"Ruíz-Precisamente, ahora viene lo mejor . .. Esta es la hora que
yo llamo trágica ... la hora en que
la luz artificial se diluye dominada por las primeras claridades del día . . .
observe usted, mire a esas pobres mujeres enfermas por haber apurado la vida,
cadáveres pintarrajeados; pobres marionetas obligadas a representar en este
gran guiñol del placer, la farsa de una alegría fingida, de un contento nunca
sentido, de una juventud hecha pedazos...
Alonso—Qué doloroso es todo esto . .. pobres mujeres .. ."
Elias Alippi y Carlos Schaeffer Gallo La Borrachera del Tango. 1921.
El tiempo sigue haciendo girar su rueca, hilvanando recuerdos alegres
y tristes. Sumergido en la vorágine de una ciudad en busca de su destino, el
barrio de Pichincha es hoy apenas una pequeña luz roja, rodeada por miríadas de
estrellas y perdida en el infinito. Volver al pasado desde nuestra actualidad, nos
resulta casi
como asomarnos al mundo desconocido de un lejano planeta. Sin embargo, ¡cuántas enseñanzas nos prodiga el conocimiento
de los hechos que acontecieron en aquel ayer . . .! IY cuántos sucesos debemos
volver a la vida para que la toma de conciencia sea definitiva ...!
"—Yo andaba con un chico que era muy conocido ahí, fíjese el
apodo ... era un renguito, Martín, vendía pastillas. Don Nicolás Roses, que era
el fabricante de pastillas "Meterete" le regalaba una caja llena
todos los días al renguito ... él se ganaba tres o cuatro mangos con
la venta diaria. Yo era compañero de él. Fíjese el apodo, Chanclito le decían por eso de la
enfermedad.
—Usted, ¿vendía
Cigarrillos?
-No, no, yo vendía libritos de posturas, la "Media Noche",
que era una revista y algunos libros como aquel de la princesa rusa, "La Coquito" y varios
más.
—¿Y tenía salida ese
material en Pichincha?
—Sí, claro, la gente veía allí las poses y se entusiasmaba. No valían
gran cosa pero se vendían.
—Bueno, tengo entendido que había una cantidad enorme de gente que
vendía ¿osas: lupines, maníes, loterías, quinielas ... —Pichincha desde las cinco
de la tarde hasta las dos de la madrugada o tres era un mundo, no una ciudad,
un mundo aparte. En ese entonces estaba lleno de barcos el puerto y para los
marineros el barrio era una locura, porque Pichincha figuró en las guías de
turismo mundial. Por ejemplo, en las guías hechas en Francia o en Norteamérica,
figuraba: "Rosario. Argentina. Pichincha" ... sí. Entonces los marineros Izyuml tomaban los taxis desde la
salida del puerto a Pichincha donde gastaban la plata a baldes. Eso le daba a
la ciudad una vida importantísima".1
Y no solamente los marineros, sino gentes de todos los rincones del
país desfilan por Pichincha, barrio pletórico de atracciones y donde amenizan
las alegres noches, músicos rosarinos como Chiricati, Puleio, Spera, alqunos
intérpretes pótenos y otros venidos del interior. Claro, que mientras estos
recalan en el café de Doña Julia preferentemente, muchos que no son
precisamente ni músicos ni marineros se desparraman por distintos lugares de
esparcimiento
"-Enfrente de la timba de Pedro Mendoza estaba el café El Levante. Una vez le pusieron un
cartel que decía: "Café El Levante, de cafiolos y atorrantes". Al
café que estaba al lado de Doña Julia -El Látigo-, una vez le dejaron un cartel que decía así: "Yo entré aquí una
vez y no me enojo / aunque me llevé encima muchos piojos".2
En la contabilización
de tipos raros, aparecen algunos característicos:
"—Otros personajes
eran El Negro Pancho, el finado Canario .. .
—¿Que actividades tenían?
-Bueno, a El Negro Pancho lo nombraron una vez
comisarlo por un punto lejano y al finado Canario, sargento. Entonces, cuando
traían un. pobre borracho, mamado ...
lo encontraban en la calle y esto y lo otro, decía El Negro Pancho: " ¡A
ver sargento, regístrelo!". "No hay necesidad, comisario —le respondía
el otro—, ya lo hemos requisado en la vereda yo y el agente".
