"— ¡ Decirme, che!
. . . ¿Has sido sargento del 6o?.
— ¡Sí, señor!.
— ¡Con razón te piden de la 4ta! . . . ¡CIaro!. ¡Se
llevan los mejores agentes y lo dejan a uno aquí con puros gallegos! . . .
¡Mirá! . . . ¡Te vas a quedar conmigo; te voy a enseñar para pesquisa!".
José S. Alvarez (Fray
Mocho)
"Agente - ¡Un momende!. ¡AIto!. Aquí está la autoretá.
¿Cosa sucede?".
Augusto Garrido y Juan Agustín Honres "A 0.05 el copetín"
Saliendo de la estación propiamente dicha, el
barrio de Súnchales continúa hacia el centro de la ciudad. La zona que va
desde la calle Ovidio Lagos hasta el boulevard Oroño, delimitada por la calle
Salta, al Sur, y la av. Wheelwright al Norte, contiene, además, el límite entre
la seccional 9a. de policía y la seccional 4ta., todo dentro del barrio de
Súnchales, por supuesto. La arteria principal del barrio señalado, es Güemes.
"—En la calle Güemes de la sección 9a., por
aquellas épocas, cuando llovía torrencialmente se formaba un río. Entonces
existían aquellas bateas cuadradas grandes que usaban las mujeres, ¿se
acuerda?. Los muchachones, nosotros entre paréntesis, tirábamos las bateas y
las usábamos como canoas. Así nos divertíamos, mientras los comerciantes ponían
estopa en las hendijas de las puertas para que no se les entrara el agua".
1
Entre los numerosos comercios de la zona, hay uno
que concita la mi atención de las amas de casa, especialmente de los habitantes de algunos conventillos cercanos. Es que el precio y la calidad no se consiguen así tu unas.
"—En la calle Güemes, entre Callao y
Rodríguez, existía una famosa pollería, ocupada después por los hermanos
Giarda que pusieron venta de quesos y fiambres. La pollería había sido de
Seijas hermanos, quienes se fundieron con el correr del tiempo. Uno de ellos
tiene en Buenos Aires actualmente, no recuerdo la calle, un pequeño quiosco de
cigarrillos. El otro murió".2
Como sucede muchas veces, basta un defecto físico
para rebautizar a una persona y también el negocio que posee.
" En Güemes y Rodríguez, donde hoy
existe una peluquería grande y
unos edificios, enfrente, sobre la ochava de allá había un almacén llamado
El Almacén del Jorobado por el defecto que tenía su dueño. Cerca de ese
negocio de comestibles existía una tienda, que era la tienda de Baldrica.
i también estaba Núñez, que tenía una herrería donde le sacaban el haba a
los caballos y había quien el haba la comía frita. Don Manuel Núñez, dueño
de aquella herrería de caballos, tenía como herradores a un tal don Juan,
llamábamos "Yoanín", y a un tal Expósito que todavía vive y tiene una pequeña herrería por la avenida Alberdi, por ahí. . . Bueno, en una de esas, uno de los caballos que estaban herrando le dio una dentellada en un brazo a este Yoanín. Le aconsejaban de que fuera a hacerse ver, a aplicarse . . . ly no, y no, y nol, la cuestión que este hombre murió rabioso, desesperado. Falleció. Don Manuel Núñez en su tiempo, fue un gran radical de Santa Fe; no ocupó grandes cargos, pero fue fiel al partido".3
unos edificios, enfrente, sobre la ochava de allá había un almacén llamado
El Almacén del Jorobado por el defecto que tenía su dueño. Cerca de ese
negocio de comestibles existía una tienda, que era la tienda de Baldrica.
i también estaba Núñez, que tenía una herrería donde le sacaban el haba a
los caballos y había quien el haba la comía frita. Don Manuel Núñez, dueño
de aquella herrería de caballos, tenía como herradores a un tal don Juan,
llamábamos "Yoanín", y a un tal Expósito que todavía vive y tiene una pequeña herrería por la avenida Alberdi, por ahí. . . Bueno, en una de esas, uno de los caballos que estaban herrando le dio una dentellada en un brazo a este Yoanín. Le aconsejaban de que fuera a hacerse ver, a aplicarse . . . ly no, y no, y nol, la cuestión que este hombre murió rabioso, desesperado. Falleció. Don Manuel Núñez en su tiempo, fue un gran radical de Santa Fe; no ocupó grandes cargos, pero fue fiel al partido".3
Súnchales da para todo. Hasta para una guerra religiosa. Alguien rememora
una cruenta pelea entre árabes por motivos de creencias acaecida por la época
en que Ripley aún estaba en pañales.
"—¿Así que hubo una pelea entre
paisanos?
