Por Rafael Ielpi
Las transformaciones derivadas del desarrollo y
consecuencias de la Segunda Guerra Mundial se visualizarían también en el
ámbito de la plástica rosarina a partir de 1940, cuando se advierte el
surgimiento de una independencia de los artistas en procura de su propio
lenguaje y una profundización de su relación con el paisaje: el
río, el campo, los barrios de la ciudad. Entretanto,
comienzan a concretarse importantes exposiciones, aparece una valiosa carnada
de críticos de arte en el país y las ediciones de arte se convierten en algo
menos inusual mientras se sigue enfatizando, en la obra de muchos artistas
rosarinos, el reflejo de lo social.
En 1942, como una derivación de la Mutual de Berni, nace
la Agrupación de Plásticos Independientes, que integrarían muchos de los
miembros de aquélla, corno Grela, Gianzoni yGarrone, a los que se sumarían los
escultores
Nicolás Antonio de San Luis y los hermanos Paino, Anselmo
Píccoli, Gambartes, Julio Vanzo, López Armesto y otros. La agrupación se extinguiría
sobre los finales de la década dejando abierto el camino para la aparición del
Grupo Litoral, cuya impronta es, sin duda, la más importante de la primera
mitad del siglo XX.
Es por los mismos años cuando se amplían las
posibilidades para la enseñanza del arte a través de la creación del
Profesorado de Dibujo en la Escuela Normal No 2, por iniciativa de Dolores
Dabat, y en la que enseñarían Carlos E. Uriarte, Antoniadis, de San Luis (cuyo
nombre real era Nicolás Antonio Russo) y Manuel Suero, entre otros. La misma
pedagoga organizaría, a instancias de Alfredo Guido, la inicial Escuela de
Bellas Artes, en la antigua Facultad de Filosofia y Letras de calle Entre Ríos.
En ella, sobre los finales de los años 50 y comienzos de los 60, serían
profesores artistas tan relevantes como Uriarte, Sívori, Onman, Herrero
Miranda, Froilán Ludueña, de San Luis y otros.
El Grupo Litoral nacería como un intento de ruptura con
lo que sus integrantes consideraban la apatía vigente, propiciando el abandono
de la imitación de modas y modelos europeos tanto como del clasicismo, para
inclinarse hacia la representación de lo cotidiano o la búsqueda por los
caminos de la introspección, sin omitir -como en el caso de Gambar-tes- una
notable recuperación de la imaginería indígena precolombina.
Los fundadores e integrantes iniciales del grupo serían
Gambartes, Francisco García Carreras, Garrone, Grela, Alberto Pedrotti,
Gutiérrez Almada, Herrero Miranda, Mirnturn Zerva, Hugo Ottman, Carlos E.
Uriarte, Ricardo Warecki y posteriormente Pedro Giacaglia, Arturo Ventresca y
Froilán Ludueña. La primera exposición colectiva en 1950 -se ha señalado-
"fue recibida con notorio desagrado por la cultura oficial. Los motivos
del rechazo eran sencillos: los cuadros exhibidos exigían un esfuerzo inusual
de interpretación, ya que las formas que los artistas habían elaborado no
tenían similitud alguna con el adocenamiento académico vigente. El tiempo
transcurrido permite afirmar que el Grupo Litoral impuso formas originales y
técnicas poco conocidas y logró sensibilizar a amplios sectores, posibilitando
que el público, habituado a percibir obras descriptivas, respondiera
adecuadamente a la nueva problemática.".
La novedosa temática de Gambartes (1909-1963) y el
tratamiento del cromo al yeso que caracterizaría esa etapa valiosa de su
producción; la alta capacidad de colorista de Uriarte (1910-1995), al servicio
del río, la costa y sus hombres; la valiosa obra de Grela (1914-1992), desde
sus inicios con una pintura al servicio del realismo y los ambientes suburbanos
a las posteriores formas casi asilada con el agregado de su relevancia como
eximio geometría y la intensidad cromática de Ottman: la personalidad de Herrero Miranda (1918-1968) volcada en la
abstracción y su etapa final neofigurativa, o las formas más libre de los años
60, constituirían parte upo Litoral a la plástica rosarina.
Luchas veces vinculados a los grupos también a través de
una obra solitaria y valiosa transitarían el período otros artistas valiosos
aporte del Grupo Litoral a la plástica rosarina.
Por otro caminos muchas veces vinculados a los grupos
plásticos anteriores, pero también a través de una obra solitaria y valiosa
transitarían en el periodo otros artistas valiosos como Gustavo Cochet (1894-1979), iniciado con Caggiano en España,
de donde regresaría en 1939, por firme republicanismo opuesto al fascismo
franquista. Su obra pintor y como grabador -disciplina en la que sería un
recordado maestro – sus apotres y sus aportes a la critica artística lo
convertirían hasta su muerte, en uno de
los artistas más queridos y valorados de
su gereneración.
Lo mismo ocurriría con Luis Ouvard, que de un clasicismo
de la alta solvencia técnica pasaría a formas más despojadas en sus años
finales, con un tratamiento personal de la técnica del pastel y con Julio Vanzo
(1901-1984), un polifacético artista cuyo rango distintivo sería una lora, que
del estilo naturalista inicial pasaría por influencia del cubismo que Emilio
Pettorutti divulgara en Rosario a mediados de la década del 20 hasta llegar a los “acordes pláticos”
ulteriores, como el mismo Vanzo calificara a las relaciones del color en sus
obras. Una extensa producción difundida a través de más de medio centenar de
exposiciones individuales en todo el país sumaría a su obra de escenografía y
vestuario para teatro y su tarea como ilustrador, méritos que validarían su
ingreso a la Academia Nacional de Bellas Artes.
Contemporánea del Grupo Litoral sería otra propuesta de
investigación y creación: la del Grupo Síntesis, que nacería bajo el impulso de
Ricardo Sivori y los integrantes de su taller: Alonso, Celia Barroso, Bertarelli,
Bollero, Marta Bugnone, Cartegni, López, Magnani, Smidt, Yost y otros. Sívori
-notable dibujante- cumpliría una larga tarea de enseñanza que, tal vez, junto
a su acendrada exigencia personal, impidió que su obra plástica, sin duda
valiosa, tuviera posibilidad de acceder a un conocimiento masivo.
Aquellas dos experiencias grupales serían, en buena
medida, generadoras de la aparición de muchos de los artistas cuya obra y
dimensión pertenecen sobre todo ya a la década del 60, como Jorge Vila Ortiz o
Rubén de la Colina, o los nucleados en el Grupo Taller, de 1964: Eduardo Serón, Rubén Naranjo, Jaime Rippa,
Mele Bruniard, José María Lavarello, Jorge
Martínez Ramseyer, Osvaldo Boglione, y Marta Gaspar, que marcan el inicio de
una etapa de experimentación plástica y desprendimiento de las influencias inmediatas;
aunque ello sea parte ya de la historia contemporánea del arte en la ciudad.
Fuente:
Extraído de la Revista del diario “La Capital” “ Vida Cotidiana” 1930/1960