Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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viernes, 30 de junio de 2017

EL FRENTE POPULAR

Los logros de la gobernación de Molinas, el creciente nivel de consenso alcanzado por los segui­dores de Sabattini, las tensiones sociales agudizadas que se expre­san ya en las Juntas Pro Defensa de la Producción, ya en las demandas obreras, operan como factores aglutinantes, estimulantes para la concreción de objetivos comunes. La labor de concientización desa­rrollada por la oposición comienza a dar sus frutos y el 1º de Mayo de 1936 se convierte en una primera instancia de convergencia demo­crática en un Frente Popular. Refiriéndose  a él La Nación afirma:"... la manifestación y el paro tendrán esta vez características especiales. Los  obreros han formado ahora común con los partidos Unión Cívica Radical y Socialista pa­ra realizar un solo desfile , modifi­cando así la tradición de este tacto ( La Nación, l9 de mayo de 1936, Pág, 7) .
En ese año '36, la fecha simbólica se carga de un nuevo contenido, re­saltado por las palabras de Adolfo Rubinstein:".. .este mitin no era una manifestación donde los partidos y las organizaciones obreras aparez­can confundidas, sino que mante­niendo sus reivindicaciones, coinci­den en puntos concretos, destina­dos a sostener y acrecer el desarro­llo de la democracia, a la que se tra­ta de dar un contenido para hacer­la servir a los intereses de la colec­tividad orientándola hacia la justi­cia social..." (La Nación registra estas afirmaciones del concejal Rubinstein en la pág. 5 de la edición del 1ºde mayo de 1936).
Dos demandas centrales de la so­ciedad están insatisfechas : la del espacio de decisión abierto a todos los ciudadanos sin límites, ni ex­clusiones y la de una redistribución social acorde a la concepción del bien común. Una aparece como con­dición necesaria e imprescindible para la realización de la otra.
La movilización que conmueve a Buenos Aires y Rosario, entre otras, tras ecos de la voz o el accio­nar de Lisandro. El orador no pre­visto lanzará en el mitin porteño una consigna, dando una nueva di­mensión a la invocación "trabaja­dores del mundo unios": "hombres libres del mundo unios". El santafe-sino vuelve a colocar el acento en la figura del ciudadano, ese construc­tor y actor de la democracia.
Al mismo tiempo, aquellos que nutren el Frente Popular lo sienten caminando en la misma dirección, lo sienten operando como un verda­dero representante : "... La acción de Lisandro de la Torre en el Sena­do promete afirmar la política del frente popular. Así, la acción parla­mentaria ha de converger con la ac­ción de las masas, en la calle..." (La Capital, 2 de mayo de 1936, pág. 5).

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo N.º 7. Autora: Marta Bonaudo. De noviembre 1999.-

viernes, 23 de junio de 2017

La segunda escuela: República Oriental del Uruguay

Con el esfuerzo y el empeño de los vecinos del barrio surge la Escuela N 824. La necesidad de que los niños tuviesen la educación que merecen hizo que no se bajaran los brazos pese a las dificultades. Es así como antes de finalizar el año 1936, en una casa de familia, contando con dos habitaciones de la misma, se comienza con alumnos de Ioa 3o grado. La casa pertenecía a la familia Passero. Al año siguiente, al incorporar el 4o grado se agrega una habitación de la propiedad vecina. El anhelo de un lugar propio tarda en hacerse llegar, y es recién el 1965 que la provincia concreta el deseo de estos incansables vecinos.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia. Fascículo N º 61 . Marzo de 2008

jueves, 22 de junio de 2017

Monumento a las comisiones.

Tiempo después, cuando todo indicaba que el proyecto no se llevaría a cabo, destacados vecinos rosarinos expresaron nuevamente la intención de hacerlo realidad. En mayo de 1936 se formó una nueva comisión para llevar adelante el concurso. Al mes siguiente, el decreto Nº 84.678 del gobierno nacional dejó oficializada la comisión. Este decreto, avalado por el Congreso de la Nación mediante la sanción de la Ley 12.575 de enero de 1939, autorizaba la inversión de $1.000.000 como contribución para levantar el Monumento Nacional a la Bandera. En marzo, otro decreto presidencial estableció las funciones y atribuciones de la Comisión pro Monumento, entre las cuales se contaba la facultad de llamar a concurso de planos, maquetas y presupuestos, y a adjudicar la obra a la propuesta ganadora.
Las bases del concurso establecían, entre otros, los siguientes requisitos:
·sólo podrán intervenir arquitectos y escultores argentinos o extranjeros con carta de ciudadanía;cada anteproyecto debería ser realizado por lo menos por un arquitecto y un escultor, presentándose bajo un lema que resumiera la propuesta junto a una memoria descriptiva y un plano de conjunto, de ubicación, acceso y jardinería del parque; planos de los frentes, de las plantas y acompañarlos con maquetas; el estilo, la interpretación ideológica y la técnica, quedaban librados a la inspiración artística de los autores, pero se exigía que los personajes y emblemas se ajustasen a la realidad histórica; se emplearían preferentemente materiales argentinos y la confección de las piezas y esculturas deberían efectuarse íntegramente en el país;se fijó un monto de $1.000.000 m/n como máximo para su realización; el plazo de presentación se extendía hasta el 30 de junio de 1940.
El segundo artículo del decreto versaba sobre el jurado y establecía que las condiciones para el concurso del plano y presupuesto del monumento, la aceptación de los proyectos, la distribución de los premios y adjudicación de la obra serían “determinadas y apreciadas por una subcomisión” que se constituía a tal efecto y que además era facultada por otro decreto para adjudicar directamente la obra si los proyectos presentados al concurso no fuesen aceptados.
Esta subcomisión, que en los hechos actuó como jurado del concurso, estuvo integrada por Miguel J. Culaciati (presidente), Emilio J. Pareto (vicepresidente), Leopoldo Uranga (tesorero), Federico G. Covernton (protesorero), Juan J. Colombo Berra (secretario), Emilio F. Solari (prosecretario), Ricardo Levene (por Ministerio del Interior), Jorge A. Tavernier (por la Dirección General de Arquitectura); Luis B Laporte (por la Academia Nacional de Historia), Alfredo Williams (por la Comisión Nacional de Bellas Artes), Horacio F. Rodríguez (por la Comisión Nacional de Cultura) y el Coronel Bartolomé E. Gallo (por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos).
Al concurso se presentaron doce anteproyectos, de los que fueron admitidos a evaluación sólo siete. Entre los autores de los cinco anteproyectos no considerados por el jurado se encontraban importantes nombres de la arquitectura rosarina y escultores de prestigio nacional e internacional: los arquitectos Hilarión Hernández Larguía, Juan Manuel Newton y el escultor Lucio Fontana se presentaron con dos anteproyectos, uno con el lema “Ágora” y el otro con “y Blanco”; el arquitecto Ángel Gasparutti y el escultor Roberto Braeckman se presentaron con “Insignia”; Jorge Suáres Araujo y Pablo Tosto con “Epopeya”, y Adrián D. Locati y Juan Zuretti con “Altar de la Patria”.
La subcomisión dio a conocer su dictamen el 22 de septiembre de 1940, asignando el primer premio y adjudicación de la obra al anteproyecto presentado con el lema “Invicta”, cuyos autores eran los arquitectos Alejandro Bustillo y Ángel Guido, y los escultores José Fioravanti y Alfredo Bigatti. Se otorgó un segundo premio al lema “Santuario de la Patria” del arquitecto Antón Gutiérrez y Urquijo y el escultor César Sforza; un tercero a “Altar de la patria” de los arquitectos Mario Roberto Álvarez, Macedonio Oscar Ruiz y el escultor Julio Cesar Vergottini, y un cuarto a “Agora Dorea” de los arquitectos Ermete De Lorenzi, Vicente Otaola, Aníbal Rocca y los escultores Gonzalo Leguizamón Pondal y Carlos de la Cárcova. Además, la subcomisión destacó una primera mención para el lema “Altar y Museo” del arquitecto Carlos Navratil y el escultor Osvaldo Lauersdorf; una segunda para “Proa” de los arquitectos Roberto Benito Gilardón, Daniel Igartúa, Mauricio Repossini, Alberto Superman y el escultor Bartolomé Tasso, y una tercera para “Delta” del arquitecto Francisco Squirru y el escultor Juan Francisco Finochiaro

