Juan Alvarez en el último capítulo de su libro Historia de Rosario describe a la dudad como "de casas bajas o de pocos pisos, sólo los rascacielos del centro rompían esta uniformidad. En los barrios que rodeaban a este centro existía la nota amable de patios llenos de flores, emparrados de enredaderas desbordando las tapias, grandes árboles de sombra en medio de las manzanas, y calles asoleadas con calles de cuadrícula perfecta, no cortadas por las líneas de los ferrocarriles. Las viviendas en su mayoría de material, y muchas de ellas construidas a partir de créditos hipotecarios, marcaban la diferencia de las urbanizaciones más allá del Bv. 27 de febrero o de Av. Francia, en donde primaban las casas de madera y hojalata"3.
Resguardados en el crecimiento del comercio y la exportación en la ciudad afine del siglo XIX y comienzos del XX, se había iniciado un proceso de valorización de la tierra urbana. Este encarecimiento tenía su origen en la ampliación de la planta urbana debido al crecimiento de la población, pero conjuntamente traía aparejado una reformulación informal del espacio social de la ciudad.. esta clave, el suburbio, el barrio, durante la década del treinta, adquirió una dimensión identificatoria del rosarino medio, compuesto por empleados, obreros, estibadores, pequeños comerciantes, amas de casa. De este modo si los conventillos en las zonas del centro cercanas al puerto fueron el eje para pensar el tema de la habitación en las décadas pasadas, en el periodo que se inicia en los años veinte y se cristaliza durante el treinta, eran los barrios y sus viviendas populares las que identificaban el paisaje habitacional de la ciudad.
Fenómenos paralelos como el del transporte urbano, la organización de bibliotecas populares, vecinales, clubes de barrio, centros de resistencia partidaria, centros parroquiales, etc, dimensionaron de una manera distinta las formas de acción y participación.
El crecimiento demográfico estaba, entonces, íntimamente ligado con la concentración territorial. Los avances técnicos, en particular el desarrollo de los transportes tanto los viejos tranvías como las nuevas unidades automotrices, acentuaron la dinámica de la expansión de la ciudad no sólo a partir del acceso a la propiedad, sino a la posibilidad de transporte rápido y barato que permitiera la circulación de obreros y empleados desde los distintos barrios, tarifo a las zonas de carga del puerto, como al área comercial y de servicios de centro, y también a la de las grandes industrias radicadas en los márgenes de la ciudad, cómo por ejemplo el frigorífico Swift.
Fuente: Historia de Rosario Juan Alvarez