Un
hito insoslayable en la historia de las comunicaciones americanas lo constituyó
el Primer Congreso Panamericano de Carreteras, realizado en Buenos Aires en
1925, que en conjunto con la flamante Confederación Panamericana de Carreteras,
trazó un plan de trabajo tendiente a fomentar la construcción de rutas
modernas. De esta manera se vendría a cumplimentar con los requerimientos de la
pujante industria automotriz. El segundo Congreso Panamericano de Carreteras se
celebró en 1929, en la ciudad de Río de Janeiro, con la jerarquía y rango de
cumbre de Estados, con el apoyo del presidente de ese país, Washington Luís
Pereira de Souza y el de los Estados Unidos de Norteamérica, Herbet Hoover,
especialmente interesado en crear nuevos circuitos de comunicación dentro de la
denominada política de Unión Panamericana. El representante de la argentina, el
diputado nacional José Miguel Barbich, se refirió con conceptos generales a la
voluntad del gobierno de Yrigoyen, "un americanista entusiasta" de
sumarse a una política continental de charreteras asumiendo que se trataba de
"un problema fundamental de la vida moderna", al que el gobierno
radical daría "una solución paulatina, continuada y progresiva"4g,
y función de lo cual el Congreso se aprestaba a sancionar "una gran ley de
vialidad" que contribuyera a la gran obra planteada por los demás países.50
La Capital, otorgó especial cobertura a este encuentro que como máxima aspiración
aspiraba a unir por cintas asfálticas amplias y duraderas a las capitales de
América, y que por otra parte contaba con los auspicios de la Asociación de Constructores
de Caminos y los delegados del presidente Hoover que impulsarían la construcción
de la proyectada Carretera Panamericana.51
Simultáneamente en Buenos Aires se
realizó un Congreso de Vialidad.52
El
Congreso General Agrario, reunido por la Federación Agraria
Argentina en Rosario, en agosto de 1929, que recientemente había conmemorado
públicamente “El Día Agrario" o el "Día de la liberación del
colono", al cumplirse el 17 aniversario del "Grito
de Alcorta", y que convocó a 338 seccionales de la entidad, en agosto de
1929 dedicó uno de los puntos centrales de las
deliberaciones a la situación de la situación de la vialidad en el
país. Como resultado de las mismas se llegó a la conclusión que los
caminos de toda la república "eran
malos y que los gobiernos de provincia tenían a la vialidad como un recurso electoral pues sólo en momentos
electorales se acuerdan de reparar en parte
los mismos, no existiendo un plan orgánico para mejorarlos".53
La temática automotriz
fue ganando tal espacio que llegó a ser "suplemento “La Capital, con el nombre de "página de
Vialidad", donde se abordaron aspectos tales como “la conducción" y "el manejo"
de los automóviles, el listado de caminos que requerían reparación,
disposiciones de tránsito en la Capital Federal, los materiales en la construcción de los caminos, y hasta
un sector de correspondencia, con informes de todas las localidades de la
región.54
Hacia finales de la década del 30 las
Universidades habían formado técnicos en la materia que junto a instituciones
profesionales y personas de influencias comenzaron a exhortar con mayor frecuencia la
necesidad de profundizar la realización de obras públicas de vinculación
continental. Al respecto La Capital reflexionaba que nunca en la historia
fueron tantas y tan fáciles las comunicaciones pero también pocas veces la
distribución de los bienes económicos había resultado tan defectuosa ni tan
discordante con las posibilidades de la técnica, condenando a regiones a la
pobreza y generando conflictos que alteraban la paz mundial.55
En la
década del 20 fue aún más usual la comparación entre Rosario y la ciudad
norteamericana de Chicago lo que despertaba más orgullo que pesar. Tanto una
como otra revalidaban el título de segunda ciudad en sus respectivas
repúblicas. Hasta una tienda céntrica rosarina llevaba el nombre "A la
gran ciudad de Chicago". Esta última ciudad ya estaba organizando una gran
exposición internacional que se realizaría en 1933, en conmemoración de sus
primeros cien años de vida. En La Capital, de marzo de 1929 se señalaba:
"Rosario ha sido llamada muy acertadamente la Chicago Argentina,
por la similitud entre la ciudad ubicada a orillas del lago Michigan y la
ciudad al lado del Río Paraná, respecto de su rápido progreso, del espíritu
mercantilista de sus habitantes, y del vigor y el empuje que se nota en todas
las actividades por ellos emprendidas".56 Sin embargo, también
ambas sociedades experimentaban similitudes de marginalidad y delincuencia,
tal el caso de la adulteración de productos alimenticios.57 Ninguna
referencia se ha encontrado en la producción de los investigadores y docentes
de la FACECYP
acerca de la criminalidad y las asociaciones delictivas que en la década del
30 con la violencia de sus actividades conmocionaron a la ciudad."58 Uno de los
casos más impactantes de la época que tuvo repercusión nacional, y que tocó de
cerca a la comunidad universitaria fue el secuestro y crimen, en abril de 1931,
de Abel Ayerza, estudiante de Medicina en Buenos Aires, y que involucró una red
mafiosa de origen siciliana radicada en Rosario y Córdoba, bajo las órdenes de
Francisco Marrone y Juan Galiffi.59
Las
dos ciudades reconocían en el ferrocarril y en la navegación (de ríos y
canales), para la exportación de materias primas, junto a la inmigración que
supieron atraerá partir de mediados del siglo XIX, los principales factores del
desarrollo y la conformación de una sociedad cosmopolita.