—Los habían limpiado
...
—¡ Justo!. El Negro
Pancho vivía en la cuarta .. . Yo los he conocido a todos. Ahora, hombres viejos de Rosario Norte quedarán dos o tres .. .
es-teee . . . OrlandI, de apodo Gorra de Cuero, Tedeschi que ya no trabaja más, Iraolo, que tampoco trabaja más, gente
grande ya: buena gente que ha sido de labor .. ."3
El Negro Pancho, sería quien habría traído al
famoso Paisano Díaz a Rosario. Pero de Díaz ya nos ocuparemos a su debido tiempo. Mientras
tanto, hagamos un paréntesis para recordar a alguien esfumado en las brumas
del pasado ...
"-Vea, conocí un muchacho que casi nadie lo nombra y que fue
taura de verdad. No recuerdo ni el nombre ni el apellido, pero si alguna vez se
lee lo que yo le digo, cuando nombre a El Negro Pantalones de
Seda, muchos se van a
acordar. Ese era guapo de verdad. Yo le juro por mi madre que lo vi en el túnel
a El Negro Pantalones de Seda, una tarde pelear contra tres o cuatro. El Negro
estaba contra el paredón cuchillo en mano y los otros también. Era taura de
verdad El Negro Pantalones de Seda; en serio, en serio . . .
—¿Era un muchacho
grande de edad?
—S!, era un hombre grande. Pero era taura de verdad, no como don Venancio
Díaz'...
-¿Usted vio allí un rato el asunto?. ¿Se pudo defender bien el hombre?
-No. Lo hirieron mal al Negro, quedó lisiado un tiempo más. Después no lo volví
a ver.- No se si murió, eso sí no lo podría decir. Pero ... el también dio. Yo estuve parado en el túnel ... Porque el
lío empezó cerca de Pedro Mendoza, en la calle, y yo andaba recorriendo y sentí
el barullo en la vereda de enfrente: "Vos que te la venís a dar de
guaperola acá" dice ¿vamos? 'Y
se fueron. Pero, atrás los siguieron los otros, y cuando vieron que El Negro
Pantalones de Seda lo tenía medio apurado al otro lo atacaron entre todos. Eran
cuatro en total, pero El Negro también dio. —Bueno, en ese tiempo
había guapos de verdad, otros que no lo eran tanto y otros que lo eran cuando
iban en barra.
—Si, guapos figurados. Pero fíjese que en Pichincha no había muchos
líos ...
-Bueno, había un
policía en cada esquina.
-Si, pero no había muchos líos. Posiblemente los
hubiera entre la gente 9U0 que andaba caminando,pero entre
gente mala, ¿qué puede ser un cafiolo? se respetaban, se
respetaban entre ellos. Eran toda gente mala, porque, ¿qué puede ser un cafiolo?
Pero entre ellos no se tiraban".*
De entre los trabajadores, cafishos y vividores conocidos por todo el mundo ,
nombraremos a tres: El Inglesito, Juan Carlos Alonso y Basualdo.
"-En Pichincha andaba otro señor que le decían El Inglesito. Andaba a caballo se sabía meter en los bares, tenía tropa ... Era un buen
hombre, pero no era del hampa ni cosa que se le parezca. Era una persona que se
divertía de acuerdo al dinero que tenía".5
"-Juan Carlos Alonso, ¡flor de punto ¡ ; era un cafisho al que
varias veces lo metieron arriba de un vagón y chau. Le cerraban el vagón y lo
echaban de aquí. Este era el marido de la Pata
Sucia . . . Este Juan Carlos tenía en
Carreras un prostíbulo donde hizo una muerte. En aquel tiempo, usted sabe que
todo se arreglaba . . ."6
"-Basualdo, que siempre andaba por Pichincha, tenía para dormir
un ómnibus embargado. Muy buen hombre este Basualdo. Tenía buena letra, era
capacitado, y siempre paraba en el famoso boliche de don Jaime, qué estaba en
la calle Moreno frente al portón de la Jefatura, entre las calles Santa Fe y 58n Lorenzo. Y allí estaba siempre é\ con una mesita y resulta que cualquiera que tenía que hacer un escrito
ya estaba . . . tan conocido. Iban: "Basualdo, ¿me hace este
escrito?". Entonces el, de entrada, pedía un potrillo y un sánguche
familiar, y antes de terminar, ya al recurrente le costaba más lo que le había
consumido Basualdo que darle el asunto a un abogado"./
Y como el barrio estaba abierto para todo el que
quisiera, también me-"^aeaban raterías:
"-Vea que a
Pichincha caía gente, ¿no?