—Fue frente a la mueblería Gatti, aquí, en la
calle Güemes. La casa todavía existe. Allí vivían como treinta o cuarenta
árabes .. . — La batahola fue por cuestiones de religión, ¿verdad?. —Si, porque
los árabes somos muy religiosos .. . Entre los paisanos había gente de todas
las religiones . . ., católicos, musulmanes, ortodoxos y que se yo. Entraron a
pelear a cuchillo y a lo que viniera".4
"—En la calle Güemes existían unos
conventillos grandes que estaban ocupados por gente árabe, muy buena gente.
Pero, había tendencia en las religiones, una buena mañana salen de un bando y salen
del otro, con las patas de los catres en
la mano y con las maderas que tenían, algunos da ellos con un revólver, y, entre paréntesis,
cuando intervinieron los escuadrones y que se yo,
hirieron un caballo que lo mataron, que lo atendió al nombrado don Manuel Núñez.
—Yo ya tenía conocimiento de que se había armado
una gran batalla allí, —Gente muy buena los árabes, pero ellos en su
religión cada uno defendía su parte. Yo he tratado mucho con los turcos, con
los árabes. Entre paréntesis he comido varias veces con ellos aquellas tortas
que hacen con la carne picada y con el trigo, ¿eh?. Ahora, claro,
automáticamente esa gen te ha desaparecido
toda".5
Un poco más adelante, una famosa fábrica de
alpargatas da trabajo i varias docenas de mujeres y hombres.
"—La fábrica de alpargatas era de don Ramón
Albeloa quien con el correr del tiempo se fundió.
Una de las hijas era casada con uno de los Luciani, j hermano del que estuvo en Investigaciones y que
no hace mucho una mili jer lo mató de un
tiro.
—¿Y, dónde tenía la
fábrica de alpargatas Albeloa?
—En calle Güemes, casi esquina Pueyrredón. Yendo
yo para la ciudad de Córdoba, de esto hace dos años más o menos, lo
encontré sobre un chalet donde vendía Coca—Cola
y cosas al paso. El hombre me conoció: "¿Cómo le va —me dice—, ¿que
tal?". Al poco tiempo veo en el diario qua don Ramón Albeloa había fallecido".6
El recuerdo de un siniestro personaje llamado
Aramburu, trae aparajfl da otra vez la casi inevitable referencia a El Gato Casartelli.
"—En la esquina de
Güemes y Pueyrredón vivía el famoso Francisco Aramburu. Este señor tenía una
quinta y acostumbraba emplear siempre a sus órdenes a gente indefensa. No les
pagaba, los engrupía de que tenía plata en el banco. Tenía una pobrecita ahí,
media tontita. El vivía acá, y al lado tenía una famosa cochera con unos
hermosos caballos negros y un famoso coche Milord de capota baja. Todos los
días ponía un aviso en el diario: "Necesito
cochero", no le duraba ninguno, "necesito cochero . ..",
"necesito cochero ...". ¿Usted sintió hablar de
El Patón Tecce? —Si, y lo conocí también. —Bueno, resulta que
este Aramburu hacía sacar el Milord una hora o dos antes de que el saliera a
pasear, y lo tenía frente a la puerta de su casa por Pueyrredón. Un día fue El
Patón Tecce a trabajar con el . . . Salieron por el parque Independencia y que
se yo. Por ahí. no se que discusión tuvo El Patón Tecce con este don Francisco
Aramburu, que le largó las riendas ahí nomás y el dueño tuvo que subir al
pescante y manejar con la mujer sentada atrás.
-¿Y, por que razón no le duraban los cocheros?.
¡Es que era un tipo muy exigente, y
encima no le pagaba a nadie!
Una vez un cobrador que no lo podía encontrar
nunca en la casa, viene que un día lo encuentra en un tranvía: "Vea, don Francisco, que casualidad ..." "Bueno, dijo Aramburu, bajá que te voy a pagar". Cuando bajó lo cagó a tiros. Otra vez encontraron
a dos hermanos que le atendían la quinta muertos los dos, y yo no creo que un hermano se
mate con el uno. A el no se le pudo comprobar nada, pero se dijo
que los hermanos le exigían a Aramburu el pago de lo que este les debía. Era un
tipo que tenía plata y hacía lo que quería. Como El Gato Casartelli, que vino a moni de hambre ahí de comisario, y estaba en un
rincón mientras los oficiales le hacían
las cosas.
--Así que al final
Casartelli murió en la miseria . . .
--Si, y eso que llegó a ser jefe de Policía.
--¿ Jefe de Policía?
