Por
Luis Etcheverry
LA CIUDAD DE LOS LIBROS
A los nueve años dejó la escuela para vender diarios. Vital y controversial, siempre pelean* convirtió en el principal librero del interior del país
A los nueve años dejó la escuela para vender diarios. Vital y controversial, siempre pelean* convirtió en el principal librero del interior del país
Con una fuerza envidiable, forjada en carencias enormes y un férreo afán de superación y reconocimiento, Amoldo Ross supo ver hace 70 años que una buena parte de Rosario todavía estaba en barbecho para reiterar la inefable siembra de la palabra impresa. Nacido en 1914, fue el mayor de tres hermanos. A los nueve años dejó la escuela para ser canillita en Pichincha, actividad a la que después agregó la venta de revistas importadas que repartía en bicicleta por toda la ciudad. Quiso ser boxeador, pero abandonó "por demasiados NK". Se inició como librero en 1937 con un socio y un camioncito, con el que recorría los pueblos. Su primer local fue un pasillo angosto y largo en Córdoba 1385 Allí, a comienzos de los 50, enamoró a una dienta que sería su esposa y colaboradora de por vida. Con Chiche Rodríguez tuvo dos hijas, Liliana y Silvina, la mayor de las cuales falleció adolescente y la menor está a cargo de la empresa. En 1960 mudó el negocio a Córdoba 1338, agregándole galería de arte. Arrasado por el fuego en 1971, lo reabrió con grandes esfuerzos y un año y medio después lo trasladó enfrente, al edificio donde, con la remodelación de 2001, existe el complejo cultural de hoy.
Vital, controversial, peleador cuando lo aguijoneaban, a veces exagerado en sus posturas y tono de voz, fue defensor a ultranza de sus ideas. En los 60, cuando se reeditó con buena aceptación a Sade, mantuvo una guerra memorable en Tribunales y medios con el presidente de una entidad de cruzados por la salud moral de todos. Incluso, por exhibir "Filosofía del tocador", del zafado marqués, le allanaron la librería y pasó una noche preso. Un recordado entrevero de esa larga lid lo tuvo por TV, cuando la TV aún no había progresado tanto y manejaba otro código y léxico. Lo libró con el apoyo de un Gary Vila Ortiz vuelto Cruz defendiendo de la partida de Fierro revelando a los cuatro vientos que “Filosofía del tocador" era el libro que todas las mañanas, con el desayuno, él les leía y comentaba a sus cinco hijos antes del colegio.
Con un paladar que los años y la pasión refinaron sin pausa, Ross resultó un buen degustador de las artes plásticas y el folclore. Amigo de infinidad de creadores, su entrañable Quinquela Martín lo designó, con el poeta Mario Guaragna, referente en Rosario de la famosa Orden del Tornillo, que él mismo recibió después por su apoyo al arte y los artistas. Con algunas tenues simpatías por el radicalismo, fue opositor decidido del régimen peronista, condición que le generó algunos dolores de cabeza y que jamás antepuso en cuestiones de amistad y reconocimiento de valores creativos. En su feudo no cabían las capillas ideológicas. Alegre amante de la buena mesa, el buen vino y la conversación entretenida, fue siempre generoso y con su jovialidad infatigable supo cultivar muchísimos amigos. La muerte le "cayó como de rayo" el 19 de abril de 1977, mientras almorzaba con unos representantes de editoriales en un comedor que ya no existe en Corrientes y Córdoba.
El poeta salteño Jaime Dávalos, que como muchos otros artistas cuando visitaba Rosario paraba en la casa de los Ross, le dedicó este soneto que lo pinta de cuerpo entero:
"Amigo Amoldo/ Tu escuela fue la calle, las barriadas/ el aula a cualquier rumbo decidida...// Tu maestra y tu madre fue la vida/ que a golpes te enseñó sus agachadas.// Pero en tu corazón no cambió nada/ porque le hizo tu audacia su guarida/ más allá de la piel que en cada herida/ fue aprendiendo a olvidar la puñalada./ Hoy que al fin el desquite está en tu mano/ sigues jugando noble y capechano,/ con todo el niño al fondo hombría.// No se te ha muerto en el árbol tu chigólo,/ el canillita aquelque se hizo solo/ luchando por el pan de cada día.
Jaime Dávalos también escribió la quinteta grabada en la Isa de la hija mayor de Ross, Liliana, muerta adolescente. Dice así:
"Silencio, que está dormida/ que nadie la despierte sollozando./ Del sueño de la vida/ pasó al sueño de la muerte. / ¡ Silencio!, esta sonando”.
Fuente:
Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140
aniversarios” . De 2007