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POR María Luisa Múgica
En 1918/19 Elena Ribak y Elena Smith domiciliadas en Suipacha
142/150 solicitaron permiso a la Municipalidad para ampliar el prostíbulo
mencionado anexando el vecino Montecarlo con el fin de establecer una Casa de
Pensión para mujeres dedicadas al ejercicio de la prostitución legalizada
llamada Royal o Café Royal. Una propuesta similar aunque más lujosa había sido
presentada anteriormente por la regenta Elena Zelzer del Moulin Rouge de Jujuy
2961.
Las
regentas señalaban que no había precedentes en el país pues se habían inspirado
en los establecimientos europeos en los cuales se evitaba el encierro forzoso y
ciertas restricciones que vulneraban la libertad de movimiento de las
prostitutas. La principal novedad que encerraba el proyecto apuntaba a cambiar
las formas de trabajo en el interior de los burdeles reglamentados modificando prácticas
vetustas como entregar la mitad de las ganancias a la regenta. En calidad de
pensionistas libres o independientes -munidas de sus correspondientes libretas-
ocuparían una habitación pagando por el alojamiento y pensión 3$ m/n diarios
las que optaban por habitaciones de primera y 2,50$ m/n las de segunda. En el Moulin
Rouge los precios oscilaban entre los 6 y 5$ diarios. Las pensionistas podían
entrar o salir de la casa y hasta abandonarla avisando con 24 horas de
antelación a fin de informar a las autoridades pertinentes y recibir a quién
quisieran.
Los
concurrentes podían frecuentar la casa en los horarios estipulados por la
municipalidad, dirigirse directamente a la habitación de la pensionista,
penetrar en el bar donde tocaba una orquesta en las horas reglamentarias o bien
utilizar las dependencias de la casa pagando sólo lo consumido. El cliente
abonaba el importe a la mujer -sin que la casa tuviera nada que ver- de modo
que la ganancia era exclusivamente suya. La casa de pensión estaría gobernada
por las dos regentas que eran responsables del cumplimiento de las ordenanzas,
del pago de los impuestos y si alguna mujer eludía la visita médica.
La Dirección de la Asistencia Pública
decía que si bien era un caso no contemplado en las ordenanzas municipales
reglamentado en la forma propuesta y con algunas modificaciones -como que cada
habitación tuviera lavatorio, bidet y buena ventilación- no tenía
inconvenientes en autorizarlo. De esta manera se independizaba a las mujeres
que allí trabajaban evitándose situaciones de explotación y se aseguraba la
higiene con la instalación de una sala reservada para las examinaciones
sanitarias que estaban a cargo de los médicos del Dispensario y Sifilicomio,
los que debían ser pagados por la casa. En 1918 Obras Públicas sostenía que
nada se oponía a lo solicitado y las dos casas podían convertirse en una. Por
su parte, la
Inspección General advertía que si se concedía el permiso era
necesario reglamentar su funcionamiento interno, ya que no existía ordenanza
para estos establecimientos. En 1920 las regentas solicitaban pronto despacho
del expediente detenido, a fin de abrir el lugar que estaba acondicionado sin
producir renta alguna. Finalmente, el 27 de septiembre de 1920 se resolvió el
asunto autorizándose la casa de pensión Royal situada en la calle Suipacha 150.
Hasta ese
momento la forma más extendida de trabajo de las mujeres dedicadas al
meretricio en Rosario era el sistema de latas. La regenta entregaba al
cliente-luego del pago por el servicio sexual-una ficha conocida popularmente como
lata, éste a su vez la traspasaba a la pupila que la canjeaba al finalizar la
semana por dinero a la madama, quién se quedaba con la mitad de lo producido.
Todavía hoy se pueden encontrar algunas de estas viejas fichas de bronce como
la del Petit Trianon, que en una de sus caras contiene el nombre y dirección
del prostíbulo Pichincha 87 y en el reverso, un rostro femenino con el torso
descubierto, encerrado por dos términos en francés: discrétion y ségurité.
Sin
embargo las dos casas de pensión citadas introducían como variante el alquiler por
pieza, modalidad a través de la cual el trabajo perdía el carácter de clausura
o encierro permitiendo una mayor libertad de movimiento para las prostitutas
que podían entrar, salir, abandonar la casa y elegir el cliente y era más
rendidor porque la ganancia les pertenecía de modo íntegro. Aunque Zinni-Ielpi
en Prostitución y Rufianismo indican que el sistema de lata era el que se usaba
exclusivamente en el barrio Pichincha en tanto que en los clandestinos se
trabajaba a pieza, los casos mencionados del Moulin Rouge o el Royal permiten
relativizar la afirmación porque éstos eran prostíbulos legales y representaban
alternativas o flexibilizaciones del reglamentarismo. Claro que el sistema de
alquiler podía también ofrecer otras opciones que apuntaban efectivamente hacia
la prostitución clandestina, como las casas de citas, hoteles, etc.
Cuando el
poder político municipal autorizó el Royal no hizo ninguna objeción al número
de mujeres que iba a albergar, pese a que en las notas de las regentes estaba
estipulado que giraría alrededor de 40, debido al número de habitaciones.
Resulta peculiar señalar que ninguna de las autoridades competentes mencionó
que al permitir el funcionamiento de esta casa se transgredía el número de las
mujeres autorizadas -que era 15- y, por ende, las ordenanzas municipales
haciendo factible el ejercicio clandestino de la prostitución en un prostíbulo
legal. Recién en 1929, cuando la regenta era Rosa Bluma, los concejales David
Ábalos y Campana denunciaron que allí trabajaban 35 mujeres, muchas sin
libreta, aunque La Capital
había sindicado que el número llegaba a sesenta, aglomeración que obligaba a
constantes intervenciones policiales.
Aunque el alquiler por pieza apostaba a lograr una mayor flexibilización del
reglamentarismo y a mejorar la calidad de vida de las mujeres, esto no se
lograba plenamente porque los dueños de las casas/pensión -adaptándose a los
nuevos tiempos y aún arriesgando menos- solían presionar a las mujeres aumentándoles
el alquiler a fin de obtener mayores ganancias. Esa situación se dio tanto en El
Elegante, el Bell Ville, el Café Royal como en el Mina de Oro. A modo de
reacción se inició el 9 de enero de 1930 en El Elegante un movimiento de
protesta -huelga- que tendió- según La Noticia- a extenderse a los demás prostíbulos
ubicados en la sección 9na.
El mismo medio refiriéndose al Mina de Oro y al Royal indicaba que al principio
los dueños de lenocinios cedieron a las pretensiones de las huelguistas pero “cuando
llegó el momento de cumplir con lo estipulado, se negaron a ello, exigiendo a
las mujeres el pago de 12, en lugar de 9$ nacionales, en concepto de pensión”.
Una de las mujeres, moradora de la pieza Nº 10 (sin especificación del
prostíbulo), indignada por “la jugarreta de los rusos”, se negó a abonar más de
los 9$ convenidos y fue amenazada con que iba a intervenir la policía. Aunque
no se amedrentó porque sabía que aquella carecía de atribuciones para proceder
en esos casos, sucedió algo inaudito, los dueños de los prostíbulos acompañados
por la policía consiguieron expulsar a la rebelde de la casa a las 4.30 horas
del día 10 de enero de 1930.
http://www.abarcusrosario.com.ar/hist_ros.htm