Por Héctor N. Zinni
En otro orden de cosas, a medida que avanza la década del 50 declina visiblemente en Rosario el interés ciudadano por la bullanga del corso y el colorido de los disfraces. Las comparsas están pasando rápidamente a mejor vida y hasta las murgas van reduciendo su expresión numérica a lo indispensable, para no desaparecer del todo. Estamos en la época en que sólo los bailes, mantienen, a duras penas, la tradición carnavalera, con la contratación de grandes conjuntos orquestales típicos y de jazz. Nunca han rivalizado tanto los clubes rosarinos en su afán por presentar las mejores orquestas del momento. Provenientes de la Capital Federal llegan agrupaciones famosas cuyo objeto es atraer a un público aburrido ya de ambular por corsos desprovistos de gravitación en el consenso Popular.
Representantes auténticos de la más pura tradición tanguera como Osvaldo Pugliese, con Alberto Morán y Jorge Vida¡; Aníbal Troil.o, con Alberto Marino y Floreal Ruiz; Alfredo De Angelis, con Julio Marte¡ y Carlos Dante; Juan D'Arienzo, con Alberto Echagüe y Juan Laborde; Angel D'Agostino, con Angelito Vargas; Carlos Di Sarli, con Roberto Rufino; Francini-Pontier, con Julio Sosa; Horacio Salgán, con Horacio Deval; Miguel Caló, con Raúl Iriarte y Alberto Podestá; Domingo Federico, con Enzo Valentino; Héctor Varela, con Argentino Ledesma y Julio Lezica; Francisco Canaro, con Francisco Amor, y muchos otros, se prodigan en sucesivas presentaciones, compartiendo la cartelera con orquestas de jazz, tales como: Raúl Sánchez Reynoso y sus "Santa Paula Serenaders", la Jazz Casino, Varela Varelita, Los Mariscales, Los Hawaian Serenaders y Héctor y su Jazz, quienes han pasado al frente de los más veteranos como René Cóspito, Emilio Barbato, Héctor Lagnafietta, Barry Moral y Washington-Bertolín.
Mientras los inamovibles conjuntos de Feliciano Brunelli y Antonio Di Palma ocupan con sus pares porteños los escenarios rosarinos, no faltan al llamado de estas carñestolendas los esforzados músicos locales de orquestas típicas, relegados injustamente al segundo plano por los clubes de nuestro medio. Porque también hacen historia en los despintados carnavales del 53 Luis Chera, Francisco Plano, José Sala, Héctor Lincoln Garrot, Antonio Ríos, Domingo Sala, Raúl Bianchi, Guerino Scazzina, Leónidas Montero, Adolfo Stibelman, Atilio Cavestri, Eduardo Milici, Osvaldo Bisio, José Coma, Julio Conti y otras agrupaciones, tal vez de menor importancia pero de igual permanencia en la cartelera, como la Típica Víctor y la Típica Los Rosarinos. Destácanse, además, en el género de la música sincopada, la Panamá Jazz, Los Panameños, la Jazz Santa Mónica, la Casaloma Jazz, la Jazz Schiavor;e, la Santa Rita y la Jazz de Franco Corvini, talentoso músico rosarino que recorrerá el mundo como primer trompetista de los Lecuona Cuban Boys. Estos no son los únicos conjuntos. Existen otros cuya memoria se perderá en los intrincados senderos del tiempo y la distancia.
Una legión de directores, compositores, ejecutantes y creadores se adueñan de la alegría del carnaval, de los restos de un carnaval que volverá a brillar en todo su esplendor, aunque fugazmente, en los corsos programados por un intendente municipal —Luis Cándido Carballo-que en la década siguiente llegará a internacionalizar los mismos para beneficio de nuestra ciudad. Al son de otros vientos de renovación, desaparecerán los conjuntos de jazz y las orquestas típicas rosarinas se irán desperdigando poco a poco, mientras las porteñas se irán refundiendo en cuartetos y quintetos compuestos por ex directores, muchas veces, de las grandes orquestas que acabamos de nombrar.
En 1953, de los verdaderos carnavales sólo está quedando el recuerdo, encerrado junto al disfraz de Zorro, que, apolillado, dormita en el fondo de algún baúl familiar donde se guardan muchas cosas que habrán de llevarse los recolectores do trastos viejos sin pena ni gloria, rumbo al olvido definitivo.
En materia de historietas, una novedad: parecen El León de Francia, sobre la base de una novela radioteatral —que en Rosario protagoniza el primer actor Federico Américo Fábregas—,5 y El Sargento Kirk, de Pratt- Oesterheld. Sale la revista Avivato, y por Radio Belgrano, el actor cómico Fidel Pintos, con libretos de Miguel A. Meaños, encarna a Monsieur Canesú; junto a la actriz Hilda Viñas. La televisión criolla, que está en
sus balbuceos, ya ha elegido su reina. As¡' se encarga de hacerlo saber, entre otras cosas, la sección Grageitas, que publica la revista Patoruzú:
—Volvió Carlos Ginés con El enrrencito. ¿No decían que se había comprado un coche último modelo?
Cumplió siete años de vida la audición En cada bolero te recuerdo. Más que una audición musical, el título sugiere una audición evocativa…
Reapareció Tatín, luego de una pera de un mes. Seguramente se indigestó con su claáica torta de chocolate, y le dio vergüenza confesarlo.
Ya tenemos Miss Televisión. Tal titulo ha recaído en Egle Martin, surgido tras un riguroso concurso. Si no fuera porque sale un poquito caro, recomendaríamos comprar un televisor para admirarla.
Alberto Marga¡, El cantor de las madres y las novias, es el artista que recibe más correspondencia, según las estadísticas. Sugerimos que alguien le plagie el sistema buscando un slogan parecido, ¡algo así como El cantor do los yernos y las suegras ...l". 6
Notas
5 Federico Fábregas, Norberto Blesio, Ricardo Almirante, así como Juan Burvu& Rey, —esporádicamente—, Luis Yullier, Jorge Alberto Alvarado y Raúl MaBa di, fueron, entre otros, y con, sus respectivos elencos, las figuras más representativas del género radioteatral cuya desaparición se verificó a fines de la década del 60.1/Federico Fábregas, falleció en Rosario el 11.7.1981.
6 Patoruzú. 16.2.1953. Pág. 24. Bs. Aires. Año XVII. N° 801..
Fuente: Fragmento del Capítulo Carnaval: ¿ Penúltima Etapa? Del Libro “ El Rosario de Satanas Tomo II . Editorial Fundación Ross.