Por Miguel Angel De Marco
Este último fue conducido bajo arresto a la isla Martín García, y luego de aducir enfermedad se lo trasladó al Hospital Militar Buenos Aires. Sus partidarios y adictos en el Ejército comenzaron a movilizarse, forzando su retorno el 17 de octubre de 1945 Ese día Perón habló desde los balcones de la Casa de Gobierno ante una multitud enfervorizada que había convergido casi espontáneamente desde distintos rumbos "para rescatar a su líder". En Rosario, el 18 hubo un paro general ylos simpatizantes del coronel celebraron con bailes y ruido de bombos y tambores el triunfo de su causa. Los días del régimen del 43 estaban contados. Así, pues, comenzó a desarrollarse una intensa actividad política en pos del triunfo en las elecciones presidenciales de 1946.
La ciudad asistió a la polarización de fuerzas en torno a la Unión Democrática, que reunía a los partidos opositores a Perón, y al Labor/sino que, junto con la Unión Cívica Radical (Renovadora), apoyaba sus aspiraciones a la primera magistratura.
Hubo durante la campaña electoral actos públicos de una magnitud pocas veces vista en Rosario, organizados por ambos sectores, y se vivió un clima de violencia verbal que dejó al descubierto las tensiones existentes en la urbe y que abarcaban a empresarios y obreros, a políticos de vertientes democráticas y a quienes suscribían con empecinado anacronismo las postulaciones nazi-fascistas, a trabajadores y estudiantes.
En los comicios del 24 de febrero de 1946, que se realizaron con ejemplar limpieza, bajo custodia de las Fuerzas Armadas, se impuso la fórmula Perón-Quijano, a la que integraban los doctores José P. Tamborini y Enrique M. Mosca.
Comenzaba para Rosario una etapa difícil de su vida contemporánea, signada por un estatismo dirigista que le impidió progresar y por una inestabilidad política en los órdenes provincial y local que generó situaciones en extremo difíciles. Sin embargo, y no obstante la ineficacia administrativa unánimemente reconocida, muchos rosarinos, en especial provenientes de los sectores de menores recursos y pertenecientes a diferentes gremios, siguieron adhiriendo con inquebrantable lealtad y entusiasmo a las ideas del peronismo, diferenciando el bagaje intelectual y sentimental de la corriente que encabezaba el general, de la inopia de los ejecutores locales de su política. Esta sería la tónica durante todo el primer gobierno de Perón (1946-1952), y aun del segundo, abruptamente interrumpido por la revolución del 16 de septiembre de 1955. También se reflejaría con posterioridad al derrocamiento, alcanzando proyecciones tan vastas que, hasta no hace mucho, los justicialistas seguían definiendo a Rosario como "capital del peronismo".
Frente al surgimiento y consolidación en todo el país de un gobierno ostensiblemente autoritario, se alzaron voces representativas de los demás partidos políticos, que desde la tribuna cívica, la prensa, acallada poco a poco, y otras formas de expresión, mantuvieron viva una inclaudicable oposición.
Rosario vivió en la etapa peronista constantes cambios de intendentes, en razón de su insostenible incapacidad administrativa; conflictos prtidarios internos de significación, y dos intervenciones federales a la provincia.
Fuente: Extraído del libro “ Rosario desde sus origenes hasta nuestros días. Sintesis. Historia. 2º Edición. Liberia Apis abril 1994