Otoño de 1915. Sigue la guerra en Europa. Comienza la guerra submarina, y
el hundimiento del Lusitania por un sumergible alemán, motiva una ola de
indignación en los Estados Unidos. Los alemanes utilizan zeppelines para
bombardear ciudades británicas desde el aire. Se emplean por vez primera gases
asfixiantes lo que da a esta guerra un carácter terrorífica Italia entra en la
guerra el 24 de mayo.
En Rosario varios buques buscan refugio en el
puerto y la prensa local informa cotidianamente sobre los sucesos que sacuden
al Viejo Mundo. En nuestra ciudad se prohíbe la exhibición de ciertas películas
en los cinematógrafos para evitar choques y se disuelve la eficiente Enfermería
Anglo - Alemana. También se llevan a cabo despidos de empleados y obreros que
apoyan a algunas de las partes en conflicto, cuando esa preferencia no concuerda
con la de sus empleadores.
Entre los voluntarios que parten para
incorporarse a las filas de los ejércitos beligerantes en Europa, va también el
presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, don Julián Parr, quien es
despeado en la estación Súnchales por una numerosa concurrencia de hombres de
negocios. Parr parte con rumbo a Buenos Aires, y de allí a Inglaterra 1.
Al comienzo del conflicto bélico la falta
de trabajo provoca serios problemas y se organizan cocinas
populares. J. Daniel Infante, olvidando un poco su ajetreada intendencia,
organiza en el barrio Echesortu un campamento para desocupados. La Sociedad Protectora
de la Mujer
contribuye con lo suyo. En este 1915 se comercie en dependencias municipales e|
pan barato y se habilitan salas y sótanos del Hospital Nacional del Centenario
como albergue nocturno.
No obstante, en Rosario no faltan los banquetes a
propósito de cualquier cosa, aunque a veces la convocatoria tenga su
justificación, como cuando alrededor de sesenta personas vestidas con elegancia
rodean la mesa donde es agasajado el autor dramático Diego Ortiz Grogret, por
el éxito alcanzado con su obra teatral Las curas milagrosas. Pic-nics,
compromisos, casamientos, cumpleaños y mil excusas más tienen los rosarinos
para reunirse a manducar y a beber como Dios manda, pese a la crisis.
En Buenos Aires se asiste a la inauguración de la
estación Retiro y la Guardia Vieja del tango aún persiste en defenderlo de
letras y cantores. "Es para bailar nomás", parece una sentencia. Sus
mejores exponentes trabajan de día y tocan de noche: Greco vende diarios;
Villoldo es linotipista; Contursi es zapatero y Firpo pinta letras en las
vidrieras de los comercios.
Otros temas: Las costureras se declaran
en huelga, los chicos porteños y rosarinos parecen todos iguales con sus
trajecitos marinero y en los hogares está de moda el jabón Reuter y el aceite
Bau .
Fuentes: Capítulo 9 extraídos del
libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor N. Zinni de
1997