en el año 1862. Esta imagen, además de ser la primera imagen con una vista de la ciudad, es riquísima en su contenido, tanto por sus elementos descriptivos como conmutativos y simbólicos.
El autor de esta fotografía, Desiderio Aguiar, nació en San Juan en 1832 y murió en 1896. Estudió pintura en Es­tados Unidos e hizo daguerrotipos en New York con Mathew Brady (1823-1896). Tenía un estudio llamado "La Galería argentina", tanto en Rosario como en San Juan, el cual llevaba como logotipo el escudo nacional argentino.
Según los diarios de la época, estaba establecido en Rosario en calle Puerto n° 91 y 93. En 1859 recorre con su cámara la campaña bonaerense. En Chascomús y Dolores aún se conservan algunos de sus ambrotipos. En marzo de 1861, fecha del terremoto de Mendoza, se traslada al lugar y documenta todo el acontecimiento con su cámara.

También fotografió los hechos de Rinconada, como a jefes y oficiales de la guardia nacional constituida por la tropa de Mitre. Su muestra "Panorama del terremoto de Mendoza" es exhibida en el Café Republicano de la calle Vic­toria 08 en Buenos Aires, y también la lleva a París, Montevideo, Río de Janeiro y Londres. Hay un "mosaico" compuesto por él. en 1860. con más de doscientas personalidades de la sociedad sanjuanina. entre las cuales se encuentran las hermanas de Sarmiento. Desiderio Aginares considerado como uno de los pioneros en la fotografía ar­gentina.
El primer elemento de análisis en esta imagen es la plaza en su conjunto. Tanto La plaza 25 de Mayo como la mayo­ría de las plazas fueron en un principio simplemente extensiones dejadas libre por el irregular crecimiento de la propiedad. A estas extensiones se las llamaba "huecos". Los primeros documentos hacen referencia al lugar como "plazoleta", es decir, como recinto publico. Recién en 1814, Gervasio Posadas fijó los límites y la forma de la plaza en su plan de urbanización de Rosario. En cuanto a su denominación, hasta 1854 la plaza era llamada "plaza principal", "plaza mayor" o "plaza publica". A partir de junio de ese año el diario "La Confederación" se refiere a la plaza llamándola "Plaza 25 de Mayo". Se presume que a raíz de los festejos rendidos por los vecinos el 25 de mayo en la plaza, la misma pasó a denominarse "Plaza 25 de Mayo".
El aspecto de la plaza durante el siglo XIX era muy diferente al que vemos hoy en día. Por ejemplo, en 1847 se iluminaba el predio con aceite de potro. A partir del año 1864 se obligó al concesionario que aumentara su número y utilizara kerosén, además de adicionar reflectores a las farolas. La iluminación de la plaza pasó por las velas, por las lámparas de reverbero, y finalmente por las farolas de gas, hasta el año 1889 en el cual se comienzan a utilizar los focos eléctricos. (Nardie-11o. V. 2002).
Hacia el fondo de la imagen resalta la imponente Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario, levantada como una humilde capilla en 1730 por el Capitán Domingo Gómez Recio. En 1741, por venta fraccionada de una parte del área de los Gómez Recio, el Capitán Santiago Montenegro adquiere una lonja donde se encontraba la capilla y comienza la reedificación de la capilla parroquial. Las obras se concluyen en 1752 año en que la misma es inaugura-Desde esos años el paraje es conocido como "Capilla del Rosario de los Arroyos". Ya entrado el siglo XIX, en 1819. el poblado de Rosario es incendiado por las tropas de Buenos Aires mandadas por Juan Ramón Balcarce, salvándose del incendio la capilla. En 1834 se comienza a edificar el primer templo, en el mismo lugar de la capilla, proyectado y construido por el arquitecto norteamericano Timoteo Guillón. Unos años mas tarde se construye el crucero y la cúpula y se le colocan las columnas interiores. Además de ser el sitio de reunión para los fieles, la iglesia funcionaba como el recinto del último descanso. Durante los primeros tiempos de la villa, el terreno que rodeaba la iglesia hacía de camposanto. En ocasiones la inhumación se reali­zaba dentro de la misma iglesia, como puede inferirse de algunas partidas de defunción y de las lápidas que existían en el antiguo templo, como también por los restos humanos descubiertos en 1882 durante las obras de ensanche (Cignoli, E, 1956). Esto fue así hasu que se utilizaron como cementerio los terrenos que más tarde se dedicarían a las obras del FCCA, y ya en el año 1856 en el que se inauguró el actual cementerio El Salvador, dejándose de usar la iglesia