Por Rafael Oscar Ielpi
En las calles de la ciudad, sobre todo entre 1900
y 1920, convivirían con el tramway los antiguos medios de transporte del siglo
anterior, 0 desde el caballo a los coches de tracción a
sangre, a los que se agregaban las primeras bicicletas y, en poco más, los
primeros automóviles. Los coches de caballos eran
en el 900 y por largo tiempo más favoritos de muchas de las familias
distinguidas del Rosario, cuyas residencias tenían, como era lógico, grandes
espacios destinados a las cocheras, en las que se guardaban los distintos tipos
de vehículos, desde los tilburys con o sin capota a los milord o berlinas,
carruajes fabricados, en algunos casos, en el extranjero, pero en otros en
fábricas locales como la de Leunda y
Lehmann. y
la de Lassus y
Laborda.
Añejas fotografías de la familia Pinasco, por
ejemplo, los muestran pasajeros de esos coches, en los que paseaban por el
Bulevard.Santafesino. Por los años del Centenario, eran fabricantes de este
tipo de vehículos Napoleón Bravo e Hijo, en San Martín 1335; Casa Dicchio e Hijos, en la misma calle al 1600, y luego Francisco
Dicchio, con su establecimiento La
Rosarina, entre otros. Poco antes del fin del siglo pasado,
la "Gran Guía. del
Rosario de Santa Fe", editada por E. Gómez Rivara, consignaba la
existencia de cerca de 50 cocherías y caballerizas.
La novedad, sin
embargo, con sus estrafalarios ruidos iniciales, la constituirían los
automóviles. Los primeros que transitaron por la ciudad irrumpieron
en sus calles en el inicio mismo del siglo XX, casi 40 años después del momento
en que Etienne Lenoir lograra poner en marcha un motor de su construcción
instalado en un carruaje, y casi quince más tarde de la salida del primer
automóvil fabricado para la venta en los talleres de Karl Benz, en Manheim,
Alemania.
Aquellos primeros autos, dos De Dios Bouton
franceses, salidos de la fábrica de Puteaux -uno blanco y otro rojo-, fueron
introducidos por Rene
Guillemaut Despecher en
enero de 1906. Los rosarinos miraban, como ocurría con los habitantes de muchas
ciudades del mundo entonces, aquellos vehículos ruidosos, dotados de bocinas
igualmente sonoras, con una mezcla de curiosidad y temor al verlos recorrer a
los saltos las calles desparejas, muchas de ellas con adoquinado de piedra,
otras con madera y muchas de tierra, en el suburbio, donde se aventuraban
asimismo los primeros automóviles. La venta de éstos iba a ser parte del
desarrollo comercial de algunas firmas locales, en algunos casos dedicadas al
rubro en exclusividad y en otros como parte de la variada mercancía que
ofrecían.
En 1904, por ejemplo, podía adquirirse un Studebaker en
lo de Gabriel Pedro Díaz, en Maipú al 700, un Nash en
el negocio de R. de Dominicis, que luego se especializaría en bicicletas
mientras que el Buick era ofrecido por sus agentes en Rosario, Hampton,
Watson y Cía., en Corrientes y Córdoba. Los novedosos Chevrolet y
Oldsmobile tenían
su local de exhibición en el comercio de Tomás Cadmus, en Jujuy al 1700. La
aparición del Ford T, primer auto fabricado en serie, luego de 1908
lo convertiría, también en Rosario, en uno de los más requeridos por los que se
decidían a la aventura de conducir aquellas máquinas casi indóciles. Entre 1910
y 1930 marcas y representantes de las mismas entablan una dura competencia en
la ciudad. Fiat, ofrecida por Ramón Campos en Santa Fe 1074; Daimler y
Page, que
podían ser admirados en Roots, Mazza y Cía., en Córdoba al 800; el Dodge, "para
personas entendidas", cuyo representante en 1915 era Barnes y Gross, en
Mitre 665, Chalmer, con Pratt y Cía., como su agente.
Ya cerca de 1930,
aparecen los modelos imponentes como el Pontiac 6, modelo
doble Faetón o el Gran Paine, que "en 1928 vendió más unidades que
cualquier otra marca durante su primer año de actividad", según afirmaban
sus avisos. En esos mismos años adquiriría gran popularidad el Gray. capaz
de viajar "saltando pantanos, médanos, ríos y piedras.."
Las bicicletas fueron, como lo señala Juan
Alvarez, una novedad sorprendente al comienzo, con sus estrafalarios formatos y
diseños, y un vehículo eficaz y práctico para el transporte individual, una vez
evolucionado y cuando ya el pavimento de la ciudad hacía posible un recorrido
más o menos seguro. Aquellas frágiles "máquinas a pedal" se
introducían en el Rosario, en los finales del siglo pasado, a través de importadores
como Rouzat y Cía., en San Martín 545, que vendía las primeras bicicletas de
marca: Clément, Gladiator y Rover. Hacia
1917, "Al Alto Piamonte". en Salta al 1900, promocional:» la marca
italiana Maino. mientras Gino Sillico hacía lo propio con la Bianchi, una
de las más famosas. Otras conocidas eran Swift, Star, Alcyon y Raleigh, mientras
que por 1910 ya se podía acceder a las primeras motocicletas, como la Peugeot de
3 ½
HP, mientras a esa fiebre de las dos ruedas sumaban los
niños su apego y entusiasmo por otra novedad: los
triciclos
Fuente:
Extraído de la colección “Vida Cotidiana
– Rosario ( 1900-1930) Editada por diario la “La Capital