En las notas sociales de publicaciones
como La Nota,
Iris, Monos y Monadas, etcétera,
aparecen entre 1900
y 1930 muchos
de los apellidos de la burguesía de comienzos de siglo junto a otros cuyo
lustre social llegaría un poco más tarde; por lo general se los menciona como
presencias habituales en el Hipódromo Independencia, en la anual Exposición
Rural o en los muchos saraos y fiestas que los tenían como notorios
destinatarios y animadores: Fernández Díaz, Casas, Cifré, Zavaleta, Sugasti,
Peracca, Manera, Cabrera, Ricardone Goyenechea, Marull, Doncel,Tudela Terán,
Fredikson, Cassini, Monserrat, Premoli, Candía, Centeno, Vila, Petit,
Marquardt, Alcacer, Foster, Araya, Amuchástegui, Laborde, Colomar, Bustillo,
Rouillón, Larrechea, Paganini, Uranga, Tellería, Méndez Carreras, Castagnino,
Echesortu, Giacosa, etcétera.
Perduraban asimismo, como incluidos en
esa clase, apellidos alemanes e ingleses que en todos los casos eran también de
origen inmigrante: Herwig, Schaeffer, Berger, Reimer, Werner, Meister, Hoffman,
Rehder y otros, entre los primeros, y Nolan, Turney, Clayton, Bell, Halliday,
Noble, Davis, Bradley, Sylvester, Constable, etcétera. Estos últimos, por
ejemplo, infaltables en los festejos rosa-linos del "Empire Day",
como los concretados por la
British Society, ni julio de 1929.
De 1903, en cambio, es la crónica de otro
tipo de velada social: una Nochebuena celebrada a bordo, cuando un grupo de
familias reconocidas organiza el evento a bordo del vaporcito "Manuel
Zolezzi", * edido por la
Dirección de Obras del Puerto, para esperar la llegada de las
doce campanadas. Salieron a las diez y media de la noche, pre-\ io silbato de
la embarcación, con los viajeros instalados en cubierta 1 orquesta haciendo sonar una marcha
entusiasta. Los excursionistas, una veintena entre señoras, señoritas y
caballeros, formaban Circulo en la cámara del Zolezzi.
La Idea ayuda a imaginar el momento, dando cuenta, de paso, de quiénes integraban
aquel pasaje distinguido: Deleitábanse
en animada conversación, salpicada de chistes de buen tono y haciendo gala de
espiritualidades del más refinado buen gusto. Y no podía ser de otra manera:
ahí estaba la incesante y joven señora
Matilde Duchesnois de Casas, amable y decidora como siempre, con su cultura
exquisita y sus oportunidades de caseur
ingeniosa, a quien se la escucha con la
complacencia que despierta su clara inteligencia; la señora Amalia de Jenyén,
que interesa desde el primer instante en que se participa de su ameno trato y
las señoras Carlota Pérez de Duchesnois y Celina Guesalaga de Covernton, que
con todo el prestigio de la aristocracia que encarnan sus nombres, daban
brillo y realce a aquella reunión selecta.
El "vaporetto" tomó rumbo a San
Lorenzo, y mientras los viajeros se asomaban a mirar las luces titilantes y
temblonas que se avizoraban en la costa, la orquesta ejecutaba un repertorio
tan ecléctico que admitía música de baile, ópera y "estilos
nacionales". Estos últimos merecieron el honor de ser cantados a coro por
los excursionistas, mientras que Duchesnois de Casas se lucía en las vidalitas
y la señora de Jenyén hacía oir, en medio del Paraná, su espléndida voz de
soprano. El remate de La Idea es digno de una revista de chismes: ¡Y llegaron las 12! Con entusiasmo fue aclamada la medianoche y el
primer tapón de Pommery saltó y el rubio y espumoso champagne fue servido y el
primer brindis se formuló saludando al gran día del nacimiento del Niño Dios.
A partir de aquel instante el entusiasmo creció, si cabe, pues empezaron los
brindis, que se hacían en general, y en particular entre algunas parejas que
ofrecían algún detalle sospechoso...
La excursión incluía a apellidos
notorios: el bouquet fragancioso (sic) y coqueto que formaban las señoritas Blanca Muniagurria, Rosa Vila Ortiz, Margarita
y Alice Covernton, María y Sara Susana Páez, Amalia Jenyen y Elisa Pérez y los
caballeros Arturo Suárez Pinto, José Damiani, Carlos Lac Prugent.José Jenyen,
Andrés Calcagno, Francisco E. Correa y el doctor Camilo Muniagurria, y después
que Sara Susana Páez recitara poemas de su cosecha (peligrosa costumbre que al
parecer mantuvo durante toda su vida), el vapor Zolezzi atracó a las dos de la
mañana en el muelle. La Idea pone el broche: el desembarco fue tan animado como lo fuera la partida de la excursión.
Aunque sonara seguramente más ruidoso el
primero, pensando que mediaron entre una y otra circunstancia unos cuantos
estampidos de Pommery a bordo...
Algunas familias, por su origen y
posición socioeconómica, tenían facilidad para ser generadoras de otra de las
formas de relación social de principios de siglo: las tertulias, que se llevaban a cabo
en Lis
residencias, algunas magníficas, que la burguesía
adinerada haría
levantar en la ciudad ya desde los años finales
del siglo XIX.
En diciembre de 1910 se lee en Monos y Monadas: Entre la colectivi dad inglesa, las tertulias en lo
del doctor Claudio Newell tienen fama por la selección de familias que
concurren como por la animación que reina toda la noche.
