"Rosario
tiene su barrio de miseria, como lo tienen todas las ciudades más o menos de
cierta importancia. su barrio de lenocinios, de vicio y de libertinaje. claro
está, con ordenanzas de mayor rigor, más convenientemente alejados del centro
de la población y
con preferencia de los lugares donde existen hogares de obreros y familias
laboriosas, y se sobre entiende, donde es por lógica, mayor la abundancia de niños
y menores.
"En
rosario esto no ocurre. precisamente el barrio destinado a esta clase de
comercio, está ubicado en un lugar donde la población obrera
es más densa. un barrio que por esa causa, está relegado a no progresar
mientras esa epidemia subsista. un barrio que está custodiado por una seccional
policial que nada hace por evitar que la vergüenza no traspase
los límites del colmo.
"Nos referimos a las autoridades
policiales déla comisaría 9a., que parecen vivir en el mundo de la inercia, embriagadas por la mas rotunda
"En efecto, ciegas deben ser las
autoridades de la sección
9a., al no ver y reprimir los bochornosos cuadros, que a diario se pintan en
esas calles. Si al lector se le ocurre ¡ra pasear por las calles Salta,
Pichincha, Jujuy, Güemes, Brown, Suipacha, Ovidio Lagos, etc., y aún algo más
retirado, verá lo mismo a las primeras horas de la mañana, en los atardeceres
y a toda hora de la noche:
una interminable caravana de vagos, atorrantes, degenerados y, sobre todo en
súper abundancia, "macrofs", "caftens"' o
"caficios", explotadores y delincuentes bien prontuariados, que con la mayor libertad y
desvergüenza se pasean por las indicadas calles, en manilas de camisa, en
camiseta, en zapatillas, arrastrando la podredumbre de sus
míseras vidas de boliche en boliche, o formando coros en las esquinas o puertas
de sus pocilgas.
Estas escenas se triplican en la noche, a la hora del cierre de los lupanares. Cuando las
mujeres se retiran, ellos, en la más denigrante de las vergüenzas, se estacionan
a esperarlas, especialmente los lunes, o bien se sientan por ahí, haciendo
rueda en las puertas de calle, semidesnudos, mientras en sus lenguajes de
rusos, polacos o franceses, comentan con harto zafismo la marcha o novedades de sus
comercios.
Es tiempo que estas escenas que baten todo record de la podredumbre y por el
resto del pobre barrio de Pichincha, terminen de una buena vez, y es
imprescindible que todos esos maleantes, explotadores del más desmenunzado
vicio, sean eliminados o desterrados. Al señor comisario de la Sección 9a., responsable
único de lo que ocurre, le corresponde proceder con energía. Bien conoce a ese
elemento y fácil le será probar que vagos, explotadores, sin otro oficio ni
ocupación, viven del producto de ese vil comercio.
Que en su casi totalidad son rusos, polacos o franceses, expulsados de
toda tierra donde existen leyes y moralidad. El señor comisario de la Sección 9a., único capacitado
para efectuar esa limpieza, verdadera obra de profilaxis social, así debe y
está obligado moral y materialmente a realizarla, obligando a su vez a que su
personal subalterno, sea menos contemplativo, menos complaciente y menos ciego.
Si así no procede el señor comisario de la Sección 9a., único encargarlo
de conservar algo de higiene social en el pobre barrio Pichincha, será miso de
creer, que las acciones de intereses creados que se susurra existen, son en
realidad evidentes .. . Esperamos que el señor comisario de la Sección 9ª.. así proceda. Pichincha, la vieja y famosa barriada se
lo agradeceré y nosotros también .. ."3
A pesar del alegato, las autoridades siguen
sordas, ciegas y mudas. Tollo parece fracasar ante el rufianísimo infiltrado
en el poderoso aparato del gobierno. Hasta la alegría demostrada
por La Reacción en
el comentado suelto del 16 de enero a rafe de una exitosa campana llevada a cabo periódico contra la prostitución clandestina
se transforma en amargura, terminando por denunciar, en su edición del 27 de
marzo.
NOTAS
1 La Reacción. No 1993, 6 de febrero 1927.
2 Justo Palacios, ¡d.id.
3
La Reacción. No
2000, 13 de marzo 1927
Fuente; Extraído de Libro “El
Rosario de Satanas” Autor Héctor Nicolás Zinni. Tomo I Editorial Fundación
Ross. 3ra. Edición 2000