—En esa época venía gente de los barcos, de los
pueblos, de las ciudades. Y a todo el mundo se le robaba" .8
"-Había un prostíbulo que se llamaba El 90, donde mandaba madame
Mlmf, que después se casó con El Indio Acosta y se fueron a Resistencia. Yo
estaba en la puerta y unos muchachones grandes me manotearon y Fernando Ochoa
era un pibe todavía, pibe digamos. .. ¿no?, un muchacho grande, después me
contó que había ido a actuar a una fiesta campe ra en el pueblo de San
Lorenzo. Los muchachones me manotearon y alguno se escapó, yo empecé a los
gritos y uno me dio un saque. Me pegó y me puse contra contra la pared a llorar y justo
pasaba Ochoa con un pon-chito así . y le dijeron "Este es el Rubito que se
rebusca acá ... , me apretó fuerte
contra él y me decía "No llores, Rubito, no llores, yo te voy a
arreglar", y me dio no se cuantos, pero algunos Carlos Drago me dio".9
"Para muchos
individuos -dice Tulio Carella-, el quilombo era un lugar de reunión. Los
amigos se daban cita allí, o iban juntos, a hacer vida de sociedad, a bailar, a
beber, a estar en el ambiente, a disfrutar con el espectáculo del bramaje que
revoloteaba, activo, por el local. Las catrielas se acercaban a los tímidos y los abrazaban. Tenían una pregunta estereotipada: ¿vamos, negro?. Si se mostraban difíciles o exigentes, los
sobaban en la zona pubiana, o se hacía las mimosas y suplicantes. A veces era posible ver a una
pecadora enardeciendo a tres, cuatro y hasta cinco candidatos al mismo tiempo. Si se mostraban remisos, se dirigían a otro, a otros. Si alguno respondía favorablemente, lo llevaba a su habitación.
Si bien es preciso
diferenciar entre las que practicaban el comercio carnal obligadas por la persecución
o por la violencia, y las que se entregaban al oficio por su propia voluntad, la mujer pública tenía el deber de
entregarse a todos los hombres que se presentaban, cualquiera que fuese su
condición y su número. Obligación rigurosa a tal punto que sólo puede significar el más alto grado de
santidad, una indiferencia atroz, o la mera anestesia. Algunos analistas sostienen que las uniones en los burdeles
se consuman sólo entre mujeres frígidas y hombres impotentes. La mujer le saca
dinero al hombre para castrarlo, ya que el dinero es el símbolo del poder
viril. Los hombres, por su parte, odiarían a las mujeres de dos maneras: no
acostándose con la que aman, o rehusando el amor —o el aprecio—, a aquella con
quien gozan. Lo mismo podría decirse de las mujeres.
"Las perdidas,
sobre todo en las noches de labor intensa, parecían máquinas. La codicia, la
avidez, las cambiaban en seres deshumanizados. Si en los momentos de ocio
alguna conversaba con gracia y daba idea de lo que podrían ser las
hetairas,-griegas; en las horas de posibilidades perdían todos los encantos.
Retaban a aquellos que las entretenían más de lo que consideraban normal -dos o
tres minutos-, aminorando el deleite, inhibiéndolo con una malevolencia que
señalaba su desinterés por el placer ajeno. El temor a la regenta que acudía a
tocar la puerta con
los nudillos: ¡Apúrense!. Vamos muchachos, ¡apúrense!; el temor al marido que vigilaba con suspicacia a su obrera -la mina
de oro-,
inspiraban esa conducta de pasivo rechazo. Ni siquiera se preocupaban de fingir una amabilidad somera. La
prepotencia femenina estaba corroborada por unos malevos marginales, ya
escondidos, ya disimulados entre la concurrencia listos para intervenir en
cualquier trifulca, dispuestos a mantener el orden por medio de biabas
traicioneras.
