La idea de escribir este artículo surge a
partir de una donación anónima realizada al Archivo de Fotografía de la Escuela
Superior de Museologia. Entre las más de trecientas piezas fotográficas
donadas, en diferentes soportes (vidrio, papel, y negativos flexibles), se
encontraron muchas pertenecientes a la construcción del asilo Francisco Javier
Correa, hoy Colegio Santísimo Rosario, ubicado en la zona sur de nuestra
ciudad.
Para la década de 1910, época de la creación
de esta institución, nuestro país se encontraba transitando una etapa de
reorganización nacional, que había comenzado varias décadas atrás, marcada
por el flujo migratorio y todos los cambios aparejados a nivel económico,
laboral y sobretodo social. En este marco, uno de los tantos fenómenos sociales
que se produce es el asociacionismo, caracterizado por la generación de lazos
de solidaridad tanto entre pares como para garantizar el cuidado y la
contención de aquellos sectores más desprotegidos por el Estado.
Es así que hacia fines del siglo XIX fueron
surgiendo distintas instituciones en las cuales se plasmaban estas nuevas
expresiones de unión y fraternidad, en pos de un objetivo común. Abarcaban
distintos fines, asociaciones mutualis-tas, clubes sociales, deportivos,
logias, grupos de inmigrantes y sociedades de beneficencia, entre otras. Estas
últimas, en particular, tenían como misión primera, la asistencia a los
enfermos, desprotegidos y marginados de la sociedad. Quienes se encargaban de
liderar estas asociaciones benéficas, eran en general las mujeres. Por un lado,
las damas pertenecientes a los sectores sociales más acomodados, y por el
otro, las hermanas que conformaban las congregaciones religiosas. De este modo,
estas mujeres no sólo cumplían una función de ayuda social y de caridad, sino
que al mismo tiempo se hacían partícipes activas en una sociedad típicamente
masculina. Dentro de este contexto se enmarcan los comienzos de la construcción
del asilo.
Creado en el año 1909, se genera en
primer lugar a partir de una congregación religiosa, la Congregación de
Dominicas de Tucumán, logrando más tarde, el apoyo económico del Estado y de
la comunidad. La principal benefactora de la institución fue Clara Alberdi,
viuda de Correa.
Bien podemos decir entonces, que la
concresión de la obra del asilo-escuela, se produce gracias a un esfuerzo tri
partito. Aunque el impulso inicial par la creación de la institución, parte d
la congregación religiosa, para pode llegar a efectivizarse, se vale asimismo
del apoyo económico del Estado, más el
aporte de las damas benefactoras de la ciudad de Rosario.
La Congregación de Dominicas de Tucumán
surgió en 1887 como iniciativa de un grupo de mujeres que se solidarizaron con
las víctimas de la epidemia de cólera de 1886, creando el primer asilo de
Huérfanos de la provincia. A partir de allí, se comenzaron a establecer
filiales en otras ciudades. En Rosario, en 1909 se crea el Asilo-Escuela
Santísimo Rosario que a partir de 1924 pasará a denominarse Francisco Javier
Correa, debido a la donación del nuevo edificio de la Av. Arijón 423, que Clara
Alberdi de Correa realizara en memoria de su esposo.
El proyectista del colegio fue el Ing.
Juan de la C. Puig y el constructor original fue Segundo Taina en el año 1909.
Luego se le hicieron modificaciones de
gran envergadura en el año 1922 por José Grondona, parte de ese trabajo es el
que retratan las imágenes donadas. En este edificio se alojaban las hermanas de
la congregación y las niñas huérfanas, y luego se incorporó la condición de
pupilas y medio pupilas para las alumnas del colegio. En un principio la
escuela funcionó con tan solo siete aulas, pero desde el origen contó con
comedor para el alumnado. Años más tarde, los dormitorios correspondientes al
asilo se transformaron en aulas.
Parte del conjunto de fotografías donadas
son retratos de diferentes épocas de la familia Grondona-Marelli, de
trayectoria destacada en la historia de la arquitectura rosarina, y siempre
relacionados, sobretodo Valentín y Andrés Grondona, a las obras de carácter
religioso. Los Grondona han participado en la Del conjunto de documentación
gráfica, destacan los detalles y la minuciosidad con la que se registró cada
etapa constructiva del edificio entre los años 1922 y 1924. Asimismo muchas de
las tomas se centran más en el trabajo de los obreros, que en las cuestiones
técnicas, logrando plasmar la cotidianeidad de ese sector social a principios
del siglo XX. ■
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Lic. en Antropología. Archivo de Fotografía. E.S.M. Secretaría de Cultura y
Educación. Municipalidad de Rosario.
Bibliografía
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Fuente:
Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región”, Fascículo N • 144 de
Setiembre de 2015