"Los
primeros taximetristas eran mateos. ¿Sabes cómo se llevaban los buzones por
delante?.
'Julio
Schiavone
Características
muy especiales ostenta desde antiguo, la franja lindera de viviendas y negocios
que —calle por medio— separa los terrenos del ferrocarril donde se alza la
estación Rosario Norte. El conocido barrio es llamado Súnchales por una
histórica circunstancial, poseyendo, además, un rico y extenso anecdotario que
define, con ribetes pintorescos, una singular personalidad amasada por gentes
de todas las razas, credos y nacionalidades. Por ello, no es de extrañar que
la revista porteña Fray Mocho —desprendimiento
de la famosa Caras y Caretas—, se
ocupe del barrio de Súnchales en la edición correspondiente al número 110, del
5 de junio de 1914. La nota que transcribo, está firmada por el periodista y
autor teatral Alejandro E. Berruti, uno de los rosarinos que mas se ocupa en divulgar
el pintoresquismo local de entonces.
El Barrio de
Súnchales
"Dentro de característica uniforme de ciudad
eminentemente comercial y centro de trabajo, tiene el Rosario sus barrios
excéntricos que si bien no presentan rasgos de costumbres típicas, dan una nota
de color en la monotonía aplastante de las calles largas y rectas donde hay un
almacén o un vigilante en cada esquina, extendidas en redor del centro urbano
limitado a un radio relativamente reducido.
Uno
de esos barrios está situado en la parte norte de la ciudad, contiguo a la
estación del ferrocarril Central Argentino "Rosario Norte", popularmente
conocida por "Súnchales", nombre que ha recibido aquel por el
bautismo sagrado e inconmovible de la costumbre.
El
barrio de Súnchales condensa en sus pocas cuadras un centro de actividad que
tiene la característica inconfundible del "frente a la estación" de
los pueblos de campaña con la aglomeración de los negocios heterogéneos y
reconcentrados; hay un ambiente cosmopolita de Paseo de Julio y hasta un ligero
matiz de "La Boca"
legendaria. Anexo a una estación de tránsito tan importante, alberga en sus
numerosas fondas a los "lingeras" golondrinas que van y vienen de la
cosecha, a esos infelices peregrinos del trabajo que en vano buscan la
"América" que soñaron allá en sus lejanas tierras. Y apenas los vuelca
el tren con sus bagajes al hombro, sin aventurarse a la confusión
desconcertadora del centro, encuentran a pocos pasos del andén, la fonda
hospitalaria que es a la vez agencia de colocaciones y punto de recreo, al son
del piano eléctrico con que el progreso avasallador ha sustituido al organito de
manubrio que atracado junto al cordón de la vereda, solía amenizar con sus
notas destempladas la nostálgica tristeza del emigrado errante.
Y
esas figuras de miseria ofrecen, sin embargo, una nota pintoresca, confundidas entre los vendedores ambulantes, o parados en
las puertas de las "trattorias"
que anuncian la hora del "pranzo" con un penetrante olor a ajos
fritos que llega hasta la calle como si fuera el sonido de una campana que
llamara a rancho, mientras los "lingeras" entretienen el apernó
haciendo comentarios infantiles sobre un idilio callejero, sostenido entre un
motorman y "una chica muy guapa y amiga de hacer favores". Curo ellos
no tienen tiempo para pensarlo en ese momento, porque el menú desfila
al trote: "
¡Supa perruno!. Pochero per do e ina sarchicha, Marche!".
"¡A
la mangia!", grita el obeso fondero, en cuyo poblado mostacho
a la” Humberto" ha quedado empacado un "spaghettini" calavera,
prueba terminante que la sopa está a punto, y los pasajeros asaltan las mesas,
de riguroso hule color sucio, para tragar el menú ávidamente, como si al llenar ni
estómago, trataran de llenarse sus almas toscas, pero sensibles, hambrientas de
afectos ante el recuerdo de los que se quedaron muy lejos esperando el regreso
de la conquista del oro.
Estas
escenas se repiten en quince fondas distribuidas en tres cuadras avenida Sarmiento
y calle Callao, intercaladas entre cambalaches de exposición colgante,
almacenes con mercaditos complementarios, barberías, ferreterías, relojerías y
hasta un negocio improvisado para la venta de castañas asadas, del brasero
directamente al consumidor.
La agradable
quietud del mediodía le da un aspecto de descanso dominical, pero apenas
si se inicia la digestión cuando Súnchales bulle de actividad en el
"concierto de vidrios rotos" que prodiga el rodar de coches y sonido
de campanas, timbres y cornetas; gritos de los pregones y el silbato de las
locomotoras.
A
continuación del barrio de Súnchales, hacia el centro, existía un Montmartre tenebroso
desalojado hace cinco meses por una ordenanza municipal,
pero
siempre se producen tentativas de infracción y al pasar, nos encontramos con un caso de
rigurosa aplicación de la ley de residencia"
Ilustra muy oportunamente la nota de Berruti, una
fotografía donde se ve cuatro agentes
uniformados que, luciendo en sus cascos el famoso "pararrayos”, rodean a
funcionarios en el momento que salen de una casa “non sancta".
