Por Jorge Brisaboa
"El pueblo de Rosario sigue de pie en defensa del glorioso Rosario Centra”
El movimiento popular para evitar que Central se fuera al descenso era de tal magnitud que hasta el periódico "La Hora", órgano del Partido Comunista, le dedicaba una página sábana con ese título.
Central había salido último en la temporada 41. El equipo, pese a dos figuras que empezaban a brillar -el "Torito" Waldino Aguirre y Rubén Bravo- era un desastre. Y lo que no habían podido conseguir los jugadores en el campo de juego, los hinchas pretendían lograrlo en las calles.
Rosario, con sus 500.000 habitantes, era una caldera. En las esquinas de los barrios se improvisaban mítines y los oradores -como si estuvieran en una tribuna política- aleccionaban sobre un objetivo: enviar una nutrida embajada a Buenos Aires para exigir a la AFA que Central no descendiera.
Se constituyó el Centro Pro-Mantenimiento de Rosario Central en Primera. Y en la calurosa noche del 30 de enero de 1942 el patio de fiestas del Club Atlético San Cristóbal, en la localidad de Pérez -aledaña a Rosario y centro operativo de los talleres del ferrocarril-, fue escenario de una concentración inusitada: 1.600 personas.
Un hecho futbolístico se convertía en un fenómeno social.
El tono de los discursos se asemejaba al de los actos políticos. Además, en el país había clima político pues se acercaban las elecciones y se asistía ya al protagonismo socialista en Buenos Aires.
“No debe quedar un solo deportista amante del fútbol, sea o no centralista, sin alistarse en la columna que irá a Buenos Aires", dijo Manuel Merino, delegado del barrio Echesortu de Rosario. Y precisó: "todos los cronistas deportivos de Rosario están contestes en afirmar que las tres cuartas panes de los aficionados simpatizan con Central".
El periodista Víctor Mainetti ocupó la tribuna y anticipando su particular oratoria que en parte luego trasladaría a la Legislatura, clamó: "Si en Buenos Aires se aprecia, aunque . n parte, la importancia de este movimiento, no será posible que la AFA deje de considerar la angustiosa situación de un club de más de 50 años de vida intensa en del deporte argentino". También subieron y dejaron sus testimonios los ex jugadores Luis Indaco y Romeo - Emilio Luna -quien trajo "la representación de los clubes amateurs de Rosario que hoy se solidarizan con la más gloriosa institución de Sudamérica"-, el comentarista radial Carlos Antognoni, la "simpática y gentil señorita Elsa Lenti" -como fue presentada-, y el presidente del Centro Juan De Maurizi que cerró su acalorado discurso. atándole a la multitud: "Ya se han formado comisiones en otras ciudades - Santa Fe, Córdoba, Mendoza, etcétera, para pedir el justo fallo a la AFA".
Atento a la característica social de esta lucha, "La Hora" le otorgó una amplia cobertura periodística al acto. Además del título principal, otros también referían a Central y a la cruzada emprendida: "El 80 por ciento de los futbolistas de Rosario están con el viejo club", "Zenón Díaz, el zaguero inolvidable, no aceptó actuar en Gran Bretaña", y "La mujer rosarina defiende a Central", nota en laque Aurora Silvestri, empleada de la Unión Ferroviaria e hincha "canalla", advertía que el centralista "es un pueblo que ruge, que clama, que exige" y ponía como antecedente que "la hinchada mantiene el récord de boletos expedidos por un ferrocarril con motivo de un match de fútbol", cuando viajó a Buenos Aires para alentar al equipo contra Banfield en el último partido de 1941, que al perderlo lo dejó último en la tabla.
Los intentos para revertir el descenso llegaron a la presidencia de la Nación. Ramón Castillo era el presidente.
La paz interior no estaba garantizada porque los conservadores seguían sosteniendo vigorosamente el fraude. Y la paz mundial era apenas un clamor: la contienda se extendía, por un lado los Aliados (Estados Unidos, Rusia e Inglaterra) y por el otro el Eje (Alemania, Italia y .Tapón).
Agustín Rodríguez Araya, político radical y centralista, puso en juego sus dos pasiones. A su vida de parlamentario le había sumado en ese 1942 otro eslabón: fue elegido presidente de Rosario Central.
Valiéndose de la doble función, Rodríguez Araya buscó un mediador. En la revista "Todo es Historia" (1976) dirigida por Félix Luna, en el artículo "Política y Estado" Horacio Sanguinetti escribiría:
"De Rodríguez Araya recuerdo una anécdota inédita. Como diputado, había bombardeado el presupuesto de Culto. Pero desesperado porque el club Rosario Central se iba al descenso, aceptó el consejo de algún amigo para solicitar la mediación del Cardenal Copello. «Usted me recibirá conuna piedra en cada mano», dijo el carbonaria al entrar. «Con guante blanco, hijo mío» fue la respuesta. Y en efecto, Copello presionado por los argumentos fue de inmediato a entrevistar al presidente Castillo para evitar la catástrofe social que acarrearía en Rosario la supresión del fútbol domingos: la mocedad iría al hipódromo, a las timbas, al vicio. Por desgracia para los centralistas, Castillo estaba en reunión de gabinete. Salió el ministro Culaciatti a recibir al arzobispo. «No se alarme. Eminencia -sonrió-, la gente no dejará de ir al fútbol los domingos, e irá también los sábados»... Culaciatti era rosarino, pero de Newell’s”.
En las canchas no había podido. En los despachos oficiales y con las movilizaciones tampoco. Central estaba condenado a jugar el ascenso.
Fuente:
Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor:
Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo
Sapiens.