Por Andrés Bossio
La mano firme de don Federico J. Flynn (y la de los hombres que lo acompañaron en esta etapa centralista) ni siquiera tembló ante la emoción desbordante que produjo el ansiado retorno a la primera división. Había por entonces compromisos financieros insoslayables y una creciente actividad social que demandaba la erogación de importantes recursos que impedían la atención excluyente del plantel profesional de fútbol. Más allá de las prioridades futbolísticas los dirigentes centralistas se habían propuesto también recuperar buena parte de la masa societaria, que venía registrando índices decrecientes en aquellos años. Tanto fue el éxito obtenido que los 6.890 socios que nucleaba la institución en febrero de 1950 (antes del descenso) se había elevado a la cifra de 9.375 al cierre del ejercicio de 1952; cantidad jamás alcanzada hasta entonces.
La dirigencia auriazul se habla impuesto el compromiso formal de escaparle al lamentablemente conocido y peligroso círculo del descenso tan temido. Pero la consigna fundamental era la austeridad. Y aquel año de 1952 —el del retorno al fútbol grande— no hubo incorporaciones. Con la base del elenco que logró el torneo de la "B" y algunas promociones de juveniles hechos en Arroyito, el año transcurrió sin mayores éxitos deportivos pero sí con la tranquilidad de no peligrar por la pérdida de la categoría. Bien vale destacar que, más por ineficacia ajena que por méritos propios, el once auriazul se vio casi al margen de la lucha por el descenso que tuvo a Ferro, Newell's y Atlanta como protagonistas casi excluyentes.
La marcha del equipo aun-azul estuvo signada —una vez más— por su tremenda irregularidad. Tras un decoroso reestreno —cayó ajustadamente ante Boca en la Bombonera por dos uno— derrotó a Chacarita y empató con Huracán (ambos en Arroyito) para ganarle a Ferro y le empató Bánfield en Buenos Aires. Vino la sexta fecha y empató con Newell's en Arroyito (0 a 0) jugando ese día este equipo: Botazzi; Virginia y Federico Vairo; Caruso, Minni y Fogel; Tissera, Rosa, Di Loreto, Appicciafuoco e Intini. La defensa era por lo general la misma en casi todas las presentaciones auriazules, que alistó en la mayoría de sus encuentros esta delantera: Gauna, Appicciafuoco, Rosa, Juan Vairo y Portaluppi. También alternaron en unos cuantos partidos L'Epíscopo e Intini en el sector izquierdo del ataque. Entre los defensores que reemplazaron a los citados titulares merecen citarse el zaguero Nicolás Aressi, que suplió una docena de veces a Virginia, y a Obdulio Raneri, marcador de punta. En distintas ocasiones, aquel año de 1952 propició la promoción de algunos jóvenes que alcanzarían la titularidad en temporadas posteriores: Raúl Schossow, presente en diez partidos; Miguel Luis La Rosa, que jugó cuatro y Angel Tulio Zof, que alcanzó a hacer su presentación en esta temporada en un encuentro.
Mientras esto acontecía en primera división la reserva centralista cumplía una pobre campaña ganando sólo siete partidos en e! año. Pero quien haya presenciado el fútbol de aquellos tiempos sabe que esta división no estaba hecha para ganar esencialmente campeonatos, sino para foguear a las figuras que más tarde serían llamadas a reemplazar a los titulares. Y ese año aparecería con la camiseta aun-azul un jovencito —cordobés, de Río Cuarto— del que deberemos ocuparnos detenidamente en próximos párrafos: Oscar Alberto Massei.
El campeonato terminó sin sobresaltos, pero con pocos hechos destacables; uno de ellos fue el triunfo logrado ante el tradicional rival en el Parque Independencia, por dos a cero, el 12 de octubre, al disputarse la 219 fecha. Formó Central con Botazzi; Aressi y F. Vairo; Schossow (fue la presentación en primera de "Pe-chito"), Minni y Fogel; Gauna, Appicciafuoco, Rosa, J. Vairo y Portaluppi. En los rojinegros actuaron ese día: Musimessi, Peloso y Kasparián; Lorenzo, Fama y Puissegur; B. Carranza, de la Mata (eran los últimos destellos de la rutilante carrera de "Capote"). J. M. López, Alvarez y Ortiguela. Los goles centralistas, anotados en la segunda etapa, fueron convertidos por Gauna y Portaluppi en el corto lapso de dos minutos. Eso acrecentó el interés del aprtido que a la semana siguiente debían jugar en Arroyito los locales y River Plate, puntero y luego campeón de la temporada.
Fue éste uno de los partidos que más recuerda el croiista, al menos por su cuota de gran emotividad. Central s puso a los mismos jugadores que le ganaron a Newell's, River a Carrizo; Trillini y Soria; Tesouro, Venini y Díaz; Vernazza, Prado, Walter Gómez, Labruna y Loustau. A los cinco nminutos Portaluppi puso el uno a cero; tres minutos después Juan Vairo aumentaba el marcador; el delirio centralista era total cuando ciento veinte segundos después, nuevamente Portaluppi ponía la cuota de asombro: el gallardo puntero perdía tres a cero ni bien empezaba el partido. La cancha era un lodazal y llovía torrencialmente, pero la hinchada canalla estaba enardecida. En la memoria del cronista se agiganta ahora la entonces diminuta figura de Félix Loustau y la estupenda calidad del uruguayo Walter Gómez, que logró un gol de antología para achicar las diferencias. Pero ese día, "Coco" Rosa sacó a relucir toda la magia de su cintura que enloqueció a la defensa millonaria; le cometieron penal en una de sus tantas "apiladas" y Federico Vairo se encargó de cerrar la primera etapa con un lapidario 4 a 1. Pero aquellos "monstruos" de Ríver no eran de arriar así nomás; el oportunismo de Labruna y otra genialidad de Walter Gómez dejó el tanteador a un paso del empate: 4 a 3 y con media hora todavía por jugarse. El viejo estadio de Arroyito era una caldera a punto de estallar; Federico Vairo era un león en el barro; Botazzi sacó un par de goles cantados y cuando más apremiaban los millonarios, a poco del final, Robertc Appicciafuoco logró el quinto gol.
El final del torneo marcó la habitual irregularidad centralista, cuyo "digno" colofón quedó patentizado en la última fecha: en Buenos Aires le ganaba Central a 'Platense por 3 a 2 al término del primer tiempo, con 3 goles de Humberto Jorge Rosa; al iniciarse la segunda etapa descontó el local, pero el triunfo no peligraba; faltaba un minuto y Central ganaba tres a dos; terminó perdiendo cuatro a tres. Sumó, en síntesis, 27 puntos, superando a Ferro, que logró 24, a Newell's con 23, y a Atlanta, que sólo reunió 10 y se fue al descenso.
La temporada de 1953 se inició con las mismas características que la anterior; austeridd en los gastos, incorporando a alguno que otro elemento del interior y transfiriendo por buena suma de dinero a uno de sus delanteros más cotizados: Juan Apolinario Vairo, requerido por Boca Juniors.
Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. De Andrés Bossio