POR Héctor Nicolás Zinni
A instancias de algunos amigos que me
pidieron escribir una segunda parte de mi libro Barrios de Tango, he vuelto
sobre aquellos pasos y aunque todavía queda mucha tela para cortar, espero
haber cumplido con este volumen en algo de lo solicitado y en un poco más de lo
mucho que le debemos en materia de narrativa histórica a nuestra ciudad.
1906: Un pasado poblado
de hombres que vestían levita y mujeres que nunca salían sin sombrero. En aquel
pasado que no necesariamente era mejor pero sí más pintoresco, ubicamos a La
Bola de Nieve, edificio enclavado en la esquina SE de las calles Córdoba y Laprida
y que es el primero en altura que hacia este año posee Rosario. Obra del
arquitecto francés Le Monnier, en su interior funciona una empresa que capta
fondos particulares los que, posteriormente, serán destinados a la construcción
de edificios.
Ligado a soluciones
tecnológicas nuevas como la electricidad y los ascensores, también propone La
Bola de Nieve nuevas formas de habitar, rompiendo con el ayer en una abierta
explicitación de modernidad. Es el primer edificio en altura —el 2do. se alzará
un año después en la esquina SE de las calles Córdoba y Corrientes— y, junto a
una organización arquitectónica también desacostumbrada, pronto se convertirá
en un innegable estímulo publicitario. La atracción que supone el remate de la
cúpula, consistente en una figurativa enorme bola de nieve, despierta la
curiosidad de los paseantes, como sucedía con mis abuelos, quienes solían ir a
observar aquel remedo y a admirar la construcción de La Bola de Nieve en
compañía de toda la familia.
Enfrente, el
cuadrilátero de la Plaza 25 de Mayo, y por la misma vereda de La Bola de Nieve,
en la esquina SO de Córdoba y Buenos Aires, la Jefatura Política, que en la
media noche del 29 de julio de 1893 había sido atacada por revolucionarios
acribillando su frente a balazos e izado al tope de su mástil la bandera roja y
blanca de la Unión Cívica Radical. Tres años después finalizarían las obras del
aledaño Palacio Municipal en las calles Buenos Aires y Santa Fe, que habría de
inaugurarse en 1898 sin los leones de la entrada que vendrían mucho después,
bajo el mandato del intendente Luis Lamas, aquel que entre otras cosas hizo el
Parque Independencia.
En 1906, casi veinte años han pasado desde que el arquitecto italiano
Juan B. Arnaldi llevara adelante la reedificación de las torres y la construcción
de la cúpula y el crucero en la Iglesia Catedral, levantada a la vera del
palacio Municipal en el mismo lugar donde, en 1834, fuera demolida la antigua
capilla para dar lugar a la iglesia que proyectara el arquitecto norteamericano
Timoteo Guillón, con las posteriores modificaciones a que hacemos referencia.
Rosario, con alrededor
de 90.000 almas sigue, afanosa, en busca de su destino de grandeza,
caracterizado por su movimiento portuario y ferrocarrilero que se irá
imponiendo de manera vertiginosa con el transcurso de los años hasta llegar a
su apogeo en la década de los '30. Las calles céntricas con su ajetreo diario,
con sus instituciones, bancos, Bolsa, mercados de carnes y frutos del país,
viven y se desenvuelven festoneadas por negocios de todo tipo entre los que se
cuentan bares, cafés, confiterías, panaderías, tiendas, joyerías, almacenes,
sastrerías, relojerías, mueblerías, etc.
En contraste existen los
tranquilos barrios de extramuros, como La Tablada, cuyas viviendas apenas
llegan al bulevar 27 de Febrero, encontrándose más al sur los primeros
establecimientos de la zona: el Matadero, desde el año 1876; el Asilo de
Mendigos y Dementes, que data de 1889; el Buen Pastor, inaugurado en 1896 y el
San Vicente de Paul en 1899, le dan una característica marginal al barrio que
en estos momentos está en formación.
La Tablada, quien con los años llegará a llamarse General San Martín,
remonta su origen al año 1774 —época del Virreynato del Río de La Plata— y se
ubica en un sitio donde funcionaba La Posta del Rosario de los Arroyos,
delimitada por las actuales calles Colón, Virasoro, Alem y 27 de Febrero, zona
de terreno elevada que la mantiene alejada de las inundaciones, además de ser
vínculo con el servicio postal o correo, que se realiza a caballo uniendo a la
ciudad de Buenos Aires con la de Asunción del Paraguay, pasando por Santa Fe,
Corrientes y Misiones.
Como hacia 1874, el
límite sur de la zona urbanizada de la ciudad era aproximadamente el bulevar 27
de Febrero, a partir de ese límite hacia el sur el lugar se consideró un área
de servicios marginales, de ahí la instalación del matadero y los asilos. Diez
años después, un señor de apellido Mayoral plantaba, cinco cuadras al sur del
matadero en lo que después será calle Centeno, una curtiembre, casi lindera con
la barranca, construyendo el nombrado, además, algunas viviendas,
independientes unas de otras, pero en el perímetro de su establecimiento.