--Estuvo cuatro horas. Se había ido
fulano, no estaba mengano y le tocó a él. Entonces, ¿sabe lo que hizo?. Se fue
al Savoy, lo hizo sentar a un vigilante que estaba en la esquina y le dijo: "Toma, y yo también...". Porque no le gustaba tomar solo. Otra anécdota de
este hombre, fue una apuesta que hizo de que, a las 11.30, cuando la gente
salía de misa, en la esquina de Maipú y Córdoba el hacía cagar una mujer, la
hacía ir de cuerpo. A las once y media llegó la mujer y se cruzó del Jockey a La Perla v ir hizo ganar la
apuesta a Casartelli. Vea„cuando fue comisario de la se-iimmili parecía escapado de un saínete. Lo que menos
podía ser era comisario…."7
Una gran zanja, que
partía las postrimerías del barrio de Súnchales en dos, pasaba portal medio de la calle Pueyrredón. Era el famoso "zanjón de Puyrredón” 8
“—En calle Güemes y Pueyrredón había un gran zanjón que
arrancaba de
Pueyrredón, donde está el galpón de
máquinas y terminaba en la avenida Pellegrini Pero no era un zanjón así nomás,
¡ era un zanjón inmenso!. De este costado, corría el tranvía número 2. Se hizo
una huelga, y tiraron el tranvía al zanjón, y también tiraron una jardinera usada para reparto de pan cuyo
dueño era, en ese tiempo, don Juan Vaschetti.
- ¿ El mismo apellido de los que tienen bodegas?
- Eso es, es pariente. Juan Vaschetti era aquel
hombre gordo a quien le decíamos
Yoanín y que tenía la panadería en la calle
Güemes, entre Pueyrredón v la otra. Bueno, en el asunto de la jardinera, al
final sacaron el caballo vivo. En Güemes y Pueyrredón, sobre la esquina de
allá, estaba el almacén La Patria, de los hermanos Peña,
uno de los cuales mató una noche a un guapo. Asustado, lo mató el hombre. En la
misma esquina, de los costados, existían los parantes del zanjón hechos de
material, donde se sentaba mucha gente. En la otra esquina había un almacencito
donde mi finado padre Iba a tomar su ferroquina Bisleri antes de comer. Por
Pueyrredón había una casa de citas".9
En el zanjón de Pueyrredón, donde a veces caen
ebrios y dormidos, suelen encontrarse ocasionalmente pandillas de chicos, algún
linyera, y no pocos fugitivos de la justicia como el excelente dibujante
rosarino Arístides Rechain 10 quien, a raíz de una
muerte buscará refugio momentáneo en la misteriosa hondura. Ya en el límite
entre la sección 9a. y la 4ta., siempre yendo hacia el centro por el barrio de
Súnchales, una conocida sastrería resulta ser mojón y posta para los que
siguen calle abajo.
"—Una famosa sastrería estaba en la calle
Güemes, entre Pueyrredón y Santiago. Se llamaba Eiris. Yo conocí a todos los
de la familia, uno de ellos es el doctor Ernesto Eiris. El padre de el, o sea
el sastre, hará unos seis años que falleció". 11
Pasando la calle Santiago se entra en la sección
4ta., reino de los antiguos-prostíbulos trasladados a Pichincha. Sin embargo,
funcionarán todavía y por algunos años los típicos clandestinos.
"—Una madrugada caímos a Los Genoveses, el boliche ese que estaba en Güemes y Balcarce,
Agustín Magaldi, Santiaguito Arrieta, la Victoria Trejo y yo.
Vea, como sería esta embajada que estaba recorriendo la calle Güemes, que los
dueños de Los Genoveses juntaron tres mesas para que bailara la colombiana
arriba . . . También estaba allí El Chueco Carlos, aquel famoso marido de Clara Sánchez de
Arguelles, alias La China Clara. — ¿No tenía un
clandestino?
Claro. Estaba a la vuelta, en la 9a. Cuando las
cosas no andaban bien en el clandestino, decía La China Clara al
levantarse por la mañana dirigiéndose a Carlos Arguelles, que así se llamaba El
Chueco: ". . . ¡Siquiera viniera una
tormenta de porongas de la isla y se ensartaran todas aquí, a dos mangos por
cabezal. . ." Era una china colorada,
me acuerdo, y a la mañana miraba siempre para allá, para la isla . . . —¿Y que
fue de El Chueco Carlos?.
—Perdió media pierna . . . media canilla. Una vez
lo agarró el tren, ¿no?, y el hombre explotaba la situación. Le habían puesto
un pedazo postizo de pierna y cuando no le querían servir más en algún boliche,
decía: ¿Ah, sí?: Me tiro al suelo, desarmo la
pierna y la tiro a la mierda!". Tenía un tornillo en la
pierna y el buscaba de hacer escándalo, que viniera la gente y la Asistencia Pública
también. Siempre estaba en El Baturro . . . debe hacer como veinte años que habrá
muerto". 12
Caminando por Güemes hasta la calle Alvear, una
cuadra más y se llega hasta bulevar Oroño. Por este, yendo hacia el río, se
desemboca en la calle Rivadavia. En la esquina campea la parrilla de Reyna y en
la otra esquina, sobre Rivadavia, un famoso conventillo llamado El
Portón de Fierro. Pese a los años transcurridos el inquilinato
seguirá en pie, aún en los momentos de escribir este libro.