Debajo,
campea el siguiente epígrafe: "El subinspector general de la Municipalidad y el
comisario inspector, señor Zarate, aplicando la ley de residencia a una
"casa de pensión". Otro grabado, muestra la
vera efigie de la pupila de un clandestino en robe de chambre,
apartando las cortinas de la puerta de calle en actitud de detectar, medio
cuerpo afuera, la posible llegada de las autoridades. Dice el pie de esta foto:
"Ojo al escuadrón"
Otra media docena de fotografías informan
sobre determinadas característica del barrio. Bajo la imagen de un súbdito israelita, cuya
cabeza se encuentra encasquetada
en un "bombín", además de la
clásica barba larga y aquellos inconfundibles anteojos con armazón de metal, se
lee lo siguiente:"Un auténtico "Popoff" "quí áspera in
Sonchiales la númaro di-sanoív/e pir andar la cientro. ¡Coánto qui astaba
dimorando trinvías".
No
falta el peluquero haciendo la barba a un parroquiano: "frente a la
estación, a 0.20, con piedra y todo"; ni tampoco el interior de una fonda:
"La "rotisserie" "Piccolo Tormo" en plena
"morfología". Por último puede apreciarse el frente de una tienda con
ofertas colgando sobre la vereda; y luego, para justificar el epígrafe
"No trabaja el que no quiere", la imagen de un viandante al pie de
una pizarra donde, escritas con tiza, se han impreso numerosas solicitudes de
mano de obra:
50 peones para cuadrillas, varias
ciudades, especial a $ 2.50 por di'a. 50 peones para juntar maíz, a $ 0.50 la
bolsa. 10 peones para desmonte por tanto, a $ 0.22 el m2. 12 peones para juntar
maíz a $ 0.45 la bolsa. 1 cuadrilla de 30 peones a $ 2.90 por día, viaje salen
con el mismo capataz.
Agencia de
Colocaciones "La Nueva"
Hacia
la década del 20 y por muchos años después, bajo las arcadas que permiten el
paso de entrada y salida de la estación ferroviaria, pasarán desde humildes
peones hasta encumbrados "caballeros de industria desde prostitutas
—engañadas o no—, judías, polacas y francesas que vienen en ordenados grupos a
efectuar el "cambio de guardia" en los aledaños prostíbulos de
Pichincha, hasta clérigos y ministros de todos lo» tos que se profesan en
Rosario.
Por
los años de nuestra historia, inmigrantes italianos, españoles, rusos, polacos,
judíos, árabes, japoneses e hindúes, se mezclan en los fondines y hoteles de
mala muerte, con peones de campo, obreros ferroviarios, estibadores, carreros,
guapos, compadres, malevos, garabitos, ladrones, cuenteros, mafiosos y otros
profesionales del delito. El cuadro» marcado musicalmente por los payadores que
abundan y se renuevan, al igual que los cantores con o sin fama.
"—Frente a
Súnchales había un restaurant que tuvo vida mientras lo tenía un dueño que se
llamaba Eugenio Roba, junto con su hermano Juan. Había un palco con orquestas
de señoritas. Ahí se reunía mucha gente del ambiente . . . Exactamente allí
conocí a Agustín Magaldi, nunca me voy a olvidar... Tal vez esto no tenga
importancia . ..
—Siga, nomás.
—Bueno, Agustín
Magaldi era una persona muy querida acá,
porque era
un muchacho de
pueblo, un muchacho sano. Me dio un beso tan grande
Agustín ...
Yo era un pibe que vendía cosas por la calle, y entonces
le dije: "Cántame
algo Agustín". Y el entonces
entonó a media voz aquello de "No
cantes, hermano, no cantes. . . ", me lo cantó para
mi. Los Colonos era un lugar
importante del barrio.
—
¿Magaldi estaba de paso? ¿no actuaba allí?
—No, no, no,
estaba de paso. Posiblemente estuviera esperando el tren.
Yo me acerqué con mi cajoncito a venderle y
. . . me dio un beso y unos mangos “2
Para los comerciantes de la zona "todo el
año es carnaval", pero lo es más,
aún
cuando aparecen, terminada la cosecha, los laboriosos inmigrantes golondrinas,
especialmente aquellos humildísimos y confiados santiagueños.
"—Frente a la estación Rosario
Norte, existían muchas fondas. En una de ellas, llamada 25
de Mayo, cuando venía toda
esta gente de la junta de maíz, como no alcanzaban las piezas los hacían dormir
con su mismo equipaje arriba de la terraza ...
Y entonces, a cierta hora de la noche, como estaban rendidos, cansados y
dormidos, el dueño que se llamaba don José, se ponía una gorra de cocinero y un
saco blanco, iba y los limpiaba. Por ahí se despertaba alguno y, al verlo medio
en la oscuridad, gritaba: "¡Me roban!.
