Ángel Marull, aficionado entusiasta a la literatura y la pintura, e
integrante de la relevante colectividad catalana en Rosario, escribió sus
recuerdos de infancia relacionados con el barrio prostibulario de Pichincha:
"El negocio de mi padre equidistaba cien metros del comienzo de una zona
que hizo famosa a Rosario, Pichincha, y 100 de la parroquia de la Inmaculada
Concepción, en la esquina de Salta y la hoy calle Ricchieri; por lo tanto, en
la frontera entre Sodoma y Belén.
"Las vidrieras del negocio, pictóricas de telas de vestir de
última moda, atraían a las mujeres como las flores de un jardín a las abejas,
proporcionando a nuestra casa un enorme caudal de clientela femenina. Eran las
postrimerías de la gran inmigración
extranjera que pobló nuestro país y que con su esfuerzo, tesón y voluntad contribuyó a su progreso. Personas de todas las razas nos visitaban : italianas, españolas, polacas, francesas. Trabajaba en el negocio un emplea do turco, nacido en Estambul y educado en un colegio francés, Jacques Rousseau; su conocimiento del idioma de Moliere y su extraordinaria simpatía atraían a todas las clientas de origen francés - que en la zona eran muchas - transformando nuestra casa en un Petite Galerie Lafayette... "
extranjera que pobló nuestro país y que con su esfuerzo, tesón y voluntad contribuyó a su progreso. Personas de todas las razas nos visitaban : italianas, españolas, polacas, francesas. Trabajaba en el negocio un emplea do turco, nacido en Estambul y educado en un colegio francés, Jacques Rousseau; su conocimiento del idioma de Moliere y su extraordinaria simpatía atraían a todas las clientas de origen francés - que en la zona eran muchas - transformando nuestra casa en un Petite Galerie Lafayette... "
"Los lunes, días de salida de las prostitutas para efectuar su
revisación médica y renovar la libreta sanitaria en el dispensario de la zona,
los aprovechaban para realizar sus compras. Dado que nuestro recordado y
buenísimo Rousseau hablaba correctamente el francés, las artistas (como las llamaba mi madre empleando un eufemismo), que eran en su
mayoría francesas y casi todas pertenecientes al Madame Safo, llegaban a ver las nuevas mercaderías. Era la época de la seda
natural importada y nuestro buen Jacques se cansaba de venderles las últimas
novedades.."
'Personajes del bajo mundo, y otros característicos de la ciudad,
visitaban nuestra casa. Yo tenía que atender a veces, ya cumplidos los 12 años,
entre otros, al Paisano Díaz, guardaespaldas del
político Juan Cepeda, según se comentaba. Temblaba al ofrecerle las mercaderías
y observar su rostro surcado por profundas arrugas y cicatrices; tuerto, con un
ojo de vidrio opaco y su revólver mal disimulado en la cintura del pantalón,
tenía un perfecto aire de corsario. También nos visitaba don Pedro Mendoza, capitalista de juego de una de las casas más importantes de la ciudad,
y el poeta Alfonso Alonso Aragón, hombre simple e ingenuo,
quien disfrazado de Rey Momo animaría luego, ya bastante vencido, muchos
carnavales rosarinos, nos dedicaba algunas cuartetas... "
Fuente: extraído
de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo Nº 8. De Diciembre 1990. Autor: Rafael Ielpi