1939. Otra vez la gran guerra mundial. Vuelve a estallar el polvorín europeo. La Alemania de Hitler invade Polonia y la Italia de Mussolini ocupa Albania. Una nueva generación se alista a morir.
En España se instala el fascismo franquista. Un general, Francisco Franco, será dictador durante 40 años luego de hacer una sangría de su pueblo.
En nuestras tierras, casi como un corolario de la década infame, se suicida Lisandro de la Torre cansado de luchar por un país que cada vez les duele más a los argentinos e inmigrantes.
Entre tanta tristeza la gente busca alegría. El médico y literato Florencio Escarde) analiza la visión del porteño, que se puede extender sin temores al rosarino. habitante de otra -como Buenos Aires- ciudad portuaria. Escribe Escardó: "... es un ser tan preocupado por buscar la alegría, que ha hecho de esa búsqueda un problema que lo pone triste, (...) esa esperanza, a la vez aguda e indefinida, de la diversión, es lo que hace de todo porteño un jugador potencial...".
El juego del fútbol, en este marco, adquiere un protagonismo clave. Como también lo tendrán, en esa rara mezcla de alegrías y tristezas, las carreras de caballos y el tango.
En Rosario, Central se apresta a celebrar el cincuentenario, y junto a Newell's es invitado a participar de los campeonatos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La intervención del fútbol rosarino en los partidos nocturnos con los cinco grandes y los uruguayos ha servido de antesala para esta integración.
El periodista e historiador Osvaldo Bayer -hincha de Central-, en "Fútbol Argentino", la define así: "Ñuls y Rosario Central, a partir de 1939, vinieron a enriquecer el campeonato. Los rosarinos jugaban un fútbol parecido, pero a la vez distinto. Eran más despaciosos, como si todavía no hubieran terminado de dormir la siesta...pero en esa aparente lentitud había un cariño especial para la pelota, a la que acariciaban con sus botines. Dos clubes semilleros de personalidades de la gramilla que alimentaban constantemente al fútbol capitalino".
Central y Newell's con los grandes. Con el River económicamente poderoso que había inaugurado el año anterior el Monumental -uno de los estadios más grandes del mundo- en el corazón de Núñez, nutriéndose de la clase media de los barrios cercanos. Con el Boca de una hinchada en alpargatas -como la de Central- que empezaba a hacerse sentir y dar vida a la mítica "número doce". Con el Independiente que ya idolatraba al rosarino Vicente "Capote" De la Mata apoyado por la colectividad española republicana adversa al dictador Franco que, como escribió Bayer "no pudo con su corazoncito y empezó a cambiar de divisa para ir a ver a Lángara y Zubieta". Con el San Lorenzo, precisamente, de Isidro Lángara y Angel Zubieta que eran vascos y de los primeros jugadores en llegar a la Argentina tras tener que escapar del franquismo. Y con el Racing del "Chueco" García, la "Academia" de los obreros de Avellaneda
Fuente:
Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor:
Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo
Sapiens.