"—El Portón de Fierro, que existe en la
calle Rivadavia casi esquina Oro-ño, era un conventillo famoso donde vivía
mucha gente. Hubo varias muertes ahí, en la esquina. Y cuando moría un chico
adentro, antes de enterrarlo lo tenían ocho o diez días, lo pasaban de pieza en
pieza y jugaban al botón, aquel juego que se hacía con las manos cerradas y el
botón adentro. Todo esto hasta que intervenía la policía. —¿Iban presos?
—No. Enterraban al chico y listo. En esa zona fue
donde El Inglesito abrió a un ruso de abajo arriba. En la parte de
atrás del Parque Norte, donde están los barrilones del Ferrocarril, existía la
calle Las Heras. Con el tiempo vino la expropiación de las casas de ahí para
levantar la nueva estación que jamás se hizo. —En Las Heras había clandestinos,
¿verdad?
—Si, siempre hubo. Le sacaban el sombrero a la
persona que pasaba y el hombre tenía que entrar a la fuerza para que se lo
devolvieran. Entonces era cuando lo entusiasmaban al tipo para obligarlo a hacer uso y sacarle la
plata. Cerca de ahí, en Balcarce y Rivadavia, estaba el no menos famoso
Almacén Los Chivos que daba justo a la entrada del parque".13
Muchos años después, la revista Monos y Monadas
hará un epitafio al Cortón de Fierro. Pero, prueba de que los epitafios no
matan, el conventillo sobrevivirá a toda aquella época. Diría Monos y Monadas, allá por 1935:
"Parece
que fue ayer.
"Rivadavia al dos mil cien. Sobre el costado
de los números impares, aún permanece ni unta, como boca de lobo, la puerta del
conventillo que otrora fuera albergue de gente maleante, y que hoy lo pueblan tranquilos
trabajadores, muchos de los cuales. Minoran, tal vez, la historia de
aquella casa.
"Lo que
era el barrio Norte.
"La historia del barrio norte, historia de
pecado y de miseria, ya ha sido contada en .divisas ocasiones en distintos tonos. Allí germinaron las
pasiones y estallaron Odios, que luego tuvieron desenlaces trágicos y
sangrientos. La calle, la última hacia ni norte, recostada sobre el paredón del
Ferrocarril Central Argentino, diríase que (un o, propósito para los trágicos
encuentros a cuchillo, que hace años dieron amplio mina a las crónicas policiales.
"El
conventillo.
"Y para que nada faltara, el conventillo,
con su medio centenar de cuerpos alineado! y puerta eternamente abierta,
ofrecía fácil refugio a los que huían de la autoridad. protegidos por las
sombras, ya que la escasa luz del mortecino farol de la esquina, mezquinaba
sus resplandores, lodo era cómplice allí de la gente que vivía y animaba el
barrio: Las mujeres que ofrecían sus encantos a bajo precio, las puertas semicerradas
de los tugurios y la quieta oscuridad de la calleja. Un desafío. Una puñalada-Un
cuerpo caía y un hombre que se perdía entre la oscuridad del patio del
conventillo. No fueron pocos los malhechores que la policía encontró ocultos en
el. De allí una madrugada lo
sacaron esposado a Villalba, el temible criminal que atentara contra la vida de
un conocido abogado de nuestra ciudad, a quien solemos ver hoy sanov rozagante.
"Poco a
poco.
A medida que el tiempo
transcurría, íbase barriendo del barrio, todo cuanto tenía
de pecauinoso. Ya queda poco de lo que fue. Alguno que otro empecinado habitante se resiste al empuje del progreso. El conventillo motivo de esta crónica, permanece todavía con su viejo portón abierto. Pero las oscuras sombras de su época pasada han desaparecido. Hay luz y hay flores en su patio. Flores que cuidan manos obreras callosas y honestas. Tal vez alguna mano arrugada ya por los años, manos que fueran de mujer pecadora, rieguen por la mañana tiestos floridos. Allí', habitando la vieja casa quedan las últimas mujeres, de aquellas que dejaron por esas calles su juventud. Allí quedan las que no quieren salir de el conventillo llevando acuestas la vergüenza de su vejez.
de pecauinoso. Ya queda poco de lo que fue. Alguno que otro empecinado habitante se resiste al empuje del progreso. El conventillo motivo de esta crónica, permanece todavía con su viejo portón abierto. Pero las oscuras sombras de su época pasada han desaparecido. Hay luz y hay flores en su patio. Flores que cuidan manos obreras callosas y honestas. Tal vez alguna mano arrugada ya por los años, manos que fueran de mujer pecadora, rieguen por la mañana tiestos floridos. Allí', habitando la vieja casa quedan las últimas mujeres, de aquellas que dejaron por esas calles su juventud. Allí quedan las que no quieren salir de el conventillo llevando acuestas la vergüenza de su vejez.