/Me roban/ ¡El cocinero me roba!". Y era don José el
fondero, disfrazado".3
"—Ahora, los rusos por ahí tenían
tiendas, había varios y algunos viven todavía. Cuando esta pobre gente venía a
hacer sus compras, una vez terminada la cosecha . . . bueno, ¡para que le voy
a contar.. .! Alguno compraba un pantalón, otro un calzoncillo, otro una
camisa ..., entonces los rusos tenían un paquete o dos ya hechos bajo el
mostrador, y después que le vendían toda esta mercadería ... eeeeste .. .,
hacían como que se los caía
el paquete y agarraban el otro que tenía el mismo color y todo. -¿Y
no se daban cuenta los compradores?
- ¡Que se iban a
dar cuenta!. Esta gente hasta no llegar a sus pagos no abría . . ., y cuando
llegaban allá se encontraban con alpargatas viejas y pantalones rotos. Cuando
volvían acán, al año siguiente, le decían al tendero: "Pero
che, amigo, me has vendido, me has.. ¡". "¡No! ¡Casa seria esta! ¡¡Te
cambió un paisano el paquete!". Imagínese. No
iban a venir de Santiago del Estero expresamente acá a reclamar en el acto. Y
así otros les vendían sombreros agujereados ...
Y al año siguiente venían otra vez, y ' i nítido reclamaban no faltaba el ruso
que les dijera: " \Lo que pasa es
que vos no estás acostumbrado a usar sombrero a la moda. ¿No ves que unos son
agujeros para ventilación?"4
Todo esto y
mucho más da pie para el comentario de la prensa periódica. La Redacción, por ejemplo,
dirá en su ejemplar No 2010, del 1º de mayo de 1927
TIPOS DEL AMBIENTE:
Vividores.
“En las
Inmediaciones de las estaciones de nuestra ciudad, se hallan establecimientos algunos
negocios que, con el rótulo exterior, cubren la mala mercancía de bars, donde
moran y concurren individuos dados a la vida del vicio.
Personajes de naipes y de timbas, están al
acecho de pazguatos y de simples,
para desvalijarlos
de la poca plata que les acompaña.
Y lo curioso es que, cerca de tales
casas y tales sujetos, se hallan parejas de
empleados de investigaciones que saben a ciencia cierta
el juego de semejantes
pájaros de cuentas. Pero los
vividores, amigos de cuanto hílala a uniforme de policía, se valen
de medios ingeniosos para acallar el
soplo tilos
otros vividores como ellos".
Los armeros venden armas que si disparan un tiro
se traban dos; los peluqueros refinan no solamente la nuca con la famosa
maquinita, sino también las patillas para no perder tiempo y aprovechar la
clientela golondrina; los fonderos sisan la medida y rebajan con agua el vino.
Paisanos falsificados se mezclan con los auténticos para tratar de hacerles ni
cuento del billete premiado, mientras linyeras que no son tales, sino poli cías
disfrazados, andan a la pesca de embaucadores y rateros quienes a veces
terminan en componendas con la autoridad y otras a la sombra de los calabozos.
En
Súnchales se puede adquirir sin mayor misterio por parte de los compradores, ni
rubor en los vendedores: anillos de oro que a poco de usarlos resultan ser de
bronce; guitarras que se rajan, casualmente, a la semana de haberlas comprado;
relojes de oscura procedencia y resultado dudoso; ropa de primera, segunda y
tercera mano, e infinidad de baratija inútiles. El afán de enriquecimiento
fácil, lleva a la instalación de los "negocios" más insólitos.
"—En la calle Callao entre Güemes y
Rivadavia, existía un Tiro al Blanco que era regenteado por Manuel Rodríguez,
quien en la actualidad es dua-ño de la agencia 9 de Julio, frente a la estación
Rosario Norte. Rodríguez fue operado varias veces de cataratas y se encuentra
falto de la vista.
—¿Qué
características tenía aquel Tiro al Blanco?
—Bueno, funcionaba con entregadores —como
se les decía—. Adentro tiraban al blanco, y, de vez en cuando, pinchaban a un
cuiz. Cuando el cuiz gritaba, los que estaban afuera de
"palanqueadores" para hacer entrar • la gente, gritaban: "¡ganó/,
¡ganó!, ¡ganó!" . . . Entonces metían
adentro esta pobre gente que venía de las cosechas. A ellos le llamaba la atención
el cuiz que gritaba, y cuando entraban quedaban secos . . .
—¿Ahí
trabajó Aragón, no es cierto?
—Aragón, que fue Rey del Corso de Rosario
muchos años, trabajó en la última etapa de su existencia en la agencia, no ahí.
