"Y si no lo toma a mal y quiere amarme, colijo que la amaré a plazo fijo mientras dure Carnaval". Salvador Alfredo Gomis.
Y arriban
los carnavales de 1911 nomás. En Buenos Aires y en Rosario, sin olvidar al
resto del país, se festejan como Dios manda. Los porteños y los no porteños
que han sido sorprendidos imprevistamente por la llegada de Momo, pueden
remediar el descuido utilizando el servicio de Correos y Telégrafos. En efecto,
previo envío de 10 nacionales la revista "Caras y Caretas "mandará al
domicilio del solicitante El
Paquete de Momo. ¿Y que es
lo que contiene el misterioso bulto?. Pues, nada menos que un traje de Dominó o
Pierrot para "señoras u hombres", con la variante de que, en lugar
de los señalados disfraces pueden incluirse para niños o niñas —a elección—,
atuendos de Colombina, Pierrot, Arlequín, Payaso, Diablo, etcétera. Y como si
esto fuera poco, van, junto al disfraz elegido, 100 serpentinas; un kilo de
confetti; una careta, antifaz o nariz (a gusto del comprador); un sombrero de
disfraz; un juguete sorpresa de Carnaval; un paquete de globos; un adorno o
emblema de Momo; un pito, flauta o corneta y un abanico. ¡Todo por diez pesos!.
Los mas
memoriosos recuerdan cuando, en 1871, fueron prohibidos en los carnavales
rosarinos el uso de huevos rellenos con agua, disposición que, al ser
implantada por primera vez en esa oportunidad, dio motivo a las protestas de
familias pobres quienes durante todo el año, como lo venían haciendo
anteriormente, habían acumulado cáscaras de huevos para venderlas en los días
de Carnaval. " ¡Ah, los carnavales de antes!", rememoran los viejos
rosarinos de los tiempos del agua limpia, flores y confites ... Pero, en 1871 había estado brava la cosa. Con la
prohibición de tirar huevos, se vino la de no mojar a las máscaras y comparsas
y a los agentes de la autoridad "siempre que éstos estuvieran de
servicio", y algunos días después, ni eso, porque en vista de las noticias
inquietantes sobre el desarrollo de la epidemia de fiebre amarilla en
Corrientes y en Buenos Aires, debieron suspenderse del todo los juegos con
agua. Esta medida previsora, que se anunció a la población con bandos fijados
en las paredes, fue, ¡cuando no!, blanco de las críticas, pues se la consideró
como "regresiva a los tiempos de opresión".
No obstante, en la azarosa temporada carnavalesca de
1871 se habían podido realizar en total 18 bailes: dos en la "Juventud",
tres "en lo de Peirano", otros dos organizados por la sociedad coral
"El Fénix", cuatro en el teatro "El Litoral", tres en el
"Teatro Nuevo" —luego llamado "Olimpo"— y cuatro "en
la Cancha". A pesar de la prohibición, los edictos y ordenanzas con respecto
al juego de agua no fueron muy respetados, que digamos. Saldo trágico: un
cigarrero mata a un vecino francés a causa de haberle reprochado que le
arrojara un huevo con agua a la cara de la esposa de éste. El escandaloso
criminal fue remitido sin contemplaciones a la isla de Martín García. Condena:
cinco años "de trabajos públicos".
Otras sorpresas depararon aquellos recordados
carnavales del 71: entre las comparsas denominadas La Salamanquina, Olimpo e Iniciadora
apareció el primer conjunto oficial de disfrazados
de gauchos en Rosario: Los
Gauchos del Plata. Además, se acusó a Momo de haber provocado 18 divorcios, de
¡a desaparición de numerosas fámulas que dejaron a sus patrones sin servicio
doméstico y del despido de numerosos empleados de sus ocupaciones.1 ¡Ah, tiempos!. ¿Y los carnavales de 1873?. Para este
año era notoria la principal intervención de los italianos en las comparsas,
con participación de las sociedades Campidoglio,
Imposible y otras
con nombres tales como Los
Piratas, Los Pastores, Los Suavos, Los Operarios Italianos y La Comparsa
Estrambótica. Entonces
los corsos se realizaban en horas del día porque la noche se reservaba para la
"aristocracia" que concurría en coches descubiertos. El alumbrado de
los corsos se hacía a gas y el trayecto era ornado con arcos triunfales.