Fuente:
Ciudad de Rosario Museo de la Ciudad
Editorial Municipal de Rosario
Ciudad de Rosario / Agustina Prieto ... [et.al.]. - 1a ed. - Rosario : Municipal de Rosario, 2010.
228 p. ; 23x18 cm.
Municipalidad de Rosario Secretaría de Cultura y Educación
Editorial Municipal de Rosario

miércoles, 21 de junio de 2017

COMISION DE 1936 ( Monumento)

En el año 1936 en que fue nombrado el doctor Miguel Culaciati Intendente de Rosario comenzó su preocupación por la erección del Monumento. Convocó a una asamblea de vecinos presentados un proyecto de una comisión que tendría como finalidad concretar la ley de aportes públicos subsidios y provincial. La idea fue acogida con entusiasmo por los vecinos. La comisión constituida de la siguiente manera: presidente, •Miguel J. Culaciati; vicepresidente 1º, doctor Fernando Lejarza; vicepresidente 2 º doctor Emilio J. Pareto; señor Leopoldo Uranga ;pro tesorero, señor Federi­co C Coverton; secretario, doc­tor Juan Colombo Berra; pro secretario, doctor Emilio F. Solari; vocal lo., monseñor doc­tor Antonio Caggiano; vocal 2do„ doctor Federico Molina.
Y sigue la extensa lista de los vecinos más caracterizados de Rosario.
La comisión fue reconocida el 18 de Junio de 1936, por Decre­to No. 84678, firmado por el presidente de la Nación, gene­ral Agustín P. Justo.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, Historia de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 1. Autor Héctor A. Sebastianelli


lunes, 19 de junio de 2017

CARLOS DE SANCTIS Y EL MONUMENTO A LA BANDERA

Por Gabriela Dalla-Corte Caballero*

Gracias al apoyo concedido por el Consolato Genérale d'Italia en Rosario, Sebastián Alonso y María Margarita Guspi Terán pu­dieron reconstruir la genealogía de algunas familias italianas que se esta­blecieron en Rosario entre 1870-1900. De acuerdo a este material de estudio, podemos describir a la familia gestada por el italiano José de Sanctis: nacido en Missanello en el año 1856, migró a la Argentina y contrajo matrimonio con la también italiana Rosa Bianca-fiore en 1887. En la ciudad de Rosario fue el titular de uno de los primeros registros notariales por su condición de escribano. Esta pareja tuvo los si­guientes hijos e hijas:
1.- Ana de Sanctis (1888-1889);
  1. - Jorge de Sanctis, escribano y Con­cejal en la Ciudad de Rosario.
  2. - Carlos de Sanctis (1890-1892)
  3. - Ennio Quirino de Sanctis (1892-1892).
  4. - Hilda de Sanctis (1894-1952). Pro­fesora de Letras.
  5. - Atilio Niño de Sanctis (1895, no hay fecha fallecimiento). Procurador, escribano y abogado, Concejal Letra­do del Banco Provincial de Santa Fe e integrante del directorio del Colegio de Abogados; soltero.
de 1957. Autor de más de 40 trabajos de historia, hipismo y zoología; soltero.
  1. - José Dante de Sanctis, nacido en 1900. Odontólogo, profesor de la Fa­cultad de Odontología de Rosario.
  2. - Elvira de Sanctis, profesora de le­tras; soltera. (1)
Carlos de Sanctis -el personaje que nos interesa en este artículo- estudió en el Colegio Nacional de nuestra ciu­dad, Rosario. De él se reconocen las siguientes actuaciones públicas que hizo en la República Argentina y en el Paraguay: médico cirujano, profesor de Clínica Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Rosario, fundador del Sanatorio San Martín en 1927, Ciru­jano de la Guardia Nacional, médico voluntario en el terremoto de San Juan. También participó en la creación del Instituto Nacional Sanmartiniano, fi­lial Rosario. Fue fundador y presidente del Club Hípico "General San Martín", por lo cual su familia conserva hoy día la mención que le hizo dicho Club en el año 1944 presentándolo como "en­tusiasta animador de la marcha Buenos Aires-Asunción-Buenos Aires". Gracias a la obtención del título de medicina se presentó como médico voluntario en la Guerra del Chaco en 1932, convirtiéndose posteriormente en capitán honoris causa del Ejérci­to Paraguayo. Fue Carlos de Sanctis quien aceptó desplazarse al Paraguay para colaborar en la Guerra del Chaco que este país implemento contra Bolivia. Sus fotografías fueron destinadas al diario rosarino La Capital, que lo nombró como corresponsal.(2) Sus re­laciones con la familia Casado-Sastre de Rosario, le permitió fotografiar a los indígenas sanapanás que vivían en el Puerto Casado paraguayo. Y de ahí, su recorrido hasta las zonas en conflic­to bélico en las que de Sanctis intentó salvaguardar la vida de soldados para­guayos y bolivianos.(3) Después de la Guerra del Chaco, Car­los de Sanctis publicó un buen número de folletos, en particular una descrip­ción y que tomó al General Justo José de Urquiza, el Director Provisorio de la Confederación Argentina, como el Benefactor del Rosario, al declarar "habilitado su puerto de libre la nave­gación de los ríos argentinos".(4)
También elaboró un folleto titulado "Rosario y Sur de Santa Fe. Hechos y lugares históricos" en el que describió el origen de la ciudad; el incendio de Rosario por el general Juan Ramón Balcarce; el romance del incendio de la Capilla del Rosario que extrajo de "Romances de Santa Fe"; el origen del Palacio Municipal; el escudo mu­nicipal rosarino; el origen del Monu­mento a la Independencia establecido en la Plaza de Mayo, obra del escul­tor Alejandro Biggi; y, en particular, la primera imprenta que se instaló en la calle Sarmiento, entre Santa Fe y Laprida, el 31 de diciembre de 1851, una fecha memorable para la ciudad de Rosario que hizo que Carlos de Sanctis lo men­cionara como "lugar his­tórico". Dicha imprenta dio a luz el 1 de enero de 1852 la primera hoja en la ciudad de Rosario. Car­los de Sanctis afirmó que Sarmiento había adquiri­do esta imprenta volante por orden de Urquiza en Montevideo, y su perso­nal lo constituyeron el alsaciano Berheim (que más tarde fundaría 'Le Courrier de La Plata'),
dos tipógrafos alemanes, Monumento un oficial austriaco y el dibujante italiano Penotti. Esta im­prenta fue remitida poco después a Paraná, y por orden de Urquiza. De Sanctis también incluyó una impor­tante reflexión acerca de la Logia Ma­sónica llamada Unión N° 17, así como sobre el funcionamiento del Instituto de la Tradición Martín Fierro. La Gue­rra de la Triple Alianza contra el Para­guay también mereció un gran interés de parte de este médico historiador, en particular al describir las condiciones de la Plaza General López, y la propia historia del Abanderado Grandoli: "Durante la guerra con el Paraguay,