¿Pronto desaparecerá?.
"Tal vez. Entonces habrá llegado el momento
en que el poeta suburbano le cante la milonga sentimental que se merece. Que
vaya, pues, por de pronto, templando la viola, pues la oportunidad se aproxima.
Tenemos informes ciertos de que, en breve, será demolido ese conventillo. Entonces
será el momento para que la musa sentimental del suburbio pueda lucirse".14
La zona, no solamente es asiento y recorrido de
guapos. También los semi—guapos abundan, tratando de ganar la fama que los
catapulte a la siguiente categoría.
"—Resulta
que en Los Chivos, de
Rivadavia y Balcarce, pasó un caso jodi-do con un guapo y un semi guapo.
Andaban en bronca los dos y estaban por agarrarse a puñaladas cualquier día ... y los secundones de ellos querían
hacerle hacer las paces porque se veían venir que cualquier día se armaba el
despelote. Entonces, arman una partida de naipes, y El
Flaco Palacios, que era medio habilidoso, le dice a otro: "Vos
tira las cartas..., y busca
que salgan de compañeros, que saquen reyes los dos". Entonces
tiraron así, y los dos estos no se hablaban, se miraban como sapos de otro
agujero. El Flaco Palacios acomoda el mazo como el sabía y cuando da, el primer
rey le toca al guapo y después, el segundo rey le toca al semi guapo. El
primer rey tenía que ser mano. "Muy bien", dicen
los presentes y el tanteador también. Empiezan a dar las cartas y mire lo que
duró la partida: agarra tres barajas el guapo este y . . . ¡que mierda se iban
a mirar si se tenían bronca!. . ., ni se hacían señas. Uno, entonces dice: "¡Voy
como para romperle el culo/", y el otro: "IA
ver como me chupas las pelotas, carajo!". Se
levantaron, sacaron la faca cada uno, y ahí nomás se palearon. Ni el tanteador
alcanzó a tantear".Í5
La seccional de policía trabaja en forma. Quienes
vivieron aquellos j tiempos, no omiten la referencia obligada:
"—Cada sección tenía su vigilante
característico. ¿Te acordes de la cuarta?.
—Un turco había.
—El
turco grandote. Cuando los patrones del quilombito no lo arreglaban, el taquero
le mandaba al turco de la esquina. Tenía unos trancos mas largos que un avión.
—Serio era el turco.
—No agarró cinco centavos en su puta vida. El que
iba al muere era el taquero si lo llegaban a sacar a ese vigilante de ahí. Ese
era asunto suyo v nunca lo sacaron de la sección cuarta.
—Era cuando estaba
aquel negro Delgado, ¿te acordes?, de comisario .., 1
—Ah, si.
—. . . En tiempos de
Bossano Ansaldo. Comía cualquier cantidad de asa 1 do. Era nacido por el
departamento San Martín, en los pagos del doctor Rébora, por allá. Ya habrá
muerto, era grande el hombre. Otro rico tipo era uno nacido an Casilda . . .
aquel comisario Florentino ... estuvo en la novena dos veces, después en la
tercera". 16
Alguien aporta dos datos que permiten rectificar
con fundamento ios tantos hechos comentados en un trabajo anterior:
"—En la sección cuarta, recuerdo que El Ingresito, que era un patrón de prostíbulo, tuvo unas malas
palabras con un ruso que también era dueño de quilombo y de una puñalada lo
abrió de abajo para arribe. Otro homicidio aconteció en bulevar Oroño y Jujuy
donde fue muerto don Juan El Sucio, dueño del café que todavía existe allí.
—El café de Juan El Sucio y La Blanca Rosa, ¿no estaba en Oroño y
Salta?
—No, no, no. El café donde lo mataron a Juan El
Sucio fue el de Jujuy y Oroño.
—¿Jujuy y Oroño?. Cual, ¿el Victoria?.
—Si, el Victoria. Allí, en el actual Victoria
mataron al primitivo dueño para quedarse con la mujer. Todo fue por el asunto
de la mujer y mataron a este pobre hombre.
—Vea que voy a tener
que rectificar un dato publicado ya. —Rectifique, nomás 17
……………………………………………………………………………………………………….
"—En la calle Oroño, entre Brown y Jujuy, en
una casa de altos donde supo vivir el doctor Lo Valvo años atrás, se
estableció una especie de casa de juego. Entonces, parece que tuvieron unas
palabras . . . — ¿Fue cuando lo mataron en un pasillo a El Peligroso? . .. -ICIarol. El otro de atrás del árbol le dio al
Peligroso. Y ahí terminó su vida. Al Peligroso lo mataron en la vereda de
bulevar Oroño. —¿Cuando iba a entrar a la timba?
No, no, no. Cuando salía de la timba . . . -Me la
contaron al revés.
