¡Qué insondable y
misteriosa es la mente humana!
¡Cuántos mundos
diferentes giran en el limitado espacio de nuestro cerebro!
¡Cuánto amor, cuánta
decepción, cuántos sueños alcanzados o deshechos, se agitan detrás de esa
máscara que llamamos rostro!
¿Por qué nos cuesta
tanto aceptar que cada hombre es un universo sin orillas, que puede contener
toda la realidad y toda la irrealidad que somos capaces de imaginar?
¿Por qué Higinio
Alberto Maltaneres decidió una mañana borrar su nombre, los nombres queridos,
su casa, su vida y salió a la calle a escribir en los muros signos y palabras
que serían la muestra de su rebeldía?
¿Qué barreras
insoslayables apartaron a ese hombre secreto, original y distinto, de la banalidad
de la vida?
distinto, de la banalidad
de la vida?
¿Qué
mandato superior lo convirtió en leyenda y permitió que la memoria ciudadana desafiara al olvido,
contradiciendo su determinación de borrarse?
Nunca sabremos con certeza quién era
porque cambió su nombre,
por
el nombre de un ave
y
su traje pesado, por un soplo de alas.
De
él, sólo sabemos de su propio destierro,
que
fue como un ensayo de la muerte
y una resurrección, hasta que a solas,
en
la orfandad brutal de la intemperie, juntando los retazos dispersos de sus
sueños, escribió alucinado, un verso inacabable, en la página blanca, de la
pared vacía.
Se fue con el secreto y
se llevó la clave del mensaje cifrado que giraba en su sangre.
Acaso en esta hora, perdido entre las
nubes, esté absorto,
labrando,
la otra cara del muro.
Fuente:Extraído el poema del Libro “Rosario Intimo de la Autora María Esther Mirad Editorial Gótica de noviembre 2007
Fuente:Extraído el poema del Libro “Rosario Intimo de la Autora María Esther Mirad Editorial Gótica de noviembre 2007