"Se jugaba con agua —recordaba Calixto Lassaga 2 en 1938—, la
serpentina y el pomito aparecieron muchos años después. Sobre el juego con agua
se produjo una evolución acorde con el progreso: entonces las familias preparaban
el juego con agua con mucha anticipación, llenándose con líquido perfumado una
enorme cantidad de huevos de gallina previamente vaciados, los que eran
tapados con redondeles de tafetán de distintos colores. Estos huevos se
distribuían en canastillas, cajas y bolsas a los hombres de la casa.
Escuadrones de jinetes u hombres de a pie, recorrían las calles disparando
huevazos a la aparición de una dama, con las consiguientes incidencias que
solían suscitarse.
"En las calles se
veían grupos de chiquillos, con especies de jeringas empeñados en empapar a
quienes transitaban entre la mañana y las 6 de la tarde que era cuando el
juego se Interrumpía hasta el día siguiente. Alrededor de 1875 comenzó a
mojarse con agua depositada en tinas —pipas d« vino, cortadas por el medio a
serrucho— que se volcaban sobre los transeúntes, sucediéndole el balde y luego
el jarro. Luego apareció el "aguado", chaleco de goma relleno de
agua, con un canuto que se manejaba con las manos: apretando el chaleco salían
gruesos chorros de agua. Al "aguado", siguió el pomo que en un
principio contenía finas esencias. La aparición de la serpentina y las flores
fue posterior . .."
Todavía, hacia 1911, recuerdan hombres y mujeres la
ceremonia que j se realizaba entre los años 1870 y 1881 cuando
para la octava de Carnaval se quemaba un muñeco relleno de paja y bombas que
simbolizaba ni entierro de las carnestolendas. La quema de Judas, asiera
denominado «I muñeco, tenía lugar en una de las plazoletas que existieron al
norte y ni sud del primitivo Mercado Central —antes de) Sud- y hacia donde se
encaminaban para presenciar la ceremonia, máscaras y comparsas que durante la
quema hacían demostraciones de duelo.
Otra prohibición se rememora: la del 27 de enero de
1888. Ese día, la Comisión Municipal Administrativa sancionó una ordenanza
reglamentando el juego del Carnaval. Por la misma se prohibió el uso del agua,
las bombas, aguacendos y cualquier otro instrumento para arrojar líquido.
También se prohibió el uso de confites, almidón "y otros elementos que
pudieran dañar la salud", así como los disfraces de sacerdotes y
militares. Los Infractores a la ordenanza se hicieron pasibles de multas que
oscilaron entre veinte y cincuenta pesos y, a quienes no pudieron o no quisieron
pagar, se les condenó con prisión de ocho a veinte días "según la gravedad
de la falta".
Los carnavales rosarinos van alcanzando un esplendor
inusitado. Desfilan los gremios con sus participantes uniformados enarbolando
estandartes y banderas al frente. La costumbre data del año 1878 y los
obreros, al visitar distintos domicilios reciben ofrendas florales y son
aplaudidos.
Vienen
también los Negros
Candomberos y Negros Gramilla, sociedades corales carnavalescas de negros fundadas
en 1888; \os Hijos de
la Nobleza y los Hijos del Plata, esta última con secretaría en la esquina de las
calles Catamarca y Entre Ríos. Desde 1890 desfilan las comparsas Negros Esclavos, Negros del Plata, Pobres Negros Africanos,
Hijos de América, Los Tres Clavos ó Los Esclavos, Dandys Rosarinos, Los Prudentes, Los
Estudiantes, Unión Argentina y otras
varias. Pero no vaya a creerse que la alta sociedad no participa: hay una
formada por jóvenes de la más rancia estirpe rosarina, que vaya a saber uno por
qué han puesto por nombre Los
Desesperados.3.