Rosario fue puerto de embarque de casi todas las fuerzas, organizándose grandes depósitos de provisiones, per­trechos, carbón para la escuadra, gana­dos y forrajes para el ejército en lucha. El Brasil, que sostenía el ejército más numeroso y mejor dotado, necesitó un buen número de artículos, adquiridos a altos precios y pagados en oro, obli­gando con ello al comercio del Rosario a satisfacer sus necesidades a expensas de una intensa actividad que significó grandes beneficios. La llegada de heri­dos en cantidad imprevisible, hizo que a veces hubiera que ubicarlos transito­riamente sobre euros, llevándoseles la comida en baldes u otros recipientes".
Entre esos fallecidos, Carlos de Sanc­tis incluyó al abanderado Subteniente Primero, Mariano Grandoli, un héroe auténtico. Pertenecía al glorioso Bata­llón Io de Santa Fe que, como el Re­gimiento Rosario, actuó en casi todas las acciones de la "cruenta epopeya" cuando sólo tenía 16 años de edad. Ma­riano Grandoli brindó su vida a la Pa­tria al frente de ese Batallón destinado a servir de vanguardia a todo el ejérci­to argentino. Su bandera fue la primera que flameó contra las trincheras para­guayas en el asalto de Curupaytí. Cayó ensangrentado con esa bandera, per­forado por catorce balazos. De Sanc­tis nombró a Mariano como "hijo del Rosario". Junto a Grandoli, se incluyó la reflexión sobre el pronunciamiento de la ciudad de Rosario contra Juan Manuel de Rosas; la condición de di­cha ciudad como "cuna de la Bandera"; la presencia del General Belgrano; el desembarco de la marinería de guerra extranjera en la ciudad de Rosario en el año 1861; la presencia de la escuadra anglo-francesa frente a la ciudad; y, en particular, la ubicación de la Plaza San Martín, el Palacio de los Tribunales junto al escudo de Santa Fe, la estación de Rosario Norte, la Refinería "Paso de las Cadenas"...
En el año 1957 la Comi­sión Nacional del Monu­mento Histórico y Par­que de la Bandera quedó conformada por el Coro­nel Marcelino de Loredo (presidente), Julio F. Marc (vicepresidente), Carlos de Sanctis (secretario), el Coronel José Lucero (tesorero), y los vocales: Comisionado Municipal José B. Araya, Coronel Roberto Bruno Germán Grotz, Vice-Comodoro Mario Asdrábal Baralde Andrea Babsia. Victorica, y el Capitán de Fragata Adolfo H. Bielsa. Les siguieron el licenciado Néstor Ri­cardo Lemus en calidad de Secretario Administrativo, Domingo S. Trongoni como asesor técnico, y el ingeniero ci­vil y arquitecto Ángel Guido en cali­dad de creador y director técnico del Monumento y Parque de la Bandera. De acuerdo a la maqueta diseñada por estos personajes, la torre quedó con diversos atributos simbólicos, el Pro­pileo, y la escalinata. El mástil fue ubi­cado en la zona La Patria a su Bandera se hizo el 20 de junio de 1957. En el Monumento en­contramos una placa del Centre Cáta­la de Rosario, quien en homenaje a la "Bandera Nacional" incluyó el mensaje de que se trataba de la "gloriosa ense­ñanza argentina". La monumental ara cívica estaba forzada a rendirse al fer­voroso tributo, así como a la gloriosa enseñanza argentina. Los personajes mencionados fueron Blas Parera, La­rrea y Matheu, "que con fe de hombres libres colaboraron en la emancipación nacional, Rosario 20 de junio de 1957". En el Monumento Nacional a la Bande­ra (6) también encontramos una placa del Centre Cátala de Rosario, en home­naje a la "Bandera Nacional". La fecha es precisamente el 20 de junio de 1957. Para ello se gestó un pequeño texto en el que se explicó el significado de las tres partes confeccionadas para dicho Monumento: la torre elevada; la esca­linata grandiosa; y el propileo triunfal de la Patria. En la primera parte, es decir, en la torre elevada, se estable­cieron las estatuas o símbolos que re­presentaban los factores espirituales, históricos, telúricos y geográficos que determinaban la creación de la Ban­dera. La torre se asentó en la entraña de la barranca, la zona en la que los organizadores del Monumento con­sideraban que se había producido el surgimiento de "la nacionalidad de los argentinos". Según sus responsables, la gran altitud de la torre expresaba la necesidad de "glorificar el símbolo sa­grado de la Nación, elevándolo desde su cuna en el mástil infinito de la eter­nidad". La segunda parte hizo referen­cia a la escalinata grandiosa, la cual no tenía otra función que la de sostener la Bandera, afianzando la formación de la Patria libre e independiente. Un país con una Constitución propia que de­bió luchar contra enemigos exteriores y, en especial, interiores. La Bandera sintetizaba la creación de una nación después de décadas de luchas internas que acompañaron el propio proceso de independencia contra la monarquía es­pañola. El triunfo de la libertad y de la organización nacional fueron los grandes resultados después de la gue­rra. Los organizadores del Monumen­to Nacional de la Bandera en Rosario señalaron que "el camino fue largo, con tropiezos y dificultades", y que la norma de los patricios era impedir "desviarse de la línea recta" ofrecida, precisamente, por la escalinata gran­diosa. La tercera parte se centró en el propileo que representaba el triunfo de la Patria: la cuna de la Bandera había llegado a la cumbre anhelada, gracias a su heroica trayectoria histórica y, en especial, a la presencia de los próceres argentinos representados por Belgrano y San Martín. En virtud de la necesi­dad de expresar el anhelo argentino de fraternidad y bienestar en América, se incluyó la Galería de Honor de las Ban­deras para representar a los 21 países de la Unión Panamericana. De alguna manera siguieron el modelo implementado en Cataluña a través del templo del Sagrado Corazón de Jesús, en el Tibidabo de la ciudad de Barcelona, el cual también conserva y enseña todas las banderas americanas. Desde esta perspectiva, el propileo era un altar que servía para venerar la victoria. En palabras de sus responsables, el Fuego Sagrado o Llama de la Argentinidad tenía un rol principal en este diseño cuya secretaría general quedó en ma­nos, precisamente, del médico Carlos de Sanctis: "Es lo que representa el Fuego Sagrado o Llama de la Argen­tinidad que emerge simbólicamente de los restos del Soldado Desconocido muerto por la Patria, que descansan en la gran urna votiva ubicada en el cen­tro del Propileo". (7) Carlos de Sanctis también fue Secre­tario del Museo Histórico Provincial "Julio Marc", pero éste es un tema que abordaremos en otra contribución. Es importante señalar aquí que Carlos de Sanctis, nacido el 13 de agosto de 1898, falleció el 4 de julio de 1957, precisamente en el momento en que se gestaba la inauguración del Monumen­to a la Bandera. Se reprodujo entonces el retrato de Carlos de Sanctis que hizo el famoso pintor Enrique Me Grech.
*Universitat de Barcelona/dallacorte@ub.edu
CITAS
1) Alonso, Sebastián y Guspi Terán, María Margarita, Historia genealógica de antiguas familias italianas de Rosario, 1870-1900, Imprenta Amaleví, Consolado Genérale d'Italia, Rosario, 2005, pp. 132-134.
(2) Dalla-Corte Caballero, Gabriela, La Guerra del Chaco, Ciudadanía, Estado y Nación en el siglo XX.
La crónica fotográfica de Carlos de Sanctis, Prohistoria Ediciones y TEIAA/UB, Rosario, 2010, libro reproducido por Editorial Intercontinental, Asunción, Paraguay, 2010.
  1. Dalla-Corte Caballero, Gabriela y Vázquez, Fabri-cio, La conquista y ocupación de la frontera del Chaco entre Paraguay y Argentina; los indígenas tobas y pi-lagás. y el mundo religioso en la Misión Tacaaglé del Río Pilcomayo (1900-1950), UB-AECID-TE1AA, 2011.
  2. Sanctis, Carlos de, El Caballo Agotado en las Mar­chas de Resistencias. Su preservación y recuperación. Resultados de las experiencias del club Hípico Ge­neral San Martín de Rosario, Las marchas a cai como campos de experimentación deportiva y c ca, s/d, Rosario, 1941.
  3. Sanctis, Carlos de. El Monumento de "La su Bandera" en el Rosario, Rosario, 195T7
  4. Carrillo Bascary, Miguel, "La Sala de Provincias y otras obras a concluir en el Monumento Nacional a la Bandera", en Revista de Historia de Publicación Anual de la Junta de Historia de Rosario Año XXXVII, N° 45, 2005, pp. 111-157.
     7''Síntesis del significado del Monumento a la Bandera". en Inauguración del 
        Monumento de "La Patria a su Bandera", Rosario, 20 de junio de 1957. Se trata de 
        un documento elaborado por Carlos de Sanctis calidad de secretario del
       Monumento. Dicha síntesis fue ampliada por el propio Carlos de Sanctis en su
       obra titulada El Monumento de "La Patria a su Bandera” en el Rosario, Rosario,
       1957. Pude reproducir esta obra, gracias a la aceptación de Teresita de Sanctus.
Fuente: extraído de la Revista “Rosario y su historia y región” Fascículo N• 137 de Febrero de 2015.