—. . . lo esperaron detrás de un árbol ... lo esperó el otro que ya había tañido
palabras, y le tiró". 18
Otros personajes que hacen su
pasaje son los clásicos vendedores ambulantes. pescadores, maniseros, lecheros, etc.. Hasta los
llamadores del ferrocarril andan tupido por la sección cuarta.
" Antiguamente existían los llamadores del
ferrocarril, que iban a despertar a los maquinistas para
que no se durmieran. Creo que todavía hay . . . Bueno, había dos que eran famosos: Trincheta y el payador Coló-I ni Eran llamadores a caballo. En aquel entonces, hasta el diario La Capital se repartía a
caballo. También los tupines se vendían a caballo. Hacia un lupinero que era más
malo que la mierda: " Saladito duche!", decía don Giocco que meaba los lupines
para que se hicieran más rápido. Vivía en un conventillo de la calle Pueyrredón entre San
Lorenzo y Santa Fa, a mitad de cuadra. JEI vivía en una pieza chiquitita y
meaba adentro de
los frascos
para que fermentaran mas pronto. Después estaba don Pascual vendía la ricota .. .
. . En el parque Independencia había una familia
que vendía pasteles y nosotros le habíamos puesto Los
Pastelitos. Los hacían ellos y los vendían a cinco guitas .
. . ¡eran una cosa bárbara!. Tenían una masa . . .
—¿Te
acordes cuando hicimos el comité de Gibelli en la calle Balcarce?. Había un
gordo que paraba en Güemes y Oroño y que vendía unos cañones con crema
adentro, jesuitas y pasteles... ese
también tenía una mercadería de primera en esos carros con ventanas de vidrio.
A lo mejor la masa tenía mas sebo que la mierda, pero Ique nos íbamos a dar cuenta
con el hambre que teníamos!.
—¿Y
los turcos que vendían aquellos turrones de color rosado que rompían con el
martillo . . . no, con un hachita, y lo vendían así, de a pedazos en un
cucurucho?.
—Después
estaban aquellos que tenían una matraca que hacía tac—tac . . tac—tac,
golpeaban un fierro contra un pedazo de madera . . .
—Los
barquilleros eran. Cada uno tenía su forma característica de anunciarse. Había
otros que golpeaban en un triángulo y también los que soplaban cornetas como
los vendedores de churros, tortas fritas y facturas"19
En cuanto a locales de
esparcimiento, hay varios cafetines, clandestinos y un par de cines.
"—Yo conocí el cine Pampero en el año 1924, cuando fuimos con Abel Bedrune a hacer unos carnavales fenómenos. Yo recién
empezaba, y justamente debuté ahí. Me acuerdo que bailaban Joaquín Martiño con "La Brasita", Puertas,
Domingo Gaeta que está en Buenos Aires y se casó con
una artista ... El que bailaba el
vals era un carnicero famoso de apellido Molina, que como se gastaba su pancita tenía que bailar
con la espalda echada para atrás, ¡parecía un arco de flecha!, la panza así
tenía. De animador estaba el Poeta Aragón y Manolo Muñiz. La noche del debut fue Blanca Podestá y unos cuantos artistas más. Tanto gustamos, que
al año siguiente para los carnavales nos vino a buscar el empresario don Luis Carpentiero para que tocáramos en el Teatro Olimpo que estaba en el centro,
en la calle Mitre, entre Tucumán y Urquiza, donde está Pesado Castro
ahora".20
“--A. lado del cine Pampero había un café cuy.> dueño se
llamaba Pacottiy ahí íbamos a tomar cafe, cafe con, leche y
jodiamos de lo lindo tirando pimienta y
bombitas de olor, cosas de muchachos. “Vean- nos decía Pacotti -, si quieren les doy plata para que vayan a tomar a
otro lado, no me vengan acá a arruinar la gente". 21
"—En Salta y Oroño, había una confitería
donde tocaba un tal Ariel quien yo le había puesto Comodigo. Yo tocaba con Juan Rezzano bien enfrente, en el Royal Park, donde se boxeaba y después pusieron el cine el Real. El dueño del Royal Park
se llamaba Emanuelle y fue también propietario de Social Theatre, donde una vez que hubo un principio de in-
cendio, encerró al operador en la casilla para hacerlo responsable del fuego.
— ¿El Social Theatre?
¿El que fue después cine Astral?
—Eso mismo. Y mira lo que son las cosas: el
Astral terminó quemado" 22
…………………………………………………………………………………………………….
“En el cine Real y también en la Estrella, de Oroño y
Jujuy se hacían los bailes de Carnaval. Me acuerdo que los palcos le tirábamos
flores a los amigos que bailaban. Después nos íbamos a comer al famoso Montaraz, del Saladillo".23
Como personajes y
sucedidos resultan ser la salsa de la recordación, salta a la palestra de los testigos que aún sobreviven a aquellas épocas lejanas,
la singular figura de El Negro Fran Fri.
