Por
Gabriela Dalla-Corte Caballero*
En febrero de 1813 la edificación del
Convento de San Carlos Borromeo de San Lorenzo resguardó al cuerpo de
granaderos al mando del coronel José de San Martín en su lucha contra el
ejército español. Pero también fue el escenario en el que se produjo, en abril
de 1819, el conocido "Armisticio de San Lorenzo" que se firmó entre
representantes de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos para
acordar el cese de la hostilidad.
En el año 1916, los feligreses de la parroquia del Convento
decidieron colocar una placa conmemorativa en honor a los sacerdotes que
habían luchado a favor de la libertad y de la patria. Este acto se produjo
durante el primer centenario de la Independencia, esta última declarada el 9 de
julio de 1916. Es importante señalar que el 2 de octubre de 1940, la Ley N° 12.648 declaró al
Convento de San Carlos Borromeo como Monumento Nacional, incluyendo el Campo
contiguo al Monasterio. Frente a este espacio, la zona del río Paraná en la
cual se produjo en el año 1813 el combate entre el ejército liderado por el
Libertador José de San Martín, y las fuerzas españolas.(l)
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el Convento de San Lorenzo
recibió un buen número de italianos franciscanos que habían decidido establecerse
en San Lorenzo y acompañar el proceso de colonización del territorio chaqueño
argentino. Los hermanos franciscanos fundaron nuevos pueblos y misiones, como
las de San Jerónimo del Sauce, Santa Rosa de Calchines, Concepción de
Reconquista, Colonia Dolores... Su trabajo propició la propagación de los
principios de la Orden
así como la expansión misionera hacia el Territorio Nacional de Formosa, la
zona del Gran Chaco que desde el año 1955 se convirtió en una de las tantas
provincias de la
República Argentina. En esas tierras formoseñas, los franciscanos
crearon dos misiones: San Francisco de Asís del Laishí, así como San Francisco
Solano de Tacaaglé. En el Territorio Nacional del Chaco, hoy provincia del
Chaco, los misioneros también abrieron las puertas de la tercera misión,
llamada Nueva Pompeya. Los franciscanos cumplieron así con su obra misionera de
convertir a los aborígenes al catolicismo, integrar a las familias indígenas
mediante la enseñanza y el manejo de los sembrados, y sumando a todo esto el
hecho de asistir a los inmigrantes -en su mayoría españoles e italianos- que
comenzaron a instalarse en la zona chaqueña de lo que hoy conforman las
provincias de Formosa, Chaco y Santa Fe.
En Formosa y Chaco los misioneros pudieron organizar las misiones indígenas.
Junto a ellas, las reducciones de indígenas de las zonas ya convertidas en
provincias, como fue el caso de Santa Fe. Allí las reducciones también contaron
con capillas, templos y lugares de culto, que es la base de la organización
de la Ordo Fratrum
Minorum (Orden de Frailes Menores, OFM). En las misiones establecieron
aserraderos, el ingenio azucarero, la producción y venta de animales y recursos
de la zona, así como la apertura y diagramación de caminos, y la promoción de
talleres de oficios para mujeres indígenas. Para las nuevas generaciones de
aborígenes establecidos en las misiones, los franciscanos también inauguraron
y sostuvieron algunas escuelas que incluyeron la enseñanza del arte y de la
música. Reproducimos algunos de los instrumentos que son conservados hoy día
en el Convento de San Lorenzo, y que pudimos fotografiar en el año 2012.
La
Biblioteca y
Archivo del Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo funcionó hasta el año
1969 como aula y lugar de estudio filosófico-teológico. Desde el año 2007, los
franciscanos decidieron unificar y centralizar los fondos documentales
procedentes de múltiples lugares de la Provincia Franciscana
San Miguel. La mencionada documentación nos permite reconstruir la historia del
funcionamiento de los Colegios Apostólicos franciscanos cuya aspiración
siempre fue formar misioneros en la observancia estricta de la pobreza, desarrollar la acción pastoral,
y proyectar eu acción misionera en las diversas reducciones y misiones
indígenas del país. Su propia formación incluyó la adquisición del idioma
nativo para comunicarse con los pueblos a los que debían dirigir el mensaje
evangélico, así como la instrucción en la lengua latina, griega y hebrea.
La mencionada biblioteca-archivo conserva cartas personales escritas,
enviadas, y recibidas, por los frailes establecidos en reducciones y misiones
indígenas. En esas cartas, reflexionaron sobre su vida diaria y la de los
aborígenes argentinos, entre ellos mocovíes, tobas, pilagás.... El Convento de
San Lorenzo también resguarda el registro fotográfico que hicieron los
Misioneros Franciscanos para dar a conocer el mundo indígena y sus
actividades "evangelizadoras". Se conserva un total de 20.000 obras
que tienen un gran valor histórico cultural. Y entre esas obras se encuentran
innumerables referencias históricas que hacen del Convento San Carlos el
testigo de sucesos fundantes de historia de Rosario y su región.
La documentación histórica se vierte en un elemento privilegiado desde
una posición de sensibilidad actual,
ya que habilita la interpretación
social de manera diferente historiografía clásica. Esta producción clásica, de
corte más positivista anti-religioso, se volcó siempre la repetición de los
principios políticos institucionales. Las cartas y las fotografías mencionada:
arriba, en cambio, nos dan instrumentos privilegiados para reconstruir la vida de las familias indígenas y la propia labor de los frailes de la Orden de los Frailes Menores
(OFM). Hablo de cartas institucionales y personales, en al casos, simplemente
informativas, y en otros casos más bien volcadas a una crítica nacional,
política y económica. La pobreza siempre fue la base de la sensibilidad
franciscana mi propio interés de divulgar sus importantes gestiones poco
conocidas y reconocidas.
*Universitat de
Barcelona /dallacorte@ub.edu
1) Biraghi, Roberto,
Historia de San Lorenzo ciudad santafesina, Almafuerte, San Lorenzo 1980
Fuente: Extraída de la revista “ Rosario, su Historia
y Región” .Fascículo Nº 131 de Julio 2014