Las balas que pusieron
fin a la vida del heredero del trono austro-húngaro y su esposa, Francisco
Fernando y Sofía, sonaron con tanta intensidad en Sarajevo como en nuestro
país. Especialmente en Rosario, donde una verdadera colonia de súbditos
ingleses se estaba arraigando, a favor de la instalación de compañías navieras,
casas bancarias, empresas ferroviarias, de gas, electricidad, teléfonos, aguas
corrientes. Aquel sórdido 28 de junio de 1914 signó el destino de muchos
europeos que abandonaron la
Argentina para luchar por sus respectivas banderas en la
primera gran guerra de este siglo.
En Rosario -como en el
resto del país- hubo grandes movilizaciones de extranjeros; algunos deseosos de
volver, otros, dispuestos a quedarse, apegados a una tierra que los había
recibido sin reservas de ninguna clase. Menudearon los incidentes en todos
lados, en tanto la verdadera guerra se gestaba a pasos agigantados en el Viejo
Continente. La declaración formal fue el detonante que exigió una determinación
precisa, impostergable, irreversible. Muchos se quedaron. Otros muchos se
fueron. Algunos volvieron cuatro años después. Otros, no.
En nuestra ciudad, en el ámbito del deporte, Atlético del Rosario fue una caja de resonancias sin igual en torno a la guerra europea. La gran
mayoría de asociados tenia
ciudadanía inglesa. No extrañó que muchos de ellos oyeran el llamado de su patria y se fueran a
combatir. El trámite de la contienda,
durante sus interminables
cuatro años de duración, fue seguido con la ansiedad explicable en una comunidad que, aunque
integrada a la sociedad local, tenía allá a padres, hermanos, hijos.
Al publicar el club la Memoria correspondiente al
año 1917, cuando aún no se avizoraba el final de la lucha, agregó una nómina de
"socios voluntarios",a la Primera Guerra Mundial con la acotación de los
que habían sido tomados prisioneros y de los muertos en acción. Cabe mencionar
que entre los voluntarios de Atlético del Rosario que fueron a pelear se
encontraban los hermanos Carlos y Eduardo Newell, donantes de los terrenos
donde se levantó la sede actual.
También en Rosario Central se notó la guerra
mundial. Algunos de los funcionarios de la empresa ferroviaria (todavía en 1914
sólo podían ser asociados los empleados del ferrocarril) volvieron a su patria. La mayoría no volvió.
Es
importante destacar un dato que es altamente significativo y sirve para marcar
la diferencia entre una y otra entidad, nacidas prácticamente del mismo tronco,
es decir, de núcleos de habitantes de nacionalidad británica. Mientras Rosario
Central se acriolló hasta liberarse totalmente de la tutela inglesa -recién lo
hizo en 1925 Atlético del Rosario siguió manteniendo su vieja estructura. Aún
cuando sus estatutos no contenían limitaciones ni condicionamientos acerca de
nacionalidad o profesión, era un "club de
ingleses". Tanto es así que desatada la Segunda Guerra
Mundial en 1939. la Memoria
de aquellos años repite el gesto de admiración y homenaje, ofreciendo la
nómina c los que se fueron a combatir por su patria.
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta Fascículo N• 2 de abril de 1991 Autor
Andrés Bossio