Trabajo
y corazón
Texto:
Editorial
Fotos
Willy Donzelli y gentileza Lidia Sartoris de Àngeli
Llegó
a nuestras tierras con apenas diecinueve años, entusiasmado por su
papá que había decidido emigrar en busca de mejores horizontes.
Aquí fundó una familia, y probó varios emprendimientos con
diferente suerte. Finalmente, la fortuna golpeó a su puerta cuando
apostó por la empresa de viajes y turismo Transatlántica, hoy
inserta dentro de los demás proyectos del Grupo Gli Angeli que
incluyen la escuela bilingüe Edmondo de Amicis, Sol Líneas Aéreas
y Ola, agencia mayorista de turismo.
Su
activa participación en distintas organizaciones de la comunidad
italiana en Argentina, que generaron la simpatía y el apoyo de sus
«paisanos», lo habilitaron para ocupar una de las primeras bancas
de diputado que el Parlamento italiano destinó para los ciudadanos
residentes en el extranjero.
En
una charla con «Sólo Líderes» desgrana con mucha simpatía,
algunos datos de su peculiar historia.
E:
Cuéntenos algo sobre su experiencia durante la Segunda Guerra
Mundial, Ud. estaba en Italia todavía.
GA:
Sí, vivía en Orsogna, en la provincia de Chietti, región de
Abruzzo. El ejército aliado entró allí en noviembre de 1943 y se
fue en julio de 1944, por lo tanto mi pueblo se transformó en el
frente, la primera línea, el campo de batalla. En consecuencia
nosotros, la población civil, compuesta principalmente de mujeres y
niños porque los hombres estaban en la guerra, tuvimos que
escondernos dentro de las cuevas donde los campesinos guardaban a los
animales. En ese momento tenía doce años. Estaban conmigo mi mamá
y mis dos hermanas. Estuvimos seis meses refugiados, incluido el
invierno con mucha nieve, y ni siquiera podíamos prender fuego
porque el humo nos ahogaba. Todos los días había entre veinte o
treinta muertos debido a las bomba, lógicamente también sentía
alta de higiene, más de una vez tuve que lavarme cara con nieve.
Cuando
las tropas se fueron porque el frente avanzó el pueblo -que está
ubicado en un lugar privilegiado, misma distancia del mar que de la
montaña- quedó completamente destruido, tuvo que venir el ejército
con topadoras para volver a abrir calles porque no se podía ni
siquiera pasar. Además era julio, verano, y por todas partes había
cadáveres, de manera que comenzó a peste tremenda, una epidemia que
yo también agarré, murieron más de mil personas.
E:
¿Y cómo llegó a Argentina?
GA:
Después de la guerra comenzó la reconstrucción del pueblo, como mi
papá era albañil, con cinco o seis paisanos nos pusimos a fabricar
ladrillos, tejas, construíamos casas. En ese momento también
comenzaron las migraciones, muchos se fueron a otros países
europeos, otros al norte de Italia donde la guerra no había hecho
tantos estragos y a mi papá se le ocurrió venir a Argentina, el
granero del mundo, un país rico. Se embarcó en marzo de 1950 y me
mandó a llamar unos meses después, me escribió diciendo que había
mucho trabajo la construcción y me entusiasmé con «fare
l'América». Mi mamá y hermanas se quedaron allá.
E:
¿Cómo frieron los primeros los tiempos?
GA:
Embarqué el 23 de agosto de1950 y arribé a Argentina después de
veinte días de barco. Por suerte viajé en primera… ¡ cucheta
compartía un camarote con treinta y seis personas, ¡ay, mamma
míal! pero no importaba porque había que llegar a América. Mi papá
me fue a buscar al puerto de Buenos Aires. Para permitirme entrar al
país el gobierno argentino me exigió un certificado de buena
conducta, otro de salud, contrato ó trabajo y una persona que se
hiciera responsable de mí que fue mi padre, si no me dejaban en un
albergue de inmigrantes y luego me enviaban de vuelta. Agradezco eso,
creo que son medidas necesarias. Por ese entonce tenía 19 años, y
no me resulté fácil acostumbrarme extrañaba mucho, por eso me puse
en contacto con los grupos de italianos en Rosario. Así conocí a
Lidia, una persona muy importante en mi vida, con quien me casé y
formé una familia.., estamos juntos desde hace tantos años, algo
lindo, muy lindo realmente. Si yo hoy he hecho alguna cosa para mí,
para Argentina, para mis pares, es también gracias a Lidia.
E:
Pero no era sólo el trabajo, también quería seguir estudiando...
GA:
Sí, de día iba a trabajar y de noche estudiaba terminé el
bachillerato aquí, en Argentina, en 1955. A año siguiente ingresé
a la carrera de arquitectura y m casé, hice cuatro años pero no
logré terminar porque la familia, el trabajo... se complicaba,
además era necesarío cursar de día. Con un grupo de alumnos que
trabajábamos hicimos un movimiento que se llamaba «Movimiento
Universitario Arquitectura de Litoral»- y así conseguimos que los
trabajos prácticos se dieran de noche, pero igual no logré
recibirme.
