Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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viernes, 8 de octubre de 2021

La capital del concert -Una económica propuesta

 



Por Rafael Ielpi

El del café-concert sería otro de los fenómenos propios de finales de la  década del 60 y buena parte de la del 70, aun cuando algunos de estos reducidos espacios seguirían generándose en una ciudad que, en el apogeo del género, se contaba entre las más importantes del país en cantidad de salas de este tipo.

En realidad, la moda del café-concert se iniciaría en Rosario como consecuencia del éxito de los mismos en Buenos Aires, de la manó de algunos artistas que, como Gasalla, Perciavalle y Edda Díaz, sobre todo, darían un impulso notable a ese tipo de espectáculos mucho más económicos en su producción que el teatro convencional, ya que se trataba por lo general de espectáculos unipersonales o con un elenco reducido y por lo que se vería, también de mucho mayor impacto en una franja muy divina y más heterogénea de público.

Dos símbolos rosarinos

En realidad, los café-concert como tales iban a tener una proliferación casi asombrosa en la ciudad de los años finales de los 60 hasta fin de la década siguiente y aun en parte la del 80, al punto de ocupar buena p te de la cartelera de espectáculos de diarios de la época, con una prograr ción en la que se mezclaban, sobre do, el humor, la música popular, la re ta y el teatro.

Una de los recordables en período es, sin duda, La semifusa, en esquina N.O. de Laprida y San Lorenzo que asoció de alguna manera su nombre con el de uno de los café-concert más notorios de Buenos Aires: "La Fusa", y consiguió mantener entre 1968 y 1971, una programación importante. Del mismo período sería El Fantasma Enamorado, en 3 de Febrero entre Sarmiento y San Martín, en el que actuarían cuatro nombres estrechamente vinculados al furor del café-concert en la Argentina: Nacha Guevara y el pianista Alberto Favero, el hoy consagrado Enrique Pinti, y la menuda cantante Marikena Monti.

Dos locales vecinos, en Mitre al 700, serían ejemplos perdurables de los años iniciales de la década del 70 y en ambos -paralelamente a la presencia de invitados notables en muchos casos- se generarían algunas de las experiencias creativas valiosas protagonizadas por artistas rosarinos: el Café de la Luna y Corchos & Corcheas, dos símbolos de los 70.

El primero, instalado en los altos de un antiguo inmueble frente al Auditorio de la Fundación Astengo, tendría a Daniel Tenembaum -propietario junto a Mossera y Rossin- como programador y coordinador. En su escenario desfilaría, entre 1968 y 1972, un vasto espectro que incluía desde la legendaria figura de Edmundo Rivero, con sus tangos clásicos y sus incursiones por el lunfardo, a la de Vinicius de Moraes, a quien más de uno recuerda caminando hacia el local para comenzar su actuación, a la medianoche, con un vaso de whisky en la mano y una corte de acompañantes que incluía inevitablemente -junto al guitarrista de turno- a algunas bellas garotas, sin que el scotch ni las últimas le impidiesen ser uno de los grandes poetas de la segunda mitad del siglo XX.

Tenembaum sería uno de los entonces jóvenes empresarios interesados en traer a Rosario a artistas que, si no eran muchas veces del gusto del público masivo, obtenían igualmente una respuesta importante en sectores universitarios, por ejemplo, como el valenciano Paco Ibáñez, que llegara por primera vez a Rosario acompañado por un músico notable: el contrabajista argelino François Rabbat.

Corchos & Corcheas, en Mitre 739, tendría como propietarios a Oscar Costa, Susy Grey (su hija, que utilizaba el nombre artístico que la hiciera conocida como cantante) y Juan Piccolini. En el amplio sótano que constituía el local, con paredes de ladrillo visto y una escenografía mutante, actuarían prácticamente todos los artistas rosarinos del movimiento Canto Popular Rosario y buena parte de los grandes nombres de la música popular argentina de esos años: Los Trovadores, el Dúo Salteño, o el pianista Enrique "El Mono" Villegas, cuyo innegable talento como músico se unía casi siempre, en sus actuaciones, a una ácida calidad de charlista de los más diversos tópicos.

"Corchos & Corcheas" sería escenario de estrenos recordables, como el del Trío + Tango, una experiencia sin duda perdurable, que tendría al cantor Néstor "Pirucho" Gabetta y a los músicos Alfredo Llusá, Carlos Padula, Mario Travesaro y Justino Distéfano como integrantes. La breve, pero calificada trayectoria del trío, que grabaría incluso en el sello Qualiton un excelente repertorio, estuvo ligada estrechamente a "Corchos & Corcheas", que sería uno de sus escenario permanentes.

También en el café-concert de los Costa y Piccolini se estrenaría, en 1972, la Crónica cantada sobre la Forestal, con textos de lelpi y música de José Luis Bollea, con el grupo Canto Libre (Bollea, Mito Sparn y Horacio Sturam) y el actor Carlos Jorge como intérpretes.

"Corchos & Corcheas" simbolizaría, como ningún otro, ese espíritu "setentista", aun cuando muchas veces el bandoneón del prodigioso Antonio Ríos, que encontrara allí refugio y afecto para superar sus problemas con el alcohol, pusiera una nota melancólica y desgarrada en medio de las consignas y fervores de esos años...

Fuente: de la Colección “Vida Cotidiana de 1960-2000 del Autor Rafael Ielpi