Carlos Ibarguren, que formara parte del PDP y fuera propuesto para los
máximos cargos electivos por la primitiva Liga del Sur devenida luego en
partido nacional, recuerda en sus memorias a De la Torre: en esos momentos él actuaba en el orden local santafesino al frente de
una fracción casi municipal denominada liga del sur, limitada en su esfera a
rosario, su ciudad natal y a los distritos vecinos, creada para luchar por la
autonomía y, diré, por la segregación de esa zona contra el norte de la
provincia y su capital. yo lo había conocido hacía poco tiempo; me fue
presentado por mi primo, el general José F. Uriburu, quien lo quería
entrañablemente y mantenía con él una vinculación íntima que duró cuarenta años sin una nube, como De la Torre
dijera públicamente cierta vez, hasta que en forma súbita, éste convirtióse por
razones políticas en su más enconado enemigo.
"Don Lisandro",
mentor ideológico de la Liga
del Sur había tenido una juvenil y apasionada militancia política junto a dos
de los prohombres de la unión cívica: Aristóbulo del valle, su ídolo, y Leandro
N. Alem, en pos de quien ingresaría en la entonces flamante unión cívica
radical. había peleado en dichas filas en la Revolución del 90 y fue
uno de los firmes adherentes a la disidencia "radical" planteada por
Alem a mitre para oponerse a la estrategia de quienes sostenían la necesidad de
un acuerdo con Roca.
Su periplo político es recordado por Ibarguren: Combatió sin tregua al roquismo desde las filas del Partido Radical,
y cuando vislumbró las intrigas que en el comité de la provincia de buenos
aires y en la convención tramaba Yrigoyen, renunció en una carta violentísima,
acusándolo de tratar de apoderarse de la dirección del partido con dilaciones y
engaños, lo que motivó un duelo con Yrigoyen, realizado en un viejo galpón del
puerto de buenos aires, en el que De la Torre fue herido de un sablazo en la mejilla. el
suicidio de Alem y la muerte repentina de Aristóbulo del Valle, sus dos grandes
maestros, lo impresionaron hondamente. también recordaría Ibarguren la decisión del rosarino en colaborar para impedir siquiera la posibilidad de un gobierno del partido
radical, necesariamente malo y precursor del retroceso social y de la guerra
civil. toda una disidencia.
Había nacido, como cualquier otro hidalgo de gotera, durante la presidencia
de sarmiento, en rosario, la antigua capital de la confederación, el 6 de
septiembre de 1868; sin embargo, el padre, que se llamaba como él, había
enfrentado a Urquiza en las jornadas de Pavón. Abogado a los 20 años,
frecuentador de los ambientes roquistas, Lisandro de la Torre heredó de su padre la
manía de acariciar a contrapelo: en el 90, como otros tantos de su edad, siguió
a Alem y estigmatizó la defección de mitre. en 1897, un duelo con Hipólito
Yrigoyen lo separó para siempre del radicalismo, lo arrojó a su profesión y a
los viajes por Europa...
("nace de la torre": op. cíf.)
La capital evaluaría la trayectoria del
partido y su líder como desprendimientos del tronco radical, del que de la
torre se separa (asegura el diario) "por incompatibilidad con los que no
piensan": el PDP nació en la plaza pública el día en que las corrientes
históricas se abrieron en dos brazos, oligarquía por un lado y demagogia por el
otro. Desde
entonces en rosario el
enfrentamiento político se inicia y se conservará hasta el advenimiento del peronismo, entre
radicales y demócratas progresistas. Rosario es el baluarte de los demócratas y
algunos departamentos del sur como Belgrano, san martín, caseros, general
López, merced a la acción de los Carreras, etc. virtualmente el campo se vuelca por los
demócratas y en las ciudades, la burguesía liberal e intelectual. el
radicalismo es el mundo proletario creciente y las clases populares. el partido
demócrata progresista ocupa un lugar histórico e impide el crecimiento de conservadores,
socialistas y otras agrupaciones. había que ser radical o demócrata...
Con menos pretensiones, en los
primeros meses de 1909, los comerciantes agrupados en el comité se empeñaban en
la suspensión del "impuestazo" decretado por el intendente Nicasio
Vila y ante la negativa de éste, que aduce que la medida no entra en la órbita
de sus facultades, desde el 4 de febrero paralizan la ciudad. en pocos días
comienzan a escasear algunos alimentos indispensables, se pliegan al movimiento
las empresas de tranvías, se deja de lado la recolección de la basura
domiciliaria y hasta se disminuye el servicio de iluminación en las calles, lo
que pone a los rosarinos en un estado de alarma que en algunos sectores estaba
muy próximo al pánico.
Mientras se concentran grupos de
gente que reclama airadamente, comienzan a escucharse disparos, sobre todo al
atardecer, mientras algunos protagonizan hechos mucho más importantes como
ataques al oficialista diario La República y el asalto a un mercado,
en tanto que el incendio de uno de los locales de la popular "Casa
Zamboni" hace pensar a más de uno en el caos. ni la venida del gobernador
ni la suspensión de los impuestos de la discordia consiguen aplacar a un
movimiento que había tomado ya, sobre todo por la actividad de la liga del sur,
inocultables connotaciones políticas.
Aquellos momentos de tensión,
aquellas pedreas a vidrieras, aque líos tiros, terminaron con la disolución del
concejo deliberante, blanco de los mismos ataques que el intendente, y la
designación de un intendente "de concordia", el conocido Santiago
Pinasco, todo un veterano de las lides políticas a quien se
acudía en momentos de necesidad de un eficiente componedor o de un mediador de
suficiente predicamento como para no despertar demasiada oposición. el
indudable prestigio social y el peso económico de su fortuna y empresas
ayudaron al ex intendente, quien termina de aquietar las aguas derogando la
vigencia del presupuesto que incluía los impuestos de la discordia y haciendo
efectiva la suspensión de los mismos, cosa que Vila intentara concretar como frustrado manotazo de
ahogado, antes de su alejamiento.
Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “década infame” Tomo
I Autor Rafael Ielpi Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens
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