Por Miguel Angel De Marco
Patricia S. Pasquali subraya en un estudio sobre este período, las cuestiones de fondo que frenaron la marcha de la ciudad, y que pueden resumirse en la existencia de una estructura financiera y administrativa de características opresivas.
"La disminución de sus posibilidades expansivas se debía a la política centralizadora que en el orden nacional, es decir desde Buenos Aires, neutralizaba los beneficios que debía proporcionarle su admirable posición geográfica y que, en el orden provincial, tendía a convertirla en una dependencia administrativa de la capital santafesina, cercenando su autonomía municipal".
Y sigue la expresada autora: "Los poderes públicos, lejos de reconocer a Rosario la jerarquía que legítimamente le correspondía dentro de las ciudades argentinas, manifestaba una ostensible desidia. Era cierto que la ciudad siempre había sido hija de su propio esfuerzo, pero ahora la total falta de asistencia oficial parecía haber contagiado a sus habitantes, que daban muestras de haber perdido la fe en la propia iniciativa individual. Ello tal vez fuera un reflejo del clima espiritual imperante en todo el país, estimulado por una filosofía de gobierno que veía en el dirigismo y en .el estatismo el remedio de todos los males".
En suma, por primera vez a lo largo de casi cien años —es decir desde 1852, en que fue declarada ciudad casi contemporáneamente con la sanción de la Constitución Nacional de 1853, cuya filosofía liberal había nutrido a la historia argentina, estimulando el desarrollo de los proyectos individuales que sumados engrandecieron a Rosario y al país—, la urbe giraba sobre un eje del que sólo podría salir penosamente bastante más tarde.
Fuente:
Extraído del libro “ Rosario desde sus origenes hasta nuestros
días. Sintesis. Historia. 2º Edición. Liberia Apis abril
1994