Un lúcido testigo de los carnavales de 1911
testimonia:
"—El
Negro Gabriel paraba
en la plaza Pringles y era uno de los que se disfrazaba de negro
escobero . . . ¡para
colmo de negro! .. ., la vieja Mazzini de negra
escobera, y
nosotros, los más chicos, de esclavos . . . ¡Mi viejo me daba cada garrotazo!.
Yo tenía un traje de esclavo que era como de diablito y me vestía en el Conventillo
de La Paloma 4, que
estaba en la calle Córdoba entre Paraguay y Presidente Roca, que se llamaba
Independencia en ese tiempo. En ese conventillo vivía El Negro
Gabriel. Un
día nos juntamos todos los de la comparsa, grandes y chicos, para Ir a pelear
al barrio Los Cotos. Nos reunimos en la plaza López, que era el reducto, y se
nos unieron los del barrio Las Monjas y los del barrio de Güemes. — ¿Qué nombre
tenían ustedes, los de la plaza Pringles? —Nos llamábamos La Banda
del Once. Ahí
andaban entreverados, El Loco Patricio; los dos hermanos Anca
—uno de los cuales tocaba bien el bandoneón—; El
Amarillo; el
finado Negrachi .. . había varios guaperolas".5.
Lo cierto es que los carnavales no son nada
pacíficos. Los Negros Escoberos
con el cuerpo pintarrajeado de betún, llenos de
aros, colgajos de todas clases y hasta espejitos, se contorsionan en multitud
por las calles agitando el palo de sus escobas enjaezadas carnavalescamente,
ocultando cuidadosamente entre la paja del extremo alguna que otra hoja de
cuchillo bien afilada y cantando ininteligibles melopeas de ritmo africano
que, ante la presencia de alguna otra comparsa de similares características
transfórmase en provocación abierta: "Tumba
que tumba I que tumba, que lá / que este negro quiere
peliá". El diario
La Nación de Buenos Aires informa, por su parte, en la edición correspondiente
al 20 de febrero de 1890 que, corno lo había previsto el corresponsal, en
Rosario, "el Carnaval ha rayado aquí en escandaloso por la gran cantidad
de excesos cometidos durante los tres días. Han caído sin cesar de azoteas y
balcones sobre cuanto bicho viviente pasaba por las calles, torrentes de agua,
no siempre limpia, arrojada con baldes y otros recipientes. También se arrojaba
sobre el público, barro, harina, tomates, huevos naturales y muchas otras cosas
que impedían la salida a la calle. Este desenfreno que la autoridad no se
preocupó de reprimir, fue causa de un sinnúmero de desórdenes, algunos de los
cuales fueron sangrientos.
"El corso estuvo concurrido por numeroso
pueblo, pero las familias bien se abstuvieron de ir, temiendo los desmanes del
populacho. Las dos o tres manzanas que recorrió el corso estaban alumbradas con
un gas que daba menos luz que vela de sebo, no contándose ni una bandera o
adorno que alegrara la vista. Lo que ha contribuido a no hacer del Carnaval un
hambre completo han sido las numerosas comparsas que se pasearon por las calles
y visitaron varias casas, distinguiéndose, entre otras, la de Los Negros Candomberos y la de Los
Desesperados. Los bailes han
estado muy lucidos —sigue diciendo La Nación—, pudiéndose asegurar que a eso
han quedado reducidas las fiestas para la buena sociedad. El Club Social, El
Campidoglio, El Fénix y Lago di Como, han estado espléndidos.
"El final de tanto desorden ha quedado reducido
a un considerable número de detenidos en la policía y a tres duelos entre personas
conocidas, duelos que es seguro no se verificarán. El único tema ha sido hoy
los escándalos habidos durante los tres días, que es de desear no vuelvan para
tranquilidad de la gente. El comercio ha estado paralizado durante el carnaval.
Los bancos recién hoy abrieron sus puertas".