como el lugar de entierro. En esta vista de la plaza, es posible observar el reloj, ubicado en una de la torres. Para construirlo, en el año 1855 se contrató al herrero Juan Barbagela ta. El artesano se comprometió en entregar en el plazo de nueve meses "un reloj que con 32 horas de cuerda tocara las horas y medias" con 45 pulgada de ancho y 54 de alto. Tras el pedido de una prórroga, en enero de 1858, fue instalado el reloj en la torre sur de Iglesia Catedral, pero el mismo no funcionaba nunca de forma correcta. Pese motivo, se reunió un grupo de vecinos para resolver el problema. Pese al solícito control del joyero Struzzi que lo cuidaba a cambio de un sueldo la población tuvo que sufrir todas las variantes, por lo que, en vez de unificar sus relojes con el colocado en Iglesia, había momentos en que nadie sabia cuál era la hora exacta. Cansados de controlar una máquina sin resultados, la misma quedó sin funcionar hasta que en 1880 el señor Lázaro Costa solicitud del vecindario que decide repararlo, compra una máquina en Italia para tal fin. El resultado fue desastroso, ya que el reloj marcaba horas insólitas. Se decidió no tocarlo más  y el párroco Idelfonso García resolvió bajarlo. En 1891 la Municipalidad adopta como hora oficial la del Meridiano de Córdoba lo cual es avalado en 1892 con fuerza de ley, por la legislatura de Santa Fe.
Otro elemento que se destaca hacia frente es el Monumento a la Constitución de 1853. En 1855 cuando la plaza era aún una simple extensión rodead; de palos verdes, se coloca en su centro la piedra fundamental del que luego sería el único monumento a la Constitución del 53 que se levantaría en el país. En aquel momento era intendenta Nicasio Oroño, autor de la iniciativa ,siendo autor y director técnico de la obra el arquitecto Demetrio Isola. un periódico de la época, "La Confederación" de 18 de septiembre de 1855, si lo describe de la siguiente manera: "El una sencilla columna cuyas proporciones elegantes hacen su mayor belleza Sobre ella están de pie el genio de q justicia y su base rodeada de 4 colum- natas sustentando unos vasos de mármol. La rodea una verja de fierro". Un- merosos viajeros y cronistas, al visitar Rosario, plasmaban en sus escritos su visión de la plaza principal. Acerca del monumento Hutchinson comenta en su libro: "La plaza que tenemos delante es espaciosa, plantada con dobles calles de árboles de paraíso, y en su centro una columna de la Libertad, en cuya base tiene inscripciones pintadas. En el lado que mira a la Matriz, y mirando aguas abajo, está la figura de una media cara, como un sol naciente, inscrita por "El 25 de Mayo de 1810". Al lado opuesto mirando al norte, tiene la inscripción "9 de Julio de 1816". el día en que la declaración de la independencia fue firmada por los Representantes de las provincias, reunidos en solemne Congreso en Tucumán; y en cada uno de los otros lados las inscripciones "30 de agosto de 1856. jura de la Constitución Provincial" y "12 de febrero de 1860, instalación de la Municipalidad". La columna está cercada por barandas de fierro, en cada esquina de la cual, hay una estatua de yeso sobre un pe­queño pilar que se levanta como ocho pies del suelo. El aspecto del cuadro de esta plaza es muy agradable en un brillante día de sol, o una noche clara de luna - y muy especialmente en la última, cuando una de las bandas militares tocan la música". (Hutchinson, T. 1866).
La columna fue inaugurada el 25 de mayo de 1856. Poco tiempo después fueron sustituidos los vasos por estatuas hechas en tierra romana revestidas de yeso y representando las estaciones. Se le rodeó con una verja y bancos adosados a ella. Lo blando del material empleado hizo que no resistiera mucho tiempo la acción destructiva de la atmósfera. El monumento fue destruyéndose poco a poco y ya derruida la pirámide, estando en pe­ligro su estabilidad, por decreto del
1  de abril de 1879 la Municipalidad dispone: "que se proceda a demoler los restos de la pirámide de la plaza 25 de Mayo". Luego se pide al escultor Alejandro Biggi que presente un proyecto para la construcción de un nuevo monumento. El mismo fue aceptado en 1881 y el monumento se inauguró en 1883. Consistía en una columna de mármol de Carrara sobre una base escalonada, sosteniendo la estatua de la libertad con el águila rompiendo las cadenas a sus pies, en el pedestal, ha­cia los cuatro costados se alzarían las estatuas de San Martín, Belgrano, Moreno y Rivadavia.