Ahí trabajaban los vivos. Un caso extraño le ocurrió a uno de los hijos de
este Rodríguez. Resulta que le vendieron una cantidad de cigarrillos de
contrabando, sin el estampillado, pero era toda una cosa preparada. En cuanto
le entregaron la cantidad de cajas que en ese tiempo costarían unos ciento
cincuenta mil pesos viejos, cayeron otros que titulándose policías se llevaron
las cajas en un autito. Le dijeron: "Cuando le
puede cómodo, preséntese en la
Jefatura de Policía". Pero
no eran policías ni cosa que se les pareciese, era una estratagema. Este
hombre, se fue al campo a pasar unos días y murió. Algunos dijeron que se
había caído de un arado, otros que se había pegado un tiro a raíz de este
asunto porque el padre no había querido salvarlo, porque si bien había pagado
los cigarrillos al contado, debía los que tenía en el negocio. Nunca se supo si
el hombre se mató o si, en realidad, pasando unos días en el campo se cayó del
arado".5
Los
buhoneros, que no le van en zaga a quienes están establecido! formalmente, se
pasean por la vereda frente a la estación ferroviaria cargados de mercancía en
forma tan grotesca, que parecen fenómenos ambulantes o habitantes de otro
planeta. Algunos, llevan un estandarte lleno de colgajos para mostrar lo que
consideran más importante. Hay quienes exhiben en cajas, junto a valijas abiertas
de cartón, una apreciable cantidad de peines, espejitos, ballenitas, medias y
horquillas para el cabello, así como jabones de tocador junto a paquetes de
tabaco "para pito" y para armar cigarrillos. Firmemente decididos a
competir con quioscos, tiendas, bazares, ferreterías, librerías, farmacias,
relojerías y joyerías, estos vendedores ambulantes expenden, entre otras
cosas, cigarrillos, fósforos, agujas y alfileres por gruesas, carreteles de
hilo negro y blanco, ovillos de hilo para zurcir medias, relojes
despertadores, tijeras, cortaplumas, trabas para corbata, lápices comunes y de
tinta, libretas de varios tamaños, papel para cartas, sobres, centímetros de
hule, corbatas, bicarbonatos , metros y lápices de carpintero, talco, medias y
ligas para hombres y mujeres, botellitas con perfume barato, y los infaltables
preservativos "Cabeza de Negro", en cuyo envase campean, con un aire
de bajorrelieve egipcio, dos perfiles de negros africanos mirándose fijamente
uno al otro.
Los cafés no difieren del resto del paisaje, en
cuanto al ambiente que lo sustenta.
"—Frente a
Rosario Norte existía un café que hoy se llama El
Inca y cuyo dueño era don
Ernesto Fuentes, un señor criollo, bigotudo, con un coso ancho acá de plata,
que siempre tuvo la ambición de ser jefe de policía intendente municipal,
diputado nacional, cualquier cosa de esas, se comió toda la fortuna, entre
paréntesis se comió una casa de altos que existe hoy en la actualidad en la
calle Rodríguez y Rivadavia y que pertenecía a la hija de él, casada con uno
de los Angeleri Jacuzzi . . . Bueno, el asunto que al Inca venían todos los
vivos . . ."¡Hola, don
Ernesto/ ¿Ya está su candidatura?". . . Una
noche estábamos todos sentados ahí y aparece una rata así, más grande que un
gato: "¿Y?. . . Don
Ernesto ¿Esto que es?. "No, no, no las ahuyenten —contestaba—
que son criadas de la casa . . . ¡Vení,
Periquita, ven/. . .", las llamaba, y
las ratas disparaban. Nosotros, cuando trabajábamos de noche en Súnchales,
poníamos diez centavos, veinte centavos para hacer una vaca y comer algo ligero
Entonces, dice un día don Ernesto: "Muchachos,
esta madrugada tengo una boga". "Muy bien, don Ernesto... como
no". Efectivamente, la
boga iba a ser cocinada en una de aquellas cocinas económicas, que hacía ¡qué
se yo el tiempo que no la usaba! . . .; eran de aquellas cocinase leña, ¿se
acuerda?. Pone la boga ahí, la asa, la trae . . . "Pero,
don Ernesto, ¿esto que es?". "No" —dice—
"Esto es el mejunje que tiene la
boga muchachos, que yo le he puesto". Y
eran todas cucarachas que se habían asado arriba de la boga. Al calentar la
cocina, empezaron a saltar las cucarachas . . . empezaron a saltar, estaban
arriba, arriba, y se cocinaron junto con la boga . . . —Flor de mejunje, ¿no?.
-. . . Murió,
pobrecito, don Ernesto, arriba de la plataforma de un tranvía. Un
cinco".6
A cambio de esto, hay lugares cuya buena reputación
llega hasta nuestros días actuales, como
La Buseca —café
y bar Fu—Fu en
el momento de escribir este libro y Telaraña's Show al
editarlo-, en la esquina de avenida del Valle y Ovidio Lagos; el Almacén de Rojas, ya desaparecido, en la esquina de
Ovidio Lagos y Güemes, y el Almacén El Ferrocarril, que
aún existe en la esquina de las calles av., del Valle y Callao.