Vinieron otras industrias y aumentó la población, surgiendo el Barrio Villa
Manuelita, porque la esposa de Cayetano Rodríguez —sucesor de Mayoral—, doña
Manuela, se encargaría de alquilar las casas —unas catorce— que había levantado
a su vez Rodríguez, antes de pasar a mejor vida.
El posterior crecimiento
del Barrio Tablada estará signado por dos estaciones de trenes y cinco líneas
de distintos ferrocarriles. En efecto, desde 1890 funciona la estación del
Ferrocarril Córdoba-Rosario, en la intersección de bulevar 27 de Febrero y la
calle 25 de Diciembre —antes Mensajerías y posteriormente Juan Manuel de
Rosas—: en 1912 se habilitará la línea que habrá de unir Rosario con Buenos
Aires; en 1913 se autorizará a la empresa del Ferrocarril Central Córdoba a
administrar toda la red bajo su nombre; en 1925 se levantará la estación que
perdurará en el tiempo y en 1936 el Ferrocarril Córdoba y Rosario habrá de
transferirse a la Compañía Central Córdoba.
En 1908, se inaugurará
la estación del Ferrocarril Compañía General de la Provincia de Buenos Aires en
calle San Martín, entre Virasoro y Rueda, sitio que años después será asiento
de la Gendarmería Nacional. Pero, dentro de Tablada surge una extensión de
Villa Manuelita. En los alrededores del basural existente en los comienzos de
la calle Ayolas hacia el río Paraná, comienza a radicarse gente dedicada al
cirujeo. Los ranchos que habitan son de adobe y otros elementos. Con los
desperdicios llegan a criarse cerdos, al margen de disposiciones municipales
que lo prohiben.
Uno de los cirujas,
quizás el más famoso, será Jesús Pérez, un inmigrante español que lentamente
irá progresando hasta convertirse en chatarrero. En 1925 conseguirá ser el
concesionario elegido por la municipalidad para explotar la basura durante
treinta años. Paralelamente a esta actividad será comerciante y exportador de
grasa y huesos durante la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando este tipo
de productos tiene una gran demanda en el exterior.
Este hombre construirá
el edificio de la Escuela Juan José Paso en Gaboto 22 bis, vendido
posteriormente a la provincia, y también el de la Escuela Justo Deheza,
conocida popularmente como La Basurita, ya que era lindante con el basurero
municipal. Finalmente, Jesús Pérez en sociedad con su esposa, Eloísa Cortes,
constituyó la compañía inmobiliaria Pérez Cortés, dedicándose a la compra y
urbanización de varios terrenos de la zona. Es así como el barrio ubicado entre
las calles Grandoli, Esteban de Luca, Gutiérrez y Castro Barros, llevará el
nombre de Barrio Pérez.
A la hora de nombrar las pasiones de este barrio no se puede dejar de
lado el Club Central Córdoba, que es creado en este 1906 el 20 de octubre,
aunque según afirma el historiador Jorge Malla en su libro El barrio La Tablada
y los orígenes de la Biblioteca C. C- Vigil. existen versiones que relacionan
la creación del club con la inquietud de los vecinos de la estación'
ferroviaria Córdoba y Rosario, un año antes.
La primera denominación que recibe
es la de Córdoba and Rosario Rail way Ath-letic Club, siendo sede la propia
estación de 27 de Febrero y 25 de Diciembre. Seinstala la cancha de fútbol en
las calles Viamonte, Ocampo, Buenos Aires y Laprida. pero poco después se
trasladará a la avenida San Martín y Virasoro. De allí saldrán jugadores como
Gabino Sosa, Vicente de la Mata, Waldino Aguirre, Juan Holberg otros tantos que
habrán de pasear su estilo por otras instituciones del fútbol nacionaL Otro de
los famosos que habitaron La Tablada habrá de llamarse Amelio Piceda. quien
será acordeonista, campeón de box, tintorero y concejal. Nacido en el Chaco
e-1917, fundará junto a sus hermanos el Chaqueño Boxing Club, en 1ro.de Mayo y
Alem. Su debut como profesional se verificará en 1939 y en 1944 se consagrar
campeón argentino de peso mediano retirándose a los 32 años sin haber perdido
la corona.
Y aquí doy por
finalizado este introito, no sin antes manifestar que, como en Barrios de
Tango, he recurrido en parte a trabajos publicados en el diario La Capital
quien convocara oportunamente a los vecinos de esta ciudad para el aporte de
datos sobre los barrios rosarinos. Súmanse a la lista de reconocimientos de mi
libro anterior, los nombres de Victorio Sottomano, Pedro Roldan, Aquiles
Córdoba, Eduardo Piccolo, Adolfo Wojcicki, José Malla, Roberto Guerini, Pablo
Florio, Jorge Morales, Jorge M. Bonacci y Héctor Ferreyra.
Fuente: Extraído del libro “ Barrios
de Tango y otras yerbas”(es la Introducción del mencionado libro del Autor: Héctor Nicolás
Zinni. Ediciones del Viejo Almacén Año
1997.-