El mencionado, hijo de Isaac Newell,
fundador del Colegio Mercantil Inglés y del club Newell's Oíd Boys, tuvo
también destacada actuación en la ciudad. Nacido en 1878, se recibió de
abogado ocupando luego altos cargos judiciales en la magistratura santafesina. En
1921 es designado intendente de Rosario y en 1924 asume una diputación nacional
por Santa Fe, llegando a ocupar la residencia de la Comisión de Negocios
Extranjeros del Congreso nacional. Dicho cargo le posibilitaría ser el enviado
oficial a Génova, donde recibió el Monumento al general Manuel Belgrano, donado
por dicha ciudad.
Aquellas residencias fastuosas, en muchos
casos con detalles de refinado buen gusto, por más que se siguieran en un todo
los dictados de modas y estilos arquitectónicos y decorativos en boga en
Europa, y en ocasiones se mezclaran los mismos sin mayor cuidado, eran también
símbolos de poder económico y la inauguración de una de ellas pasaba a ser
también un importante evento, al que no ser convocado era socialmente
oprobioso. La habilitación de la mansión de los Pinasco, en Córdoba esquina
Bulevar Oroño en agosto de 1910, dio lugar a un festejo presidido por la
anfitriona Angela Tiscornia de Pinasco, antes de pasar a ser una de las
residencias más envidiadas del Rosario y en la que se alojarían muchos
visitantes ilustres.
Lo mismo ocurría el 5 de agosto del mismo año,
por la noche, al celebrarse lo que se calificaría como "festival"
ofrecido por los esposos Nicanor De Elía y Carola del Campo (descendiente
directa ésta del poeta Estanislao del Campo, el autor del Fausto criollo) en la flamante residencia
mandada construir por los mismos en la esquina de Bulevar Oroño y Mendoza, que
sobreviviría hasta entrada la década del 60. Monos y Monadas daría
pistas de lo que fue aquella lejana celebración, otro de los fastos sociales
de comienzos del siglo: El
buen gusto y la elegancia estuvieron representados dignamente. El festival no
pecó por la más mínima vulgaridad. Hubo recitados, representaciones, lunch y
baile. La revista muestra imágenes de la
escenificación, por jóvenes de ambos
sexos de las familias más reconocidas, de Les dosse tetnps de la reine. En francés, como correspondía.
Otros constantes "agasajadores"
de esos años, mencionados asiduamente por las revistas sociales, eran Juan
José Benegas y su esposa Rita Ibarlucea; Cornelio Casablanca, cuyas recepciones
y veladas eran señaladas por la prensa social como ejemplo de lo que deberían
ser las ¡testas de buen tono; los Recagno, cuya mansión, con vitrales traídos especialmente desde
Alemania, en Bulevar Oroño entre San Juan y Mendoza, actual Liceo Bernardino
Rivadavia, constituiría un ejemplo de la arquitectura y el estilo francés en
pleno paseo dela"high"rosarina; o Esteban Frugoni y su esposa, en su espléndida morada de calle San Lorenzo.
Del mismo modo, hacia 1901, la prensa
rosarina daba cuenta de las tertulias realizadas por las familias residentes en
el pueblito de Alberdi, en el local de la Comisión de Fomento, frente a la actual Plaza
Alberdi; familias que, por lo demás, eran en su gran mayoría parte de la sociedad
rosarina, que había elegido la zona como lugar de veraneo a orillas del Paraná,
o para bucólicos fines de semana.
Era en esas residencias donde las señoras
de la aristocracia que daba el poderío económico recibían a sus amigas o a
matrimonios de su misma clase social. Las rígidas convenciones sociales, el
llamado "buen gusto", hacían que incluso el hecho de una visita
social de estas características estuviese perfectamente reglamentado por códigos
no escritos pero sí vigentes en esos círculos. Por ello es que cada una de
aquellas damas hacía público su "día de recibo", para evitar
confusiones o irrupciones no acordadas, que viniesen a alterar una rutina
social perfectamente organizada.
Una guía de 1905, la editada por Peralta,
en su capítulo "Días de recibo de las familias del Rosario", publica
una nómina que incluye entre otras a las siguientes: María Leonor V. de Amuchástegui,
que no tenía día fijo; María Esther Arijón (Io y 3o
miércoles); Luisa B. de Araya y Elena Sugasti de Araya (todos los días); Rosa Tiscorniade Castagnino (3o y 4o
lunes); Petrona del Mármol de Colombres (2o y 4o miércoles); Pepita S. de
Recagno (Io y 3o miéi coles); Familia de Santiago Pinasco
(sin día fijo); Nicanor De Elía (.'" y 4o lunes); Héctor
Castagnino (sin día fijo); Firma Mayor de Estévea (los sábados); Ramona Ortiz
de Colombres (2o y 4o viernes); María C. de Chiesa (2o y 4o
viernes); Adela E. de Casas (1o y 2o lunes); Carmen
Machain de Lejarza (1o y 2"
sábado); Manuela P. de Marull (todos los días);
Carmen Sívori de Casanovas (miércoles), etcétera.
No debe extrañar para nada la existencia
de dicha costumbre en el Rosario del primer lustro del siglo, ya que los días
de recibo eran una imposición del protocolo social de las clases altas, tanto
de Rosario como de algunas de las grandes ciudades como Córdoba o Buenos Aires,
en las cuales estas convenciones eran respetadas a ultranza. Todavía en 1925,
la revista Para Ti indica los días de recibo de las encopetadas damas de la oligarquía
porteña: Carmen Alvear de Cristophersen, los martes; Dolores Anchorena de
Elortondo, los miércoles; María Luisa Unzué de Aldao, los jueves; Susana
Torres de Castex, los sábados, etcétera.
Fuente: extraído de libro rosario del
900 a la
“década infame” tomo III editado 2005 por la Editorial homo Sapiens
Ediciones