"-La antigua
Buseca era
de don Leandro, y el que hoy en la actualidad tiene el hotel que está frente a
lo que fuera aquella casa de comidas, dando la esquina por Ovidio Lagos y la
subida del pasaje Celedonio Escalada, es de don Rodríguez, quien antes de tener
el hotel hacía churros ... y después se dedicó al hospedaje al que
venían ordeñadores de afuera .
ordeñadores de vacas y todas esas cosas. Don Rodríguez, ha ido varias veces
a España para cambiar de clima, porque es un hombre que tiene qua cuidarse. Su
esposa es santiagueña, muy buena mujer. —¿Iba mucha gente a La Buseca?
-Si, y se comía bastante bien. -¿Que otro
boliche mentado recuerda?
-En la esquina de Güemes y Ovidio Lagos,
frente al dancing ese que hay, existía un almacén grande donde se hacía pescado
frito, milanesas y lechón. Los dueños eran de apellido Rojas, españoles, buena
gente. Uno da los hijos se encuentra actualmente en las sierras de Córdoba,
otro murió y el otro fabrica tijeras.
-Pero, donde está el dancing que se llama
Premier, ¿no
había antes u fonda?.
-Si, se la conocía
como El Pescado Frito, aunque
no tenía ningún nombre pintado. Era de un polaco grande que se había casado con
una polaca joven y muy buena moza ... No parecía polaca, parecía piamontesa.
pues, en la esquina de Avenida del Valle y Callao está el Almacén y pacho de
Bebidas El Ferrocarril que
era de los Tuero y que ya no e mas. Estos Tuero, antes de venir ahí, donde hoy
está el Bar Los Colonos de don Pió
Lombardi, que tenía orquesta de señoritas y todo, hicieron guita y se fueron a
la esquina donde todavía funciona El Ferrocarril. —¿Y
antes de que estuviera Lombardi?
—Antes de que estuviera don Pió en Los
Colonos estaba el ruso
qua compró a los Tuero. Este ruso puso no me acuerdo dónde una casa de tas,
para pernoctar. Después se descubrió que robaba alhajas y que tenía un hijo
ingeniero . . .
—De la familia
Tuero, ¿qué recuerdo tiene?
—Los Tuero
fallecieron todos, eran gente muy buena. Uno de los Tuero Enrique, es el único
que tiene tres hijos médicos: Pedro, que está en al Sanatorio Británico; el
otro, médico dentista y el otro en el Ejército qua se por donde anda. Yo
recuerdo que una vez, este muchacho Pedrito, era un muchacho muy bueno, venía
con un cochecito y en Güemes y Pueyrredón dio
un topetazo de la madona". . .7
Como
no puede ser menos, algunos sucesos aún se comentan en la de viejos vecinos y
habitúes de los cafés de Rosario Norte.
"-En el Hotel 25de
Mayo, actual Los
Rosarinos, al lado de Los
Col paraba Luis Acosta García; allí le robaron una guitarra que valía mil sos
en ese entonces. ¡Pobre Luis!. Murió en el Hospital Centenario, 14, cama 8. Me
acuerdo, porque una vez me fui a operar en el Centén y me dijo el enfermero: "¿Sabe
en que cama está?". "No se, en un» fierro", dije
yo. "Usted está en la misma cama donde
murió Luis A García", me contestó.
— Le dio un ánimo bárbaro . . .
—Aunque le parezca mentira, si. "Entonces
me va a dar suerte", le dije. Y así
fue. Me
operaron y salí bien".8
"—Sobre
la misma estación Rosario Norte hubo varias muertes. El finado Bochinche,
que era recibidor de diarios y quería
llevarse por delante a los demás, fue muerto por La Chancha
Cuteiral, también
conocido por El Zurdo. Bochinche
cayó justo en el portón de Rosario Norte. Yo tenía taxi y andaba mucho, además
yo soy muy amigo de su padre, Zinni.
—¿Recuerda
algo más?
-Bueno . . . Una vez en el depósito de la
estación había un canasto que echaba mal olor, lo abrieron y encontraron una
mujer descuartizada. Los pedazos estaban envueltos en papel de diario . . .
—En ese caso supo andar un policía de
Investigaciones que cuando se jubiló entró a trabajar de custodio en el Banco
Provincial de Santa Fe en Rosario. Se llamaba Mariano Serio y contaba a quien
quería escucharlo como había capturado al asesino . . .
—¿Serio?
¿No era un tipo de pinta que andaba siempre de sombrero y traje blanco en
verano . . .?
—Si, era parecido a Leo Carrillo, pero
con mas pinta. El asunto es que don Mariano contaba que cuando fueron a abrir
el canasto, se encontraron con los restos de la mujer envueltos en papel de
diario. El se llevó los papeles para estudiarlos y se encontró con un montón de
números telefónicos anotados ahí. . . -¿Y?
-Bueno, cada vez que contaba el asunto,
terminaba diciendo: "¿Sabes hijo?,
llamando, llamando, encontré al asesino".
