Los
cuadernos de los niños, no podía ser de otra manera, resultan
coherentes con la documentación del adulto. Son verdaderos
documentos personales. Leemos los variados ejercicios de aplicación
y nos detenemos en las expresiones: -yo opino..., -Después de
estar en la biblioteca yo pensé..., -Con mis compañeros
estudiamos..., -Mi conclusión es..., -Anoche escuché la
radio y
me
enteré..., -Con nuestra señorita leímos en el periódico que...
Con
la misma naturalidad de la expresión escrita los niños se mueven
en el espacio de la hoja del cuaderno, nada detiene al pincel que
pinta directamente olvidado de los renglones y falsas convenciones.
Esta libertad, estimulada por el reconocimiento que se tributaba al
trabajo hecho con dedicación y amor por parte de maestros y
companeros, sin compulsión horaria ni temor por evaluaciones
arbitrarias trajo, según podemos ver en los cuadernos de clase,
prolijidad, caligrafía cuidada y buena ortografía. No se
observan correcciones que resaltan el error; suaves marcas hechas con
lápiz por la maestra señalan algunas incorrecciones (sólo las
faltas de ortografía más serias y reiteradas, o errores de
concepto). Encontramos, eso sí, notas escritas y allí sí la
maestra se evidencia: son mensajes comprometidos, alientan pero
no escatiman la critica franca y directa. Percibimos el
compromiso mutuo maestra-alumno por superar la calidad del
trabajo. No tienen doble mensaje ni agresión, apuntan a marcar
situaciones concretas sugiriendo las posibles soluciones. La
nota no es castigo ni motivo de vergüenza, es un alerta para buscar
ayuda entre sus compañeros, maestras, amigos o un llamado a la
propia responsabilidad. Causa admiración leer en estos
excepcionales cuadernos de clase, las autocorrecciones de los
niños; espontáneamente se escriben mensajes exigiéndose mayor
atención o "autocastigarse" con la realización de alguna
tarea extra para fijar algún conocimiento ("...debo hacerlo en
casa hasta que me salga bien"... "repetirlo tres veces asi
no me lo olvido"...). Son cuadernos poco voluminosos,
verdaderas herramientas de trabajo y no "constancias del
aprovechamiento del tiempo". No observamos rutinas de fechas,
títulos y materias, no hay datos superfluos ni copias
mecanizadas. Existe coherencia y continuidad en el registro y
elaboración de los datos o temas estudiados. Calendarlos
del tiempo, registro de la dirección del viento, fases de la
luna, descripción de plantas y animales, sensaciones y recuerdos
personales estimulados por música o pintura, funciones de
títeres, entrevistas a vecinos, planos de excursiones...
todo lo que ofrecía, sugería y enseñaba la escuela, está
detallado en estos cuadernos con el lenguaje de cada niño y
para su gozo o disgusto personal.
Fuente:
Extraído de la Revista “ Rosario Historias de aquí a la vuelta.
Fascículo Nº 19. Autora. Amanda Paccotti de marzo 1992