viernes, 16 de junio de 2017

El doctor Bernardo Dell'Oro (1892 -1946)

Por Sebastián Alonso

Severo Bernardo Dell'Oro nació en Rosario el 20 de julio de 1892 y fue bautizado al año siguiente en la Catedral. Era hijo de Luis Dell'Oro, comerciante italiano y de Clara Wilhelms, de origen alemán. Fueron sus hermanos María Aída, Mauricio y Eugenio Dell'Oro. Hizo sus estudios primarios y secundarios en nuestra ciudad. En 1913 fue practicante en el Hospital de Caridad y se graduó en Medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1914. Ejerció su profesión en las localidades de San Urbano, Carreras y Rufino, hasta que se radicó definitivamente en Rosario.
Obtuvo por concurso, en marzo de 1914, el cargo de profesor titular de Anatomía en la Facultad de Medicina de Rosario y, en noviembre del mismo año y también por concurso, la dirección del dispensario antivenéreo del Departamento Nacional de Higiene. Fue jefe del Servicio de la Sala VII del Hospital Rosario (hoy Hospital de Emergencias "Dr. Clemente Alvarez") y médico del Centro Unión Dependientes. Fue además director del Museo de Anatomía, jefe de Sala en el Hospital de Caridad, jefe de Cirugía en el Hospital "Unione e Benevolenza" y, desde 1928 director de la Administración Sanitaria y la Asistencia Pública. (1)
Militante del radicalismo, fue elegido en 1925 diputado de la Legislatura Provincial. En 1927 fue elegido delegado al Consejo Superior de la Universidad del Litoral. En 1929 fue concejal por su partido y éste fue su último cargo en la política.
Fue médico director de los consultorios gratuitos y profesor de la Cruz Roja Filial Rosario desde su fundación y director de la Escuela de Samaritanas y Enfermeras de esa institución. En 1932 fue electo consejero de la Facultad de Medicina y, en 1936 fue designado profesor adjunto de Clínica Quirúrgica. Fue miembro fundador y vicepresidente de la Sociedad de Anatomía Normal y Patológica de Rosario. Escribió numerosos libros y artículos
de cirugía: "Apendicitis", en 1934; "Criterio conservador en los traumatismos", en 1934; "Trayecto inguinal", en 1942; "Anestesia intramuscular por los barbitúricos", en 1944; "Cuál es el momento oportuno para levantar los enfermos en el postoperatorio?" y "Tratamiento de la fístula del ano", en 1946, por nombrar sólo algunos.
Se casó con Aída Cirila Campana, hija de Marcelino J. Campana y María Victoria Rodríguez, y fueron padres de María Clara Dell'Oro, casada con Marcos Antonio Figueroa Iribarne, con hijos; y Carlos Alberto Dell'Oro, casado con Eda Luque Lobos, con hijos. El doctor Dell'Oro tenía su residencia en 9 de Julio 559.
Bernardo Dell'Oro falleció a los 54 años en el cenit de su actividad profesional el 10 de noviembre de 1946. Su muerte fue muy lamentada por todos sus colegas y una crónica dice que Dell'Oro fue "quien supo encarnar todas esas virtudes con la maravillosa sencillez de la verdadera grandeza". Está enterrado en una tumba en el Cementerio El Salvador, costeada por sus amigos. Dice en el frente: "Bernardo Dell'Oro. Sus Amigos. Ciencia. Docencia. Amistad". Un homenaje a quien hizo de la amistad un culto y dedicó su vida a la investigación.
Existe una plaza que lleva su nombre. Se encuentra entre las calles Mitre, Rueda, Sarmiento y Pasaje Corbellini, frente a la cual se levanta la Escuela Media "Leonardo Da Vinci".(2)
Citas
(1)Jorfén, Alfredo José, "Historia de la Cirugía en Rosario", en "100 años Círculo Médico de Rosario" Rosario, 2010, pág. 136.
(2)El autor agradece a Jesica Contreras por la foto de la tumba del doctor Dell'Oro.
Fuente: Extraído de la “Revista, su Historia y Región”. Fascículo N.º 139 Abril 2015

jueves, 15 de junio de 2017

“ EL MARC O EL HISTÓRICO PROVINCIAL DE ROSARIO”

