En este período la ciudad creció siguiendo la coherencia lógica de la
especulación inmobiliaria que dominaba en los proyectos concebidos para
regular su expansión. Algunos terminaron en fracasos como el de la Gran Avenida Central propuesta
por "La Inmobiliaria",
empresa presidida por el Dr. Daniel J. Infante, propietario de la primera línea
de transporte al barrio Godoy. Consistía en una diagonal que, desde la Plaza de Mayo, atravesaría
el Parque Independencia para culminar, por Avenida Godoy, en el pueblo de
Pérez, con aceras sobreelevadas a la altura de un primer piso y conectadas
por puentes peatonales. Al mismo empresario se debe también la construcción
del Barrio Obrero Arrillaga, sobre Bulevar Avellaneda, algunas de cuyas viviendas
estilo "Monterrey" subsisten todavía.
Mientras tanto, la ciudad se extendía como una mancha de aceite,
rellenando los vacíos entre el casco central y los barrios periféricos,
sorteando no sin dificultad la densa malla de vías férreas que parecía sitiar a
Rosario. La consolidación del tejido urbano es visible pero no por ello
desaparecen las viviendas precarias, o provisoras censor, tanto para vtvJ
para oficinas. De todo cuenta el censo de la 1929 que consigna 38.125 das de un
piso de material de madera, 666 de zinc y adobes. Señala asimisr- : = tencia de
697 construí dos pisos, 81 de tres, 15 < 4 de cinco y una de ses _
En los nuevos barrios parte, proliferaban los inquilinatos donde la
promiscuidad y las pésimas condiciones de habilitabilidad superaban lo
aceptable, aun para una sociedad fundada en el "dejar hacer".
Abundaban también los departamentos de pasillo, modo de lucrar con la renta urbana
al alcance de los pequeños propietarios.
El presupuesto municipal era reducido y con él las
obras públicas. Pese a ello se construyeron mercados: el Central, el de Abasto, el Modelo
y los nuevos mataderos. Hay conflictos por renovaciones innecesarias del pavimento
y por la prestación, el monopolio y las tarifas de las empresas de servicios.
En 1923 aparecen los primeros ómnibus y la electricidad reemplaza
definitivamente al gas en el alumbrado público. Por esa época, el Jardín de
Niños, el balneario municipal, la plaza Santos Dumont, la terminación de la Avenida Belgrano y de la Bajada Sargento Cabral, embellecieron la ciudad.
En cuanto a edificios públicos, en 1916 finaliza
la construcción de la
Jefatura de Policía, proyecto de Pero y Torres Armengol, de
un eclecticismo que ya ha abandonado las proporciones clásicas.
También se concreta el nuevo edificio de la Aduana y el Palacio de
Correos, que ua ungen a una dura controversia pública a partir de que se
exige la demolición de la estructura de sus cuatro torres — semejantes a las
del Palacio Salvo de Montevideo o al Barolo porteño de Avenida de Mayo— porque
dejaba fuera de escala a la Iglesia Matriz... En ese momento, la Bolsa de Comercio organizó
una comisión para la defensa del edificio, en la que participan miembros del
gobierno, central. No fue suficiente y las torres del disenso fueron demolidas
y reemplazadas por falsas mansardas.
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario
Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 11 de abril de 1991. Autoras: Ana M. Rigotti –
Isabel M. de San Vicente.