Por Andrés Bossio
Por una rara ironía del des- tino, el hombre que mucho había hecho para Ver alguna ver alguna vez a su querido Central campeón, dejaba este mundo apenas unos días antes de iniciarse el campeonato que vería, finalmente, corona- do su sueño. Don Adolfo Pablo Boerio murió el 24 de setiembre de 1971, apenas quince días antes que Central iniciara su triunfal campaña con un contundente 5 a 1 ante San Martín de Tucumán, el más experimentado de los equipos del interior.
Los auriazules compartieron la zona “B' con Boca, Estudiantes, Vélez, Colón, San Lorenzo, Rácing, Chacarita y Atlanta entre los elencos afistas; y estos equipos del interior: San Martín de Tucumán; Gimnasia y Esgrima de Mendoza (sería finalmente el mejor), Guaraní Antonio Franco, de Posadas, Misiones; Huracán de Bahía Blanca y Central Córdoba de Santiago del Estero. Como el torneo era a una sola rueda, el sorteo tenía gravitación en cuanto decidía la calidad de local y visitante sin posibilidad de revancha. El equipo de Labruna no estuvo favorecido por el azar; de los equipos afistas debió visitar a San Lorenzo, Vélez, Atlanta y Chacarita, además de Newell's en el interzonal; de los del Interior, debió visitar a Gimnasia en Mendoza y a Central Córdoba en Santiago. En el arranque, como dijimos, un lapidario 5 a 1 a San Martín de Tucumán elevó la cotización de Central y afianzó la con- fianza de sus jugadores, Iniciaron aquella recordada campaña Menutti; González, Pascutini, Fanesi y Carrascosa; Aimar, Landucci (después Bustos) y Colman (luego Gómez); Bóveda, Poy y Gramajo. El puntero izquierdo hizo dos goles, anotando los restantes Poy, González y Colman, Tres días después del exitoso debut, el equipo auriazul debía jugar en Santiago del Estero y hasta allá se fueron numerosos simpatizantes que avizoraban el final feliz de la campaña. Costó enorme trabajo ganarle uno a cero a los santiagueños. Landucci fue el autor de la hazaña, que motivó a una numerosa concurrencia a llegarse hasta el estadio de Arroyito en la tercera fecha, cuando Central se preparaba para recibir al encumbrado Estudiantes de La Plata. Otra vez Landucci y el Chango Gramajo definieron un partido que se presentó difí- cil y que finalmente terminó 2 a 0. Otra vez una diferencia ce tan sólo tres días separaba este encuentro del siguiente que era nada menos que en Mendoza. Gimnasia era por entonces la “niña mimada” del torneo, basando sus actuaciones y los buenos resultados logrados en el talento de Víctor Legrotaglie —excelente jugador— y muy buenos acompañantes, El partido fue de gran nivel y el resultado un empate sin goles. Los auriazules si- guie manteniendo la ventaja de un punto sobre los mendocinos (también invictos pero con un empate anterior). Tres días después de la feliz incursión por Mendoza, ante el moclesto Huracán de Bahía Blanca, Central logró un inexpresivo triunfo en Arroyito por 2 a cero – los dos de Gramajo mientra Gimnasia, ratificando sus méritos, goleaba a San Lorenzo en Buenos Aires. Volvieron a ganar los mendocinos en la echa siguiente y Central — otra vez local ante Guaraní Antonio Franco— parecía adormecerse con tan flojo rival, ganando uno a cero con gol del flaco Landucci,
Llegado el torneo a la 7ma. fecha vino la ratificación de que los dos desvaídos anteriores exteriorizaban una caída en cl rendimiento auriazul, El viaje a Buenos Aires para enfrentar a San Lorenzo marcó el peor momento de la campaña: el equipo de Boedo, que con- taba en sus filas a jugadores del calibre de Rosi, Glaria, Tolch, Heredia, Fischei, Chazarreta y Héctor Scotta, paseó y goleó al futuro campeón: 5 a 1 fue el humillante resulta- do, que sacudió el amor propio de los jugadores centralistas. Esa misma fecha, los mendocinos empataron con Vélez pero Boca le ganó a Estudiantes, Faltaba la mitad del torneo y los boquenses pasaron a encabezar la zona con 12 puntos, seguidos por Central y el Lobo mendocino con 11; San Lorenzo venía luego con 10 y Atlanta con 9.
La fecha siguiente era clave: en Mendoza debían jugar tos focales con Boca en tanto a Rosario venía Rácing, que aspiraba a entreverarse con los primeros. Mendocinos y boquenses empataron y Central le ganó un partido inolvidable a la Academia racinguista, Pero algo había pasado en esos días, algo que sería determinante para la suerte del futuro campeón. Y eso que estaba pasando vincularía firmemente el nombre de Griguol, de Erausquin y del resto de los que trabajaban en las divisiones inferiores, con el lauro que dos meses después llevaría a Rosa- rio Central a la cúspide de su gloria.
Fuente: Extraído de la colección Andrés Bossio