"Tenían el encargo de dar su merecido a quienes pretendían
divertirse sin pagar el precio estipulado, o a quienes le faltaban el respeto a las ma-nifes A estos compadrones se les
llamó pesebreras. Recuérdese que al local se le decía pesebre y pesebrera a la
cortesana (en lunfardo, por bajarse del pesebre" se
entiende el ejercicio del cunningulus). El apodo era peyorativo y se le daba
también al portero y a los sirvientes. En casi todos los lenocinios había pulgos
que se encargaban de cocinar, limpiar, hacer los mandados y servir en el reservado. O no pulgos: inadaptados sociales, desechos humanos, de psicología
borrascosa y complicada, de pasado turbio y futuro incierto. Le pagaban entre
todas, se vestía con ropas que le regalaban los tenebrosos. Se presentaban a
cualquier dependencia y recibían el nombre de basurero, o peón de patio.
"Una
vez por semana había inspección
médica. Los lunes, jornada de reposo para las mujeres. Entonces las brames se
convertían en darique o daquieres, minushias, pibas, febas. Darique o daquiere, querida;
minushia, diminutivo de mina; feba, la jovencita linda: valen como términos
afectuosos. Se dedicaban a tareas de amas de casa:
preparar golosinas, postres; repasar las prendas de labor, coser botones,
lavar, almidonar, planchar. Fumaban tranquilamente sin que nadie se admirase
por ello y las mirara
con ojos espantados. Tomaban mate, leían revistas -ei último número de "Vida Porteña",
"Mundo Argentino", "El Hogar", "La Novela Semanal",
"Fray Mocho", "Atlántida", "Caras y Caretas",
"PBT", "El Canta Claro", "El Alma que Canta"-
novelas de Carlota Braéme y Carolina Invernizio, o la última entrega del
folletín semanal cuyos títulos eran sensacionales y apasionantes: "Raptada
en la noche de bodas", "Virgen y Madre", "El destino
fatal".
"Sentían necesidad del contacto con seres humanos, pero en otro
planteo que el meramente físico. Salían a pasear, iban de compras, al teatro,
al cine, a una payada, solas o con el canfle o el dorima. Por unas horas
recuperaban la normalidad, acaso las ilusiones. Volvían a ser las muchachitas,
casi niñas, carozos, que lo miraban todo con asombro: el sol, las parejas de
novios, el tránsito de las calles céntricas
"Nunca se veía mucho tiempo a las tamberas en una misma casa, en
una misma ciudad. Después de un período de tres a seis meses, las mu'jer-zuelas eran enviadas a
otro lugar y reemplazadas. Si alguna era objeto de rencillas,
de codicias exageradas y rivales, se la enviaba al extranjero. Cosa tan simple
al parecer como un momentáneo desahogo sexual, tenía conexiones
internacionales. Con este sistema rotativo, de ordinario había novedades. Los
partidarios de la variación encontraban donas rubias, morenas, pelirrojas;
altas, bajas, gruesas, delgadas; sanguíneas, linfáticas, coléricas, nerviosas;
criollas, rusas, polacas, francesas ... Estas últimas eran solicitadas por
aquellos que querían experimentar sensaciones más intensas, pues tenían fama de
ser duchas en la fellatio".
"—¿Y de los macrofts franceses?
-Me acuerdo de Pedro y Enrique Malatesta, que
eran los dueños del Safo Además estaba el francés . . . espéreme que me voy a acordar . . . Enrique Chatel Esos eran los tres más prominentes que
automáticamente en aquellos tiempos estaban vinculados con la Migdal . . . Estos señores
iban a Francia y traían mujeres hermosas para contraer enlace acá ... -Les hacían todo un juego, ¿no?.
-. . . Eso es, las tenían acá, iban a la confitería tal y esto y lo otro, hasta que
después las hacían entrar despacito".10
La tristemente célebre organización internacional
de trata de blancas llamada Zwi Migdal, dominaba el tráfico prostibulario de
Pichincha Y del país con la total impunidad que le daban sus fabulosas
ganancias "216 millones de pesos al año que van a parar a los bolsillos de
los tratantes de blancas, cuyo número no excedería de tres mil, por donde se
verá que cada uno de ellos obtiene sumas tan enormes que le permiten sobornar
funcionarios, torcer conciencias y enlodar prestigios. ¡Todo ello con el mágico
poder de sus billetes de banco!", anota Julio L. Alsogaray.
