Por Rafael Ielpi
Ese mismo año de 1927, la ciudad asiste a
la llegada de uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX, el italiano
Luigi Pirandello, en ese momento exponente de un real "nuevo teatro",
algunos
de cuyos títulos, como Seis personajes en busca de autor o Vestir al desnudo, conmocionaron a auditorios aún adheridos a los modelos teatrales del
clasicismo.
Pirandello, a quien la presunción de la amistad y protección de limito
Mussolini le valieron rechazos en muchos sectores de la Italia progresista, viajó a
la Argentina,
y a América del Sur, dirigiendo una compañía teatral italiana que representaba
su producción. Según cuenta Carpentiero en sus memoriosos apuntes, el Duce
estaba interesado en que la obra del dramaturgo siciliano, que ya era admirada
en su patria, .('conociera en América.
Una estadía temporal en Italia del infatigable empresario del Olimpo
y del Colón rosarinos fue aprovechada por el delegado del Ente Fascista del
Teatro Italiano, Paradossi, para proponerle ser el empresario de esa gira, que
abarcaría Argentina, Uruguay y Brasil.
Las renuencias y dudas de Carpentiero, un tanto
temeroso del éxito comercial de esa empresa, por los altos costos que demandaba
la movilización del elenco y los gastos consecuentes, fueron aventados por
Paradossi con una estrategia contundente: una entrevista con el mismísimo Duce,
a las 11 de la noche, en el Palacio Venezia de Milán, en la que durante diez
minutos, el bueno de Carpentiero debió responder las preguntas de Mussolini
sin tener autorización para preguntar a su vez. Entrevista de la que saldría,
aún con prevención, con la gira en el bolsillo.
Guibourg, entonces periodista teatral en Crítica, de
quien Pirandello sería amigo entrañable a partir de aquella llegada del
dramaturgo a la Argentina,
disentiría con esa versión: Vino
con su compañía al Teatro Odeón; allí comprobé que lo que Botana decía (que
venían con apoyo del gobierno fascista) era falso. Escribí una página de
elogios a él y le tuve que dar a Botana una larga explicación...
La misma fue artísticamente relevante pero un
escaso negocio económico, no tanto en la Argentina, ya que la temporada en Rosario tuvo
siempre mucho público, lo mismo que en Buenos Aires, aunque allí tuviera la
inesperada competencia de otra compañía italiana, la de Tatiana Pavlova, pese a
que se había convenido, por propio designio del Duce, que ningún otro elenco
saldría de Italia hacia “l’ América" mientras el de Pirandello estuviese
actuando. En Montevideo, en cambio, una huelga casi revolucionaria arruinó la
temporada teatral, mientras que en Río de Janeiro la falta de público hizo que
apenas se salvaran los elevados gastos.
Pirandello y sus artistas, el actor Lamberto
Picasso y sobre todo la gran actriz Marta Abba, de la que el dramaturgo (cuya
esposa terminara sus días en la locura, a causa de sus celos) estaba enamorado
y que fuera su pareja y su sostén afectivo y artístico por muchos años, trajeron
a Rosario un teatro de ideas complejo y distinto a las obras del clasicismo
italiano de Novelli o Zacconi de comienzos de siglo, que también impactara, en
su momento, desde los escenarios de la ciudad.
Apenas seis años antes, en 1921, el estreno de Seis personajes en busca de autor, en Milán, había provocado un real escándalo, con rechifla unánime de
un público reacio a aceptar ese "nuevo teatro". En 1927, en cambio,
sus obras, que bien pueden calificarse como existencialistas, fueron recibidas
con interés y admiración en la Argentina. Había absorbido, en sus estudios en Alemania, toda la filosofía,
la misma que le sirvió a Sartre a través de Heidegger. Pirandello ya había
digerido la filosofía que iba a crear el existencialismo. Era el hombre de la
paradoja. Pirandello completo es silogismos. Aparte, era un hombre dialectal y
quizás la mayoría de sus comedias están tomadas de sus propios cuentos, porque
era un cuentista extraordinario, afirmaría Guibourg más de cuatro
décadas después.
Mientras tanto, aquel Politeama, cuya intensa vida teatral se clausurara
en 1917, para proseguir albergando en su terreno a eventuales tablados
circenses o a teatros de verano, iba a tener sin embargo su continuidad en el
tiempo con otro gran teatro levantado en el mismo sitio, en la antigua calle
Progreso, desde 1905 llamada Bartolomé Mitre, entre Córdoba y Santa Fe: el
Teatro Odeón, cuya construcción fue financiada por Enrique Astengo y
proyectada por los hermanos Tito y José Micheletti.
En enero de 1927, La Capital informaba sobre la sala, que aun no ha sido inaugurada, y sobre sus cualidades e infraestructura. La función inaugural
demoraría en verdad hasta los primeros días de octubre de ese año, y la
protagonizaría Lola Membrives con La
mariposa que voló sobre el mar, obra
del Premio Nobel Jacinto Benavente.