La fisonomía urbana del centro de la
ciudad se configuraba a la sombra de las nuevas siluetas de "los edificios
del cereal", es decir de aquellas construcciones hoy emblemáticas de una época de la ciudad, surgidos como resultado de la bonanza productiva
tic la región y la época de oro del puerto de Rosario, con su impacto directo
en su identidad de emporio mercantil.
El año 1929 fue prolífico en inauguraciones
edilicias: el palacio de La
Favorita,
Molinos Fénix, la
Escuela Juana Blanco, la Iglesia del Perpetuo Socorro, el Sindicato del Seguro, el
estadio de Newell's. Con la inauguración del Palacio de la Bolsa de Comercio y el Palacio Minetti, en
noviembre y diciembre de 1929, respectivamente, se completa esta etapa que
terminó por configurar el rango arquitectónico de la calle Córdoba entre
Corrientes y Paraguay.
Las principales sociedades de seguro y
socorro agrícola construyeron también sus casas matrices y que por esa misma
condición debían inspirar a sus asociados (residentes en localidades
bonaerenses, cordobesas, entrerrianas, y santafesinas), la imagen de fortaleza
económica e institucional.
La inauguración de la nueva sede de la Bolsa de Comercio es
sumamente ilustrativa del proceso de interacción aquí reseñado y demuestra la
madurez de una trama de intereses concomitantes lo suficientemente integradas y
conscientes de su poderíos, manifestado con orgullo en la prensa. Aquella
concentración de socios, empresarios, productores y comerciantes, era la
resultante de tres décadas de crecimiento institucional sostenido, al punto de
contar en sus filas con 1469 socios, una cifra récord, y un capital de
1.865.202 pesos. Pero más allá de la
Bolsa de Comercio en sí, sus instituciones asociadas, las ya
referidas Centro de Corredores de Cereales (1908), el Mercado de Productos
Nacionales (1909), la
Sociedad de Ruralistas (acopladores, 1920), y el Mercado de
Títulos y Cambio (1928), tenían un protagonismo nacional, fijando rumbos en
sus respectivas especialidades, e interviniendo directamente ante la
presidencia de la Nación
en la defensa de los intereses del sector. A estas entidades que tenían entre
sus finalidades garantir el dinamismo de los circuitos comerciales, se sumaban
instituciones que sin estar asociadas a la Bolsa compartían la misma prédica y acción en
defensa de los intereses regionales de Rosario, como el Centro Unión de
Almaceneros, que con sus 35 años de vida y varios centenares de socios (en
1929), gozaban de prestigio y fuerza efectiva a la hora de intervenir "en
el concierto de las actividades del emporio de trabajo y eje principal del movimiento comercial e industrial de la República", como definían a Rosario.60'
Las instituciones mencionadas hacían uso
de los adelantos técnicos en las comunicaciones
porque la información era clave en sus operaciones, estando suscripta a líneas telegráficas internacionales y publicaciones periódicas. La Bolsa de Comercio contaba en su antigua sede con una oficina del Telégrafo Nacional y
trasladada la nueva sede instaló una oficina de la Compañía Telegráfica
Telefónica (Vía Madeira).61 La red telegráfica alámbrica del Estado
soportaba años de falta de invesión, como el
resto de las servicios de Correos y Telégrafos.62
Tanto La Bolsa de Comercio como la Federación Gremial del Comercio y la Industria (creada en 1919), y otras instituciones como el Centro Unión de Almaceneros formaban hacia finales
de la década del 20 un frente dirigencial sólido sin antecedentes en historia
de la ciudad.63
Notas.
50Ibldem.
51Ibldem, 10 de agosto de 1929.
52Ibídem, 1 9 de agosto de 1929.
53Ibídem.
54Ibídem, 20 de noviembre de
1929.
55 Ibídem, 22 de junio de 1939.
56 Ibídem, 24 de marzo de 1929.
57 Ibídem.
58 Verde Osvaldo AGUIRRE, "Historia de la mafia en la Argentina ", Editorial
Norma, Buenos Aires, 2010.
59 Juan Pablo Robledo,
"El caso Ayerza, secuestro y muerte de un estudiante universitario",
en revista Rosario, su historia y región. Número 98, julio 2011.
60 Ibídem, I 1 de noviembre de 1929.
61(Ibídem. 7 de marzo de 1929.
62 Ibídem, 13 de noviembre de 1929.
63 Ibídem, 10 al 15 de julio de 1928.
Fuente: extraído del “Libro Ciudad Puerto De Marco, Miguel Angel
Leopoldo Gabriel – Universidad y
Desarrollo Regional – Rosario 1919-1968” de noviembre 2013.