Por Jorge Tomasini Freyre


Hace más de una década un querido ami­go, Eduardo de Oliveira Cézar, publicó un folleto titulado "Julio Marc y sus amigos del Museo". En ella hacía una reseña de la trayectoria de la Asociación de Amigos a la que con justicia Marc de­nominaba como "el pulmón" del Museo. Allí señala "que en la década del treinta integraban una tertulia semanal donde entre otras cosas se consideraba que el museo debía ser histórico y provincial. Las reuniones se efectuaban en casa del doctor Martín Freyre, y concurrían los doctores Manuel de Iriondo, Saturnino Albarracín, Domingo Barraco Mármol, Carlos de Santis, Eduardo Hertz, Adolfo Casablanca, y el arquitecto Ángel Gui­do junto a diversas personalidades más". Este grupo de personas (a las que habría . agregar otros nombres) tuvieron una importante ascendencia en los primeros rasos de las inquietudes que culmina-ron con la inauguración del Museo His­tórico. En esta oportunidad, sólo voy a referirme a la personalidad del doctor Manuel María de Iriondo. Su participa­ción en el proyecto de Julio Marc fue decisiva.
Programo una publicación extensa don­de relataré la importancia de los perso­najes mencionados, anécdotas e histo­rias desconocidas acerca del origen del museo y su desarrollo posterior. Son his­torias narradas por personas muy cerca­nas a Julio Marc y las que escuché de sus propios labios. Igualmente de apuntes y documentos que junto a la señora Lu­crecia de Oliveira Cézar de García Arias, presidenta por entonces de FADAM y autora de importantes estudios sobre colecciones antiguas de Buenos Aires, hace más de veinte años, preparamos un estudio de las principales colecciones y la biografía del fundador del museo. Tra­bajo que no fuera publicado por razones que no viene al caso comentar.
La amistad de Julio Marc y Martín Freyre resultó de una cordial relación de vecindad. Ambos residían en calle Urquiza al 1700, los edificios de los respectivos domicilios estaban enfren­tados. El hogar de Julio estaba cons­tituido por el matrimonio de Augusto Marc y Eugenia Dussarrat que procrea­ron seis hijos varones: Augusto, Alber­to, Emilio, Julio, Alfredo y Ricardo. Si algún rasgo distinguía la personalidad de Julio Marc era su simpatía singular y buen humor, condición natural que le permitía hacer amigos con facilidad. Era un conversador nato, su discurso era vivaz y chispeante. Su amigo Do­mingo Barraco solía decir, "si Julio no tiene algún interlocutor válido es capaz de ponerse a conversar con los postes de la esquina". Le fascinaba la histo­ria informal, desde los chismes de las testas coronadas de Europa, hasta los cuentos relacionados con la vida pri­vada de personajes de nuestra historia. En este punto coincidía con los gustos de Freyre, a quien le impuso el sobre­nombre de fiscal ameno y amable de la tradición rosarina. Pronto descubrieron que ambos tenían intereses culturales afines: la pasión por el coleccionismo. Se reunían en un café ubicado en la esquina noroeste de Corrientes y Urquiza, a pocos pasos del teatro Colón, juntamente con dos amigos comunes, el doctor Antonio Cafferata y el doctor Calixto Lassaga. Marc contaba que este último a veces asistía a las reuniones de mal talante, y que solamente se sol­taba luego de haberse tomado unas copitas de ginebra. Por la década de 1930 los amigos se hicieron habituales en las tertulias de la familia Freyre. Eran reu­niones informales, pero periódicas, que se realizaban en casas de familias con fines de recreación. También eran fuen­te de información y solidaridad entre ellas. Los visitantes que generalmen­te concurrían al domicilio de Freyre, ya fuese por vínculos de parentesco o lazos de amistad, pertenecían a las fa­milias de los fundadores de la ciudad. Así, es fácil recordar los nombres de Correa, Grandoli, Rodríguez Hertz, Larguía, Benegas, Nicolorich, Caffera­ta, Aldao, Paganini, Lamas, Carrasco, Giraldi, Muzzio y otros más. El tema de la historia de Rosario era un lugar común, así como los chismes del momento. Eran habituales las visitas de Eduardo Paganini y Virginia de la To­rre, gran amiga de Ada Ghione, espo­sa de Martín Freyre, que nunca olvidó el gesto de Lisandro de la Torre quien pronunció la oración fúnebre con moti­vo del fallecimiento de su padre, el doc­tor Emilio Ghione. El corrillo candente de la época era el romance de Julia La­mas Freyre y Lisandro de la Torre, los que mantenían una relación amorosa. Julia Lamas era viuda del doctor Igna­cio Firmat Muro, hija de Luis Lamas Hunt y Manuela Freyre, hermana del intendente Luis Lamas. Se hablaba por entonces de compromiso matrimonial, sin embargo, Martín, que conocía a Li­sandro, no veía en ese sentido futuro a la pareja. Lisandro no era apto para tal empresa, él "había nacido para fines más altos", como le contestó a su ma­dre, Virginia Paganini, cuando le orde­nara realizar pequeñas diligencias ves­tido de marinero, según moda común de la época. La pasión política devoró sus días y también su vida. En estas reuniones, Julio Marc cono­ció al doctor Manuel María de Iriondo, "Manucho" como era conocido popu­larmente. Congeniaron de inmediato y se trabó una relación de amistad que duró a lo largo de sus vidas. Iriondo llevaba en la sangre la vocación políti­ca, nieto por ascendencia materna de Francisco Antonio Candioti "el prínci­pe de los gauchos", primer gobernador autónomo y federal de la provincia, era hijo de Simón de Iriondo que dominó el escenario político santafesino desde la época del gobierno de Mariano Cabal hasta su muerte acaecida en 1883. Ma­nucho militaba en las filas del partido de Alem, comenzó su carrera política como secretario del doctor Bernardo de Irigoyen cuando este ocupo la go­bernación de Buenos Aires. Desempe­ñó numerosos cargos públicos y en la década de 1920 se unió a la corriente de los radicales antipersonalistas. Fue ministro de hacienda y más tarde mi­nistro de Justicia e Instrucción Pública durante el gobierno de Agustín P. Jus­to. Candidato a la vicepresidencia de la República en la fórmula encabezada por Robustiano Patrón Costas, el golpe de estado protagonizado por el grupo de militares nacionalistas el 4 de ju­nio de 1943, significó el fin de su tra­yectoria política. Iriondo estaba casa­do con Salomé Freyre Fraga, nieta del Gobernador Rosendo Fraga, y bisnieta de Estanislao López. Era hija del coro­nel Marcelino Freyre, por consiguien­te sobrina de Martín. La presencia del matrimonio Iriondo Freyre por este motivo era frecuente en Rosario. En el cementerio "El Salvador" están sepul­tados los restos de sus padres. Además, tenía una afinidad especial con la con­gregación de los padres Agustinos que administraban la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, Patraña de la Hispani­dad, a quienes donó una imagen anti­gua de la Virgen. Según tradición per­tenecía al hogar constituido por Josefa Rodríguez del Fresno y Estanislao Ló­pez. No obstante la diferencia de ideas políticas, Martín Freyre era demócrata progresista, tenía un gran afecto por Manucho y no tanto por su sobrina a quien criticaba por su donación, pues su opinión esa imagen jamas debió salir de Santa Fe. Tuvo razón: la capiilla desapareció de la hornacina donde se exhibía y custodiaba.
