Por
María Florencia Antequera*
La casa Fracassi, residencia
del doctor Teodoro Fracassi y de Sara Avalle de Fracassi, es una obra
arquitectónica singular, construida en la ciudad de Rosario entre 1925 y 1927,
bajo los impulsos del arquitecto e ingeniero rosarino Ángel Guido (1896-1960)
junto al artista plástico Alfredo Guido (1892-1967), su hermano y el constructor
Víctor Avalle, hermano de Sara. Su estética es tributaria del denominado estilo
neocolonial que, claramente, no ejercía la primacía en Rosario en la década
del veinte.
Este proyecto significó un osado gesto porque condensa un fuerte
contenido ideológico: Ángel retoma los postulados del texto "Eurindia.
Ensayo de estética de las culturas americanas" (1924) de Ricardo Rojas,
quien acuña este término y lo define como síntesis catalizadora entre el
legado europeo y el americano, ubicándose -con esta operación- en las filas de
una arquitectura nacionalista. Unos meses más tarde de la edición del libro de
Rojas, Guido escribe "Fusión hispano indígena en la arquitectura colonial"
(1925) donde critica con ahínco el eclecticismo presente en la arquitectura de
su tiempo y brega por ordenar el caos arquitectónico: "No cabe otro camino
para nuestra emancipación que la solución euríndica", apunta. Para este
intelectual rosarino, la independencia estética residiría en reconocer que la
identidad americana radica en el estilo mestizo, en "Eurindia", en la
fusión (y el uso de este vocablo es de Ángel Guido) entre lo europeo y lo
americano. En este sentido, el altiplano peruano, y en particular Arequipa,
concentrará sus intereses. En otro de sus libros, "Orientación espiritual
de la arquitectura en América" (1927), Guido sostiene: "Nosotros los
hispanoamericanos, hemos quedado a la zaga por tener los ojos demasiado puestos en París".
Síntesis original en
términos de estilo, abierto a múltiples elementos que
se entrecruzan, este inmueble -la residencia Fracassi- es la materialización
de una convicción de Ángel, que podría ser expresada en estos términos:
América tiene algo para decirle al mundo en clave de arte. Para Ángel, la
arquitectura, que es entendida como arte social, funciona como "antena de
los pueblos" junto a la música. Lenguaje propio que intenta una
independencia estilística recurriendo a valores del pasado reinventados, factura
artesanal, motivos americanistas son las notas que resaltan en su producción y que generan una dimensión simbólica insoslayable en la
intersección de las calles San Luis y Corrientes: tanto el exterior como el
interior de la casa metaforizan su pensamiento. Por ejemplo, en el frente,
destacan los motivos iconográficos de extracción euríndica sobre un fondo
blanco a la manera hispamericana de los siglos XVII y XVIII donde conviven
estatuillas, pináculos y tejas coloniales dando lugar a un contraste de
materiales, colores y ornamentos. Forma y contenido resultan para Guido el par
indisoluble que sustenta la obra de arte como artefacto o bien, podríamos apuntar
que forma es contenido en la obra de este artista ya que Guido también
explícita el rol fundamental que detenta el ornamento como vehiculizador de la
memoria.
El interior de la casa
-al cual se accede por una puerta forjada en hierro, profusamente trabajada-
cuenta con detalles europeos como florones de estilo francés o azulejos
sevillanos y elementos americanos como ventanas con vitraux con ánforas
incaicas. A medida que se avanza desde el hall de entrada hacia el comedor,
pasando por el antecomedor, basta atender a los saberes de un arte que
reconfigura los temas americanos y que Se
precipitan estos, haciéndose cada vez más presentes -como en un in crescendo-
hasta estallar lo indoamericano en el majestuoso comedor (en la ochava de la
casa). Éste cuenta con el impresionante mural de Alfredo Guido, óleo realizado
en tela, pintado en su estudio y unido en el recinto donde se pueden distinguir
indígenas del Altiplano relacionándose con la naturaleza, con la madre tierra,
cuya indumentaria detenta colores saturados. También se destacan una pareja de
collas tocando un instrumento típico, el sikus. En otro fragmento del mural que
cubre todo el comedor, se representa la actividad agrícologanadera de la zona:
animales pastando junto a colinas sembradas. Asimismo, está presente el lago
Titicaca con mujeres bañándose y la
Catedral de Cuzco, junto a pequeñas casitas en el valle,
figuras festivas del carnaval rodeadas por muías, cabras, flores, cardos y
vasijas, entre otros motivos.
