Apartir de 1905 y hasta 1931 -cuando el profesionalismo
derrumba las barreras sentimentales del amateurismo-, ocurren muchas cosas en
el fútbol de la ciudad. Al margen del surgimiento de los clubes mencionados,
algunos otros nacieron y sucumbieron con idéntica facilidad. La nómina de estos
clubes -o con intención de serlo- sería interminable. La prolija registración
que dejara un viejo periodista Juan Dellacasa (h), autor de "Puntapié
penal", edición de 1938, ofrece material como para merecer una más
ambiciosa y completa investigación. Extraemos de esa vieja edición lo que
aconteció con uno de esos grupos de animosos muchachos que, en los albores de
este siglo que pronto nos abandona, hicieron un verdadero culto del fútbol. La
historia nació alrededor de 1904 cuando un grupo de empleados de comercio,
entidades de cerealistas y almacenes navales, se reunían por sus obligaciones
laborales en la sede del Banco Español del Río de la Plata. Allí concurrían
a realizar las operaciones bancarias cotidianas, al término de las cuales no
faltaban largas parrafadas sobre el naciente deporte, cuyo auge se incrementó
notablemente a partir de los torneos estables que patrocina la flamante Liga
Rosarina de Fútbol desde 1905. El entusiasmo de esos muchachos que se reunían
en el banco, se canalizó a través de un "pechazo" que le hicieron a
un cliente de la entidad, un tal Gauna. quien poseía unos terrenos desocupados
en Mendoza y Vera Mujica (por entonces, casi "campo afuera").
Llegaron a reunir alrededor de cien adherentes, lo que no era poco para la
época. Como para no desmentir la feliz definición de Arturo Jauretche cuando
explicaba con su prosa vigorosa los mecanismos de la "colonización
pedagógica", los muchachos aquellos buscaron un nombre para la naciente
entidad. Y todos estuvieron de acuerdo cuando alguien propuso llamarla "El
Albión Rosarina", en clara alusión al nombre (Albión) que los antiguos
griegos dieron a las islas británicas y que la tradición identificó en el correr
de los siglos con Inglaterra. La particularidad de este nacimiento es que,
contrariamente a lo que acontecía con otros clubes de la época, fue estimulado
por "gente bien", de buen pasar y óptimas posibilidades de prosperar
en corto tiempo. Esas diferencias, sin embargo, no se notaban en la cancha, los
"nenes bien" del Albión daban y recibían con la misma virilidad y reciedumbre
que los ferroviarios de la
Villa Sanguinetti, los operarios de refinerías o los
estudiantes del Colegio Newell. Tanto era así que se ganaron un mote bien
gráfico: "atorrantes con galera".
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta Fascículo N• 2 de abril de 1991 Autor
Andrés Bossio