El gran dilema en la vida de Julio Marc se presentó en setiembre de 1936 cuando fue nombrado director ad-honorem del museo científico de Rosario, con sec­ciones dedicadas a la historia natural, etnografía e historia. Siempre lo había perseguido la idea de crear un museo de ciencias naturales, fue un estudioso de esas disciplinas. Su entusiasmo por la observación de la fauna americana lo llevó a cultivarse en la materia, era un experto taxidermista y realizaba prác­ticas sobre este arte en particular. Su objetivo consistía en conservar embal­samadas especies en vías de extinción. En su estancia "La nueva Florida" esta­bleció un pequeño zoológico donde po­seía diversas especies, incluso monos de distintas regiones americanas. Ha­bía construido una pajarera de grandes dimensiones donde podían estudiarse ejemplares procedentes de Brasil, Para­guay y regiones de nuestro país. Por comentarios de Rubens Alies yo conocía esta historia, la que siempre despertaba mi curiosidad ya que no me parecía creíble. Sin embargo, Julio me ratificó la versión personalmente cuan­do lo visitaba en su domicilio de calle Urquiza. Me explicó que Manucho, persona culta con gran sensibilidad por las cuestiones de nuestra historia, lo había ayudado a definir el rumbo ade­cuado sobre la problemática del museo científico. La nominación de Iriondo como gobernador de la provincia signi­ficó un vuelco definitivo, ya que el apo­yo político y económico brindado por el gobernante fue el puente de oro que abrió todas las puertas. Contaba, ade­más, con el concurso del doctor Miguel Culaciati, amigo de Iriondo e intenden­te de la ciudad, que en tiempo récord realizó las gestiones necesarias para transferir los terre­nos de propiedad municipal (antigua casa-quinta de los Tiscornia) a la pro­vincia. Los conter­tulios de la familia Freyre que empu­jaban a Julio para decidirlo por la creación de un mu­seo histórico, po­dían considerarse satisfechos. Ellos también habían hecho historia. El 10 de abril de 1937 Iriondo decreta­ba la creación de esta institución museal, orgullo de todos los rosarinos. De acuerdo al relato anterior podría pensarse que a Julio le daba lo mismo crear un museo de ciencias naturales, que uno de arqueología o historia. No era así, Marc poseía una cultura e inteligencia superior. Su personalidad presentaba facetas sorprendentes. Amaba la ópera y la música: tocaba el piano con éxito interpretando a su compositor favorito Federico Chopin. No podemos deter­minar cuáles fueron las reflexiones ín­timas que lo inclinaron a crear el museo histórico, quizás la influencia del entor­no de amigos pudo ser importante, pero no definitiva. Marc, hombre de carác­ter, no se dejaba influenciar fácilmente. Era un conductor, no un conducido. El grupo de amigos ponderaba permanen­temente sus co­nocimientos e in­teligencia. Tal vez el punto esencial de su elección re­sidió en su amor por Rosario y su gente, más allá de sus inquietudes científicas y el profundo conoci­miento de nuestra historia, la exalta­ción de la ciudad y sus valores eran el norte de sus ac­ciones, y quienes lo conocimos en vida podemos dar fe de esta reali­dad. Defendía la figura de Estanis­lao López porque había contenido las ambiciones hegemónicas de Rosas, fiel intér­prete de los intereses porteños, y de Ur­quiza, que, con su política liberal, sentó las bases del asombroso crecimiento de la ciudad. Tenía profunda admiración por los "gringos" (con esta expresión Julio se refería a toda la inmigración ya fuesen genoveses, gallegos, asturianos, ingleses, franceses, etcétera) que con su fe y trabajo habían hecho de Santa Fe una poderosa provincia. Eran célebres sus discusiones con Amelia Carranza, Saturnino Albarracín y Adolfo Casablanca sobre temas históricos. Amelia Carranza, mujer muy versada quien poseía una estupenda biblioteca he­redada de su padre, el historiador Án­gel Justiniano Carranza, quien fuera el autor de un clásico sobre la historia de nuestra armada "Campañas Navales de la República Argentina 1810-1870", au­tor también de una de las monografías publicada en 1880 (la cual causó revue­lo inusitado): "El General Lavalle ante la Justicia postuma". En ella demostra­ba, con documentos irrefutables, que no se podía imputar toda le responsa­bilidad al Jefe unitario por la muerte de Dorrego. Saturnino Albarracín médico notable de la ciudad, sanjuanino aman­te de la historia cuyana, descendía por línea paterna y materna de la familia de Doña Paula Albarracín. Su padre, Juan Crisóstomo Albarracín, se había des­empañado como Ministro de Justicia durante la presidencia de Sarmiento, y su tío, el doctor Alejandro Albarra­cín, fue gobernador de San Juan (1890-1894). De modo que conocía la historia del país, no sólo por sus lecturas, sino también porque la había vivido en el seno de su hogar. Adolfo Casablanca, brillante escritor y periodista, la ima­gen del intelectual rosarino de aque­lla época, crítico de arte, sus trabajos fueron publicados por los medios más importantes del país y, particularmen­te, por "La Capital". Fue Presidente del Rotary Club Internacional, viajó por las principales capitales de Europa, Es­tados Unidos y Sudamérica. Su padre Cornelio Casablanca fue promotor de la Creación del Hospital Centenario y la Escuela de Medicina, fundador de la "Liga del Sur" más tarde candidato a vicegobernador de la provincia inte­grando la fórmula encabezada por el doctor Lisandro de la Torre. La formación historiográfica y museo-lógica de Marc era notable. Señalemos que durante años y hasta su jubilación ejerció la cátedra de Historia en el Co­legio Nacional y en la Escuela Supe­rior de Comercio. Como numismático publicó tres interesantes trabajos: "El escudo Argentino en la moneda", "La moneda colonial argentina" y "La guerra y la paz en la numismática co­lonial americana". Su interés por esta disciplina se remonta a la década de 1910. Conocemos una carta fechada el 10 de octubre de 1912, que el señor Pelleti le dirige informándole que está a la venta una colección de 16 medallas de oro, 240 de plata y otras de metal blanco o doradas hasta un total de 1400 ejemplares, advirtiéndole que dichas colecciones pueden ser adquiridas con facilidades de pago. Pero también sabe­mos que coleccionaba libros, folletos y documentos que intercambiaba con sus colegas Antonio Cafferata y Calixto Lassaga. Poseía una nutrida biblioteca particular donde era posible consultar todos los clásicos de la historiografía argentina. Solía decirme, "Si quieres entretenerte puedes leer a Vicente Fi­del López excelente historia novelada, tiene tanto colorido que hasta puedes escuchar el estrépito de los cañones en la batalla de Suipacha, pero si quieres conocer algo de historia en serio tienes que abordar a Bartolomé Mitre", sano consejo que yo seguí muchos años des­pués. Muy acertadas fueron las palabras del doctor Pablo Borras refiriéndose a los conocimientos museológicos de Ju­lio Marc: "Cuando describe los objetos, describe su historia, la propia historia del objeto y la historia de su adquisi­ción". Sobre la base de estos principios ordenó la creación del inventario his­tórico y artístico, que reunía todas las investigaciones sobre las colecciones del museo. Ignoro quiénes fueron sus autores, pero, por la calidad de sus ex­posiciones, supongo la intervención de Julio Marc, el doctor Romeo Crovetto, Félix Chaparro, Leopoldo Kanner, Ru-bens Alies y Emilio Marc. Con el fin de concretar definitivamente el guión museológico y museográfico, otro de los importantes discípulos de Marc en la dirección del Museo, el señor