Por Miguel Angel De Marco
La
formación de nuevos barrios expandió notablemente a la ciudad hacia el norte,
el sur y el oeste. El Cuarto
Censo Municipal, de 1926, revela que la población era ya de
407.000 habitantes, de los cuales 223.853 eran argentinos y 187.147
extranjeros, entre los que predominaban los italianos y los españoles. La
oleada de inmigrantes comenzó a mermar precisamente a partir del año de la
confección del censo.
Las
edificaciones mostraban, en general, un avance. A las casas de categoría que
continuaban construyéndose, se agregaban otras más modestas pero de material.
Casi no había ranchos y quedaban pocas habitaciones de lata y madera. El 90 por ciento de
las casas estaban dotadas del servicio de agua corriente, y muchas contaban con
teléfonos automáticos: Rosario fue la primera ciudad del país en contar con
dicho adelanto.
En
cuanto al transporte colectivo, además de los tranvías eléctricos, en 1923
comenzaron a circular ómnibus que unieron los distintos barrios con el centro
comercial.
No
debe pensarse que todos gozaban de bienestar económico. Hubo desocupación y "ollas populares", como en 1915, en que la Municipalidad también se hizo presente
organizando la venta de pan a
bajo costo en sus propias dependencias. En algunas salas y en los sótanos del Hospital del Centenario se
habilitaron albergues nocturnos.
Las huelgas fueron frecuentes, y en 1928
eran de tal magnitud que el diario La
Capital expresaba: "La situación se hace cada
vez más inquietante. La potencialidad de Rosario se resiente y quebranta".
Fuente:
Extraído de Libro “ Rosario desde sus orígenes hasta nuestros días” Síntesis
Histórica. Editorial Librería API 2º Edición. Rosario 1984.