*
Hacia la derecha puede verse el primer edificio que tuvo la Jefatura Política o Comandancia, el cual data aproximadamente del año 1842, y ya tenía en aquella época una pieza de altos en la esquina de Córdoba y Buenos Aires, convirtiéndose por aquel entonces la segunda casa de altos que existía en Rosario. Su constructor fue Mateo Fernández.
A la izquierda de la Iglesia, se encuentra el que fuera el primer edificio de la Municipalidad que funcionó en una casa ubicada en el lugar del actual Palacio Municipal. Este último se comenzó a construir recién en 1891 y se terminó en 1896, siendo su constructor Gaetano Rezzara. Con respecto al perímetro de la plaza, las crónicas se refieren a la existencia de un primer cerco constituido por una fila de pa­los verdes que fueron sustituidos por paraísos en el año 1857. Estos paraísos son los que observamos en la fotografía. Entre 1901 y 1902 se cambiaron por ejemplares de plátanos blancos. Este retrato de la plaza 25 de Mayo la define como núcleo fundamental a partir del cual se constituye la villa y luego se va expandiendo la construcción de la ciudad hacia los distintos márgenes. Desde un principio se perfiló como centro único de diversas actividades y de todos los sectores sociales. Como podemos observar en la imagen, la plaza aparece colmada de personas. Así, la plaza, aún sin serlo, es decir, cuando sólo era un "hueco" vacío, ya funcionaba como punto de reunión a la salida de la capilla para las familias que acudían a la misa. Asimismo fue el centro de las actividades comerciales de la zona. Caracterizaban a la plaza, las kermeses que se realizaban comúnmente durante el mes de diciembre, durante los días cálidos. Otra actividad común era la de las retretas militares, acompañadas por la banda militar primero, y la de la policía después. No debemos olvidar que la plaza fue también desde sus inicios, escenario de actos patrióticos y de revoluciones ideológicas y políticas.
Podemos concluir entonces, que la Plaza 25 de Mayo de mediados del siglo XIX se encuentra definida como un centro aglutinador, encerrando un entramado de relaciones entre los distintos actores sociales, en donde convivían y aún conviven, tanto las cuestiones religiosas, económicas y sociales como también las cuestiones políticas. Esta descripción profunda y detallada de esta paradigmática imagen, nos demuestra que es posible realizar una reconstrucción de la historia social a partir de la fotografía. Si bien el campo del análisis de la imagen de encuentra bastante desarrollado en otros países, en el nuestro aún se encuentra reservado a aquellos que se encargan exclusivamente del estudio de la historia de la fotografía. Sin embargo creemos que este recurso puede resultar una fuente inagotable de información tanto para historiadores como para otros profesionales dedicados a las ciencias sociales.

* Lic. en Antropología. Escuela Su­perior de Museología. Secretaría de Cultura y Educación. Municipalidad de Rosario

Bibliografía
- Barthes, Roland. Lo obvio y lo obtuso. Imá­genes, gestos, voees. Paidós. Barcelona. 1986.
- Bergnia de Córdoba Lutges. Maria Amanda. Plazas de Rosario. En: La Capital 7/9/1961 y 24/9/1961. - BialetMassé, Juan. Informe sobre el estado de la clase obrera. Tomo I. Hyspame-rica. Buenos Aires. 1986. - Brisset. Demetrio. Antropología visual y análisis fotográfico. En: http://www.ugr.es/pwlac/G20 01 DemetrioE Brisset Martin.html
- Burmeister. Hermán. Viajes por los estados del Plata. 1857-1860. Tomo I. Unión Germáni­ca en la Argentina. Buenos Aires. 1860.
- Carrasco. Eudoro y Gabriel. Anales de la ciudad del Rosario de Santa Fe. Peuser. Bue­nos Aires. 1897. - Censo Nacional 1869.
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- Chueco. Manuel. Guía del comercio y forasteros de Rosario. 1870. - Cragnolino. Silvia. Rosario: Del poblado a la ciudad. En: Rosario Historias de Aquí a la Vuelta. Ediciones De aquí a la Vuelta. Buenos Aires. 1990.
- Diario "La Confederación" Años 1854. 1855. 1856 y 1860.
- Diario "El Ferrocarril". Años 1864 y 1865.
- Diario "La Capital". Años 1868, 1870 y 1965.
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Falcón. R. y Stanley, M. La historia de Rosario. Economía y sociedad. Tomo I. Homo Sapiens. Rosario. 2001. - Ferrari. Rober Tempranas imágenes de Rosario (Argentina 1868). En: www.fotohistoria.net/ROSARI htm
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Fuente: Artículo publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región.  Fascículo Nº 90 de octubre 2010