Jorge Martínez Díaz, me cedió tales trabajos de investigación, los cuales rindieron tributo a los iniciales coleccionistas y donantes. Convengamos que las inves­tigaciones científicas sobre las colec­ciones del museo se desarrollaron hasta el fallecimiento de Martínez Díaz. Lue­go la nueva administración del museo imprimió durante muchos años políti­cas culturales diferentes. Tengo en mi archivo privado cientos de documentos que demuestran la labor cumplida en ese sentido. El tema del guión museo-lógico y museográfico fue ampliamen­te debatido y hubo distintas posiciones. Excluyendo las muestras de las civili­zaciones precolombinas y de arte his­panoamericano que parcialmente esta­ban resueltas, ya que el doctor Alberto Arrué Gowland sostenía que era ne­cesario agregar como complemento la historia de la conquista, destacando las expediciones de Gaboto, la fundación de Asunción y su importancia como madre de las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires. El problema se presenta­ba en las muestras relativas a la historia nacional, la exhibición abarcaba desde las invasiones inglesas hasta el derro­camiento de Rosas que finalizaba con la sala dedicada a Urquiza y los consti­tuyentes de 1853.Las salas estaban ubi­cadas siguiendo un orden cronológico y eran complementadas por muestras de la gesta sanmartiniana, Belgrano y otras que evocaban Rosario y Santa Fe. Allí se suspendía la secuencia, difí­cil de armonizar con las exposiciones aisladas de guerreros del Paraguay, Richieri mapoteca, periodismo, folklore etc. La situación se complicó más aún cuando en años posteriores se agrega­ron las importantes muestras de pla­tería, pulpería y Lisandro de la Torre que inconcientemente fueron desdibujando la planificación original. Pienso que hoy con los avances de los estudios geográficos la solución es más fácil, aunque la necesidad de espacio en los museos es permanente.
Se dijo que sería interesante avanzar en la exposición creando una muestra . relativa a la generación del 37 y el 80, abarcando el período histórico de las presidencias de Mitre, Sarmiento, Ave­llaneda y Roca cerrando el ciclo con la sanción de la ley Sáenz Peña. Marc compartía y alentaba estas ideas, pero insistía en la creación de un gran gabi­nete numismático, un salón de confe­rencias y un espacio adecuado para la biblioteca y archivo que posibilitara su consulta por los estudiosos. Quizás el proyecto del gran gabinete numismáti­co lo tomó de su colega Gustavo Barro-. cuya muestra por aquella época era considerada como la más importante del mundo. Gustavo Barroso fue nota­ble intelectual organizador y primer di­rector del Museo Histórico Nacional del Brasil inaugurado en 1922 con motivo de la celebración del Centenario de la independencia de aquel país. Sus obras que comprendían unos ocho o diez to­mos sobre las colecciones del museo nacional, eran la guía de nuestros es­tudios museológicos y museográficos.
Este tipo de museos históricos en genero existían en Europa, a excep­ción del museo Carnavalet relacionado con la historia de París. En Argentina se carecía de bibliografía específica, lo más cercano y parecido en América leí Sur era el proyecto de Barroso. Por supuesto que existían los modelos del museo histórico Nacional fundado por Adolfo Carranza, y las colecciones or­ganizadas por Enrique Udaondo en el complejo de Lujan, pero eran concep­ciones museales diferentes con respecto al pensamiento de Julio Marc. Pretendía desarrollar concordando con la historia nacional muestras simultáneas de Rosario y Santa Fe. Tampoco se le naba el impacto de la inmigración, admirador del pensamiento de Alberdi Sarmiento, sostenía enfáticamente que la Argentina moderna y sus riquezas provenían del esfuerzo y el trabajo s millones de "gringos" que entraron al país, lo que obligaba a un nuevo que de la cultura argentina distinto del legado precolombino e hispánico, había organizado una biblioteca consulta interna, útil para preparar las visitas guiadas y las referencias bibligráficas de las investigaciones sobre el patrimonio. Nos eran conocidos los trabajos de Alejandro Rosa. Humber­to Burzio. Jorge Ferrari. Enrique Peña, Rómulo de Carbia. Juan Kronfuss, Héctor Schenone. Adolfo Luis Ribera, Guillermo Furlong. José León Paga­no, Alejandro Taullard. Bonifacio del Carril, Arobson. Angel Guido, Jacinto Yaben, y tantos otros autores. Entre las iniciativas de Barroso que llamaron es­pecialmente la atención de Marc, fue el decreto que creaba el primer "Curso de Museos" destinado a capacitar téc­nicamente al personal de estas institu­ciones, bibliotecas y archivos. Esto era una cuestión de importancia, siempre se quejaba que desde los organismos oficiales le enviaban auxiliares que ni siquiera habían leído el "Grosso chico". Se refería a la obra del profesor Alfredo Grosso que en 1893 editó "Nociones de Historia Argentina" con tanto éxito que se convirtió en el manual de casi todas los colegios de segunda enseñanza en el país hasta la década de 1960. Popu­larmente era conocido como "Grosso Grande" el curso de Historia Nacional editado en 1898. De todas maneras am­bos "Grossos" estaban desterrados del museo, hasta el presente no creo que se haya conservado un solo ejemplar en su biblioteca, aunque más no fuese como una curiosidad bibliográfica. Estas in­quietudes nos llevaron a planificar bre­ves cursillos sobre temas museológicos y de conservación de bienes culturales.
Emilio Marc inventó un sistema de vi­sitas guiadas para personas discapaci­tadas, fue la primera experiencia que se realizó en los museos de nuestra ciudad. Los ambiciosos proyectos de la Dirección del museo necesitaban espacios mucho más amplios que al­bergaran las colecciones planificadas, y el edificio de Ángel Guido resultaba insuficiente para el desarrollo de tal empresa. Por el año 1962 cuando los tribunales provinciales fueron trasla­dados a su nueva sede, hacía tiempo que Julio había comenzado las ges­tiones para trasladar el museo al viejo edificio de Juan Canals. Consiguió su propósito y bajo la dirección del arqui­tecto Pasquale se iniciaron las obras so­bre calle Moreno. Pero otra institución pujaba por lograr un espacio en dicho edificio. La escuela y luego Facultad de derecho, presidida por un grupo de profesores distinguidos, reclamaban de las autoridades una urgente solución respecto a la necesidad de contar para sus actividades docentes con una sede propia. Se llegó a una transacción, la escuela ocuparía la planta baja del ala que da sobre calle córdoba y la mitad sobre moreno, quedando el resto a dis­posición del museo. Esta solución no convenció al Dr. Marc, no obstante que en el compromiso aceptado se afir­maba que la escuela sólo ocuparía el edificio por el término de cuatro años, a la espera de los trabajos que se plani­ficaban en la ciudad universitaria. Has­ta el fin de sus días luchó para que el compromiso se cumpliera puntualmen­te, horas antes de su fallecimiento im­partía instrucciones a su sobrino Vélez Marc a los fines de convocar una reu­nión con las autoridades competentes y agilizar en lo posible la meta traza­da. Fui testigo de cargo del suceso, me encontraba con familiares y amigos en la habitación de Julio internado en un sanatorio bajo la esmerada atención del doctor García Turiela. El 28 de julio de 1965 dejó de funcionar el corazón del poderoso motor de esta noble empresa cultural rosarina.
 