"—Yo viví en la calle Callao entre Jujuy y Brown, al lado de El Mono Francia, aquel jugador de fútbol famoso, buen
hombre. Bueno, ahí no-más, en la calle Brown, donde
estaban los cafiolos, los rusos, yo ahí me ganaba la vida con ellos, casi con
ellos exclusivamente. Porque yo les llevaba, por ejemplo, al medio día la vianda y a la tarde el diario
"Reflejos"
que Valía CinCO guitas, COn
la lista. Los TUSOS
eran unos tipos que en ese
entonces se jugaban doscientos o trescientos pesos a la quiniela por día. Además, en la calle Jujuy tenían un
chalet...
—¿Jujuy y Pichincha?
—No. Para el otro lado: Jujuy, entre Ovidio Lagos y Callao. En ese chalet andaban todos
con sus piyamas de seda ...
—¿Era patrones de quilombos?
—(Caporales!, eran
caporales . . . Venían las mujeres importadas de afuera y las tenían ahí, ellos
eran los Importadores. Venían de Francia, de Rusia, de todos lados. De todas
partes del mundo caían las mujeres y ellos eran los capos. Ahí, en el chalet de los rusos se hacían negó
... ¡pero como si fuera la Bolsa
de Comercio!, igual,
porque se vendía una ... La verdad, yo sentía: "Che,
mlrá", un suponer decían "Che, mira . . .", no le puedo dar nombres ahora: ". . .viene ... la Pepa
de . . . Francia, que la manda . . . Antonio, eeehh? ... se la vamos a consignar a Rodríguez. Rodríguez ofreció . . .diez mil pesos".
¿Entiende?. Más o menos así era la cosa.
—¿Existe todavía la casa?
-La casa debe existir. En sus buenos tiempos vivían
allí diez o doce rusos. Estaba en la mitad de cuadra de la mano de allá, vereda
par". 12
"-Pedro Malatesta
y Juan Malatesta eran los principales elementos de la Migdal en Rosario, como le
dije. Las mujeres que traían desde Francia iban a parar a la garconniere de la
calle Pueyrredón ... creo que entre
Catamarca y Tucumán, todavía está la casa, es la única que no han tirado abajo.
Teman, además, un chauffeur francés con dos coches, uno abierto y otro cerrado:
en invierno usaban el cerrado, en verano el abierto ... El Primer coche Bulck Sport, el más grande que hubo, lo trajo
Enrique Chatel.
Una enredada cadena comercial integrada por
audaces tenebrosos extranjeros con personeros argentinos, determinó una época
de humillación y
oprobio donde muchas mujeres fueron arrastradas mediante
el engaño o por la violencia a ejercer la prostitución. "La Argentina no se conoce
en Europa solamente por sus carnes yicereales-escribe José González Castillo—.
Los rufianes franceses que operan entre Sud Africa y Buenos Aires, le han dado
fama de constituir el centro más Importante de la trata de blancas en el mundo,
ya que las leyes de inmigración y la competencia desleal que les hacen en
Estados Unidos jueces y policías impide que sea ese país el primer mercado
universal de la mujer.
"Alberto
Londres ha dicho algo de eso en su escandaloso "Camino de
Buenos Aires" 14 y, aunque en verdad, no deja muy bien parados a nuestros
connacionales —ni a los suyos-, apenas si levanta el velo respecto de esta
"exportación sudamericana", que se llama el "macquereaux"
criollo . . ." "Sud América tiene, en efecto, una exportación
"sui géneris", además de sus productos agropecuarios y de sus
"rastacueros" aristócratas: la "crápula elegante". El
éxito del tango, la modicidad de los transportes y las ventajas del cambio de nuestros Signos monetarios, la ha creado y difundido. Y hoy no hay ruleta en el mundo, desde los
"saqui-samis" de Pera, en Constantinopla, y desde el Hotel de los
Extranjeros, de El Cairo, hasta los balnearios de San Sebastián, San Juan de
Luz, Copacabana o Viña del Mar, cuyos "croupiers" no se llamen
"argentinos", como ostentando un título de eficiencia.