El miércoles 5, y a beneficio del
Hospital de Caridad y el Asilo de Mendigos, se levanta el telón ante una sala
colmada, pese a los 10 pesos que costaba la platea, cuyo precio bajaría a 4 en
las funciones siguientes; la compañía española de doña Lola tendría a Benavente
( orno autor reiterado, con El
hijo de Polichinela y La escuela de las princesas; a los Álvarez Quinteros, con El Duque de y ai delicado
Azorín con Oíd Spain.
La Membrives, ya por entonces una figura consagrada del teatro'.pañol, condición
que no perdería hasta su muerte, había actuado en Rosario en su época de
tonadillera, cuando todavía zarzuelas y género hico campeaban en la ciudad. Su
inauguración de aquel nuevo teatro tuvo los contornos del regreso de la hija
pródiga e incluso un detalle insólito que consignaba el programa de la función
inicial: La sala filará perfumada con "Mi
Clavel",perfume de moda de la afamada perfumean Nicolo y Cía. En
junio de 1930 se menciona en los avisos un servi adicional muy atractivo teniendo en
cuenta que se estaba en plenacanícula: la sala ofrece el sistema especial de refrigeración a base de hielo. Del perfume de Nicolo ya no quedaba, por supuesto, ni el aroma.
Otros teatros, o salas que funcionaban como tales, eran, entre la
segunda y tercera década del siglo, el "Teatro Nacional", de Suaya y
Zaraik en 1920, que sería con el correr de los años cine y teatro alternativamente,
en San Martín 1139, y donde en enero de 1930, por ejemplo, se anunciaba a la
compañía española de zarzuelas de Nita Ibáñez. Quince días después pasaba sin
transición a ser cine al anunciar: \Hoy,
suceso sin precedentes! Cine continuado: "Conflictos sexuales", no
apta para menores. Consagrada por la critica unánime como obra maestra de los
films realistas; y el
"Gran Cine Varieté La Bolsa",
ya citado, en San Lorenzo 1231, donde cantara el mismísmo Carlos Gardel, en sus
tiempos de asociación con el uruguayo José Razzano, entre 1913 y 1925.
A ellos pueden sumarse otros dos, cuyas
menciones, en las primeras décadas del siglo, no resultan suficientes como
para incorporarlos a una cronología más o menos minuciosa del quehacer teatral
en la ciudad: el Teatro Cervantes, cuyo emplazamiento se consignaba en Santa Fe
630, y el Teatro Corrientes, de S. Lisconti, que funcionaba en Corrientes 124.
En realidad, la primera presentación del dueto Gardel-Razzano en
Rosario fue un 1o de junio de 1914, en el Teatro Colón, formando
parte del elenco de una compañía cómico-dramática española comandada por
Enrique Arellano y Ángela Tesada. El llamado "dúo nacional"
participó en las representaciones de El
médico improvisado. El capuchino y El tango en París. En
este último, un clásico de García Velloso, los "payadores teatrales",
como los llama La Capital, vuelven a lucirse, añadiendo el diario: su éxito es merecido y desde su debut han sido ovacionados
entusiastamente en cada uno de sus sentimentales cantos.
La experiencia con "La
Bolsa", en cambio, tuvo sus vaivenes, que fueron desde
el fracaso inicial, con la consecuente "mishiadura", a un
gratificante reconocimiento posterior.
En salas del interior donde Gardel-Razzano cantaron por 20 pesos
diarios, cinco años después ganan 800. Ahí está, como ejemplo, el local de
espectáculos La Bolsa,
de Rosario. En el primitivo cinema-concierto-varicté de ese nombre, trabajaron
a comienzos de su carrera por los susodichos 20 pesos... y el empresario
manifestó que les pagaba demasiado por lo poco que hacían mostrando tal desapego
por la presentación y restringiendo a tal extremo la propaganda, que los
cantores no lograron la menor atracción en el público. Contaba Gardel: De la
noche a la mañana, la empresa del cine retiró nuestros nombres de los programas
y nos encontramos en Rosario a la ventura, en lamentable situación, con unos
pocos centavitos que no alcanzaban ni para pagar un cuarto del más modesto
hospedaje. Nuestro salvador fue Carlos Morganti, el buen actor y amigo, que en
esos momentos también comenzaba sus zlides artísticas juveniles en una compañía
de mala muerte. El nos llevó al altillo que ocupaba en una casa de vecindad
rosarina, y en su pequeña cama de hierro dormíamos los tres, con los cuerpos
atravesados, colgándonos las piernas, que tapábamos con nuestras prendas de
vestir.
(Francisco García Jiménez: Carlos Gardel y su
época,
Corregidor, 1976)
Finalmente, no debe omitirse al Cine Teatro Real,
en Bvard. Oroño y Salta, en el que también coexistieron en la década del 20 y
la del 30, el teatro, el baile, el cine y alguno que otro espectáculo de
variedades en los años sucesivos
Fuente: extraído de libro rosario del 900 a la “década infame”
tomo IV editado 2005 por la
Editorial homo Sapiens Ediciones.