Los españoles constituirían la otra colectividad
fundamental las grandes
oleadas inmigratorias de 1870
a 1930 y serían parte esencial del crecimiento y
progreso de Rosario en las primeras décadas del siglo XX, de la mano de
comerciantes de diversos rubros, sembré todo, y de los cientos de almaceneros de ese origen que instalaron sus
negocios en todos los rincones de la por entonces apacible ciudad. Aquellos inmigrantes provenían
en su mayor parte de tierras asturiana, gallegas y vascongadas, pero vinieron
también andaluces, canarios, catalanes y castellanos, sobre todo a partir de
los años del Centenario, cuando la guerra con Marruecos hizo que muchos
españoles, en especial los jóvenes y otros que habían dejado de serlo no hacía
mucho, Prefirieron emigrar a integrarse a los ejércitos que pelearían con los
moros.
Tres millones y medio de españoles, en su
mayoría galleaos, cruzaron el mar con la gran migración. Ya contábamos entre
nosotros con los vascos, pastores y lecheros, arribados durante el auge lanar
en el Siglo XIX. Este grupo creciente convocó luego a otros paisanos, incluyendo a no
parientes. Así se agruparon en determinados puntos geográficos personas origen
común. Vizcaínos y asturianos fueron los primeros eslabones esa cadena;
igualmente los gallegos. La presencia galaica dio origen a que el gentilicio gallego se aplicara popular e indiscriminadamente
los nativos ibéricos. Un millón y medio de españoles eligieron nuestro
país para migrar, lo que constituyó un verdadero récord, pues en cetras
naciones apenas superaron el medio millón. En Í9Í4, la décima parte de la
población nacional era española.
( Ratier Op. cit.)
Carina Frid consigna que la población española que
eligió a la Argentina como país de
destino conformó uno de los núcleos mas numerosos de los españoles
en el exterior, constituyendo la mayor colectividad hispana de toda América del Sur. Desde fines del
ochocientos y a lo largo del siglo XX, la colectividad hispana de la Argentina contó con una
extensa red institucional(sociedades de ayuda mutua, asociaciones regionales,
sociedades recreativas y culturales); económica (bancos, empresas);periodística e intelectual
(prensa periódica, revistas, editoriales), de incuestionable impacto en la
construcción de la íi dad argentina contemporánea.
La investigadora citada
señala acerca de la procedencia regional de los nutridos contingentes llegados de la península ibérica: Los españoles que arribaron al país lo hicieron desde un arco regional
plural: al concierto mayoritario de emigrantes procedentes de la cornisa
cantábrica (entre los cuales Galicia ha
liderado el mayor aporte numérico, seguida por Asturias y las provincias
vascongadas) se ha sumado un contingente relevante de castellanos-leoneses, catalanes y andaluces, configurando un
universo diversificado y visible en la vida institucional y social de la Argentina.
Catalán y empeñoso,
Modesto Canut, que emigrara de su país y se radicara en Rosario en 1888,
trabajó como capataz en un pequeño establecimiento confitero hasta contar con
ahorros suficientes para independizarse. Poco después, con un préstamo
bancario, abre una casa en sociedad
"Canut y Audet", para la fabricación de confites, grageas, pastillas, caramelos,
dulces y bombones bajo la marca "La Mariposa", I n un local de San Juan y Moreno.
Disuelta la firma, rebautiza a ésta como "La Industrial" y
entre 1 195 y 1904 incrementa su capital en forma notable; adquiere
entonces un gran terreno en calle Pueyrredón entre Jujuy y Brown donde 1 1 instruye un importante
edificio para su fábrica, importando a la vez maquinarias de Europa. En 1909,
constituye una nueva sociedad. “Canut& Pujol”, aportando este último un importante
capital a la empresa."La
Industrial" tenía como especialidades las ya
mencionadas, además de frutas en almíbar, turrones y barquillos al estilo
español. De estos dos últimos productos, se lee en La Nación, en 1910, la fábrica vende grandes cantidades.