"Y algo hay de ello, en efecto. De inteligencia rápida y vivaz y
espíritu libre de preocupaciones trascendentales; de extraordinaria adaptabilidad, desprecio del
dinero, voluntad resuelta y valor rayano en la temeridad, el sudamericano
lleva, en cambio, y para su desgracia, el peso muerto de su pereza ancestral.
No quiere trabajar; mejor dicho, le "revienta" el trabajo lento y
poco productivo. Y prefiere la vida agitada del jugador o la ganancia cómoda
del "gigoló" a la larga paciencia y a la íntima satisfacción del esfuerzo ímprobo". ". .. entre las categorías que el idioma
(francés) da a los diversos personajes del proxenetismo, es la del
"gigoló" la que corresponde a los "muchachos piernas", más
que las de "mishés", "caftens", "macquereaux"; etc., que comprende a los de otros países. El "gigoló" explota su
juventud, su elegancia, su gracia, sus habilidades de "mozo
simpático" tan caras a todas las mujeres del mundo. El "gigoló"
perfecto, a su distinción y su chic une variedad de virtudes. Es un eximio
bailarín suele cantar con gracia; es sportsman, es valiente, es espléndido. Y
eso goza entre las mujeres de París, como entre las de Hong Kong, de gran prestigio.
El criollo lo sabe y lo explota bien".15
Por su parte, agrega
Francisco Cicotti: "Un ejemplo sugestivo de la necesidad de un reajuste
en el procedimiento criminal en la
Argentina y de los intolerables absurdos de la organización
policial y judicial que hay que eliminar, lo encuentro en el sonado asunto de la Zwi Migdal 16, queu mientras escribo, cobra actualidad nuevamente, a raíz de dos
interesantes fallos contradictorios de la Cámara de Apelaciones y del juez Dr. Rodríguez
Ocampo. 17
"El debate entre el juez y la Cámara es en verdad desconcertante. Ambos tienen
razón, y sin embargo, el resultado del desacuerdo judiciales la impunidad para
una banda de proxenetas, cuya culpa no puede admitir la menor duda. El juez
Rodríguez Ocampo dictó un auto de prisión preventiva contra los inculpados,
fundándose en las pruebas de las corrupciones
realizadas por aquellos y de sus vinculaciones criminales (asociación ilícita).
La Cámara
rechazó las conclusiones del juez, sosteniendo que no se puede hablar de
corrupción si ésta no se ha ejercido con menores de edad, y que tampoco puede
admitirse la asociación ilícita, si no se comprueba que todos los integrantes
de la asociación (Ique tenía personería jurídica!) participaban en las
actuaciones criminales.
"Es interesante notar que la Cámara no niega —no podría hacerlo de ningún modo- la culpabilidad de cierto número de integrantes de la Migdal, como tampoco el hecho
fundamentalísimo de que en la sociedad se realizaban negocios tenebrosos. No obstante, la Cámara
rechazó el cargo de asociación ilícita . . . Debo aclarar que el escándalo no
está en el desconcertante fallo de la Cámara, sino en el hecho de que el fallo se ajusta al Código Penal de Procedimientos en lo Criminal, cuyas lagunas y absurdos
ya hemos aclarado .. ."18
Los nuevos Midas y Nabucodonosores, como si le hubieran arrebatado el
cetro a Mercurio, volcaban constantemente en sus arcas los jugosos dividendos
que proporcionaba el negocio de la prostitución oficializada cuya secuela de
horrores —donde campeaban la violencia, el sadismo19, el masoquismo20, el
crimen y otras degradaciones—, ocultábase en Pichincha tras el dislumbre de
fulgurantes luces de colores, música, risas de mujeres, carcajadas de hombres y el característico olor de parrillas,
casas de comida y cafetines, en pugna con el aroma inconfundible del
permanqa-nato.
NOTAS
1 Jorge Ross, id.id.
2 Julio Schiavone, id.id.
3 Calixto Gallo, id.id.
4 Jorge Ross, id.id.
5/8 Calixto Gallo, id.id.
9 Jorge Ross, id.id. //El recitador gauchesco
Fernando Ochoa falleció en un accidente automovilístico, a los 69 años de
edad, el 23 de marzo de 1974.
10 Calixto Gallo, id.id.
11 Julio L. Alsogaray. Trilogía de la trata de
blancas, op.cit., pág. 143.