E:
Y a partir de esos inicios llegó a desarrolla el Grupo
Transatlántica que hoy comprende un empresa mayorista de turismo,
una agencia minorista, casa de cambio y bolsa, una aerolínea, un
escuela bilingüe que abarca los tres niveles ¿cómo se gestó esta
gran empresa?
GA:
Con mi papá habíamos iniciado una empresa constructora, pero en uno
de los tantos vaivenes económicos de Argentina, quebró. Entonces
decidimos volver a Italia porque la situación era desesperante, ya
la familia y tres hijos. Cuando fui a sacar los pasajes, encontré
con un ex capataz de mi empresa que me contó su situación también
desesperante y me dijo: Porqué no ponés un bar y me empleás como
mozo?». Le dije que estaba loco, pero en síntesis, abrimos el bar,
se llamaba Topolino Bar, estaba en Entre Ríos casi San Luis. Ahí
tuve suerte, me fue bien, los paisanos venían mucho y siempre me
preguntaban cómo hacer para viajar a Italia, yo los mandaba a una
empresa de turismo, hasta que un día Lidia me dijo: ¿y por qué no
empezamos nosotros con una agencia? y abrimos Transatlántica. Al
principio trabajábamos sólo Lidia y yo tenemos una empresa,
modestamente, muy grande, gracias a Horacio, al plantel de gerentes y
empleados, donde me siguen llamando Peppe, y cuando me -llaman Peppe
siento que estoy entre amigos, que no soy el dueño de nada.
E:
Alguna anécdota después de tantos años?
GA:
Las anécdotas han ocurrido siempre debido al idioma, todavía hoy no
hablo bien el castellano ¡ se imaginan cuando recién llegué!
Apenas me subía a un taxi
me
preguntaban: ¿de qué parte de Italia es usted?
Mi
primer domicilio en Rosario fue en un barrio alejado del centro, en
Fisherton, una zona de campos, quintas, con muy pocas casas. A la
mañana para ir al trabajo debía tomar varios colectivos, uno era un
coche alemán cuya marca era «Mach». Como era muy joven me gustaba
hacerme el galán con las chicas, y buscaba iniciar la conversación.
Un día le dije a una: «signorina, usted está aspettando lo Macho?»
¡Casi me pega!
E:
¿Cómo se inicia su actividad en las instituciones que representan a
la colectividad italiana en Argentina?
GA:
Siempre estuve presente en las organizaciones asociacionistas
italianas: Sociedad italiana, Círculo italiano, Club italiano,
Unione e Benevolenza, etc. En 1981 me vinieron a buscar algunos
«paisanos» de mi región, Abruzzo, porque querían reiniciar la
Asociación Familia Abruzzeza, les dije que sí, pero que era
necesario formar una institución que fuera digna de nuestra región,
que la representara bien. Me dieron la presidencia en 1981 y no me la
quitaron hasta el 2005, casi una dictadura, pero bueno, no me dejaban
ir, cada dos años me volvían a elegir.
E:
Hoy es uno de los centros regionales más importantes de Rosario con
restaurante, centro de idiomas, vida cultural, folklore, coro...
GA:
Sí, luego nace el Com.It.Es- Comita Degli Italini all Estero- un
ente dependiente del Ministerio del Exterior de Italia que promovía
la formación de concejos para trabajar directamente en colaboración
con las circunscripciones consulares, a efectos de aliviar su
trabajo. Era una tarea ad honorem, el gobierno italiano paga
solamente las secretarias, y allí tuve el consecutivas, presidente
delCom.It.Es Rosario. Más tarde se formó el CGIE -Consiglio
Generale degli Italiani All' Estero- que representa a todos los
italianos que estamos en el mundo, fuera de Italia, y también tuve
el honor de ser electo miembro de ese concejo con sede en Roma, nos
reuníamos dos o tres veces al año allí, también un cargo ad
honorem.
E:
Y luego de cuarenta años de lucha, gracias a la acción del diputado
Tremaglia, finalmente se logró una ley que permite a los italianos
residentes en el exterior participar del Parlamento italiano.
GA:
Sí, así es. Se incorporaron al Parlamento doce diputados y seis
senadores representantes italianos en el exterior. Tuve el honor
de ser uno de los cinco diputados de la llamada América meridional,
fui electo en el 2006, y reelecto en el 2008 cayó el gobierno de
Prodi. Hoy es un orgullo grande para mí estar trabajando como
legislador en el Parlamento, luchando para que los italiano en el
exterior tengan los mismos derechos que los residentes, ya sea en
asistencia médica, atención a la vejez, cultura, estoy poniendo
todas mis fuerzas en eso.
E:
¿Qué sueño le queda por realizar luego de una trayectoria tan
grande?
GA:
En realidad jamás pensé en ser miembro Parlamento italiano, ni en
ser presidente Abruzzeza, ni del Comites, todo llegó sin
espontáneamente. Hoy quiero seguir en actividad me encanta el
trabajo en el Parlamento, las tengo locas a mis secretarias en Roma,
desde acá las llamo para decirles «mirá que se me ocurrió esto o
lo otro» sigo teniendo proyectos y muchas ganas de hacer cosas
(Falleció
en 2016 aquí en Rosario)
Fuente:
Extraído de la Revista “ Lideres” N.º 28 de Abril- Mayo 2010
desde Rosario para la Argentina….