Bibliografía consultada
Oliveira Cézar, Eduardo. "El Dr. Marc y sus amigos del Museo" Rosario 1999
De Marco, Miguel Angel (h) "El Museo Marc un tesoro de los rosarinos "
Bolsa de Comercio de Rosario - Revista institu­cional N" 1513. Rosario 2011
Marc, Emilio "correspondencia familiar 1900-1912 Comentarios". Rosario 1980-Colección privada

Fuente: Extraído de la “Revista, su Historia y Región”. Fascículo N.º 107 – Mayo de 2012

miércoles, 14 de junio de 2017

MUSEO HISTÓRICO PROVINCIAL "JULIO MARC"

Asociación Amigos del Museo


El Museo Histórico Provincial Julio Marc es considerado uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad donde se conserva, investiga y difunde la historia local, regional y nacional. Está ubicado en el corazón del Parque de la Independencia y fue construido sobre la antigua quinta de los Tiscornia sobre un proyecto del ingeniero Angel Guido.
El deseo de contar con un Museo de esas características fue siempre un anhelo de los rosarinos. Una decisión correcta fue la ordenanza municipal de octubre de 1909 que adhiriéndose a la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo disponía la creación de una biblioteca pública con una sección de museo que se identificara con la historia nacional y especialmente con la de Rosario. Nació por ello la Biblioteca Argentina "Dr. Juan Álvarez" pero luego la idea del museo se diluyó.
Hubo que esperar a que la ciudad festejase el "Bicentenario de su fundación en 1925" para un nuevo proyecto que, con cierto retraso y ásperas gestiones se fue realizando para culminar en su espléndida inauguración el 8 de julio de 1939. Es justo destacare! decidido apoyo brindado por el entonces Gobernador de la Provincia Manuel María de Iriondo y de! Comisionado Municipal Miguel Culaciati y por supuesto la tesonera y destacada labor del Dr. Julio Marc, un distinguido ciudadano y figura notable de la intelectualidad rosarina quien fue designado primer Director de1Museo. Después de su fallecimiento la institución adóptó su nombre.

Julio Marc había nacido en Rosario el 6 de abril de 1884. Egresado de la Universidad de Buenos Aires como doctor en jurisprudencia y diplomacia fue profesor y ocupó cargos directivos en la universidad local; magistrado integrante de la Cámara de Apelaciones de la ciudad; historiador miembro de la Academia Nacional de Historia, del Instituto bonaerense de numismática y antigüedades, del Instituto Argentino de Cultura Histórica de la Comisión Nacional de Museos, miembro del Instituto San Martiniano, Belgraniano, Browniano y de Derecho Internacional entre otras entidades. Escribió numerosos libros sobre su especialidad recibiendo premios y distinciones siendo un destacado columnista de diarios y revistas.


Coleccionista de reliquias históricas dotó a la provincia uno de los más importantes museos históricos del país especialmente con la historia de Rosario y su región. Falleció en nuestra ciudad el 28 de julio de 1965.

El Museo en la actualidad posee un edificio que consta de más de treinta salas que albergan colecciones históricas y su patrimonio de más de 27.000 objetos inventariados lo señalan como uno de los mayores referentes artísticos, bibliográficos y numismáticos del país. Ofrece piezas arqueológicas, pinturas, esculturas, platería, textiles prehispánicos, mobiliario, arte decorativo, documentos y armas. Además cuenta con piezas originarias de varias culturas americanas que extiende su ámbito de influencia a toda Latinoamérica.
El Museo cuenta también con una Biblioteca y Archivo General que contienen material de gran valor sobre la historia local y nacional y esta creación del Dr. Julio Marc cuenta con más de 12.000 ejemplares, inclusive con documentos anteriores a la conquista de América.
Orgulloso de su pasado, fortalecido actualmente y vislumbrando un más que promisorio futuro, el museo mantiene intacto sus fines temáticos que, en el frente de su anterior ingreso exponen las tres estatuas de Troiano Troiani con sus respectivas leyendas: "América India", "América Colonial", "Historia Patria".


Asociación Amigos del Museo

La Asociación Amigos del Museo Histórico de Rosario fue creada en 1950 para contribuir con la misión y los objetivos del museo, colaborando en todo aquello relativo al enriquecimiento histórico y patrimonial del mismo.
Está constituida por personas de vasta cultura y de un gran amor por la historia nacional y rosarina. Realizan diversas actividades, como organización de cursos, conferencias, conciertos, visitas guiadas, ediciones y publicaciones que contribuyen al desarrollo continuado del Museo Histórico Provincial.
Fuente: Extraído del Libro “Historias Trascendentes de Rosario”. 2da. Edición. Imprimido en Gráfica Amalevi SRL. En agosto 2015.-