"—Fran
Fri tenía una busarda media regular. Feo era. Siempre
se la rebuscó. Una vez tomó la comunión ...
el se ponía en pedo con las chirolas que le daban por un día de catecismo . . .
Bueno, fue a tomar la comunión, era medio oscurito ya y, ¿sabes que hizo?, le
mordió un dedo al cura. De chico era terrible, y de grande ... un día le pegó una puñalada a uno y
para no ir en naca se piró a la isla y ahí vivió. –
¿Mucho
tiempo estuvo?
-Bastante.
Cuando fue la yuta a encamarlo, el dijo: "¿Cómo?"
... Y los otros: "Acá
está, acá está". "El que me toque va a morir —dijo—,
porque
tengo la lepra". .., se le caía la piel.
Entonces decía: "El que me toque va i morir porque yo tengo
la lepra. Si me quieren llevar..." -¿Y
lo llevaron?
¡Quien mierda lo iba a llevar!. La Suprefectura pegó la
vuelta y se mandó a mudar, lo dejó ahí nomás. Nosotros sabíamos ir a visitarlo
allá y para que
El
Flaco Félix Soria pudiera pescar, el
Negro Fran Fri se ponía a cagar en la canoa para afuera y venían los armados. .
. ¡era un cebadero barbaro! ...
Y así pescaba Soria. ¿Dónde es que estaba Fran Fri?
Bueno, cruzando el río, frente a la calle España
tirando para la
Estación Rosario Central, ahí estaba también El
Negro Gabriel. Y cuando ellos se cruzaban para este lado, la yuta
no lo tocaba porque el se la cantaba: "Si
Dimiten
me
toca va a morir conmigo", decía Fran Fri. ¿Quién
lo iba a tocar?.
Se
le caía la piel, pero no era lepra ...
era otra cosa, no se".24
Entre tantos hechos, personajes y anécdotas como reúne la cuarta sección, no pueden
faltar los sucedidos en
la carpeta, cuando ella representa una
institución en si misma para los pobladores y sustentadores del bajo fondo.
“Había un tipo vivísimo
para el naipe, de apellido Menchaca. Igual que El Rengo Berto, quien se mató viniendo del lado de San Lorenzo,
se llevó un caballo por delante y se
mató. Este era un banquero de quiniela, muy buena persona en esos menesteres . . . Todos eran
buenos, pero muchas ni un i-l poncho no aparecía".25
Es indudable que entre los
jugadores, el representante más conspicuo es el famoso Rengo Berto:
“-Fernández, o sea El Chueco Honorio, que tenía las piernas así de chuecas
un día en una cancha de bochas del Rengo Berto .. . Bueno, El Rengo Berto
nació con las patas para afuera y fue operado
por el doctor Vassaro en aquel tiempo: tenía las canillitas que
parecían las de esos maniquíes de tienda vieja, y se le veían porque se
arremangaba para jugar a las bochas. Y por ahí le dice El
Chueco Honorio: "Don Berto...", le dice ¿Por
qué no me presta las patas esas que no me presta las patas esas que tiene para bailar
un vals?...”. ”¡Pero. .. I i Mira quien me oca mano che, el hijo de puta ese..
. y la puta que lo parió!", dijo don Berto a los
que estaban con el, y alzando la voz retrucó: "Vea . . . Fernandez, usted.. . usted me
lleva una ventaja bárbara . . .1 i ¿que le voy a prestar
para bailar el vals . . .?/". "¿Qué ventaja le llevo yo?".
" ¡Usted puede cagar de parado sin ensuciarse las piernas/". Entonces, El ÑatoIllia, cuya mujer era recontrachueca, exclamó: "Uy, ¡que ventajón que había tenido mi mujer
y yo no me había dado cuenta.. .1". ¿Que le parece?.
—Como para contarlo por
televisión, con la debida distancia, ¿no?. Era una persona de ingenio este
Berto
.. .
—Vea, Berto tenía cada
salida ... En sus últimos años me
venía a buscar algunas veces: "¿Que está
haciendo?. Vamos para Casilda a jugar alguna .partida . . .", me
decía. Yo no andaba mas en eso, yo estaba retirado, pero ... lo acompañaba. Venía también Perito
El Peligroso, un buen muchacho.
—¿En que lugar de
Casilda era la cosa?
—Pasando esa localidad,
a cincuenta metros de la ruta estaban unas casas viejas a cargo de un primo
mió, Julio Berrini, que era diputado nacional. En esas casas se hacían partidas
de dados que duraban hasta el otro día. Ahí solía ir el hijo de un chacarero
alto y flaco que tenía dos colmillos bárbaros, parecía una foca ... le salían por acá, así, era un
fenómeno, y se paraba entre medio de Berto que jugaba mala y otro, ¿no?. Se
tiraba el cuatro . . . "Pago la
doble". "Pago, pago", decía el dientudo ... le ganaba con el cuatro a Berto. Por
ahí echan el diez, le gana con el diez, le gana con el nueve iy que se yo!.