Ya en los finales del siglo, según lo refiriera
Arturo Suárez Pinto, loi carnavales comenzaban el sábado de la víspera
continuando toda la semana y terminaban el domingo de la octava. En ese lapso
se alternaban las tertulias familiares con los bailes de clubes sociales. Las
comparsas, compuestas de músicos y coristas de ambos sexos concurrían a las
casas de familia como era costumbre, previo aviso o por invitación de sus
dueños, llevando el bullicio y el entusiasmo por los juegos. Estos mismos con
¡un tos corales — musicales animaban los corsos compitiendo en concursos
"—Recuerdo que
muchas personas de buena posición, como los Caststagnino y otros, pagaban para
tener un conjunto de músicos, una compro m que saliera a competir en
los corsos. Mi padre, Cayetano Silva, era muy buscado para armar y dirigir
conjuntos.
En una oportunidad
dieron mal un premio a una comparsa. Entoncés, al año siguiente le encomendaron
a mi papá que armara uno. Fue el más grande y el mejor: "Los Descontentos" se
llamó y obtuvo el premio Para los que financiaban la cosa , era, además, un honor salir con la comparsa a
recorrer las calles. 6
"—Tenía la calle
Córdoba —pues aún no había instalaciones de luz eléctrica— los característicos
arcos para sostener los mecheros, con sus tulipas de vidrios de colores,
blancas y azules —colores argentinos—, que se encendían en las grandes fiestas
y aniversarios, especialmente durante los corsos de Carnaval, en los cuales la
familias acostumbraban desfilar con sus carruajes. Mi padre, José Ramón
Clusellas y Marull, conducía un break, acompañado de mi madre y de sus amigas,
y desfilaba ufanamente con el coche descubierto y sin capota".7
Es la época en que Ismael Dozo escribe aquel diáfano
poema que titula:
Canción de la Serpentina
Soy algo alado .. . Soy mariposa
para las manos de raso y rosa
que, tras mi vuelo, me harán caer.
Soy la que a veces —tal es mi empeño-
abro el camino de algún ensueño
desde los dedos de una mujer.
Mi imperio dura sólo un momento:
Cuando en el mundo vibra el contento.
Se van las farsas y me voy yo . . .
llevando en mi alma de serpentina
la indiferencia de Colombina
y la tristeza del buen Pierrot.
Mal me rotulan con la Alegría,
que entre la burla y la algarabía
al distenderme suelo llorar ...
Callo mi cuita que es vieja y buena;
tengo una pena ..., tengo una pena ...
cerca muy nadie sabe de mi penar!
Cuando la fiesta ríe en la noche
¡oh, cuántas veces de coche en coche,
soy la cadena de la ilusión!.
Y cuántas veces caigo muy leve
sobre un divino seno de nieve,
cerca, muy cerca del corazón.
Soy algo alado . . . Soy mariposa
entre las manos de raso y rosa
que me aprisionan para mi mal.
Y cuando Momo se va en su caja,
soy el olvido .. . ¡Soy la mortaja
del Carnaval!
El Carnaval de 1911 coincide en Rosario con la proclamación de los candidatos del Partido Constitucional. En los altos de la sucursal del Banco de la Nación Argentina ubicado en la esquina de las calles Córdoba y San Martín, dicho partido ha colocado un cartel bien visible que dice:
EL PARTIDO CONSTITUCIONAL PROXIMAMENTE PROCLAMARA
SUS CANDIDATOS A DIPUTADOS, LOS QUE LLENAN LAS
ASPIRACIONES DEL PUEBLO.
Más abajo, otro puesto por la Liga del Sur, tan bien visible como el anterior replica en un tono socarrón
¡NO TE CREO RUBIO!. LIGA DEL SUR. ELECCIONES DEL 5 DE MARZO DE 1911.
En un tramo de la calle Córdoba se destaca un cartelón primorosamente pintado que proclama a quien quiera leerlo:
ARGENTINOS. PATRIOTAS DEL ROSARIO. ARROJAD TU ANATEMA SOBRE EL
PARTIDO QUE PRETENDE MATAR UNA CIUDAD ARGENTINA SACANDOLE SU
CAPITAL. VOTEN POR LOS CANDIDATOS DEL P. CONSTITUCIONAL.
