Por
Miguel Angel De Marco
Otro factor que detuvo el crecimiento rosarino fue la Segunda Guerra Mundial, que afectó las operaciones portuarias, pues, como se ha visto en el capítulo anterior, desde 1939 en adelante la paralización fue casi completa.
La nacionalización del puerto conllevó la centralización de la administración en Buenos Aires, y de nada sirvieron los reiterados pedidos de las instituciones representativas de la ciudad para que se crease un ente autárquico con la intervención de los usuarios. Para peor, concluido el conflicto bélico, lejos de materializarse las aspiraciones del vecindario, que daba por segura la reactivación del puerto, sólo llegaron mercaderías por trasbordo desde la Capital Federal. Y aun ese procedimiento resultaba inefectivo pues en el puerto de Buenos Aires los depósitos estaban colmados y los envíos de tránsito a Buenos Aires desde Brasil, Estados Unidos y otros países, no podían cumplirse porque se carecía de lanchones o barcazas. De tal modo parecía languidecer irremediablemente un puerto de fama mundial. Era todo un espectáculo para los rosarinos—acostumbrados a contemplar otrora el puerto atestado de barcos y a observar naves ancladas en medio del río en espera de un sitio para cargar o descargar cereales, granos o mercancías—, ver una que otra embarcación amarrada.
Fuente:
Extraído del libro “ Rosario desde sus origenes hasta nuestros
días. Sintesis. Historia. 2º Edición. Liberia Apis abril
1994