Entonces, El Rengo Berto se dio vuelta y le dijo: "No
importa que pierda todo. Lo único que no quiero es que me de un tarascón".
¡Cómo
se enojó el tipo!. También este Berto era más ofensivo, no se podía con él.
—¿Sabe como murió?.
—Si. Tenía un chofer
con lentes, Ezequiel, que
manejaba, un viejo amigo de el. Berto en el único lugar donde dormía bien era
en el auto cuando iba de viaje. Iba y venía dormido. El se sentaba adelante y
dormía. Me acuerdo que cuando iba al escolazo en Villa Constitución y San
Nicolás, decía que con Ezequiel iba tranquilo y Ezequiel no veía de aquí ahí.
El caso es que Ezequiel no le hizo ni un raspón al auto. Cuando Berto agarró
uno que tenía buena vista, se fueron a la mierda. Se llevaron un caballo por
delante cerca de Pérez con el Renault".26
NOTAS
1/3 Calixto Gallo, id.id.
4 Pablo
Miguel, id.id.
5/7 Calixto Gallo, id.id.
8
Zanjón de la calle
Pueyrredón. De memorable recuerdo para los escolares
raboneros de hasta hace medio siglo atrás, fue abierto en 1887. Primitivamente
era continuación de otro zanjón
que corría por la actual avenida
Pellegrini, desde la calle Sarmiento hacia el Oeste, paralelamente
a la vía del Ferrocarril Oeste Santafesino. Alcanzaba la calle Pueyrredón
mediante un codo y se prolongaba por esta hasta desaguar en el río Paraná,
luego de pasar por debajo de las vis» del Ferrocarril Central Argentino. El
tramo que recorría por la avenida Pellegrini, en 1890, fue reemplazado por otro
abierto en la calle Cochabamba y que se extendía hasta la calle Pueyrredón,
para seguir por ésta hasta unirse al tramo ya habilitado de dicha calle. La
excavación del zanjón demandó una inversión de sesenta mil pesos y fue cegado
con motivo de pavimentarse la calle, trabajo dispuesto en 1917 para el tramo comprendido entre
las calles Rivadavia y Córdoba. Wladimir C. Mikielievich. Apuntes didácticos.
Estampas del pasado. En Revista de Historia de
Rosario. Año VIL No 17 /18. Pág. 189. Enero-junio
/ Julio—diciembre. 1969.
9 Calixto
Gallo, id.id.
10 Aristides Rechain. Biog, Dibujante e ilustrador, n. en Rosario en 1888, m. en Buenos Aires el
1.12.1962. Fue alumno del maestro Mateo Casella y se inició como dibujante en el periodismo
rosarino colaborando en el diario La Nota y varias revistas, entre
ellas, Fígaro, Gestos y Muecas, etc. Luego de un
accidentado episodio ocurrido en 1915 por el que estuvo detenido un tiempo, se
trasladó a Buenos Aires, dando con sus ilustraciones una nota original en el
periodismo de esa ciudad. Fue colaborador en el diario El Telégrafo y las revistas La Novela Semanal y Caras y Caretas entre los años 1920 y 1930, haciendo lo propio más tarde en los diarios
Critica,
La Epoca y La Tarde. Fundó una de
las primeras academias de dibujo por correspondencia. Se lo ha considerado uno
de los más originales dibujantes argentinos. La revista ro sari na Apuntes
Históricos Revisionistas (1965/67), fundada y dirigida por el autor de este libro, reprodujo
en casi todos sus números muchas de las ilustraciones que Aristides Rechain
había publicado en el diario porteño La Epoca en el año 1950 para una
sección especial que escribiera Fernando García Della Costa. Entre otros
trabajos de Rechain han sido ponderadas sus colecciones de pelajes caballares,
materia que aprendiera durante su encierro en la cárcel de Rosario en 1915.
Wladimir C. Mikielievich. Diccionario de Rosario (en preparación).
11
Calixto Gallo, id.id.
12 Osvaldo Berrini, id.id. |
13.
Calixto id.id.
14 Monos y Monadas. Año I. No 36. Pág. 8. Rosario. 1.2.1935. (?)
15/16 Osvaldo Berrini, itLid.
17/18 Calixto Gallo, id.id. |
19 Osv.aldo
Berrini, id.id.
20 Julio Schiavone, id.id.
21 Calixto Gallo, id.id. |
22 Julio
Schiavone, id.id.
23 Calixto
Gallo, id.id.
24 Osvaldo Berrini, id.id.
25
Calixto Gallo, id.id.
26 Osvaldo Berrini, id.id
Fuente: Extraído del Libro “El Rosario de Satanás del Autor Héctor
Nicolás Zinni, el Capitulo 2, del Tomo II . Editorial Fundación Ross. Año 2000