También español, Víctor
Echeverría tendría significación en el comercio rosarino desde la fundación, en
1902, junto a Pedro Eguina, de la "Ferretería El Gigante", en un
pequeño local de calle San Juan, donde se vendían asimismo pinturas, armas y artículos navales. En
1908, con la incorporación de Esteban Morcillo, la
firma pasa a ser "Echeverría &Morcillo", en el amplio local de
San Martín 1058, con salida a calle Maipú, que subsistiría hasta ya iniciada la
década del 70. Morcillo, nacido en Rosario en 1878 y muerto en 1951, tuvo
asimismo destacada actuación política en la ciudad: concejal entre 1923 y 1930,
ocuparía también la
Intendencia Municipal, gestión durante la cual se encaró un
plan general de pavimentos, se amplió el Parque Independencia y se habilitaron
distintas plazas como la
Bélgica, Saavedra y La República. Entre
1934 y 1935 sería senador provincial santafesino.
Venidos asimismo de España serían hombres cuyos
apellidos tendrían sólida vinculación con el comercio y la riqueza, como los García,
fundadores de "La
Favorita" y los Cabanellas, cuya panadería y confitería
"Europea", en San Luis al 1100, fuera durante décadas un comercio
tradicional en la ciudad.
El iniciador de la empresa, Juan Cabanellas,
nacido en Pollenza, un puerto de Mallorca, había trabajado en Uruguay como
maestro primario, título obtenido en España, y llegó a Rosario en 1888,
instalando la panadería y confitería que haría escuela en la ciudad, ya que de
ella salieron muchos panaderos y reposteros que a su vez abrieron otros
comercios del rubro; Bialet Massé ratifica en su informe que la panadería tipo del Rosario es la de
don Juan Cabanellas, que tiene 50 operarios y 8 empleados y es al mismo tiempo
la más importante fábrica de masas del interior. En 1898 pasa a ser propietario de un molino harinero en Maciel, de
modesta producción, al que logra convertir en importante empresa en poco tiempo
y un año más tarde se cuenta entre los fundadores del Banco Popular de Rosario
y luego, de la compañía de seguros "La Unión Gremial",
junto a otros empresarios de la industria molinera.
Los Terán, propietarios de la "Tienda Buenos
Aires", y los Casas, que tuvieron a través de uno de ellos, Casiano,
muerto en 1925, un importante papel en el desarrollo de las explotaciones
agropecuarias, industriales y el negocio inmobiliario, constituyen nombres
igualmente insoslayables de la colectividad inmigratoria hispánica. Casiano
Casas presidió la comisión del Hospital Centenario, ocupó también una banca en
el Concejo Deliberante rosarino, y fue uno de los directivos de la Sociedad Rural y el
Banco Municipal de Préstamos.
Caso similar sería el de Juan Fuentes, cuyas
rentas anuales en 1910, por las ganancias de la producción de sus campos y
estancias, alcanzaban a la friolera de 3 millones y medio de pesos moneda
nacional y cuyo "Palacio" homónimo se alza aún en la esquina de Santa
Fe y Sarmiento como símbolo de su solvencia económica, obtenida en la ciudad
que eligiera como residencia.
Este español, que había llegado a Rosario en
1872, luego de vivir un tiempo en Paraná, se dedicaría inicialmente a la cría
de ovejas y luego a la adquisición de campos, terminando hacia 1912 como dueño
de varias estancias en Santa Fe: "Estancia Fuentes", "Las
Mercedes","San Tiburcio", “ San
Justo","VillaVista","La Sepultura". Se
asoció asimismo a firmas comerciales, y fue propietario de valiosos inmuebles
en Rosario del mismo modo que lo hiciera su compatriota Juan Canals.
Notorio en el comercio de la ciudad sería
asimismo otro español, de las Islas Baleares, Miguel Montserrat, nacido en 1868
y arribado hacia 1880, fundador, con Pedro Remonda, de otra de las grandes
empresas dedicadas a la venta de madera y maquinarias agrícolas: "Remonda,
Monserrat y Cía.", instalada en 1898 como sucesora en realidad de la antigua firma británica
"Glover,Temple y Cía.", y de su continuadora "Pritchard y
Cía."
El establecimiento comercial de la firma y los
depósitos de Catamarca y Dorrego, ocupaban a más de 300 operarios y empleados,
contando con muelle propio en el llamado Embarcadero Arijón, en el que podían
atracar los grandes barcos que transportaban maderas y máquinas para el
establecimiento. A mediados de la década del 20, manteniendo la actividad
importadora de maderas, hierros y artículos de ferretería, la empresa había
expandido sus rubros a la fabricación de sogas, hilo sisal y clavos (para cuyos
respectivos productos patentaría las marcas "La Paloma" y "La Victoria"), y de
bolsas y lonas a través de La
Victoria S.A.