Más directa, es la leyenda de la Liga del Sur que
campea en los altos de la casa del vicepresidente de esta agrupación, Fernando
Pessán:
LIGA DEL SUR. MENOS GARITOS Y MAS ESCUELAS.
En la
provincia de Santa Fe, las fuerzas oficialistas se encuentran divididas en dos
bandos, uno que rodea al gobernador Ignacio Crespo y otro que sigue a Rodolfo
Freiré. La oposición está representada por la Liga del Sur, que acaudilla
Lisandro de la Torre, su fundador.
La publicidad política no se detiene ni ante las
carnestolendas. Por el contrario, se mete en ellas. Así es como en el corso de
bulevar Oroño la Liga del Sur levanta un palco ornamentado con banderas
argentinas y un gran escudo nacional. Instaladas en dicho palco, catorce niñas
simbolizando a las provincias argentinas y ataviadas con largas túnicas y
respectivos gorros frigios, miran a la muchedumbre inmutables, como los principios
que sustenta el partido patrocinante.
El gobierno de la Nación representado por el doctor
Roque Sáenz Peña ha enviado a pedido de la Liga del Sur un veedor para
verificar la bondad de los comicios. Llega entonces, procedente de Buenos
Aires el doctor Salas en calidad de comisionado, quien arriba a Rosario en
compañía de sus secretarios Madero, Livingston y ocho personas más. Por el
Partido Constitucional soncandidatoslos doctores P. M. Olcese, Laureano Araya,
Néstor Fernández y Agustín Repetto, en tanto que la Liga del Sur sostiene a
los doctores Carlos Seligman, Enrique Thedy, Gerardo Constanti y el señor
Joaquín Lagos.
Por fin adviene la jornada electoral, en la que no
faltan barullos. A no ra temprana un grupo de asaltantes cambia disparos de
revólver con militantes de la Liga en el comité de avenida Pellegrini 451.
Pero, el comicio sigue adelante. De como fue el resultado, se ocupa, entre
otros medios periodísticos, "Caras y Caretas".
"El domingo último
se realizaron las elecciones para renovar parcialmente la legislatura
santafesina. A disputarse el triunfo comicial concurrieron la Liga del Sur y el
Partido Constitucional, éste sosteniendo candidatos de credo oficialista. La
designación de un comisionado nacional para fiscalizar las elecciones no fue
del agrado del gobernador, señor Crespo, quien, oportunamente, protestó de lo
que a su entender era un atropello a la autonomía de la provincia.
El triunfo correspondió
al Partido Constitucional. En Rosario la lucha fue reñida, y la Liga del Sur
consiguió 1926 votos contra 2323 del adversario. La jornada del último domingo
importa el restablecimiento del imperio del sufragio en la segunda ciudad
argentina. Y algo es algo".8
Sin embargo, a poco se sabe que los comicios han sido ganados fraudulentamente por el oficialismo, no obstante la presencia del veedor con toda su comitiva y las vestiduras rasgadas de Crespo. Los de la Liga del Sur se quedan, como dirá la letra de un tango muchos años después "arrojando débilmente serpentinas de aflicción". Pero no será por mucho tiempo. En mayo, inaugurado el período legislativo, los parlamentarios freiristas plantean el juicio político al gobernador, quien
responde clausurando la Legislatura. Los freiristas piden al
gobierno nacional la intervención federal e igual solicitud formula el
gobernador Crespo que, por lo visto, no quiere perderse una, y desea bajar del
podio con todos los honores posibles. Sáenz Peña accede y designa comisionado
a Anacleto Gil, quien anuncia su propósito de convocar a elecciones para elegir
gobernador.
