Las anécdotas sobre el Safo no tienen prácticamente
fin, pero de todas ellas se desprende que resultaba realmente el más lujoso,
concurrido por gen- \ te que podía permitirse el pago de los 5 pesos del
comercio sexual, pero además, los otros tantos, o más, que resultaban de las
juergas, comidas y bebidas que podían obtenerse en el lugar. Siempre con la
discreción y delicadeza que garantizaba un mecanismo empresarial sólido y
aceitado... Aquel Francisco Malatesta, de sonoro nombre anarquista - pero j que nada tenía de tal-
resultó para la policía de Rosario una presa fácil cuando se produjo el
derrumbe de la cofradía. Fue detenido y deportado y quedó para los prontuarios
bajo el alias de Búfalo Bill. . .
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 8. De Diciembre 1990. Autor: Rafael
Ielpi