Por Rafael Ielpi
Desde
1930 en adelante, la pintura rosarina iba a transitar por caminos de
definitivas búsquedas tanto expresivas como ideológicas; entre
dicho año y 1940 se fundan numerosas asociaciones que canalizan el
inconformismo de muchos de los hombres de la cultura, a la vez que
aparecen publicaciones vinculadas a las artes plásticas, en las que
se proponen nuevas formas expresivas y la necesidad de hacer
manifiestos los problemas sociales de la época a través de la
representación plástica.
Una
de aquellas instituciones sería la Agrupación de Artistas Plásticos
Refugio, de 1932, que concretaría el Primer Salón de Barrio dos
años después, en una convocatoria que contaría con el apoyo de la
asociación cultural Solidaridad Social, denominación que implicaba
toda una definición de objetivos. Es en los mismos años cuando
Antonio Berni, arribado de su período de estudio y residencia en
Francia, e imbuido de las ideas de izquierda que sostendría con
ejemplar fidelidad durante toda su vida, funda una entidad decisiva
en el desarrollo de las artes plásticas en Rosario: la Mutual de
Estudiantes y Artistas Plásticos.
El
grupo liderado por Berni, en el que se integrarían pintores como
Berlengieri, Medardo Pantoja, Calabrese, Leonidas Gambartes, Juan
Grela, Gianzone, Garrone, Sigfrido Maza, Ricardo Sívori, Tita
Maldonado, Pereiro y otros, no sólo introduciría el debate sobre lo
social en el arte y propiciaría un permanente diálogo sobre el tema
sino que propondría acciones concretas a favor de la extensión de
la enseñanza de las artes plásticas, como el proyecto de creación
de una Escuela Provincial de Bellas Artes, en 1935.
Contemporáneo
de "La Mutual", como se la reconocería para siempre, sería
asimismo el llamado Grupo de los Nueve, cuyas actividades iniciales
se realizan en 1936 con el auspicio de la Comisión Municipal de
Bellas Artes. Dicho año se concreta la primera muestra pública del
grupo integrado por Demetrio Antoniadis, Eugenio Fomelis, José
Miguel Beltraniino, Nicolás Meffi, Manuel Musto, Luis Ouvrard, Félix
Pascual, Pablo Pierre y Augusto Schiavoni.
Aquella
generación de pintores tendría exponentes relevantes -más allá de
la innegable valía de muchos de los mencionados- como Musto
(1893-1940), alumno de Ferrucio Pagni y de Giovanni Costetti, en
Italia, que de las tendencias impresionistas iniciales pasaría a una
serena temática en la que las huertas y paisajes suburbanos de
Rosario se unirían a naturalezas muertas y retratos, y Schiavoni
(1893-1942), estricto contemporáneo del anterior y compañero
dilecto, con quien compartiría el viaje a Europa y la amistad de
condiscípulos como Alfredo Guido o
Domingo
Candia. Verdadero rebelde, según sus biógrafos, uniría a la
precisión del realismo inquietantes aportes fantásticos, casi
mágicos, que hacen de su obra una de las más personales de la
pintura rosarina.
Antonio
Berni (1905-1981), sin duda el de mayor renombre internacional junto
a Fontana, terminaría siendo considerado por la crítica como uno de
los padres del arte moderno en la Argentina, con una ductilidad que
signaría su constante proceso evolutivo, que lo llevaría de un
depurado clasicismo inicial al barroco, para transitar asimismo las
experiencias surrealistas, el realismo social, el expresionismo, el
informalismo, la nueva figuración y el pop art, como afirma la
crítica Rosa María Rayera. Así como la Mutual de los años 30 iba
a congregar a su alrededor a muchos de los jóvenes creadores,
también después de 1960 y hasta su muerte, sus ideas y convicciones
tanto como su obra tendrían fuerte influencia sobre muchos
integrantes de las nuevas generaciones de artistas plásticos.
Lucio
Fontana (1899-1968), escultor y pintor, protagonizaría una inquieta
indagación en la materia hasta la creación en 1946 de lo que
llamaría -en su "Manifiesto blanco"- arte espacial,
concepto que se reiteraría en una serie de obras agrupadas bajo el
título de Concepto Espacial. Su ciudad natal cuenta con parte
valiosa de su obra escultórica, entre la que se destaca "Niño
del Paraná" -actualmente en el Museo Juan B. Castagnino- y el
bajorrelieve "El sembrador", emplazado contra las barrancas
de la Avenida Belgrano, frente a la zona portuaria.
Las
rasgaduras y perforaciones que cortan y desgarran sus telas
-característica que sería visible asimismo en sus obras
escultóricas- constituirían un rasgo diferencial de su obra, según
consignara Eleonora Traficante, en especial la producida tras su
definitiva radicación en Italia, donde obtendría un amplio
reconocimiento.
Contemporáneo
de los anteriores, Alfredo Guido (1892-1967) pertenecería a una
familia con profunda vinculación con la cultura de la ciudad, a
través de su hermano Angel y su sobrina Beatriz. Sus estudios en la
Academia Morelli lo acercarían a artistas muy cercanos
generacionalmente, como Emilia Bertolé, Musto, César Caggiano y
Schiavoni, aun cuando su perfeccionamiento se produciría en la
Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires con maestros como
Pío Collivadino o Carlos Ripamonte. Rafael Sendra ha señalado su
profundización en distintas técnicas así como la utilización de
nuevos materiales y herramientas propias del industrialismo, y su
experimentación con la pintura mural al fresco o las obras con
cerámicas como las realizadas en el subterráneo porteño.
Cercano
ya el comienzo de la década del 40 se constituyen nuevos grupos
plásticos como la Agrupación Arte Nuevo de la Zona Norte, cuyos
fundadores serían Juan Grela, Cayetano Aquilino, Juan Buttice,
Francisco La Menza, Juan Tortá, Isidoro Mognol y Casimiro Iglesias,
en 1936. Un año después, nace la filial rosarina de la Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos, cuya primera reunión se celebraría
en un local de San Lorenzo 1035 y cuyas autoridades iniciales serían
Melfi, Fornells y Pierre, decididos impulsores desde la entidad de la
postergada creación de una Escuela de Bellas Artes.
Casi
inmediatamente se concreta el primer salón anual de artistas
plásticos de Rosario (1938), con el auspicio de la Comisión
Municipal de Cultura, en el flamante Museo 'Juan B. Castagnino",
levantado en Avda. Pellegrini y Bvard. Oroño sobre un proyecto del
arquitecto Hilarión Hernández Larguia, y el mismo año se inicia el
"Salón de Otoño", que a partir de 1939 pasa a conocerse
como "Salón Rosario".
Como
se ha señalado, las influencias estilísticas predominantes proceden
de París imponiendo concepciones artísticas que viran hacia
fórmulas no académicas. Se discute y analiza el cubismo y el
surrealismo, que amenazan con sacudir los cimientos del arte y la
cultura en Europa, aunque el signo de esos tiempos sería el
paulatino abordaje de los temas sociales a través de la plástica.
Fuente:
Extraído de la Revista del diario “La Capital” “ Vida
Cotidiana” 1930/1960