En octubre de 1925
Rosario celebró su "segundo centenario", convencida de la
autenticidad del relato de Pedro Tuella sobre los orígenes de la ciudad. Los
actos contaron con la presencia del presidente de la Nación, Marcelo Torcuato
de Alvear, y arribaron al puerto las naves de guerra Almirante Brown, Jujuy,
Paraná y La Plata.
Los imponentes festejos
que se extendieron por todos los barrios, y la colocación de una docena de
piedras fundamentales promesa de futuros emprendimientos, reflejaban el orgullo
de una ciudad progresista que ya contaba con 400.000 habitantes. Entre 1914 y
1926, apenas 12 años, "había duplicado su población".
Por entonces los habitantes comenzaron a establecer lazos a través de
las primeras broadcasting. En marzo de 1924 inició su transmisión la primera
radio del interior del país, LT3; en 1927, la radio Colón, hoy LT8; y en 1932
Radio del Litoral, hoy Radio Nacional. El movimiento artístico que vivieron sus
principales salas teatrales la "
convirtieron en el primer centro &
cultural del interior, con espectáculos de calidad. José Gómez, Camila
.2 Quiroga, Blanca Podestá, Lola Jh Membrives, Beniamino Gigli, Ana 5j
Pavlowa, fueron sólo algunas de las O estrellas que pasaron por los
escenarios de Rosario en la tres primeras décadas de este siglo. En 1925
Ernesto de Larrechea creó el Teatro Infantil Municipal después Escuela
Municipal de Arte Escénico Infantil, con una fecunda trayectoria como cantera
de vocaciones artísticas.
Para 1912 existían quince salas cinematógrafas, con servicio de bar, y
en las década del 10 y el 20 se habilitaron salas construidas especialmente
para la exhibición de películas: Palace Theatre, El Pampero, Smart, Astral,
Casino, Edén Park, Moderno, Sol de Mayo, Alvear, Mundial, Marconi, Nacional,
Gran Rex, Astor, Real, Rivadavia, Urquiza, Empire, entre otros. El puerto de
Rosario continuaba batiendo récord de exportación, y a partir de 1 a década del
20 y hasta la del 40 salió por el la mitad de la producción nacional de lino.
Sin embargo la ciudad no fue inmune a la depresión económica internacional de
1929. El país estaba vinculado directamente al mercado mundial como uno de los
principales proveedores de cereal, y sujeto a las variables del mismo. La
depresión influyó en la caída de la cotización de los cereales, y en la
restricción del crédito agropecuario. Un censo relevado en esos meses destacó
que en Rosario existían más de 14.000 desocupados, un 7% de la población, cifra
considerada una afrenta para el sueño argentino. La depresión económica mundial
también ejerció su efecto sobre una ciudad que aún seguía sin resolver el
problema habitacional de miles de habitantes hacinados en conventillos y en
casas de inquilinato, tendencia que comenzó a revertirse a comienzos de la
década del 40. El mundo marginal cobró dimensiones nunca vistas. Prostitución,
rufianismo, y grupos mañosos tuvieron a maltraer a la policía. Unido el
malestar económico con el político aceleraron en 1930 el derrocamiento del presidente
de la Nación, don Hipólito Yrigoyen. Por primera vez desde la sanción de la
Constitución de 1853 se produjo la ruptura del orden constitucional a través de
un golpe de Estado, sentando un nefasto precedente. Rosario se mantuvo ajena al
movimiento, y según Juan Alvarez, testigo de los hechos, recibió la noticia sin
agitarse, admitiendo en seguida y con sensación de alivio al nuevo orden de
cosas, que también implicaba la caída del gobierno local. El presidente de
facto, José F. Uriburu para congraciarse con la ciudad designó dos personas de
reconocida honestidad en la intendencia, Fermín Lejarza y Alejandro Carrasco.