12 Jorge Ross, id.id. 142
13 Calixto Gallo, id.id.
14 arrastró; / como vos
muchas mujeres, engañadas que llegaron / y que como vos soñaron un edén
artificial...". Reí. Constantino Sobrino. Manual Guía Enciclopedia, Diccionario del Tango. Edic. La Patria Toda.
Instituto docente y editor Las Llaves S.R.L. Buenos Aires. 1971. // El famoso
arquitecto, ingeniero, doctor en ciencias, experto en lenguas vivas y muertas,
estudioso üe Freud y Pavlov y genio de la cinematografía Sergio Eisenstein tuvo
en sus manos el proyecto de fumar El camino
a Buenos Aires. Clarín. 9.2.78.
15
José González Castillo.EZ camino de París. Op.cit. págs. 25/26.
16 V. Prostitución y
Rufianismo, de Rafael 0. Ielpi y Héctor Nicolás Zinrü. Págs. 229 y subs.
17 V. La Mafia en Argentina, de Héctor Nicolás Zinni. Centro Editorial S.RX. Pag. 108. Rosario.
1975. N
18 Francisco Cicotti. La trata de las
blanquísimas. Emp. Edit., de La
Novela Semanal, El Suplemento y Biblioteca PAM. Bs. Aires.
1932.
19 Sadismo —"En ciertos
individuos, el impulso a dominar es tan grande, que no conciben el amor sin
violencias. Torturan a la mujer cuyos favores gozan y no es raro que paguen
espléndidamente a las prostitutas para que se dejen golpear, pinchar
o se presten a practicar tan repugnantes actos, que ni nos atrevemos a mencionarlos . . .".
"El marqués de Sade, creó a principios de siglo pasado la teoría del
placer sanguinario, y pretendía que en las relaciones sexuales, el placer del
uno está en relación directa con los sufrimientos del otro. De su nombre deriva la
palabra sadismo . . .". ". . . En el comercio de las prostitutas se
ven horrores de sadismo: algunas guardan aún las cicatrices, y ellas, durante
el coito, procuran remedar intensos dolores que acompañan con gritos y ayes, para
que su compañero sienta mejor el orgasmo, eyacule antes y no las martirice. Yo
atribuyo las violaciones al sadismo; y hay la creencia, entre los pervertidos,
que un cuerpo virgen que chilla, llora, grita desconsolada en el acto del
coito, es la satisfacción mayor para un copulador. Así lo comprenden las amas de
mancebías, que hacen la propaganda de sus casas anunciando que hay vírgenes".
Max-Bembo. La mala vida en Barcelona. Págs. 201/202/203 v 204 Edit. Maucci. Barcelona. 1912.
20 Masoquismo—"Aplicó esta
palabra Krafft-Ebing a una perversión sexual que el novelista Sacher-Masoch se complacía en
describir en alguna de sus novelas, pintando el placer experimentado por la humillación ante la
mujer amada y el sacrificio constante por ella. Un enfermo, citado por el
doctor Tamousky, alquilaba un cuarto en un lupanar, instruyendo a las prostitutas sobre lo que debían hacer. El
iba de cuando en cuando, le desnudaban,
pedía perdón y se le daba entonces de comer, se quería marchar, pero le retenían cierto tiempo, a pesar de
sus protestas. Toda esta comedia la repetía una o dos veces al año. El
doctor Pascal habla de otro enfermo que hacía una cosa parecida. Acudía a una casa pública
vestido de etiqueta. Le debían recibir altaneramente y llamarle el señor conde. El llamaba a la dama que lo recibía la señora condesare expresaba su amor y su deseo de darla un beso. Ella fingía indignarse y le arrojaba
de su casa. Un sujeto visitaba una
casa por el estilo una o dos veces por semana. Las mujeres le hacían en el cuello una pequeña incisión con un cortaplumas; Después le cosían un
botón en la piel del pene. El pagaba todo esto como su se tratase de una operación
quirúrgica de las más importantes”. Max-Bembo
op. Cit. Pags. 205/206.
Fuente: Extraído del Libro “El Rosario de Satanás del Autor Héctor
Nicolás Zinni, el Capitulo 2, del Tomo II . Editorial Fundación Ross. Año 2000