Los
radicales santafesinos, alentados por el proyecto de ley electoral en debate,
realizan asambleas y en ellas se impone la tendencia partidaria de abandonar la
abstención. En mayo se reúne en Buenos Aires la convención nacional del
radicalismo e Hipólito Yrigoyen plantea la necesidad de entrevistar a Sáenz
Peña a efectos de plantearle las condiciones que el partido exige para
concurrir a los comicios de Santa Fe. Producida la entrevista, el presidente
accede al pedido radical de usar en dichos comicios el padrón militar y el voto
secreto y obligatorio, de colocar la policía a las órdenes de la justicia y de
constituirse el presidente en juez de eventuales reclamos.
En mayo la
tendencia concurrencista triunfa en la convención nacional de la U. C. R. En
vísperas de los comicios Yrigoyen pide a de la Torre que asuma la jefatura del
radicalismo de Santa Fe y disuelva la Liga del Sur; pero de la Torre no acepta.
El 30 de enero de 1912, el Poder Ejecutivo Nacional acuerda adoptar para los
comicios santafesinos el padrón de 1911, pedido por los partidos opositores. El
8 de febrero, días antes de la promulgación de la ley Sáenz Peña, el
interventor de Santa Fe convoca a comicios de gobernador y vice para el 31 de
marzo.
A las elecciones concurren, aparte del oficialismo,
la Liga del Sur -que sostiene la fórmula Lisandro de la Torre — Cornelio
Casablanca—, y la U. C. R. que vota por sus candidatos Manuel Menchaca —
Ricardo Caballero. Triunfa el radicalismo, que obtiene 25.000 votos y
34electo-res.9
NOTAS
1 La Capital. lo.3.1871.
2
Calixto
Lassaga. Jurisconsulto
y político, n. en Rosario en 1857;m. en la misma ciudad el 31 de mayo de 1954.
Cursó estudios profesionales en la Universidad de Buenos Aires, iniciándose en
la vida pública en 1889. Fue profesor de geografía é historia en el Colegio
Nacional Nro. 1 de Rosario; se incorporó luego a la magistratura y llegó a ser
presidente de la Cámara de Apelaciones de Rosario. Desempeñó la cartera de
gobierno, justicia y culto de la provincia de Santa Fe durante la
administración de Echagüe (1906); fue diputado ala convención provincial
reformadora de la Constitución en 1907 y diputado nacional (1910—16); primer
presidente del Colegio de Abogados de Rosario; intendente municipal (1939);
presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano y de la Junta de Historia y
Numismática. Obras: Estudio
sobre los orígenes de Rosario; La bandera argentina; El convento de San
Lorenzo; Curupaitt; Los mártires de San Nicolás, etc. Diego A. de
Santillán. Gran
Enciclopedia de la provincia de Santa Fe. Tomo I. EDIAR.Bs.
Aires. 1967.
3 Wladimir C.
Mikielievich. Diccionario
de Rosario (en
preparación).
4
Paloma,
Conventillo de La. Hist.
Vivienda de numerosas habitaciones ocupadas por familias distintas que existió
desde la penúltima década del siglo anterior hasta la tercera década del actual
en la calle Córdoba Nro. 1629, anteriormente numerado 1229.
Perteneció a Ramón
González y muchos años después un autor porteño de saínetes, Alberto Vacarezza
utilizó su nombre —posiblemente a instancias del rosarino Juan Francisco
Palermo de quien había recibido otras sugerencias costumbristas— para
denominar a una de sus producciones de mayor éxito. Wladimir C. Mikielievich. Diccionario de Rosario (en preparación).
5 Osvaldo Berrini,
entrevista realizada en el Club Nueva Aurora el 13.1.1976.
6 Luis Gilberto Silva,
entrevista llevada a cabo el 2.1.1976.
7 Rodolfo J. Clusellas. La ciudad de Rosario. Pág. 67.
Edit.Sudamericana. Bs.Ai-res. 1967.
8 Caras y Caretas. Año
XIV. No 649. Bs.Aires. 11.3.1911.
9 Crónica Histórica
Argentina. Tomo V. Pág.238. Ed.Códex. Bs.Aires. 1968.
Fuente: Extraído del Libro “El
Rosario de Satanás del Autor Héctor Nicolás Zinni, el Capitulo 6, del Tomo II .
Editorial Fundación Ross. Año 2000.