Por
Luis Etcheverry
El Poeta del teatro Junto a
talentos como Armando Discépolo y Samuel
Eichelbaum, fue el gran de autor de su época. En Rosario el periodismo y estrenó primeras
piezas.
Como dice Luis Ordaz en su indispensable "El teatro en el Río de la Plata", Francisco
Defílippis Novoa fue "un poeta auténtico que cantaba en teatro. Unas veces
con acento trágico, otras más o menos risueño o sentimental, pero siempre
humano". Exponente de la corriente simbolista vanguardista y reconocido,
junto con Armando Discépolo y Samuel Eichelbaum, como uno de los grandes
dramaturgos que rescataron a la escena nacional de la chabacanería, su teatro
fue, en esencia, "profundamente cristiano", pero de un cristianismo
no religioso, carente de santos y vírgenes. Reconocido además como
representante del grotesco criollo, en su corta vida -murió en Buenos Aires a
los 38 años, en la plenitud de su talento dio forma a unas treinta piezas, la
más famosa de las cuales es la inolvidable "He visto a Dios", de
1930, poco menos que en cartel permanente a lo largo y ancho de la Argentina. Otros
títulos: "La casa de los viejos", 1914; "El conquistador de lo
imprevisto", 1919; "El cacique blanco", "La
madrecita", "La loba" y "Un cable de Londres", 1920;
"Una vida", 1921, "Los desventurados" y "El
turbión", 1922; "Hermanos nuestros", 1923; "Tu honra y la
mía", 1925; "El alma del hombre honrado", 1926; "María la
tonta", 1927; "Tú, yo y el mundo después", 1929, y "Nosotros
dos" y "Sombra en la pared", 1930.
Defílippis Novoa también incursionó en la dirección cinematográfica,
donde plantó hitos llamativos. Hizo debutar a Carlos Gardel en "Flor de
durazno", en 1917 y junto a Ilde Pirovano; a Victoria Ocampo (tenía 29
años y no era famosa aún con las letras), "Blanco y negro", 1919, y a
Berta Singerman, "La vendedora de Harrod's", 1920. También dirigió a
María Esther Podestá dos veces: "La loba", con Gardel, y "Los
muertos", sobre libro de Florencio Sánchez, de 1919.
Nacido en Entre Ríos el
21 de febrero de 1892, egresó de la Escuela Normal de Paraná, donde ejerció el
periodismo, y a los 19 años logró su primer estreno, "La pequeña
felicidad". También fue maestro en el interior. En busca de horizontes
llegó a Rosario, donde escribió para publicaciones libertarias, en boga en la
época, pasando a ser figura de la cultura por el hecho decisivo de vivir aquí
los primeros estrenos de sus obras por elencos porteños. La compañía de Enrique
Orellano le montó, en el Politeama, "Crónica de policía"; Orfilia
Rico, "El día sábado", y Pablo Podestá, "La casa de los
viejos". Con esta pieza ocurrió algo curioso: estuvo en cartel sólo dos
días. Por haber sido ello causa o efecto del encontronazo, ambos tendrán su
Guayaquil: se disgustarán y no revelarán el motivo. Sin reconciliarse, el
secreto los acompañará a la tumba. Nacido en Montevideo, el 22 de noviembre de
1875, el gran actor Podestá morirá demente el 27 de abril de 1923, siete años
antes que Defílippis Novoa, quien se irá el 27 de diciembre de 1930.
Fuente.: Extraído de la Revista del diario “La Capital” 140 años –
(1867-2007)