En 1950 Olga quedó cesante. Sin su dirección, la escuela Carrasco fue tomándose en una más del sistema: traslados y jubilaciones de las maestras colaboradoras y consustanciadas con la Escuela Serena hacen que en forma paulatina vayan desapareciendo los logros; el teatrillo de títeres quedó mudo, se embaldosa el patio de tierra, se cortan los añosos árboles -¡hasta el roble que plantara Gabriela Mistral en su visita!-
Ya no más acuarelas, excursiones ni experiencias en el laboratorio. Los cuadernos se uniforman y reina nuevamente la fila, el toque de campana y los pupitres reemplazan a las mesas... ¿es ésa la muerte de la Escuela Serena?...
Desde este Rosario de hoy esbozaré algunas repuestas avaladas por mi experiencia como ex-alumna, veintiocho anos de maestra y dos años de lectura, selección y clasificación de la documentación donada por la familia Cossettini a la biblioteca del Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE)
El sistema educativo oficial niega su reconocimiento como hito pedagógico, Ignora su trayectoria y no da cabida a su difusión. Permanece insensible ante una experiencia de escuela activa que debería enorgullecer a la provincia de Santa Fe.
- La escuela Carrasco ignora su pasado, nada hay en ella que recuerde ese período trascendental. Ninguna institución ni sitio público del barrio Alberdi lleva el nombre de tan magnífica mujer y maestra. La única -y ejemplificadora-excepción es un aula de la escuela Nº 141 "República de México" que fue bautizada en 1987 con el nombre de Olga Cossettini. Desde la perspectiva del sistema educativo formal todo Indica que la Escuela Serenase extinguió sofocada por el miedo a la libertad de pensamiento y expresión que en general se asocia a movimiento perturbadores de lo pre-establecido.
- Otra es la realidad cuando los ex-alumnos nos encontramos, ya que con sólo mencionar la "Escuela de la Srta. Olga" reviven las Misiones Culturales, los vestidos de papel crépe, el concurso de imprentas proyectadas y construidas con Insólitos recursos para festejar el Día del Libro, las mediciones de los canteros de la plaza Alberdi con la ayuda del placero, la explosión que produjo un dispuesto químico al preparar betún en el laboratorio, la carreta con los títeres de Javier Villafafe alborotando las calles del barrio.
Aquí la Escuela Serena late ya que lo vivenciado sigue acudiendo, no como recuerdo sino como arma para enfrentar distintos momentos de la vida o como recurso de goce en las pequefas cosas de todos los días.
Es alentador observar que a partir de 1987 se perfila otra respuesta. La documentación donada por la familia Cossettlnl a la Biblioteca del IRICE esta formada por cuadernos, cartas, recortes de periódicos, revistas y materiales de Olga que llegan a estudiantes, maestros y profesores. Todos ellos, sin haber vivido la experiencia y muchos de ellos sin saber ni haber escuchado de su existencia, quedan asombrados de que haya existido durante quince años una escuela con estas características, y este asombro se convierte en reflexión dolorosa al preguntarse porqué no perduró, por qué su ejemplo no llegó a otras escuelas. Algunas veces esta impotencia se transforma en desafió y entonces deciden conocer y profundizar su historia, su fundamentación pedagógica, filosófica y su inserción en el entorno social, político y económico de la época.
Existen estudiantes que eligen el tema para tesis de su carrera, maestras que solicitan el material para llevarlo a sus escuelas, profesoras que traen a sus alumnos para dictar sus clases en el instituto. Este reconocimiento es válido. La obra de la Escueta Serena es significativa y hay suficiente material para esas tareas. De este modo la experiencia está retoñando. Retoñando en algunos de estos maestros nuevos, huérfanos de líneas directrices elaboradas y de modelos personales, de líderes en acción coherente y comprometidos. Están buscando espejos donde mirarse, quieren imágenes que refuercen la aspiración de transformar esta insostenible realidad escolar. Y para ellos está disponible la estructura Cossettlnl: de ideas renovadas, conceptos claros y objetivos factibles: Olga, además, pudo transmitirlos, defenderlos y plasmarlos con trabajo ininterrumpido, estudio constante y visión abarcadora que la llevó a fundamentar y documentar su acción. Demostró con su quehacer de francotirador, sola, hablando de frente, sin excusas, contestando todos los agravios con razones contundentes y medidas, que se pueden gestar cambios, que aún efímeros y con finales incomprensibles a la luz de la razón, logran, por sinuosos caminos y después de muchos anos, estimular y alentar a otros maestros para luchar por una escuela adaptada a las necesidades del mundo en marcha...
"La escuela no es una máquina que calcula y mide el límite de la capacidad animal, y sí es un espíritu unido a otro espíritu, a quien ayuda a crecer, desenvolverse y liberarse, sin perder su autenticidad".
Olga Cossettini
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, Historia de aquí a la vuelta”. Fascículo N.º 19. Autora: Amada Paccotti