Las mansiones, a pesar de sus vastos salones de fiesta, columnas,
estucos, mármoles y artesanados, carecían de confort. Los hogares eran de
adorno y Jamás se encendían. La casa de dos plantas de Camilo Aldao, en Santa
Fe y Buenos Aires, fue la primera con baño a la inglesa, al lado de los
dormitorios, para poder bañarse en invierno. Entonces las mujeres tenían un
costurero aunque nunca cosieran en él: su verdadera función era servir de
toilette de las señoras durante las fiestas. Los comedores fueron transformados
en lugares umbríos, con sus espesos cortinados, muebles fastuosos y pesados y
un aparador grande como una catedral
(Elvira
Aldao de Diaz, Recuerdos de antaño. Editorial Peuser. 1913).
Fuente:
Extraído del Revista “ Rosario Historias de aquí a la vuelta “ Fascículo Nº
11 Autoras: Ana M. Rigotti – Isabel M de
San Vicente. De abril 1991.-