-Flor de cana, ¿eh?. Buen ... le sigo contando, Zinni, lo de los
muertos on Rosario Norte . . . Otra vez los que traían el diario Critica
atropellaron a un
pobre vigilante con el que habían tenido un lío. Lo levantaron medio moribundo
y lo metieron adentro para llevarlo a la Asistencia Pública.
Cuando lo llevaban, se sentaron arriba de él a propósito, y lo mataron del
lodo. Un poco más y los mandan a Ushuaia . . ."9
"-
Pablito Reina, el hermano de Juan, que
tenía una parrilla en Weelwright y Oroño, poseía también un negocio igual al
del hermano aquí en Avenida del Valle . . . donde está la pizzería ahora.
Bueno, el asunto es qua ahí fue donde El Tuerto Roque mató
al Cafishio Laprida.--
-
¿cómo fue la cosa?
-Ellos ya habían tenido una pelea por
Oroño y Jujuy, en el café Victoria .Laprida se
vino
para
Súnchales y entró a la parrilla, y, en eso que estaba adentro, uno le dijo: "Ojo,
che . . . ahí viene El Tuerto. . .". Entonces El cafishio Laprida se escondió detrás de la
máquina de hacer café. Le vuelta a
decir: "Ahí
viene". Entonces Laprida
preguntó: "¿Dónde
viene?",
y se asomó. Fue lo último que dijo: sonó
un tiro desde la puerta, ¡pim!. No m donde
le entró la bala, si por acá o por la boca. Lo dejó mosca". 10
La fama que irá
ganado el barrio de Súnchales a través de los años, habrá de
inspirar a Salvador Ballistreri 11
su
milonga Soy
de Súnchales, de
cuya letra he
podido recoger este fragmento, gracias a la buena disposición del señor Juan De
Ninno: "Sov del barrio de Súnchales / me creo un hombre derecho / no me
asustan los repechos / ni me detienen zanjones / soy varón entre varones / y
tengo pelo en el pecho. Ya no me convence hechos / y menos conversaciones / no
hago amistad en dos tirones / yo soy del noventa y tantos / a la mala me la
aguanto / la buena no me marea /y si me buscan pelea /no he de recular un
tranco. Le arrimo el hombro al caído / no le pregunto a que viene / se que
algún problema tiene / porque su pago ha dejao / y me siento incomodao / cuando
veo a los era-tinos / tirar piedras al camino / de aquel que viene cansao. Al
amor y su embeleso / escasa fue mi fortuna / no quiero idilio con luna / ni
cocina con moñitos / soy varón y necesito / pa mi rancho una mujer / pero I
quiero más fiel / que gallina con pollitos . .."
Ya
en 1910, el barrio de Súnchales había motivado la siguiente viñeta aparecida en
Monos y Monadas
Cosa de
Aurigas
"—Che,
cochero, vení.
—Non
posso, signore, Ii caballo están stanco. —Vení, hombre, es un viaje directo.
—Domani, si.
Y
don Próspero,
desesperado, deposita nuevamente sus valijas sobre la acera y dirige miradas
para todos lados en busca de otro vehículo.
Chista
a un cochero criollo, sentado sobre el pescante en actitud de to« car la
guitarra: piernas cruzadas, chambergo gris, tirando a negro, melena la Don Juan. —Che, vení.
El cochero cantando: Che, che, como te vá.
Con La
Prensa y La
Nación
Ya sé que se vende mucho
Gritando
revolución. —Pero vení, hombre, viaje directo, a la estación doy dos pesos. —Ni
por diez mangangases. A esta hora estoy de huelga. Va a pasar rfw peor es nada, y
la china no aguanta ausencias. Cosas del querer.
Y riéndose se alejó al paso cantando una
vidalita.
Don
Próspero, sudando en pleno invierno consultó el reloj; doce minutos sólo le
quedaban para llegar a la estación.
Aparece
un nuevo auriga, un gringo nuevito, elevado a la categoría de
cochero
por los dos pesos diarios.
Su
saber se concreta en conocer la calle Córdoba, pero ni noción de los números.
-Andiamo, signore.
—Vamos,
a Súnchales, volando buena propina.
Y
el viajero, satisfecho,
se sienta cómodamente, mientras que el gringo lo mira extrañado. Luego con toda
filosofía, se digna descender del pescante, simula que arregla las riendas;
vuelve a subir sobre su trono, prende un cigarrillo, piensa
un rato, y, dirigiéndose al viajero, pregunta con distraído:
-
¿Sunchales dové?.
- ¡ Si habrás
sido gringo!. Seguí derecho hasta el boulevard y luego
dobla n
tu
derecha.
El cochero, alentado por las esperanzas de una
buena propina, no escasea el látigo y aviva
con la voz al pobre mancarrón que parte al trote.
Don Próspero se engolfa en la lectura de Monos y Monadas, hasta
que '" fiiorte barquinazo lo arranca del asiento.
- ¡ Pero, animal! ¿Dónde vas?
-
Ma, á Súnchales, signore.
-¿ No ves ves que
estás en camino deja Refinería, y que te has metido en un
barrial?
barrial?