En cada extremo de la nave de este comedor, se encuentran dos
hornacinas con figuras femeninas, obras de Alfredo Guido: una está representada
por una mujer con cuerpo de sirena, rodeada de caracoles y en el otro extremo,
una mujer sirena, rodeada de
caracoles y frutos reconfigurando, como en otros sitios de la casa, lo femenino
como símbolo de vida, de reunión, de conciliación.
Por otra parte, esta casa es la concreción de una militancia
insistente que Ángel sostuvo también desde el punto de vista de la retórica:
son múltiples sus intervenciones en publicaciones, en la prensa, en congresos
de Arquitectura (por ej., cabe destacar su participación en el III Congreso
Panamericano de Arquitectura (1927), con su interesantísima y osada diatriba
contra Le Corbusier), en los círculos de profesionales como la Sociedad de Arquitectos,
etc. Estos lineamientos en pos de una arquitectura americana que fusione dos legados tuvieron también una
sostenida construcción desde la cátedra universitaria ya que Ángel como docente
luchó por incluir en los planes de estudio de las carreras de Arquitectura,
materias tales como "Urbanismo", "Historia del Arte",
"Historia de la
Arquitectura". Polémico, prolífico, audaz, Angel trazó
su compromiso con un arte americano al que le pedía no menos que redimir a la
humanidad, esgrimiendo la centralidad de su producción teórica para reflexionar
sobre su práctica artística y fue Rosario, sede destacada de su accionar tanto
en lo político institucional como en lo literario y cultural, aunque, sin lugar
a dudas, su obra de mayor difusión es el Monumento Nacional a la Bandera.
La textualidad incisiva de su palabra resuena no literalmente en la
materialidad de la producción proyectual: un proceso de traducción, se destaca,
entre los lineamientos teóricos de su vasta obra escrita, sus intervenciones
en la universidad y los programas que va concretando a lo largo de su
desarrollo profesional. En este sentido, tanto la residencia Fracassi como el
inmueble donde el arquitecto viviera en Rosario, sita en Montevideo 2112 o bien
la casa -hoy museo- que Angel construyó para su maestro y amigo Ricardo Rojas,
en Buenos Aires, en Charcas 2837 y que plasmó una suerte de objeto símbolo de
un ideario común, son sólo algunos ejemplos significativos.
Buscar respuestas a esas preguntas Guido se formula, constituye el
dispositivo singular que, por prepotencia de t bajo y por potencia de su imaginación
artística, marcó su mapa intelectual, con ambición epistemológica de un arte
que quiere comprender su tiempo y de e;: modo, refundarlo. Esta belleza que
América le puede agregar a lo que Europa ha enseñado es clave en "Eurindia
en arquitectura americana" (1930) do« Ángel afirma: "Es hora ya de
terma con nuestra actitud de imitar todo gesto de artes
extranjeras". A lo largo de sus
textos, su posicionamiento propondrá la aplicación de teorías estéril
suizoalemanas como la de Wölffin, basada en el
método comparado funda para el estudio de la Arquitectura.
Paralelamente, Guido fue
asimismo urbanista de gran producción y el ideólogo de planes reguladores
distintas ciudades del país como Rosario (1935, junto a Carlos Della Parlera y
Adolfo Farengo), Tucumán, Salta: Guido procuró reargentinizar mediante el
urbanismo, criticando también la estética cosmopolita
Por último, cabe
destacar que esta casa es fruto de un intenso viaje que emprendieron los
hermanos Guido, un viaje iniciático de suyo, entre 1919 y 1920. El compañero de
ruta será otro intelectual destacado en la ciudad de Rosario: el doctor Alcides
Greca (San Javier 1889-Rosario 1956), escritor, jurisconsulto, profesor
universitario, cineasta, interesado en los problemas de urbanismo y militante
activo dentro de las filas del radicalismo. Alcides relatará sus recuerdos en
"La torre de los ingleses" (1929), un libro de crónicas de viajes que
contiene las experiencias y anécdotas compartidas. Los sitios recorridos,
aguijoneados por el conocer el estilo barroco de los siglos XVII y XVIII,
serán fundamentalmente Bolivia y Perú y estos tres intelectuales, siendo muy
jóvenes, serán los protagonistas de un itinerario singular que les abrirá otros
caminos de conocimiento, ligados al arte en clave de una auténtica búsqueda
identitaria
*Profesora
en Letras, Universidad Nacional de Rosario.
Fuente: Extraída de la
revista “ Rosario, su Historia y Región” .Fascículo Nº 131 de Julio 2014.