Monserrat, muerto en 1943, formaría parte de la
mayoría de las instituciones tradicionales de la ciudad y presidiría el Banco
Montserrat, símbolo del poderío económico de la familia, fundadora del mismo.
Podría citar otros muchos nombres de españoles, de fuerte y respetada
consideración, como los hermanos García, con su espléndido comercio de telas;
los Rey con su gran bazar, o don Toribio Sánchez, médico, ex diputado en las
Cortes españolas, que dirige, muy cerca de Rosario, magníficas estancias, y el
señor Montserrat
con sus grandes
comercios de ferretería, que mueven millones de pesos por año, su corralón, sus
fábricas de clavos y sacos. Parecióme el señor Monserrat uno de los motores
principales de la vida comercial de Rosario.
(Adolfo Posada: Pueblos y campos
argentinos, Editorial Caro Raggio, Madrid, 1926)
Significativa relevancia tendría asimismo
"Colombres y Cía.", otra de las firmas reconocidas de la ciudad en
las primeras décadas del siglo XX, fundada por Lástenes Colombres; la empresa
tuvo corta vida, pero en 1902 su hijo Gervasio la reactivó, en sociedad con
Augusto Otero, constituyendo la firma definitiva, en cuyos escritorios, en
Córdoba 1221, se concretaban los negocios de la empresa con algunos de los
grandes ingenios azucareros de la
Argentina, como "San Juan" y "La Esperanza".
Colombres tendría, asimismo, destacada actividad en la industria licorera, con
la fábrica instalada en Bvard. Oroño 740, donde se elaboraba, por ejemplo, la
caña "El Colono", una de las más populares de los primeros años del
siglo XX, consumida preferentemente por carreros, cocheros y estibadores en los
bodegones y despachos de bebida de la ciudad.
Gervasio Colombres protagonizaría una notoria
actividad en la ciudad tanto en el marco de la vida de instituciones como el
selecto Club Social, que presidiría entre 1904 y 1905, y de 1918 a 1924, como en el
escenario político local, a través de su participación en la revolución
radical de 1893, llevado por sus simpatías de entonces hacia la figura de
Leandro Alem, y luego en la creación de la Liga del Sur, que lo llevaría a representar al
ulterior PDP como diputado constituyente en 1921, cuatro años antes de su
muerte, ocurrida en Córdoba en enero de 1925.
El ya mencionado libro editado por Lloyd's de
Londres en 1911, incluye entre los rosarinos expectables y adinerados a otro
hijo de inmigrantes españoles, Luis P.
Suárez, un escribano nacido en abril de 1864 y muerto en 1931, quien se dedicó
también a la política y que en 1903 presidió el Banco Provincial, cargo que ya
había ejercido entre 1898 y 1902, siendo uno de los responsables de su
saneamiento; estuvo entre los fundadores del Jockey Club y de la Sociedad Rural, fue
dueño de una gran estancia, "La Ernestina", en Villa Constitución, concejal
y presidente del Concejo Deliberante de Rosario en 1909 y senador en el
Centenario por el departamento General López.
Profesional exitoso, había levantado su mansión, un chalet
"estilo inglés", en la esquina de Bvard. Oroño y Rioja, que da mucho aspecto a la ciudad, según la aludida publicación.
De origen familiar ibérico, aunque él había
nacido en Rosario, sería también una de las grandes firmas comerciales del
Rosario finisecular, la de Ignacio Granados, quien abre su comercio de
importación en 1895 en Córdoba 943 y se convierte en representante de productos
nacionales y extranjeros, algunos de primer nivel, y de firmas de fuerte
movimiento económico como H. Guillot y Cía, productora del popular
"Chocolate Godet"; Bagley; Seeber Hermanos, fabricantes de jabones;
Destilería de Buenos Aires, elaboradora de la también conocida línea de licores
"Cusenier"; Polledo,Torres y Cía., que distribuía en todo el país su
sidra "El Gaitero", y otras.
Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “década infame” Tomo
I Autor Rafael Ielpi Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens
Ediciones