- Non é niente.
I
coche
é del patrone.
-
Sí; pero no alcanzaré el tren de las 11 y 20.
- Tanto meglio.
Cosi trovo un altro viaggio
per il retorno.
- Tuvo razón . Don Próspero no llegó a tiempo y tuvo
que ocupar nuevamente el
coche para
regresar a su casa".12
El problema de los "Don Prósperos" urbanos
cuando están apurados para tomar el tren es, como a
menudo sucede cuando se tiene urgencia, conseguir de medios de movilidad. En la
viñeta ciudadana que he transcripto no se aclara que, llegado Don Próspero a
Súnchales, encuentra allí muchos Mateos, para volver. Después de la peripecia sufrida
junto al conductos de mateo, perdona a éste, olvida el retraso y, como
hombre práctico, vuelve
mi
el mismo coche de punto.
Ocho años después,
aparece un nuevo ingrediente para trasladar pasajeros de un un
lugar
a otro de la ciudad: el taxi. Como es lógico, comienza por instalarse junto a los mateos, en Súnchales.
" En 1918, yo entré a trabajar de
taxista, y automáticamente, fui fundador de
las líneas de taxímetros. Eran todos Ford T a bigotes, y
cuando se ■ «Miaba al pasajero, uno abría y prendía el farito que funcionaba
con me-clin, querosén y aceite. La luz grande, de adelante, iba de acuerdo con
la velocidad del coche: usted aceleraba, le daba luz, no es como ahora .. . -¿Y los mateos?
- Los mateos, la
única luz que tenían la llevaban al costado. Era un farol a vela.
- Había algún tipo de
competencia entre mateos y taxis?
- No, no.
Porque el que quería un coche, tomaba un coche, y el que querían un auto,. En Rosario
Norte había un mateo que le decían Poca
Leche, otro Pone
Pone y así por lo general, cada uno tenía su
respectivo apodo. Como en el gremio de
los taximetreros.
- ¿Habían viajes
fuera de la ciudad, como ahora?
- Sí, pero era como irse a Arabia en sulky.
Recuerdo que Fuentes comprado un auto marca De Dion Boutton. A este señor le
salió un viaje a la ciudad de Santa Fe;
el chofer de él —un hombre ya finado— era conocido con el apodo de El
Cívico y era ronco, además. Bueno, El Cívico salió Santa
Fe, por aquellos caminos de Dios, porque en aquel tiempo el pavimento no era el
de ahora, y de cada pueblo que llegaba mandaba un telegrama. El finado don
Ernesto Fuentes ponía el telegrama en la vidriera de su
negocio, porque también tenía negocio, como una gran cosa. Decía
a todo el mundo: "¡Mire como
va mi coche, ya llegó a San
Lorenzo” . Y
así con cada telegrama. La cuestión es que echó como diez días en ir y venir a
Santa Fe. Para el hombre, claro, en ese tiempo era una
cosa grande.
-¿Que
otros hechos recuerda con relación a los taxis de aquel entonces?
-Le
voy a contar. Cuando llegaban los periódicos al centro, vendía mas el que había
primereado. Un hijo de El Cívico andaba con un Ford T, tal De Mattías
manejaba otro Ford T, y entonces cargaban lo» de diarios en los autos y el que
llegaba primero al centro era el que en forma. Como había competencia, saltó la
pica con el otro y un esas noches se
tirotearon y le dieron al hijo de este pobre muchacho. El Cívico, que fue a parar con el auto en marcha
al principio de la calle Corrientees, donde se mató". 13
Sobrevivirán pocos a la época heroica del gremio
de los taxistas. El testimonio del quizá más antiguo vecino de Rosario Norte,
sirve para rescatar del olvido los nombres y hasta las anécdotas de quienes
protagonizaron un pasado cada vez más lejano.
"—Sobre
los taximetristas de Rosario Norte, puedo decirle que ti hombres viven y otros
han muerto. Estaba José Donari, alias El
Ñato Merengue, que
era bastante . . . como le diría . . . pintoresco.
—¿Merengui?
—Merengue,
que murió no hace mucho. Este . . . Sibaolo, que vive te otro hombre que
también vive . . .; esteee, El Rengo Lorenzo,
que falleció: el hermano del Rengo
Lorenzo, que también falleció; el Chileno que
falleció; El Tula, que
falleció; El Manco, que
trabajaba con uno de los coches de Cocchi, faltándole una mano, y que también
murió . .. —Yo me acuerdo que había un taxi muy antiguo que tenía la parada en
el centro, en la calle Sarmiento y Rioja, por Sarmiento, ahí donde ni sastrería
Abella y también el profesor Capolongo con su academia taxi tenía capota
de hule . .. ¿Sabe usted de quién podría ser?. —Ahí, en Sarmiento, donde dice
usted, estuvo la famosa "batea", un
que le decían así porque era grande y
todo blanco que parecía un b| Hubo varios ahí de parada estaba El
Loco Juan que hizo una
muerte i
que le pinchaban las gomas . . . todas
estas cosas. —¿Y que pasó con El Ñato Merengue?
