Postales
proletarias del progreso
Por
Agustina Prieto
Contando con
capital nacional, exención impositiva de la provincia, maquinaria
europea y
técnicos alemanes seleccionados personalmente por Ernesto Tornquist,
titular de la
empresa, la
Refinería Argentina de Azúcar fue inaugurada en 1889 en
las barrancas
del río Paraná, al norte de un sector dominado longitudinalmente por vías, talleres,
playas de maniobras, depósitos, muelles y estaciones de ferrocarril. El
establecimiento operaba con personal fijo y temporario; este último era
contratado cuando llegaba el azúcar desde Tucumán por un ramal ferroviario que
terminada adentro mismo de la fábrica. En 1914 la cifra total de empleados
ascendió a 1.525, siendo los permanentes solo un tercio, de los cuales 114 eran
argentinos y 354 extranjeros. La temporada alta de la producción duraba cuatro
o cinco meses; durante la temporada baja, el personal permanente elaboraba
productos con los desechos de caña, como alcohol. Desde el principio, la
empresa de Tornquist enfrentó situaciones de crisis vinculadas a la provisión de
insumos o a las fluctuaciones del mercado internacional, que durante los años
de la Primera Guerra
impulsaron al gerente alemán Máximo Hagemann a disponer cierres
transitorios
de varios meses cada uno. En 1930 los obreros realizaron la última hornada de
azúcar.
En su mejor
momento, hacia fines y principios del siglo XX, la Refinería
Argentina de
Azúcar estuvo a la vanguardia de la industria nacional. Entendidos
y profanos se
admiraban de las proporciones arquitectónicas, de la maquinaria y de la logística del
establecimiento, que contaba con numerosos galpones y talleres. De noche, en
temporada alta de producción, las
chimeneas humeando y las tiras de ventanas iluminadas en todos los pisos traían
a los cronistas anónimos “reminiscencias de las grandes fábricas de las
ciudades europeas”. En este sentido, la Refinería y los demás establecimientos del
enclave, incluyendo a los talleres ferroviarios, parecían colmar las expectativas de los que
vislumbraban una ciudad industrial a imagen de Manchester o de Chicago. Si bien
el gran despegue industrial de Rosario sobrevino recién en los años 40 del
siglo XX, esta concentración de fábricas de grandes dimensiones que daban ocupación
a miles de trabajadores argentinos y extranjeros y la moderna tecnología
empleada en algunas de ellas hizo pensar, ya fines del XIX, que en los suburbios del norte el sueño se
había realizado.
Fuente: Fuente: Ciudad de Rosario
Museo de la Ciudad
Editorial Municipal de Rosario
Ciudad de
Rosario / Agustina Prieto ... [et.al.]. - 1a ed. - Rosario : Municipal de
Rosario, 2010.
228 p. ; 23x18 cm.
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de Rosario
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