—Bueno, este José Donari, o sea Merengue,
era muy ridículo. En aquella época
existían los Ford T, como le dije anteriormente, y cuando llovía y subía un
pasajero, éste tenía que abrir el paraguas adentro porque eran más los agujeros
que había en la capota que un queso. Un día, El Ñato Merengue perdió la
carrocería de atrás en bulevar Oroño. —¿Se accidentó?
—¡Qué
se va a accidentar ¡l ¡Ni cuenta se dio1. No se si usted recuerda que los Ford
T venían en dos partes: la carrocería y el asiento delantero. Y como este
Merengue era un hombre que no cuidaba los detalles - si perdía un tornillo, metía un pedazo de alambre en el
lugar—, en una de esas perdió los pasajeros que quedaron sentados con la mitad
del cocho mi medio del bulevar Oroño. Y él seguía y le avisaron: "Eeeehh!
¡eeeehhh! . . . ¡Para un momento que te falta la mitad del auto!".14
En
cuanto al gremio de los guapos, a veces los hay de verdad. Otro viejo vecino de
Súnchales relata un suceso del que fue protagonista hace sesenta años atrás.
"—
¿Había muchos guapos en la zona?
—Cuando yo era joven, si. Me acuerdo de
que había un señor muy malo que le dijo a la policía que le habían robado una
manta y que yo la había comprado. Me llamaron a la comisaría 9a., que en ese
entonces estaba en la calle Salta. Me dicen: "Usted
robó una manta . . .". "¿Yo? ¿Por que voy a robar?". "El
señor fulano de tal dice que usted la compró robada". "Traiga la
persona". Lo trajeron y me
acusó, pero no pudieron comprobar el asunto. Al día siguiente, me fui a
esperarlo a la calle Rivadavia, frente a Rosario Norte. El venía de trabajar en
el puerto, con otros dos o tres. Yo tenía un cuchillo, y le dije: "Decime,
guapo, ¿así que vos me acusaste de ladrón?". "Y que hay con
eso", contestó. El
tenía en la mano un fierro envuelto en un pedazo de papel blanco, me lo tiró y
yo lo esquivé . . .
-Tuvo suerte . ..
—.
. . Cuando el corrió a levantar el pedazo de fierro, yo también corrí y le hice
frente con el cuchillo, entonces el lo agarró por el filo y yo no lo soltaba.
Peleando por el cuchillo nos caímos, corrió la gente y la bolilla también,
porque aquí me conocían mucho. El hombre se lastimó lama-no, vino el escuadrón
a caballo y nos llevaron presos. El Ñato Musolino me hizo salir en libertad.
Cuando estuve afuera, después de un tiempo lo volví a encontrar y le dije: "Por
esta cuadra no pasas más... aquí no hay lugar para dos. O vos o yo". El
hombre se fue a Buenos Aires. Un día voy yo a Buenos Aires y lo encuentro
comiendo con un árabe paisano mío. Lo digo: "Ahí,
como te aprovechas comiendo el kippe ..."
y el dice: "Bueno, si
gusta ..."
Entonces yo fui y le dije: "De aquel
asunto, no palo nada", y comimos todos
juntos esa comida árabe. Después, no lo vi más". 15
NOTAS
1 La Estación Rosario Norte del Ferrocarril General Mitre, más conocida por Sunchales, debe este segundo
nombre a causa de que en su primera época, deslía purt ía una vía que
terminaba en la localidad de Súnchales, en el deparmentos Castellanos,
provincia de Santa Fe. El gobierno nacional, aprobó la construcción de esa línea por ley del 31
de octubre de 1884
y los trabajos fueron iniciados de
inmediato por el Ferrocarril del Rosario a Campana, empresa a la que fue
otorgado el permiso. Wladimir C. Mikielievich. Estampas del pasado. En Revista Historia de Rosario. Año 1.
No 4. Pág.
74; octubre—diciembre,
1963
2 Jorge Ross id.id.
3/7 Calixto Gallo
id.id.
8 Alfredo
Franchi, id.id.
9 Calixto Gallo
id.id
10 Alfredo
Franchi id id
11 Salvvador Ballistreri. Personaje
vinculado con Pichincha. V. Prostitución y Rufianismo. Pág. 210 .
Fue asesor del Sindicato de Conductores
de Taxis, así como presiente de Taxis
Unidos Cooperativa de Seguros Limitada y de la Cooperativa de Taxímetros
Rosario, entidades que lo contaron entre sus miembros más capaces progresistas.
Falleció en Rosario el 24 de febrero de 1977.
12 Monos y
Monadas. Año 1 N 3. Rosario, 26 de junio 1910
13/14 Calixto Gallo, id,id.
15 Pablo Miguel, id.id.
Fuente:
Extraído del Libro “El Rosario de Satanás del Autor Héctor Nicolás Zinni, el
Capitulo 7, del Tomo II . Editorial Fundación Ross. Año 2000